No sabía por qué aquella noche había vuelto a verla, en mis sueños, simplemente podía verla a lo lejos en aquella playa que la destruyó y a la que a la vez que yo tanto amaba, a pesar de que casi me destruyó a mi también.
A veces recordaba a Alan, no voy a mentir, y me preguntaba donde estaría y que sería de su vida, si en su corazón ya no habría tanto dolor como cuando se marchó sin decirme adiós.
No podía decir lo mismo de Alessandro, es cierto que el también se fue, me abandonó... pero también era una realidad que gracias a él seguí con vida, y eso hizo que tomase la decisión de recuperar al amor de mi vida, al verdadero. Mi hija Danae.
Ale y yo habíamos seguido en contacto durante aquellos tres años, él seguía en Madrid, suponía que había estado con otras mujeres, aunque nunca le pregunté. Yo, en cambio, no había vuelto a estar con nadie distinto a él. Nos habíamos vuelto a ver una vez una vez, Danae aún no estaba, pasó un fin de semana en mi apartamento, lo recojí en la estación como solía hacerlo y me di cuenta de que sentí la misma emoción al reencontrarnos que sentía cuando estábamos juntos.
_Dime solo si sigues pensando en mí...
Ale estaba encima mía y me hacía suya con fuerza como en los viejos tiempos.
_Claro que sigo pensando en ti _ dije en un susurro con la respiración acelerada.
Levantó mis piernas aún más con sus fuertes brazos y siguió enbistiendome con fuerza.
_Sigue así, duro _ le dije al oído, y en ese momento un gemido escapó de sus labios. A pesar de todo seguía provocando aquello en él, seguía consiguiendo que perdiese el control._Aún sigo tocándome pensando en tí, echaba de menos que me follarás así.
_Selena..._dijo gimiendo mi nombre, estando a punto de desvanecerse sobre mí.
Lo nuestro era demasiado intenso para durar, aquello también se había repetido mucho en mi mente desde que nuestra relación había terminado. Los dos fuimos una perfecta combinación y, en cierto sentido, seguíamos siendo, pero las infidelidades por su parte, la falta de confianza y... Alan. Sí, supongo que todo eso nos mató como pareja.
Y después de años, en aquel sueño de aquella noche pude sentir su presencia, verla de nuevo y entonces ella me miró fijamente con sus preciosos ojos y me habló justo antes de que sonase la alarma de mi despertador.
_Selena.
_¿Qué?
_Va ocurrir de nuevo.
Apagué el reloj rojo, los primeros rayos débiles de sol de aquel día de noviembre entraban por la gran ventana de mi habitación.
Odiaba despertarme tan temprano, pero ya no odiaba ir a trabajar desde hacía un tiempo, porque había comenzado a sentir algo que hacía tiempo que no sentía.
Pude oír los pasos de Danae en la cocina, aquella preciosa niña rubia era un demonio conmigo pero a la vez era tan reponsable... no necesitaba como sus amigas ser despertada por su madre, ella se levantaba antes que yo con su alarma, preparaba su propio desayuno, hacía los deberes sin que yo se lo dijese e incluso le gustaba ir a clase.
Me puse el batín rosa que estaba tirado sobre mi cama y mis zapatillas de andar por casa, salí al salón y puse la calefacción, ya hacía frío en Tarragona.
Al entrar en la cocina, Danae me miró con esa mirada suya de desaprobación que solía lanzarme de manera habitual, sostenía un tazón grande con leche y cereales azucarados de colores.
_No entres así Selena, haces que me asuste.
_Perdón _ contesté frustrada._ Buenos días a ti también.
Preparé la cafetera y me dirijí a la nevera a sacar la leche entera.
Seguía algo confundida después de aquel sueño, hacia tanto que no soñaba con ella, y no entendía lo que me había dicho... ingenua de mí pensé que simplemente habría sido un sueño sin importancia.
_Hoy no vendré a comer.
_¿Por qué?
_Es jueves, tengo entreno ¿Recuerdas? _ dijo de manera borde.
_Oh, sí. ¿Y dónde comerás?
_Julia y yo iremos a la casa de Silvia.
_Danae, sabes que no me gusta esa niña, no me parece una buena influencia. Cada dos por tres está en mi despacho.
_¿No se supone que una psicóloga no puede juzgar?
_No te hablo como psicóloga, te hablo como madre _ le dije con tranquilidad y enseguida Danae resopló.
_¿Tienes miedo de que Silvia me arrastré a un mundo de drogas y fiestas salvajes y me convierta en una madre adolescente? _ me preguntó con tono irónico, decidí no darle importancia y me giré hacia la cafetera, el café ya estaba saliendo.
_Me voy, llego tarde_ dijo Danae mientras se dirigía a la puerta de la cocina.
_No. No me gusta llegar con la psicóloga del instituto delante de todos _ volvió a decir de forma irónica.
_Como prefieras _ dije enfadada. _Pero coge la chaqueta, hace frío.
_Sí _ dijo con tono seco, y entonces se giró de repente. _Por cierto, ¿Cómo se llamaba esa chica que conocías y que matarón y dejarón tirada en la playa principal?
Me quedé helada de que me preguntase aquello justo al haber soñado con ella después de años. Aunque Danae pareciese complicada y que me odiase, a veces me demostraba amor, sobre todo cuando pasábamos tiempo juntas, que desgraciadamente no era demasiado habitual, por mis trabajos y por sus pocas ganas también, pero cuando lo hacíamos todo era perfecto y parecíamos de verdad madre e hija. Y así, un viernes por la noche de hacia un año, mientras veíamos películas de Netflix, no sé como acabé contandole la historia y como estuve a punto de morir yo también por entormeterme en asuntos en los que nadie me llamaba.
_¿Cuál de las dos?
_La guapa.
_Se llamaba Evelyn.
_Ohh.
_¿Por qué me lo preguntas? _ dije sorprendida.
_Por nada, no sé me acordado de eso de repente. Bueno me voy _ dijo desapareciendo de mi vista sin ni siquiera darme un beso o decir adiós.
_Okay pero pasa por la consulta antes de ir a entrenar.
Oí un portazo y como de costumbre no me contestó. Un escalofrío recorrió mi espalda. "Solo es una casualidad" me dije a mi misma, aunque en mi vida las casualidades no existían.