Capítulo 9 Recuerdos, lo que nunca le conté a nadie, (Selena).

Volver de nuevo a aquel lugar alejado de la ciudad no me costó tanto como inicialmente pensé que lo haría. Había imaginado muchas veces que podría volver en un momento u otro, incluso había soñado en varias ocasiones que volvía y recorría sus calles como si tuviese que ir a Bonavista a reencontrarme y a buscar algo específico, aunque en mis sueños no tenía claro el qué.

Para ser sincera, había evitado durante años incluso pasar con el coche por sus alrededores. Allí nunca había sido feliz y la mayoría de recuerdos que guardaba mi mente sobre aquel sitio eran negativos u ocultos, como todo lo relacionado con mi hija Danae.

En aquella ocasión si sabía para que había vuelto allí y era para enfrentarme a Dani, su padre. No quería que ella lo conociese, al menos mientras no era mayor de edad, había pensado que cuando cumpliese dieciocho años le diría quien era él y ella podría decidir si conocerlo o no, pero Danae siempre había sido una niña demasiado inteligente y se me había adelantado.

Aparqué mi gran coche negro en un descampado a bastantes metros de la que sabía que era la cafetería de Dani y me dispuse a introducirme por las calles de Bonavista.

Extrañamente no me sentí fuera de lugar como pensé había tantas veces que me sentiría, a pesar de ir vestida con tacones altos, un abrigo elegante negro y un bolso de marca sofisticado. A penas había personas en las callejuelas, parecía que todas estuvieran escondidas en sus casas, cuando normalmente la gente de allí estaba siempre fuera de sus hogares aunque hiciese frío. La gran mayoría eran habitantes de origen andaluz, de carácter feliz, personas simpáticas que pasaba las horas muertas dando vueltas y hablando unos con otros.

Durante el trayecto hasta el local fue como volver años atrás y ver de nuevo a esa niña inocente y perdida, vulnerable y pobre como una rata, con la que nadie volvería a identificarme en aquel presente. La zona parecía aún más abandonada, las casas estaban muy dejadas y el aspecto de miseria inundaba cada rincón.

Cuando entré en la cafetería no había nadie dentro, algo que me extraño porque en Bonavista sus habitantes eran grandes clientes de la restauración. Supongo que Dani escuchó la puerta porque oí su voz desde lo que sería la cocina o almacén "Enseguida voy, un momento ".

Al salir me miró confundido, como si a su cerebro le hubiese costado varios segundos hasta poder procesar quien era yo ¿De verdad había cambiado tanto? Para ser sincera él también lo había hecho, pero en un aspecto más negativo, se había hecho mayor. Tenía algunas canas en su pelo castaño claro, estaba más delgado y su rostro que siempre había sido carismático y de niño, lucía como el de un adulto de treinta y largos cansado, cuando en realidad tenía treinta y tres si recordaba bien.

_ ¿Qué quieres? _ dijo inicialmente algo sorprendido y a la vez asustado.

_No te hagas el tonto, sabes perfectamente para lo que he venido.

_No, la verdad es que no tengo ni idea...

_Te aseguro que sí que lo sabes _ dije frustrada. Estaba enfadada y lo observaba fijamente, estaba a punto de explotar contra él y Dani lo sabía, me conocía perfectamente, al menos mi versión de un pasado que no estaba muy lejos del presente.

_ Podrías haberte ahorrado venir hasta aquí vestida con tu ropa cara de mujer pija y exitosa, no vaya a ser que te roben el coche _ dijo con una sonrisa irónica.

_Primero de todo, yo sigo siendo de aquí y segundo, esta ropa cara me la he pagado yo, igual que el coche y mi casa, con esfuerzo de años. Nunca he sido una niña pija así que no digas mentiras. Tú y yo sabemos la verdad, por mucho que te duela.

_ ¿Dolerme el qué?

_Que mi esfuerzo sirviese para algo... pero no estoy aquí para hablar de eso, solo he venido a decirte que salgas de la vida de mi hija si no quieres tener problemas.

Dani soltó una carcajada.

_ ¿Problemas? ¿Vas a llamar de nuevo a tu abogado personal y a denunciarme?

_Sí, por ejemplo... en la vida real tenemos abogados. Y si no te alejas de ella te juro que...

_Te recuerdo que también es mi hija.

_Pero tú no querías tenerla.

_Eso es el pasado, éramos muy jóvenes, ahora es distinto, igual que tú la has recuperado, yo también tengo derecho a formar parte de su vida.

_Ni lo pienses, no quiero ni pensar lo que sería tenerte cerca toda mi puta vida.

_ ¿Qué tienes esto que ver contigo? Yo quiero formar parte de la vida de mi hija, y puedo ser perfectamente un buen padre, incluso más que tú que seguro que te pasas todo el día trabajando.

_Sí, pero pago sus facturas. Un padre no es solo aparecer de repente y jugar con ella y hacerte el guay un par de días, ¿Te paso las facturas de su educación, el dentista, el entrenamiento profesional,...? ....Si seguro que tampoco llegas a fin de mes como cuando estábamos juntos.

_Eso no importa, tengo amor que darle y ya te he dicho que quiero formar parte de su vida.

_Dánae no está en España.

_ ¿Cómo?

_La he mandado lejos, a otro país.

_ ¿Has vuelto a alejarla de ti?

_A ti no te incumbe.

_Claro que me incumbe, ¿Pero cómo has podido hacer eso? _dijo enfadado. _ No tienes derecho a alejarme de ella, te recuerdo que la reconocí, mi nombre aparece en su partida de nacimiento junto al tuyo.

Era cierto, ambos la habíamos reconocido, aunque luego no pudiésemos hacernos cargo y acabará durante años con unos tíos segundos míos.

_He tenido que hacerlo para protegerla. ¿Además cómo te atreves tú a cuestionarme?

_ ¿Para protegerla? Espera, espera,... ¿Protegerla de qué?

_ ¿Viste lo de la última niña asesinada?

_Sí, esa niña de clase alta por la que se ha movilizado toda la ciudad _ dijo con evidente sarcasmo.

Y era cierto, no podía ni compararse la importancia que le había dado todo el mundo a la muerte de Julia, comparada con la de las otras víctimas.

_Pues esa niña podría haber sido Danae, la policía me ha confirmado que alguien iba a por ella.

_ ¿Por qué iría alguien a por ella?

_Por que los asesinatos parecen tener algún vínculo con las muertes de Evelyn y Valentina.

_ ¿Pero qué...?... ¿Y dónde está ella?

_Lejos como te he dicho. A salvo.

_Pero yo necesito hablar con Danae _ dijo con mirada triste. _ Debes darme un teléfono, llevo días sin poder contactar con ella.

_ ¿Su teléfono? No pienso darte nada, no eres una buena influencia para ella ¿Qué puedes ofrecerle?

_Como ya te he dicho amor _ me miró con rabia por un momento. _ ¿Es que no te acuerdas de lo que tuvimos que hacer para que tú fueses a la universidad y pagar las facturas?

_Claro que lo recuerdo.

_Me lo debes.

_Yo no te debo nada, obtuve becas y ascendí y salí de este agujero por mi esfuerzo.

_Si por tu esfuerzo, pero está claro que si no hubiéramos hecho aquello no hubieras podido continuar. Apenas teníamos para comer en aquella época ¿No lo recuerdas, que éramos pobres como ratas? ¿Cuántas veces nos cortaron la luz? Recuerda que gracias a mí también estás donde estas.

_Lo único por lo que puedo darte las gracias es porque aquel día vieses a Danae. Gracias a eso se saltó el entreno y hoy sigue con vida _ dije con sinceridad, y acto seguido me giré y me dispuse a salir por la puerta a paso lento.

_ ¡Selena, por favor, necesito un teléfono, la echo de menos, me lo debes maldita sea!

Caminé hasta el coche llegando rápidamente al descampado desierto, extrañamente no sentía ningún miedo de andar sola por allí, aunque en aquel momento hubiese una gran psicosis colectiva respecto a lo que incumbía a la zona. Se respiraba paz y a pesar de mala fama, no parecía un lugar inseguro, era difícil que pudiese imaginar que alguien hubiese asesinado a niñas y las hubiese dejado en los alrededores de Bonavista.

Cuando me subí al vehículo tuve que respirar, demasiadas emociones y recuerdos. Reencontrarme con Dani era extraño, era como chocarme de frente con un pasado que ya no reconocía, ambos éramos personas completamente diferentes, no teníamos que ver nada en absoluto él uno con el otro. Para cualquiera sería imposible poder imaginar que más de diez años atrás nos habíamos enamorado inmensamente el uno del otro.

Aunque pareciese mentira, cuando nos conocimos nos transformamos en uno durante un tiempo. Éramos el primer amor inocente, el que más duele, el inmaduro, el que deseas con todas tus fuerzas que sea para siempre, pero que con el paso del tiempo te das cuenta de que nunca será así y que se convertirá en un recuerdo doloroso y a la vez precioso, del que podrías escribir una hermosa y triste historia para adolescentes menores de edad.

"_Siempre estaremos juntos ¿Verdad? _ una Selena de quince años apoyó la cabeza sobre el pecho de Dani, que no era mucho más mayor.

_ Sí, siempre, te quiero ."

Me costó años aceptar lo doloroso que es decir un " para siempre" y que no terminé cumpliéndose. Después de aquello nunca más volví a pronunciar aquella palabra. Jamás se lo dije a Alessandro, a pesar de que lo amaba de una manera madura y aceptaba todo de él y él de mí, algo que nunca hice con Dani, ni él conmigo, nunca le dije esa dolorosa palabra.

Cuando me quedé embarazada de Danae tuve muchas dudas, aunque verdaderamente no sabía lo que se me venía encima, una vida adulta para la que ninguno de los dos, ni Dani ni yo dábamos la talla. Dani no se veía capaz de cuidar de un bebé, ni yo tampoco, pero dentro de mí yo quería conservarlo, eso provocó mucho esfuerzo en Dani, quien terminó diciéndome que aceptaría lo que yo decidiese. Pero en la primera visita al doctor, cuando escuchamos su corazón, ninguno de los dos se planteó de nuevo deshacerse de aquello que estaba floreciendo en mi interior.

Hicimos las promesa de que no fallaríamos, aun sabiendo las estadísticas de que los primeros amores se quedan en eso, en intentos fallidos y que no tienen un para siempre. Y más si hay por medio un embarazo adolescente.

Cuando nació Dani cogió un trabajo mal pagado de taxista, se pasaba fuera todo el día y apenas dormía, con lo poco que ganaba a penas nos llegaba el dinero, aunque también debía admitir que no teníamos ni idea de cómo administrarlo. Yo me pasaba todo el día con Danae o estudiando la preparatoria para acceder a la universidad, necesitando a la madre de Dani para que cuidara a mi hija, que por supuesto no estaba feliz de eso. Y no sabíamos cómo cuidarla... esa era la verdad, éramos dos niños cuidando a un bebé, y entonces fue cuando nos planteamos darla en adopción, pero éramos tan egoístas, sobre todo yo, que no queríamos dejarla para siempre. Nos habíamos impregnado de ella, la amábamos.

Así que la entregamos por un tiempo a unos tíos míos lejanos que nunca habían tenido hijos, solamente hasta que pudiésemos salir adelante, pero unos meses se convirtieron en un año, y un año en varios. Y al final decidimos intentar salir de la pobreza, pero Danae se convirtió en una promesa, me prometí a mí misma que cuando pudiese darle una buena vida, la que merecía, volvería a por ella. Y así fue, yo volví, pensé que Dani la había olvidado, pero por lo visto nunca fue así.

Fue difícil para mis tíos, se habían encariñado de ella, pero era algo que sabían desde el primer momento. Así que simplemente aceptaron lo que ya les había dejado claro inicialmente, y lo que era una posibilidad que estaba presente para ellos desde el primer día que se la había entregado.

Había llegado muy enfadada con Dani, con ganas de destruirlo ¿Pero podía culparlo realmente de querer a su hija? A nuestra hija...

Estaba claro que era un mequetrefe, por lo menos lo había sido conmigo, había cambiado, me había tratado mal, ignorado, ninguneado, dejándome a mi suerte, sola... Pero realmente eso tenía que ver conmigo, y aquello se trataba de Danae.

Y Dani tenía razón, tuvimos que hacer cosas para sobrevivir... y aquello de lo que yo formé parte y de lo que no estaba en absoluto orgullosa me había permitido impulsarme para continuar mi educación, mantenernos, salir de allí y estudiar en la universidad. Y eso era otro secreto de mi pasado que podía destruir totalmente mi reputación como psicóloga y mi presente profesional, pero era algo que no me había quedado más remedio que hacer para obtener mi ascenso social y así haber estado más cerca de recuperar a Danae.

            
            

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