La vergüenza me invade al saber que he sido descubierta. Pero, no aparto mi mano de mi supuesta área afectada, para no darte toda la razón a él. Ese hombre con mirada oscura como la noche, pero, sin resultar amenazante.
- ¿Esa es su forma de disculparse con alguien? ¿Llamándola mentirosa? - pregunto indignada.
- No eres mentirosa, dije que eres muy buena actriz. Eso es un cumplido de donde yo vengo.
- Bueno, de donde vengo, actuar es mentir. Ya que, no hay cámaras aquí para firmar una escena de televisión o teatro - murmuro y él asiente.
- Tienes razón. No hay cámaras, pero la escena está aquí, al igual que los protagonistas. - murmura el hombre mientras toma mi mano y soplando levemente, su aliento acaricia mi supuesta herida en la frente. Mientras lo hace, su mano libre viaja a mi espalda a la altura de mi cintura y yo intento retroceder ante la invasión de espacio personal.
- Señor...
- Dame unos segundos. Finge que te agrado solo un momento y si lo deseas, te pagare por eso. Solo... ayúdame con esto. - pide el hombre y yo intento procesar la información.
- ¿No deseas entrar o huyes de alguien?
- Ambas, ¿y tú?
- Igual. - murmuro y él se aleja un poco de mí para acariciar mi rostro.
- Entonces seamos un equipo. Después que se vaya mi guardaespaldas, podrás hacer lo que quieras.
- ¿Estás huyendo de tu guardaespaldas?
- Es el informante de mi padre. Pero, si me ve cómodo con una mujer, le pedirá que se marché y yo podre largarme de esta estúpida fiesta. - murmura y yo sonrió al sentirme igual.
Necesito irme y refugiarme en mi cómoda cama hasta que ya no desee dormir más. - me digo mentalmente.
Nos quedamos varios minutos mirándonos e incluso, él me abraza y me susurra al oído que su guardaespaldas ya está por irse, cuando unos pasos nos alertan y el saludo, no se hace esperar.
- Buenas noches, chicos. ¿Ha pasado algo? - pregunta una mujer con todo y película extremadamente fina.
- No, estamos bien. - responde el hombre que me acompaña.
- ¿Estás seguro?
- Cariño, esta con su pareja, debemos darle su espacio - dice el hombre a su lado y mi cuerpo se tensa.
Es él, Maddox.
El hombre a mi lado, se aparta un poco y me toma de la cintura acercándome a él. Confundida, miro hacia su rostro y él me dedica una mirada que me tranquiliza. Haciéndome sentir acompañada y apoyada.
- Tu esposo tiene razón, Clara. Salí porque tenía que esperar a mi acompañante.
- Bueno, si mi hermano tiene una acompañante, me gustaría conocerla. - dice la mujer que se llama Clara.
Grandioso, quería pasar desapercibido y ahora he tenido de compañero de complicidad al hermano de la anfitriona. Muy bien. Felicidades Selena. - me regaño mentalmente.
- Vaya, no esperaba esto. ¿Es tu prueba de que no eres homosexual? ¿O solo es una fachada para que te deje tu familia en paz? - se burla Maddox.
- Cariño - le regaña su esposa y yo no me atrevo a mirar al hombre que tensa su toque sobre mi cintura.
- Al parecer, no es solo a la familia a quien le preocupa mi orientación sexual, sino, gente extraña - dice el hombre a mi lado
- Hermano, él es mi esposo. No es ningún extraño. - le reprende la mujer.
- Para mí lo es. Pero, terminará siendo un enfermo en el hospital, si sigue mencionando mi supuesta homosexualidad.
- ¿Qué pasa, amigo? Solo estoy diciendo los rumores sobre ti.
- También escuche un par de rumores sobre ti. Uno donde le pedías ser tu esposa a otra mujer justamente donde te casaste con Clara. - comenta y desde mi lugar, pudo ver como Maddox pierde su característica aire de domador.
Fue un golpe bajo.
- ¿Es cierto? - pregunta la mujer a su esposo.
- Creo que es momento de no hablar sobre rumores y calmarnos un poco, ¿no les parece? - pregunto curiosa al saber que mi cabeza a rodado en el centro de la conversación.
Mi pareja suspira profundo, pero, si a alguien no le agradó escuchar mi voz, fue a Maddox, quien me observa con los ojos abiertos al reconocer mi voz.
- Tienes razón, cariño. No vamos a dañar nuestra velada por comentarios malintencionados de Maddox. Él no tiene vida propia y mi dulce Clara es la que tiene que cargar con eso, no nosotros. - responde mi cómplice.
- Hermano, no actúes infantil.
- Agradece que no actuó violento con los comentarios de tu esposo, Clara. Ahora, su me disculpan, iré a tomarme una copa de champaña mientras todos actúan como si fueran de la realeza, mientras lanzan comentarios hirientes o malintencionados de las demás personas presentes o no - dice el hombre caminando hacia el interior del lugar del que supuestamente ninguno de los dos quería entrar.
Mi compañero bastante enojado, me lleva hasta una mesa y allí, suspira profundo mientras su torso sube y baja, mostrando su enojo. Aunque no es mi obligación calmarlo. Intento hacer mi buena obra del día y coloco mi mano sobre su pecho. Ya que, su hombro está bastante alto para mí.
- Ya ha pasado. Estas bien y yo también lo estoy, no necesitas desbordar tus emociones y dejarte llevar por las provocaciones de él.
- Es complicado. Uno siempre quiere lo mejor para los suyos y de la nada, llega alguien que encaja perfectamente en la Cataegoría de dañino y peligroso. Pero, todos fingen no verlo o no lo ven.
- Bueno, es normal sentirse frustrado por ello. Pero, ya hiciste tu parte en advertirle. Si la sobreproteges, estarías causando más daño.
- Ojalá pudiera encontrar a la persona que dijo ese rumor y si es verdad, a la implicada en eso. Esa chica también debe sentirse traicionada. Por lo que...
- ¿No habíamos decidido no entrar aquí? - pregunto deteniendo su plan en el que estaría implicada.
En ese momento, el hombre cierra su boca unos segundos y respira profundo mientras toca el puente de su nariz.
- No lo puedo creer. Caí en mi propia mentira y terminé haciendo lo que mi padre quería.
- ¿Y eso es...?
- Sentirme a gusto con una chica en la fiesta. - murmura y yo me tensiono - te aclaro, no estoy intentando enamorarte. Es solo que por raro que parezca, me ayudas a mantenerme calmado y pensar en cosas que no son mi trabajo.
- Bueno, debo decir que también me has ayudado a no pensar en mi trabajo esta noche.
- ¿Cómo te llamas?
No le digas tu nombre
- Cata...
- ¿Te llamas gato? - pregunta en tono burlón.
- Podrías decirme gata, si así lo deseas.
- Entonces, quieres ser una chica anónima, ¿no es así?
- Eso espero ser toda la noche.
- Bien, pero, no voy a llamarte Cata, te llamaré... Rosa
- ¿Rosa?
- Brillas esta noche. A tal punto que has llamado la atención de los presentes. Pero, como no puedo llamarte así, prefiero que mi deseo quede en secreto entre los dos y frente a los demás, sedas llamada Rosa, la flor característica de tu vestido que tal como su dueña, sabe como brillar por su cuenta.
- ¿Debo pensar que no estar intentando seducirme con tus palabras?
- La vida es muy corta para callar lo que piensas. Así que, lo que dije fue lo que veo en ti. Ya que lo tomes como un medio de seducción, es otra cosa. Sin embargo, te voy a aclarar, no estoy interesado en romances. Solo... tomaré una copa y me iré de aquí. Así que, solo hablo para que no nos sintamos incómodos.
- Entiendo, también haré lo mismo. Beberé una copa y me iré. - aseguro.