Capítulo 6 Pedirlo

Imploro mentalmente que la luz llegue, pero, por más que lo hago, nada cambia y él silencio incómodo entre nosotros, se extiende.

- Lamento tocarte, no fue mi intención. No sabía dónde estabas, por eso te tropecé.

- No pasa nada. Son cosas que suceden cuando no podemos ver. - murmuro y él se acerca tanto a mí que logra tambalearme. Pero, esta vez, nos agarramos del otro en partes no íntimas.

- Es mejor que estemos cerca, así, no voy a aplastarte o atropellarte con mi cuerpo.

- ¿Pretended matarme? - pregunto curiosa por la elección de sus palabras.

- No. Pero, debo decirte que soy bastante alto y pesado. El que choque contigo puede ser doloroso porque mi masa muscular es dura y si tropezamos y caemos, creo que mi peso, podría aplastarte. - me explica.

- Entonces, eres toda una máquina para matar. - susurro.

- Me cuidó mucho por salud, pero, es inevitable que mis músculos crezcan tanto. - dice susurrando pausadamente.

- Me gustan los músculos. Bueno... verlos a otros, porque para que yo los tenga, es complicado.

- Nada es imposible. Puedes tocar si deseas, así, podrías motivarte un poco con el ejercicio.

- Tengo miedo de tocar. - murmuro.

- ¿Por qué?

- Porque no sé si pueda evitar excitarme. - respondo y de inmediato, cubro mi boca.

¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué estoy siendo tan sincera con él? - me pregunto mentalmente.

- No lo evites - murmura.

- Si no lo hago, estaría mal.

- Hay maneras de que te sientas bien.

- ¿A qué te refieres?

- A nada en especial, ¿deseas tocar mis brazos para confirmar que puedo lastimarte si choco contigo.

- No creo que me hagas más daño de lo que tu entrepierna podría hacerme - murmuro y de repente, escucho una sonrisa, que me deja inmóvil.

- ¿Deseas comprobar eso? - pregunta tan sereno que me molesta ser la única afectada.

Maldita fuga de pensamiento.

- Eres un desconocido.

- No te pregunte eso, nena. - dice tan cerca de mí oído, que su aliento golpea mi cuello, aumentando la calentura corporal.

- ¿Serias capaz de tener sexo con una desconocida? - pregunto curiosa

- Tengo preservativos y no tengo enfermedades transmisibles o no transmisibles si eso es lo que te preocupa.

- Sabes que a eso no me refería. Aunque es bueno saberlo.

- No tengo alguna novia, esposa o prometida por la que debería sentirme culpable. Además, mi padre está ansioso porque deje de ser aburrido y hoy puede cumplirse su petición.

- ¿Quieres desaburrirte conmigo? - pregunto indignada.

- No, quiero liberarme contigo. No sé si es el alcohol que inhibe mi control o si es el olor a coco que tanto me ha relajado y excitado. Pero, si estoy duro es por ti.

- ¿Vas a culparme por eso?

- Te abracé y todo empezó. Fuiste mi detonante y creo que, por eso, debes hacerte responsable.

- Vaya manera de pasar una noche de sexo sin compromiso.

- No tenía planeado esto y tampoco pienso obligarte. Si no es posible contigo, iré a tocarme en uno de los cubículos.

¡Que descarado! - digo horrorizada.

Cuando creo que es mentira, su cercanía desaparece y de inmediato, lo tomo de la camisa para que no se vaya.

- ¿Qué sucede?

- No me dejes sola.

- No puedo hacerlo aquí. Estas muy cerca. - murmura y yo me doy bofetadas mentales por ser dependiente justo ahora.

- ¿Puedes esperar un poco? Solo hasta que pueda irme.

- No sé que me pasa. No puedo controlar mi cuerpo. No puedo siquiera dejar de pensar en sexo. Mi cuerpo está demasiado caliente. Yo no puedo esperar - susurra en una voz baja y ronca que me hace ahogar un gemido, mientras ejerzo fuerza con mis piernas al sentir que la humedad inunda mis diminutas bragas.

No sigas el juego de tu cuerpo. No seas débil.

- Necesitas una ducha. Ambos necesitamos eso, ¿aquí hay? - pregunto al hombre frente a mí.

- No. Pero, debe haber otra salida. Iré a buscarla. - dice y vuelvo a tomarlo de la mano.

- No me dejes, por favor - digo en un susurro.

- No soy muy confiable ahora. Ya no estoy pensando. Yo... necesito irme. - dice y se aparta de mí, mientras la calentura me derrumba a tal punto que caigo sobre mis rodillas.

¿Por qué sucede esto? ¿Es porque sé que va a tocarse? - pregunto mentalmente y ficha pregunta me hace imaginarlo, por lo que gimo sin poderlo evitar, mientras mi entrada pide atención.

- ¿Qué sucede? ¿Por qué gimes?

- Mi cuerpo también se siente caliente. - murmuro.

- ¿Tomaste algo de algún extraño?

- Todos son extraños. Pero, me cuide. No creo que sea eso. Es solo... mi cuerpo traicionero.

- Entonces, con más razón debo irme. No quiero que te sientas en peligro porque me encuentre aquí. - murmura y yo niego.

- ¿Dijiste que tenias preservativos?

- Sí.

- Entonces, hagámoslo.

- Estas segura.

- Si puedes quitarme este vestido, podremos saciar este malestar que compartimos, teniendo en cuenta que solo será un momento y nunca más vamos a hablar al respecto ni a comunicarnos entre nosotros, ¿de acuerdo?

- No nos hemos visto la cara, así que, podemos fingir que fue un sueño erótico, sin ningún compromiso.

- Tampoco vamos a juzgarnos ni a decirle a alguien más. Será nuestro secreto, ¿de acuerdo?

- De acuerdo.

- Entonces, sigue mi voz y ayúdame pronto. - pide y a los pocos pasos, siento como pisan mi vestido.

- Ten cuidado, la intención es no mostrar que nos hemos desvestido - murmuro y él logra tocar mi mano extendida y acercarse a mí.

- Lo siento, te vestido es bastante largo. - murmura.

- Ayúdame atrás - pido y cuando creo que va a desabotonar los botones y deslizar mi vestido sin más, el hombre detrás de mí, comienza a hacer dicha tarea, mientras besa mi hombro.

Su contacto con mi piel, lanza descargas fuertes en mi cuerpo y ello me hace alejarme.

- Pensé que solo íbamos a tener sexo.

- Para mí, el sexo es así: completo. El cuerpo de una mujer debe ser bien calentado. Después de todo, la mejor comida se sirve es caliente y más si es carnal, ¿lo entiendes?

- Lo entiendo. Aunque, creo que ya estoy lista. - murmuro.

- Yo también, pero, no quiero omitir pasos - dice, acariciando mis brazos, mientras desliza las mangas del vestido.

Su toque me causa cosquillas y cuando creo que ha terminado, él me hace acostar sobre mi pecho, mientras hace un recorrido de besos en mi espalda, mientras sus manos masajes mi trasero.

Sus beso y su aliento caliente, me llevan al borde haciéndome gemir y cuando creo que la sensación no puede ser más placentera, su mano derecha se mete bajo mi pecho, acariciando uno de ellos, mientras la otra, presiona mi botón de placer por encima de mi braga húmeda.

El toque es placentero y al hacerlo con ritmo, mientras besa mi espalda, me da sentir en la gloria. Lo sé y él lo sabe, la humedad y mis gemidos, no son actuados. Pasa porque así me siento de bien con su toque.

Cuando creo que así va a hacerme romper en pedazos, los toques se definen y sus manos desaparecen. Cuando estoy por quejarme, sus dos manos toman una pierna mía y levantando la misma, me hace quedar boca arriba, mientras se acerca a mí entrepierna y después, rompe mis bragas.

Desde mi lugar escucho como su bragueta es bajada, mientras él se acerca a mis pechos, dándole atención por breves segundos que me hacen sentirme en el cielo. Tanto es ello, que se me olvida la oscuridad y que estamos encerrados, mientras me retuerzo bajo su cuerpo.

- Por favor...

- ¿Qué deseas?

- Hazlo. Lo necesito - pide y el hombre, se aleja de mí y sin mucha dificultad, escucho como abre un empaque y después de pocos segundos, se acerca a mí susurrando cerca de mis labios.

- Prepárate. Después de iniciar, no seré piadoso. - murmura y yo gimo.

De inmediato, su boca se une a la mía en un beso urgido y cuando creo que bromeaba, su grande tantea mi entrada y cuando descubre donde es, la invasión ocurre justamente como lo había dicho; sin piedad.

Esto es más de lo que puedo manejar

            
            

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