El contacto me enloquece y sé que no soy la única, porque sus gemidos y los míos, y tienen una guerra por quien siente más placer ante la fricción de nuestros cuerpos.
El contacto y como nuestros labios disfrutan de la danza lujuriosa de los mismos, me hacen explotar en miles de pedazos mientras el hombre sobre mí, gime y sonríe sobre mis labios al descubrir que he alcanzado la meta.
- ¿Deseas que me detenga?
- No sería justo.
- No es solo sobre justicia - murmura él y yo levanto mi torso mientras me apoyo en mis codos.
- Aun no he tendió suficiente. Puedes, continuar. - murmuro.
El hombre se acerca nuevamente y me besa suavemente para después susurrar sobre mis labios:
- Esa es mi chica.
La sonrisa me invade y cuando creo que seguiré intentando tocar su pecho, él me gira y quedando sobre mí pecho, siento como coloca casi todo su pecho sobre mí, mientras me hace apretar la tela de mi propio vestido que nos ha servido como cobija.
El ataque es áspero y yo me siento feliz por simplificar el encuentro al contacto piel con piel, sin sentimientos en el medio o preocupaciones sobre lo que sucederá en el futuro. Feliz por sentirme libre, aprovecho que el hombre sale de mí y me coloco sobre mis rodillas.
Es allí cuando el hombre que me ha acompañado, me toma en sus brazos y yo ahogo un gemido mientras me aferro a su cuello.
- No te dejaré caer, confía en mí- murmura.
- Avisa a la próxima.
- De acuerdo. - murmura - te colocaré sobre el lavamanos, ¿puedo hacerlo? - pregunta cuando ya me esta colocando sobre el mismo.
- Puedes hacerlo - murmuro y es allí cuando me da un beso mientras se coloca en su posición y como si fuera normal estar encerrados en un baño, se concentra solo en tener placer mientras su boca se concentra en mis labios, cuellos y pechos, cuando en pocas veces me da un descanso para poder no quebrarme a cada nada en pedazos.
El frío de la habitación desaparece y cuando menos pienso, no solo he tocado cada músculo de su cuerpo, sino que, en medio de la excitación, lo he arañado y mordido al punto de sentir el sabor de la sangre en mi boca.
Pero, ni siquiera eso nos detiene. El ataque que ignora el lugar y mi atacante, me hace cambiar de posición, me hace experimentar tres horas donde la oscuridad deja de ser mi enemiga y se convierte en el escenario propicio para sentir y escuchar todo con intensidad.
El lavadero deja de ser emocionante y cuando creo que este hombre no va a llegar a su orgasmo, me lleva hasta uno de los cubículos y a tientas, me siento sobre él, llevando yo el ritmo, mientras él besa mi espalda y juega con mi pecho. Nuestras respiraciones están agitadas y siento que he corrido una maratón de muchos kilómetros, donde la meta, ya estoy viendo.
En mi interior, algo se hace más grande y su fuerte mano, me toma de la cadera, hundiéndose en la carne de mi cadera, escucho un gruñido que anuncia su liberación, que arrasa conmigo, dejándome completamente sin fuerza y extremadamente sudada, pero complacida.
Varios segundos pasan donde el hombre coloca su mano en mi frente y sin salir de mí, hace que me recueste sobre su pecho, mientras los dos, recuperamos el aliento.
- Eso fue intenso - murmura el hombre detrás de mí y yo asiento.
- Si que lo fue. Incluso, me quitó lo ebria. - murmuro y él sonríe.
- A mí también. Jamás podré olvidarte. - susurra y de inmediato, me alejo de su cuerpo y me levanto, saliendo del cubículo para asearme. - ¿dije algo malo?
- No. Pero, espero que recuerdes nuestro acuerdo. Será la primera y última vez, ¿lo recuerdas?
- Sí, pero...
- No quiero que hayan complicaciones - digo limpiando mi entrepierna y colocándome el vestido, ya que, mis bragas fueron rotas y sabrá Dios donde podrá estar.
- No las habrá.
- Un primer encuentro es mágico. Ya en el segundo, toda magia se disipa. Así que, mantengamos este encuentro como algo mágico que fue agradable. Pero, debe finalizar hoy mismo.
- ¿Deseas eso? Porque yo no tengo problemas en intentar hacernos amigos, por lo menos.
- Los amigos no tienen sexo y nosotros tuvimos una sesión bastante larga. Así que, lo mejor es que no nos compliquemos con esto. Saciamos nuestra sed y por ello, estaremos bien. Ahora, ayúdame con el vestido, necesito que apenas llegue la luz, pueda marcharme. - murmuro y él suspira profundo.
- Tienes razón. Los antifaces y el alcohol nos hacen libres. Pero, al amanecer, volveremos a ser perdonas con sus propias vidas. Involucrarnos por haber tenido buen sexo, no es suficiente si vamos a perturbar nuestra tranquilidad por aceptar a un extraño. - murmura mientras me ayuda a vestir.
- Me alegra que lo entiendas. Suena cruel. Pero, es la mejor manera de evitar dolores innecesarios.
- ¿Cuánto dolor te han hecho para que hables así? - pregunta angustiado.
- Mucho. Por eso, es mejor protegerse de todo. Eso te evita un dolor casi mortal. - murmuro mientras arreglo mi antifaz.
Más calmada, escucho como él se viste y mientras lo hace, la luz vuelve, haciendo que ambos nos miremos a través del espejo y sin películas y cabello bastante desordenado como nuestra ropa, sonriamos al saber que esa imagen desastrosa, es la consecuencia del mejor sexo de mi vida.
- Me arreglaré el cabello y me iré, antes que noten que confundí los baños - dice arreglando su aspecto.
- ¿Qué hay del saco?
- No sé dónde está - dice buscando a su alrededor.
- Busca en el cubículo donde...
Él asiente y a los pocos minutos sale sin el mismo.
- Me tengo que ir. Adiós, bella - dice y yo asiento, mientras lo veo marcharse.
La ropa es fina. Bueno, lo que se puede ver de su pantalón y camisa. Ya que, su saco, no logró encontrarlo. - me digo mentalmente.
Suspiro profundo y observando mi aspecto, me quitó todos los accesorios de mi cabello y junto con las extensiones arruinadas, dejo mi cabello libre y así lo peino un poco. Necesito mostrar que no he tenido el mejor sexo de mi vida.
Sonriente, miró a la mujer satisfecha frente a mí ay es allí cuando logro divisar el saco en el cubículo que estaba al lado donde yo había estado sola anteriormente.
- Entonces, lo dejó antes de encontrarnos - murmuro caminando hacia el saco y tomando el mismo.
La marca fina en una curiosa impecable, me confirma mi sospecha. Es bastante costoso el traje. Algo que no podría costearme en mi vida. - me digo mentalmente.
Suspiro profundo e intentando verme bien, salgo del baño con el saco perfectamente doblado y escondido bajo mi abdomen e inicio de la falda del vestido. Después de todo, llevar su saco podría causar comentarios malintencionados. Bueno, si no notaron la ausencia de ambos y como los dos hemos salido del baño.
Lista, caminó por el pasillo donde me encuentro con alguien que no deseaba encontrarme; Maddox
- Te estaba buscando.
- Yo no. Así que, adiós
- ¿No te sientes mal? - pregunta y yo niego.
- No. Me siento perfectamente. Disfruté de una noche agradable. Así que, gracias por la invitación y feliz cumpleaños. De verdad, deseo que tu vida sea tan prospera, como solo tú la mereces.
- ¿Es una bendición o una maldición?
- Eso lo dejo a tu criterio. Adiós, Maddox Powell. - digo marcándome finalmente