Navidad en Greensfield Capítulo 7 Bienvenida Hanna
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Capítulo 10 Llegada sorpresa
Capítulo 11 Deseo ser una niña
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La despedida fría de Thomas seguía en mi cabeza. No entendía que había sucedido, o tal vez si lo entendía, pero esa razón no era válida. No podía serlo. Thomas no podía estar celoso, quiero decir, siempre fuimos como el gato y el ratón. Nunca nos llevamos bien y era difícil que congeniáramos en algo. Siempre estábamos discutiendo o retándonos. Pero su actitud los últimos días, incluso que haya admitido que era bonita me dejaba perpleja.
-¡Abby! - La voz de Hanna hizo que saliera de mis pensamientos. Me encontraba parada frente a la puerta de dónde saldría ella. La vi con su cabello corto negro vestida con un abrigo de color rojo, unas botas de tacón negras y un pantalón de vestir. Elegante y hermosa.
-¡Hanna! - A pesar de sus tacones corrió hacia mí dándome un fuerte abrazo. Gritamos de la emoción al vernos. Llevaba al menos dos años de no verla físicamente. Vivir en la ciudad la había cambiado en todo sentido. Ya ni siquiera usaba anteojos y su piel de porcelana se veía sin defectos.
-Dios mío. Te extrañé tanto.
-Y yo a ti. Te ves hermosa.
-Igual que tú. Siempre supe que Hanna Roberts lograría ser una chica hermosa y exitosa. Mira tu piel, ¿qué producto usas? Ya hasta pareces a esas actrices coreanas.
-El hecho de que lleve la mitad de sangre coreana, ayuda bastante.
-Presumida. - Nos tomamos de la mano y la ayudé con uno de sus bolsos para guiarla hasta mi auto. Metimos su equipaje en el maletero y luego entramos. Hacía mucho frío por lo que tuve que encender la calefacción.
-¿Y qué te cuentas de nuevo? ¿Algún novio?
-No puedo creer que es lo primero que preguntas. - Encendí el auto.
-Solo quiero saber lo sustancial.
-No hay novio. - Sonreí divertida. -Al menos no lo ha habido desde la secundaria.
-No puedo creerlo. - Se hizo el cabello hacia atrás. -¿Sigues siendo virgen?
-Eres una idiota. ¿Y tú? ¿Tienes novio?
-De hecho, lo tengo. Estoy saliendo con el director de una empresa en finanzas. Su nombre es Josh Turner.
-Qué suerte la tuya. Me sorprende que incluso tengas tiempo para un novio ya que eres una mujer tan ocupada. - Meneó los hombros con diversión.
-¿Cuándo le dirás a las chicas que estás aquí?
-¿Irás con Max hoy? - Negué con la cabeza.
-Necesito cubrir una nota con un compañero. - Entonces recordé la fiesta a la que Thomas me había invitado.
-¿Qué tal si vas a la fiesta de suéteres feos de Larissa mañana? - Hizo una mueca. Sabía que ella no era fanática de ese tipo de actividades, menos de la navidad. - Las chicas, seguro estarán ahí. Sabes que Jude y Tania van siempre y Max, la obligaré, aunque tenga que arrastrarla fuera del hospital. - Lo meditó unos segundos.
-Bien, voy, pero no me obligarás a usar un suéter feo, esa es tu entrada. Seguro se te ve bien. - El resto del viaje nos pusimos al día. Hanna llevaba varios meses saliendo con ese tal Turner. Además estaba esperando a recibir una llamada que podría promoverla o dejarla estancada donde se encontraba. Le conté que estaba realizando una nota importante para la revista y que además, Thomas me estaba ayudando.
-¿Max Tristán? - Preguntó en un tono muy agudo. Casi derrama el café que recién le había comprado. -¿Tu y él? ¿Trabajando juntos?
-Sé que es increíble. Pero era algo que me urgía y la villa es algo importante para este pueblo.
-Lo sé. Esa villa fue un lugar lindo de nuestra adolescencia. - Asentí, sabía que ese lugar fue de los pocos en donde mi amiga no se sintió inferior y donde podíamos olvidar nuestros problemas.
Finalmente, llegamos a la granja de los Roberts. Podía ver a lo lejos el invernadero donde tenían las pascuas. Ya no tardarían en llevarlas a la venta. A tiempo para estas festividades.
Estacioné el auto en el camino detrás de la baranda blanca de madera. Bajamos las maletas y luego caminamos hacia la entrada de su casa. Las luces amarillas decoraban la parte frontal de la casa con algunas coronas, lazos, ángeles de alambre y campanas.
Tocó el timbre y en cuanto abrieron su hermano mayor se le lanzó encima. Solté una carcajada al ver aquella escena. Joe era un chico extrovertido que pensaba muy diferente a su hermana. Era un buen amigo en quien confiábamos para los trabajos pesados del pueblo.
-Mi linda hermanita, que bueno que estás aquí.
-No seas bruto, quítate de encima. - Gritó Hanna y yo casi me muero ahí en la entrada por el dolor de estómago debido a mis fuertes carcajadas.
-¡Hanna está aquí! - La voz del señor Roberts se escuchó desde dentro, pronto su esposa, la tía de Hanna y sus primos aparecieron para abrazar a la joven. Me sentí conmovida por aquella escena. La señora Roberts me miró y no tardó en unirme a ese abrazo familiar a la fuerza.
Sabía que había perdido a mis padres biológicos, pero a cambio había conseguido varias familias que me apreciaban.
-Que bueno verte hija.
-Hanna, te ves más bonita.
-¡Mi hija es hermosa!
-¡Y su amiga también! - El resto de la familia me saludó y pronto nos dejaron entrar a la casa. Los primos de Hanna ayudaron a llevar sus cosas a la habitación mientras nos dejaban acomodarnos en la cocina.
-Deberías tomas chocolate. - Su madre quiso servirme, pero me negué.
-Ah no se preocupe, solo vine a dejar a Hanna, aún tengo que volver a la oficina y ya se me hizo tarde.
-Pero querida...- Le di un beso de la mejilla a la madre de Hanna.
-No se preocupe. Espero verlos mañana en la fiesta de suéteres feos.
-¿Irás?
-No me lo perdería. - Su padre se despidió de mi con un abrazo al igual que su esposa. Hanna me abrazó con fuerza y su hermano me lanzó un beso, como siempre hacía. Rodé mis ojos divertida y me fui de ahí.