-Esto será lo mejor -pensó Jesús, mientras terminaba de escribir, la nota de despedida a su familia.
Había pasado un día desde que la lanza cayó justo frente a él, cuando fue a recoger agua al pozo, después de que él, tocara la lanza, esta le "mostro" el camino que tenía que seguir, y para seguirlo, debía abandonar a su familia, para poder ir a cumplir y hacer realidad el camino que la lanza, le había "mostrado".
Después de terminar de escribir la nota, Jesús la miro un tiempo, antes de colocarla en un lugar donde su familia fácilmente la encontraría, y después de hacer eso, salió en silencio de su casa, y el primer lugar al cual se dirigía, era la mansión, del barón a cargo de la ciudad.
Jesús, sabía que no podía emprender su viaje, sin antes conseguir dinero y comida, y el mejor lugar para reunir ambas cosas, era la mansión del alcalde, él no era aficionado a robar, pero si quería emprender su viaje, necesitaba recursos, y además, el barón a cargo de la ciudad, era un noble corrupto igual que el resto de los miembros de la nobleza, quienes constantemente reprimían a los campesino con sus elevados e injustificados impuestos, todo con el fin de engordar sus arcas a expensas del campesinado.
Teniendo esto en cuenta esto, a Jesús no le dio ninguna lastima, asaltar la mansión del barón.
La mansión del barón, estaba custodia por un centenar de soldados, pero Jesús no pensó mucho en dicha seguridad, ya que tenía en sus manos, la lanza que cayó de los cielos, y probándola el día de ayer, él pudo ver el alcance de su "poder".
Jesús camino a paso normal a la mansión del barón, y cuando llego allí, se detuvo para mirar la mansión durante un breve tiempo, antes de por fin reiniciar su caminata.
- ¡Alto! ¡¿Qué hace usted aquí?! -dijeron un par de soldados, quienes se interpusieron entre Jesús y la mansión del alcalde.
- ¿Yo? Mi nombre no lo necesitan saber, y la razón por la cual estoy aquí... es para asaltar esta mansión -dijo Jesús.
- ¡¿Qué?! ¡¿De qué diablos está hablando campesino idiota?! ¡¿De dónde robo esa lanza que tiene en sus manos?! ¡Los campesinos no tienen permitido portar armas! ¡Su crimen se castiga con la muerte! -grito uno de los guardias, antes de abalanzarse sobre Jesús con sus armas en mano, obviamente tenía la intención de ejecutarlo allí mismo.
-No deben hacer esto -dijo Jesús, el cual solo se limitó a golpear el suelo con su lanza.
Cuando Jesús, choco su lanza contra el suelo, el guardia que se había abalanzado sobre él, se detuvo abruptamente, parecía que se había congelado allí mismo.
- ¡¿Qué demonios?! ¡¿Eso es "poder de la nobleza"?! -murmuraron aterrados los guardias que habían visto la escena que ocurrió justo frente a ellos.
-Ustedes no pueden detenerme, apártense -dijo Jesús, mientras señalaba con su lanza, al resto de los guardias.
- ¡Maldición! ¡Ábranle paso! -dijeron los guardias aterrados.
Después de decir esto último, todos los guardias que se encontraban cerca, le abrieron paso a Jesús, dejándole vía libre para que pudiese entrar en la mansión.
Cuando Jesús entro en la mansión, miró fijamente todo el lugar, mientras internamente se impresionaba por lo grande que era la mansión del barón, solo la sala de esta mansión, era varias veces más grande que su casa, lo cual lo impresiono y lo dejo resentido al mismo tiempo.
-Algún día... tendré un lugar incluso más grande -pensó Jesús, mientras señalaba con su lanza, uno de los candelabros que se encontraban colgados en el techo.
Cuando Jesús hizo esto, un rayo de luz, salió disparado desde la punta de su lanza, y viajo en dirección a ese candelabro, cuando ese rayo de luz toco el candelabro, este se deshizo en mil pedazos mientras hacia un gran estruendo, el cual resonó por toda la mansión.
-Es hora de que el "jefe" venga -pensó Jesús, mientras se quedaba esperando a que cierta persona, llegara ante él.
No paso mucho tiempo, antes de que el barón, finalmente se presentara ante Jesús, en sus ropas de dormir, cuando vio que un campesino, se encontraba en la sala de su mansión, obviamente se enojó, y se enojó aún más cuando vio los restos del candelabro regados por todo el suelo.
- ¡Tú...! ¡¿Qué haces aquí maldito campesino?! ¡¿Cómo entraste?! ¡¿Fuiste tú quien hizo esto?! -grito el barón, mientras bajaba las escaleras para encontrarse frente a frente con Jesús.
-Sí, fui yo, he venido a robarte -dijo Jesús.
- ¡Tú... maldita escoria! ¡Conoce tú lugar! -grito el barón, mientras señalaba con su mano a Jesús.
Después de que el barón, hiciera esto, el viento pareció cambiar de dirección, y empezó a viajar de forma furiosa hacia Jesús, pero este último al ver como el viento se dirigía de forma furiosa hacia él, solo se quedó tranquilo, mientras volvía a chocar la lanza contra el suelo.
Cuando Jesús hizo esto, el viento que se acercaba de forma furiosa hacia él, se detuvo de forma abrupta, y solo un breve momento después de eso, viajo de regreso hacia el barón, el cual veía con terror como una gran ola de viento furioso se acercaba hacia él.
- ¡Maldita sea!-grito el barón, antes de ser golpeado por la propia ola de viento que él mismo había hecho, saliendo despedido hacia atrás y chocando contra una pared.
-Dime donde están todos tus objetos de valor -dijo Jesús, mientras caminaba hacia el conde, y lo señalaba poco después con la punta de su lanza.
-Maldita escoria -dijo el barón, quien solo se quedó viendo a Jesús, mientras escupía algo de sangre.
- ¡Dime! -grito Jesús, antes de clavarle la punta de su lanza, en la pierna del barón.
- ¡Maldición! ¡Te lo diré! ¡Te lo diré! ¡Para! -grito el barón.
-Bien, así me gusta-dijo Jesús, mientras en secreto se asqueaba un poco, ya que era la primera vez que veía tanta sangre justo frente a él.
El barón, término llevando a Jesús, a la bóveda donde se guardaban todas sus riquezas, acumuladas tras años de malos hábitos, Jesús quería llevarse toda la riqueza que el barón tenía acumulada aquí, por lo que termino usando la lanza para poder realizar esta tarea.
La lanza, tenía una gran dimensión de bolsillo en su interior, que podía ser utilizada por Jesús para almacenar sus cosas, la dimensión de bolsillo era enorme, por lo que Jesús pudo llevarse toda la riqueza que el barón había acumulado tras décadas de gobierno.
-Listo, ya tienes todo... me has robado todo maldita sea... ¿Ya puedes dejarme en paz? -dijo el barón, mientras miraba a Jesús, quien se encontraba saliendo de la bóveda, en estos momentos.
-Claro, descansa en paz en el otro mundo -dijo Jesús, antes de clavarle la lanza al barón, justo en su corazón.
Cuando el barón, sintió la lanza atravesarlo, mostro una cara de terror, así como también una de estupefacción, nunca hubiera esperado que de verdad moriría el día de hoy, evento que para su desgracia, termino ocurriendo.
Jesús saco la lanza del cuerpo del barón poco tiempo después de haberlo atravesado con ella, y cuando lo hizo, el cuerpo inerte del barón, cayó al piso, mientras un charco de sangre, se acumulaba debajo de él.
- ¡Maldición! -dijo Jesús, mientras aguantaba las ganas de vomitar, era la primera vez que había matado a alguien, y no fue fácil para él, pero tenía que hacerlo.
No podía dejar vivo al barón, ya que si no, quien sabe si terminaría desquitándose con sus familiares después de que se fuera, en el mundo actual, no era nada raro que familias enteras fuesen exterminadas por los frívolos deseos de un miembro de la nobleza.
-Tendré que acostumbrarme a esto sí quiero hacer realidad el camino que tengo que seguir -pensó Jesús, mientras le daba una última mirada al cuerpo del barón, antes de irse del lugar, mientras llevaba la lanza en sus manos, la cual estaba cargada con las riquezas del barón difunto de la ciudad de Tiniel.