En la región central del electorado de Brandemburgo, a una gran distancia de la ciudad de Tiniel, se encontraba una ciudad, que era más del doble de grande que la ciudad de Tiniel, esta ciudad tenia aproximadamente veinte mil habitantes, y su nombre Stenkilburg y era una de las principales de todo el condado, y en ella residía el conde que gobernaba todo el condado, el cual recibía el nombre Wazburg.
Esa ciudad, era muy famosa en todo el condado, pero no era porque en ella residiese el conde gobernante del condado de Wazburg, si no por una razón muy distinta, era a causa de una chica... y de su canto.
Hace unos años atrás, un orfanatorio de la ciudad, decidió realizar una pequeña obra en algún rincón de la ciudad, con el fin de obtener fondos para el orfanato, en medio de esa obra, una de las huérfanas del orfanatorio, se puso a cantar como era su papel en la obra, y cuando las personas que habían asistido, la escucharon, quedaron sumamente maravillados por el canto de esa chica.
La noticia de la joven con una "voz angelical" pronto prolifero por toda la ciudad, y dentro de poco, miles de personas hacían fila para poder escuchar su maravilloso canto, y no paso mucho después de eso, antes de que las noticias llegaran al propio conde de Wazburg.
El conde término por asistir, a uno de los recitales de canto de esa joven, y al igual que el resto de los presentes, quedo maravillado con la voz que esa chica poseía, y termino por ocurrírsele... una "grandiosa" idea.
El conde había visto, como las personas hacían filas sin ningún signo de queja para poder oír cantar a la joven, y cuando él vio esto, decidió que podría explotar el canto de esa joven en su beneficio, de esta manera, termino por organizar grandes conciertos en el centro de la ciudad, a los cuales las personas solo podían asistir si pagaban la tarifa de entrada.
Estas tarifas, desde el principio fueron altas, y a pesar de que la gente se quejó al principio, aun así terminaron por asistir a esos conciertos, debido a sus ansias de poder escuchar el canto de la joven.
La noticia pronto prolifero por el resto del condado, y dentro de poco, miles y miles de personas provenientes de todas las ciudades y pueblos cercanos a la ciudad de Stenkilburg, viajaban cada mes, decenas o cientos de kilómetros de distancia, solo para poder escuchar el canto de la joven.
Estos conciertos mensuales, a los cuales asistían miles y miles de personas provenientes de todo el condado, ya habían sido realizados durante una década aproximadamente, y en todo ese tiempo, esos conciertos habían llegado a proporcionarle una gran riqueza monetaria al conde de Wazburg, quien se había vuelto un hombre muy rico, incluso entre la nobleza.
Ya era la mañana del día de hoy, y a la ciudad de Stenkilburg, ya había sido abarrotada por miles de viajeros provenientes de otras tierras, y todas esas personas habían llegado a la ciudad, con la meta de poder asistir al concierto de este mes, el cual estaba programado para el mediodía del día de hoy.
En el palacio del conde de Stenkilburg, en una habitación algo lujosa, se encontraba una joven sentada en una silla, y se encontraba rodeada por media docena de mujeres, las cuales estaban maquillándola en estos momentos, haciéndolo de forma muy esmerada al parecer.
Esa joven, era de piel blanca, y su cabello era rubio y sus ojos azules, pero a pesar de estos rasgos físicos, la verdad es que su apariencia era totalmente promedio, no era fea, pero tampoco era bonita, su pecho no era pequeño, pero tan poco amplio, no importa desde que ángulo se le viera, esta joven era simplemente ordinaria, tanto en aspecto como en presencia.
Esta joven se llamaba Olivie, y ella era la razón por la cual todos los meses la ciudad de Stenkilburg, se llenaría de turistas hasta abarrotarse, actualmente tenia veinte años, y había estado cantando para el conde de Wazburg, desde que tenía once años, y en todo ese tiempo, le había proporcionado una gran cantidad de riqueza, gracias a las enormes tarifas de entrada que el conde cobrara por la asistencia a sus conciertos.
-Ya, ya es suficiente -dijo Olivie, mientras agitaba sus manos para evitar que las mujeres a su lado continuaran maquillándola como quisieran.
-Pero señorita, el conde quiere que se vea lo más bonita posible para el concierto -dijo una de las mujeres a su lado.
-Ya basta, ni todo el maquillaje del mundo va a serme ver mejor -dijo Olivie, mientras se miraba en el espejo que había frente a su asiento.
Ella sabía muy bien que no era ninguna belleza, no era fea, pero tan poco bonita, ella era simplemente promedio en todo el sentido de la palabra, a pesar de su cabello rubio, y sus ojos azules, si se le colocara en medio de una multitud, se perdería muy fácilmente y nadie la podría notar, y si lo hicieran, seria por su cabello rubio, el cual era un color de cabello poco común para una Brandemburguesa de la región central como lo era ella.
-Si usted así lo dice señorita, pero el conde quiere ofrecer el mejor espectáculo, y para ello usted tiene que impresionar a la multitud -dijo otra de las mujeres que rodeaban a Olivie.
-Tranquila, eh hecho esto durante diez años, y puedo prometerte que ninguna de esas personas viene a verme por mi apariencia, así que en realidad no importa ni como me vista -dijo Olivie.
-Si... usted así lo dice, por cierto, el conde quiere que vaya a comer con él después del concierto, al parecer quiere decirle unas palabras.
- ¿Unas palabras? ¿Cuáles? -pregunto Olivie.
-Pues... al parecer... el duque para el cual trabaja, ha venido al concierto -dijo otra de las mujeres que se encontraba cerca de Olivie.
- ¿El duque? ¿El duque de Uckerman? -pregunto Olivie, mientras se giraba para ver a las mujeres que la estaban atendiendo.
El electorado de Brandemburgo, tenía seis grandes ducados, los cuales eran respectivamente, los ducados de Sternberg, Ruppin, Altmark, Postdam, Uckerman, y el principado, el ducado en el cual estaban actualmente, era el ducado de Uckerman, este ducado junto con el ducado del principado, conformaban la región central del electorado de Brandemburgo, y era uno de los ducados más importantes debido a su cercanía al ducado del principado, el cual era gobernado directamente por el príncipe elector del electorado de Brandeburgo.
A pesar de haber cantado durante diez años en esta ciudad, en ningún momento el duque de Uckerman había venido a escucharla cantar, por eso la sorprendió el hecho de que ahora, sin ningún aviso, el duque hubiera venido, ahora entendía por que el conde de Wazburg, quería dar el mejor "espectáculo" posible.
-Su carruaje arribo a la ciudad esta mañana, en estos momentos se ha encontrado con el conde y deben estar hablando entre ellos -dijo una de las mujeres cerca de Olivie.
-Ya veo... gracias por decírmelo, me encargare de que el espectáculo de hoy sea el mejor que eh dado en la última década -dijo Olivie.
-Bien, eso será lo mejor
- ¿Pueden dejarme sola un momento? -pregunto Olivie.
-Claro... vámonos -dijo una de las mujeres al resto de sus compañeras, las cuales al escuchar estas palabras, se apresuraron a abandonar la habitación.
En un abrir y cerrar de ojos, Olivie había quedado sola en la habitación, y cuando confirmo que no había nadie cerca, se levantó de su asiento y camino hacia una de las ventanas de la habitación.
-Esta maldita voz... ¿Qué es esa voz que escucho constantemente en mi cabeza? -dijo Olivie, mientras miraba la ciudad de Stenkilburg, desde la ventana.
Desde hace unos días atrás, había estado escuchando de forma constante unos susurros y murmuros inentendibles en su cabeza, era una voz, que parecía estar ordenándole algo, algo que ella no entendía, y esto la frustraba, ya que no sabía de dónde provenía esta voz, ni que era lo que quería decirle.
Ella considero en un principio que se estaba volviéndose loca, pero descarto rápidamente esta idea, ya que algo en su interior le decía que esto no era cierto, y al no tener otra explicación, solo pudo guardarse sus frustraciones, mientras la voz en su cabeza continuaba atormentándola.