El precio del deseo
img img El precio del deseo img Capítulo 10 VIII
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Capítulo 10 VIII

ETHAN

No logro estar en calma desde que Hanna se fue de casa. Es como si una parte de mí estuviera inquieta, pidiéndome que la busque, que la encuentre, como si estuviera en peligro. Sigo mi intuición y averiguo dónde se está hospedando. Fui directo a su hotel, con Peyton, mi mejor amigo. Ser mi guardaespaldas no le hizo gracia, pero siempre puedo contar con él.

Estábamos por subir a su habitación cuando la vimos bajar por el ascensor, así que la seguimos. Llegamos a una disco popular cerca de la playa. Tratamos de divertirnos, pero mis pensamientos estaban enfocados en ella. Su mirada triste tras la sonrisa en sus labios, su manera de actuar... Me concentré solo en observarla, en analizarla, como si esa fuera mi única prioridad.

-¿Ya puedes dejar de mirarla? No se va a derretir -bromea Peyton, interrumpiendo mis pensamientos.

-¿De qué hablas? -respondo, fingiendo indiferencia.

-No me engañas, esa chica te gusta.

-Es mi hermanastra. Solo quiero cuidarla -replico, aunque su comentario me incomoda.

-¿Y es necesario que pongas esa cara de celos cuando habla con otro? O que te brillen los ojos cuando hablas de ella.

-No alucines, es una tontería -intento restarle importancia, pero mi voz suena más nerviosa de lo que debería.

-¿Desde cuándo amas a tu hermana? -insiste Peyton, con una sonrisa socarrona.

-¿Qué? -lo miro, sorprendido.

-Nunca me has hablado de ella, pero siento que la conoces. ¿O me equivoco?

-La conozco por fotografías, de hace unos años, pero no es... bueno, eso no quiere decir que yo...

-Estás nervioso -se burla Peyton.

-No digas estupideces. Ya se te está subiendo el alcohol.

-Definitivamente sí, ya van a ser las tres de la mañana. Su amiga se fue con uno de esos tipos, y tu hermanastra hará lo mismo. ¿Piensas impedirlo?

-Sí.

-Obviamente que... ¿Dijiste que sí?

-Apresúrate, la están llevando -le digo, dándole una palmada en el hombro para que me siga.

-¡Carajo, Ethan! No ves que es lo que ella quiere.

-Claro que no. Se la están llevando a la fuerza, la vi forcejeando.

-Quizás no quería que la besara aquí. Las chicas pasadas de copas son...

-¡No lo digas! -lo interrumpo, levantando un dedo para amenazarlo-. No te expreses así de ella. No la conoces.

-Y tú tampoco -me responde Peyton, con seriedad.

No le contesto, me apresuro a alcanzarla. Algo dentro de mí me dice que tengo que protegerla, que no puedo dejar que le pase nada.

Estábamos a punto de salir cuando me interpusimos entre el chico de rizos y Hanna. Peyton, mi mejor amigo, se mantuvo a mi lado, aunque no parecía muy entusiasmado con la situación.

-Creo que no irás a ningún lado con mi hermana -digo con voz firme, enfrentándome al tipo que había intentado llevarse a Hanna.

El chico de rizos se carcajea, claramente divertido por mis palabras.

-¿Tu hermana? ¿Acaso te viste en un espejo? ¿Quién de los dos fue adoptado?

-Es mi hermanastra y la dejarás ahora -insisto, dando un paso adelante y apartándola de su lado. Puedo sentir la tensión en el aire mientras lo hago.

Gran error. De inmediato, veo cómo cinco hombres comienzan a rodearnos, formando un círculo que se cierra cada vez más. Sé que la golpiza que nos espera será brutal, pero no tengo otra opción. Dejo a Hanna bajo el cuidado de Peyton y me preparo para enfrentarme a los sujetos.

-¿Qué vas a hacer? -pregunta Peyton, con preocupación evidente en su voz.

-¡Cuídala y no dejes que se acerquen a ella! -le advierto, sin apartar la vista de los hombres que se aproximan con intenciones claras.

-¿Estás loco? Me harán papilla. Yo no sé pelear.

-Entonces quédate en ese rincón y defiéndete con lo que puedas -le aconsejo, consciente de que esto podría terminar mal.

-¡Madre mía! Acógeme en tu manto- pide Peyton antes de persignarse rápidamente.

Aunque visiblemente asustado, Peyton hace lo que le digo. Deja a Hanna sentada en una silla cercana y se coloca de frente, tenso, listo para enfrentar lo que venga.

La escena se vuelve caótica en un instante. La pelea estalla en medio de la discoteca, y el lugar se convierte en un torbellino de puños, gritos y cuerpos en movimiento. Hanna, aturdida por el tumulto, se aferra al brazo de Peyton, observando con horror la confrontación que se desarrolla frente a ella. Los golpes resuenan en el aire, y los muebles caen hechos pedazos bajo la furia descontrolada de la pelea.

                         

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