-¿Viste a tu madre? -pregunta curiosa.
-Y a su nuevo esposo. ¿A qué no adivinas con quién se casó?
-¿Yo lo conozco?
-Sí. Bueno, podríamos decir que si.
-¿Quién es? -sus ojos escudriñan el lugar, buscando alguna pista.
-Es Mark, el hombre con el que dormí en la playa hace unos años.
-¡No! ¿¡En serio!? El mundo sí que es un pañuelo.
-Lo mismo dijo él -respondo con una mezcla de resignación y nostalgia mi- mientras me alejo- disfruta de la fiesta, voy por mi hermana.
Me encamino hacia la casa en busca de Emma. Al entrar, la veo conversando animadamente con algunas amigas, y por un momento, dudo sobre cómo acercarme. Espero unos minutos hasta que se queda sola. Cuando a veo subir las escaleras, me decido y la llamo, sintiendo una agitación en mi corazón que no había sentido en años.
Emma se voltea, sorprendida al escuchar mi voz, pero no corre hacia mí como solía hacer cuando éramos niñas. En cambio, espera en su lugar a que me acerque.
-Creí que no vendrías -comenta Emma, con una sonrisa que no alcanza sus ojos.
-Sentí que había llegado el momento de vernos otra vez. ¿No te alegra verme? -le pregunto, tratando de leer sus emociones.
Emma sonríe y se acerca para abrazarme.
-Lo siento, no sabía si eso te incomodaría. Hace más de 10 años que no nos vemos -se disculpa mientras me abraza, y puedo sentir su nerviosismo-. Lamento no haber cedido antes.
-Está bien -le respondo, tratando de reconfortarla con mi aceptación.
Mientras nos abrazamos, una voz masculina, suave y dulce, llama a Emma, lo que me hace levantar la mirada. Mis ojos se encuentran con un chico que parece sacado de un sueño: ojos marrones claros, largas pestañas, cabello negro y rizado, color chocolate. Lo miro, y siento algo extraño, una mezcla de atracción y reconocimiento. Él también me mira, pero rápidamente frunce el ceño antes de esbozar una sonrisa y acercarse.
-Así que tú eres la famosa Hanna -menciona el joven mientras Emma y yo nos separamos. Emma corre hacia él y lo abraza por la cintura con una confianza que me descoloca, luego lo presenta.
-Él es Ethan, nuestro hermanastro. Hijo de Mark -dice Emma, radiante-. ¿Verdad que es un encanto?
-Sí que lo es -respondo, intentando mantener la compostura mientras lo observo detenidamente. Ethan es como una versión más joven de Mark, tan hermoso, tan único, y no puedo evitar sentirme atrapada por esa familiaridad. No logro apartar del todo mis ojos de él.
-Encantado de conocerte, Hanna -dice Ethan, y su voz tiene un tono cálido que me desarma-. Sin duda, Emma no exageró al decir que eres hermosa.
-No mientas, tú lo dijiste al ver sus fotografías -dice Emma, delatándolo con una sonrisa traviesa.
-Es verdad -admite Ethan con una sonrisa-. Te conocí por algunas fotos que subiste a tus redes.
-Odio esas cosas -murmuro, mostrando mi disgusto por la invasión a mi privacidad.
-No te sientas acosada -responde Ethan rápidamente, tratando de tranquilizarme-. Solo sentía curiosidad por conocerte mejor.
Su sinceridad me sorprende, y aunque intento mantenerme distante, no puedo evitar sentir una conexión, una chispa que me desconcierta. No sé qué hacer con esta sensación, pero sé que no puedo ignorarla.
-Lástima que no pueda decir lo mismo -respondo de manera desagradable, dejando salir mi desagrado de manera abrupta.
La atmósfera se vuelve tensa al instante. Ethan, intentando calmar las aguas, sigue hablando con una amabilidad que solo consigue irritarme más.
-Entiendo tu actitud, si mi madre se casara con otro hombre, también actuaría como lo haces.
-No me compares contigo, no me conoces -le corto, sin intención de ceder.
-Estoy intentando hacerlo -insiste él, con paciencia.
-Pues deja de intentarlo, porque no conseguirás nada. Yo no soy, ni seré parte de tu familia. Ahora puedes dejarme sola con mi hermana -digo, concluyendo la conversación con frialdad.
Ethan asiente, retrocede, pero puedo ver la tristeza en sus ojos antes de que se aleje. Su retirada provoca una explosión de frustración en Emma, que no tarda en lanzarme sus reproches.
-¡No puedo creer lo que haces! Ethan solo trata de ser amable y dulce, y tú lo tratas como basura -exclama Emma, con evidente enojo.
-Es un idiota, que no te engañen sus lindos ojos -respondo, dejando salir el veneno que llevo dentro, más por herir que por sinceridad.
-Tú te estás comportando como una idiota. Sinceramente, mamá tenía razón al decir que tu llegada solo traería problemas -continúa Emma, sin disimular su furia.
-¿Ella lo dijo? -pregunto, sorprendida, aunque no debería estarlo. Siempre he sido la oveja negra de esta familia.
-¡Sí! Y ahora le doy la razón. Ya no encajas en nuestra familia -asegura Emma, mirándome con una mezcla de lástima y desdén.
-Nunca encajé en su vida -susurro, sintiéndome incomprendida, aunque esas palabras son más para mí misma que para ella.
-Deja de hacerte la víctima. Tú decidiste irte con nuestro padre, ella no te obligó a hacerlo -me lanza Emma, con dureza.
-Tenía que ir con él, pero ninguna de las dos lo entendió -respondo, sintiendo el peso de mis propias decisiones, que me han llevado a este punto.
-Lo único que entendí es que mi propia hermana me dejó sola por tantos años. Ethan es lo más cercano a un hermano que he tenido en estos últimos años -expresa Emma, su voz cargada de tristeza y resentimiento.
-Pues quédate con él -digo, ya resignada, sintiendo cómo el abismo entre nosotras se hace más grande.
-Es lo que haré. Yo gané un hermano, un nuevo padre, una familia. Tú solo a un alcohólico que lo único que hace es llevarte al infierno. ¡Mirate! Eres una fracasada igual que él. -concluye Emma, sus palabras me golpean con una dureza que me deja sin aliento.
Sin pensarlo, levanto mi mano cortando el aire con fuerza, impactando contra el rostro de Emma en una bofetada que resonó en el ambiente. La sorpresa en sus ojos fue un golpe más fuerte que cualquier palabra que pudiera haber dicho. Vi cómo el dolor y el desconcierto se mezclaban en su expresión, y algo en mi interior se rompió.
Sin decir una palabra más, me di la vuelta y me alejé, sintiendo el ardor en mis propias mejillas. El dolor y la rabia me consumían, no podía soportar estar allí ni un segundo más. Dejo a Emma atrás, atónita y herida, y el peso de lo que acabo de hacer me aplasta con cada paso que doy.
Mientras cruzo la casa en dirección a la playa, veo de reojo a Ethan, quien había estado observando todo desde las sombras. Quise ignorarlo, pero algo en su mirada me hizo sentir vulnerable, como si pudiera ver a través de la fachada que intento mantener. Sin embargo, no se detiene a consolar a Emma; en su lugar, decide seguirme. ¿Por qué lo hace? No lo sé, y en este momento, no me importa.
Salgo corriendo hacia la playa, ignorando las miradas de los invitados, incluida la de Mark, quien se detiene al verme pasar. Su rostro muestra una mezcla de preocupación y confusión, pero sigo adelante, como si al correr pudiera escapar de todo. Rebecca también me ve, pero su frialdad es evidente. "Es otro de sus berrinches, se le pasará," dice, restando importancia a mi reacción. Esas palabras, tan llenas de indiferencia, solo me empujan a correr más rápido.
El dolor en mis piernas es lo único que siento mientras corro descalza por la arena, hasta que finalmente no puedo más y caigo de rodillas. Las lágrimas brotan sin control, y dejo que se derramen, como si al hacerlo pudiera aliviar la presión que siento en el pecho. Todo lo que Emma me dijo se repite en mi mente, machacándome con cada recuerdo, cada palabra hiriente.
De repente, siento unos brazos rodeándome desde atrás, apretándome con una suavidad que me desconcierta. Mi corazón da un vuelco; por un momento, pienso que es Mark quien ha venido a buscarme, pero el aroma diferente me hace darme cuenta de que no es él.
Giro ligeramente la cabeza y lo veo. Ethan. Está allí, sosteniéndome, y su preocupación es tan palpable que me desarma. Quiero apartarlo, gritarle que se vaya, pero no tengo fuerzas. Parte de mí, una parte que no quiero reconocer, anhela ese consuelo, esa conexión que he estado rechazando por tanto tiempo. Mis lágrimas siguen fluyendo, y por primera vez en mucho tiempo, no me siento capaz de luchar contra ellas, ni contra la amabilidad que me ofrece.
Ethan me aprieta un poco más fuerte, como si supiera que lo único que necesito en este momento es no sentirme sola. No dice nada, y agradezco su silencio. Es lo único que me permite mantenerme a flote en medio de este mar de emociones que amenaza con arrastrarme.