El precio del deseo
img img El precio del deseo img Capítulo 8 VI
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Capítulo 8 VI

HANNA

-¿Por qué tengo que ser yo la que empeore las cosas? Estaba yendo todo bien y... ¿En verdad soy yo la culpable? -digo, sintiendo un nudo en la garganta.

-¿De qué hablas? -pregunta Vera, mirándome con preocupación.

-Abofeteé a Emma.

-Esa niña no es una santa.

-¡Por favor! -exclamo, dejándome caer en la arena, la brisa marina acariciando mi rostro. Vera se sienta a mi lado, su presencia tranquilizadora-. Creí que podía hacer las paces, empezar de nuevo, y ahora soy solo una extraña, su enemiga.

-¿Qué fue lo que dijo? -pregunta Vera suavemente.

-Fue el modo en que lo dijo, lo que hizo que mi corazón se estrujara y reaccionara de esa manera. Me siento impotente, como si no hubiera forma de arreglar las cosas entre nosotras.

Vera me mira con comprensión, colocando una mano reconfortante en mi hombro.

-Lo sé, Hanna. Pero a veces las cosas necesitan tiempo para sanar. Tal vez Emma solo necesita un poco más de tiempo para entender tu punto de vista.

Suspiro, sintiendo el peso de la situación sobre mis hombros.

-Ojalá fuera tan fácil. Me duele ver cómo nuestra relación se ha deteriorado tanto. Siento que nunca podré encajar de nuevo en esta familia perfecta. Y creo que tiene razón. Yo solo tengo a mi padre alcohólico, y ella ha creado una nueva familia feliz. Quizás lo que más me duele es que me lo restriegue en la cara.

Vera sonríe, tratando de darme ánimo.

-Es una bruja. Lo siento, pero es lo que pienso -dice, recargándose un instante-. Por cierto, ¿quién era ese guapote que estaba contigo? Cuando lo vi correr tras de ti, me preocupé y salí en tu búsqueda. Pero cuando lo vi abrazarte y consolarte, me detuve. Se veía muy preocupado por ti.

-Es el hijo mayor de Mark, Ethan.

-¡Dios bendito! Tú sí que tienes una gran bendición. Dos hombres guapos preocupándose por ti y prohibidos.

-¡Ahora no! -me aflijo, sintiendo que el dolor en mi pecho se intensifica-. Lo que pasó con Mark no volverá a pasar. No tenía idea de que estaba saliendo con mi madre, y su hijo... pues, es solo un chico atento, según Emma. Quiere hacer su parte como hermano favorito, y lo ha logrado con ella, pero en lo que a mí respecta, puede irse al infierno.

-Tú dirás lo que quieras, pero su preocupación dice otra cosa. Te miraba distinto, como...

-No te hagas ideas tontas, Vera -la interrumpo, poniéndome de pie-. Solo es amable.

-Entonces, ¿nuestras vacaciones terminaron? -pregunta Vera, mostrándome su preocupación.

-Claro que no. Solo que no cerca de mamá y su vida perfecta. Merecemos estas vacaciones, trabajamos arduo para tener estas semanas de diversión -respondo, decidida a disfrutar al máximo mi tiempo libre.

-¡Así se habla, amiga! ¿Qué haremos primero? -pregunta Vera, emocionada.

-Ir al hotel, tomar un baño e irnos de juerga -propongo, anticipando la diversión que nos espera.

-¿Dormir con un extraño está dentro de tus planes? -bromea Vera.

-Podría ser -respondo con una sonrisa pícara-. Estoy llena de estrés.

-¡Señorita, controle sus hormonas! -dice Vera entre risas mientras nos dirigimos al hotel.

La noche llega rápidamente, y mientras me visto en el hotel para salir a la discoteca, mi teléfono suena con una llamada de un número desconocido. Decido contestar tras la insistencia.

"Hola, Hanna, ¿cómo te encuentras?" La voz de Mark resuena al otro lado.

"¿Cómo es que tienes mi número? ... ¡Olvídalo! ¿Por qué me estás llamando?" le reprocho, sintiendo la irritación crecer en mí.

"Me quedé muy preocupado por ti, te vi salir y cuando Ethan regresó solo mi tormento creció. ¿Estás bien?" explica Mark con sinceridad.

"Estoy bien" respondo bruscamente. "No vuelvas a llamar, por favor".

"Hanna, me preocupas, no puedes pedirme que no lo haga. Eres la persona más importante en mi vida" insiste Mark.

"!Por Dios santo! ¿te estas escuchando?"

"Desde que..."

Cuelgo molesta. Pero a pesar de mi enojo, una inquietud se queda en mi mente. ¿Por qué me llama?

-¿Quién era? -pregunta Vera saliendo del baño.

-Era Mark -Respondo.

-Uy, el padrastro está preocupado por ti -comenta Vera con un tono travieso.

-Ni siquiera sé por qué llamó -me quejo, sintiendo el peso de la situación.

-Porque le preocupas, tontita -responde Vera con complicidad-. Ahora que sabe que eres real, no quiere perderse un segundo de ti.

-No quiero que lo haga. Ya te dije que lo nuestro fue un error, pero parece que no entiende. Imagínate si mamá llega a enterarse de lo que ocurrió en medio de una borrachera. ¡No! Lo peor sería que Emma se enterara -replico con frustración.

-Error o no, sé que no te arrepientes de lo vivido -señala Vera con una sonrisa sugerente.

-Claro que no. Fue inolvidable, intenso, delicioso... algo que no he vuelto a vivir. Desde entonces, es como si hubiese dejado un vacío infinito.

-Y con esa polla, imagínate -se carcajea Vera.

-¡Por Dios! No me lo recuerdes... ahora es prohibido, es mi padrastro. Y no debería seguir pensándolo como hombre... pero no puedo. Su voz me acalambra, su mirada me transporta a ese maldito día y... ¿por qué tiene que llamar? Cambiaré de número -concluyo, sintiendo una mezcla de frustración y tristeza.

-Solo debes bloquearlo y listo, asunto resuelto. No te compliques la vida. Ahora deja esa cara de preocupación de lado y vamos a bailar. Yo vine porque me prometiste un baile y recoger el buqué de la novia. ¿Ahora qué voy a hacer? Nunca me voy a casar -se lamenta Vera con dramatismo.

-Deja de quejarte, Vera. Tendrás tu noche loca -le respondo con una sonrisa, tratando de relajarme.

-Prométeme que pase lo que pase, cuando llegue mi momento te irás a otra habitación -dice Vera, de repente un poco más seria.

-Lo prometo -le aseguro, mirándola con complicidad.

Ella asiente, un poco más tranquila, y juntas salimos del hotel, listas para dejar atrás las preocupaciones y disfrutar de la noche.

            
            

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