Embarazo de una noche
img img Embarazo de una noche img Capítulo 7 TERRIBLEMENTE SEXY
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Capítulo 9 RECUERDOS SENSUALES img
Capítulo 10 AURA OSCURA img
Capítulo 11 CONFESIONES img
Capítulo 12 FALSA SONRISA img
Capítulo 13 GRAN TENTACIÓN img
Capítulo 14 TUS OJOS PROFUNDOS img
Capítulo 15 SECRETOS img
Capítulo 16 LOS PROBLEMAS ME SIGUEN img
Capítulo 17 MOMENTOS INCÓMODOS img
Capítulo 18 ENTRE SUS BRAZOS img
Capítulo 19 ESE HOMBRE NO VA A CAMBIAR img
Capítulo 20 LA TRAGEDIA img
Capítulo 21 SUS OJOS ME DESNUDAN img
Capítulo 22 MALHUMORADO img
Capítulo 23 ACCIDENTE FATAL img
Capítulo 24 FRÍA COMO EL HIELO img
Capítulo 25 SIN HOGAR img
Capítulo 26 EN MIS BRAZOS ESTARÁS PROTEGIDA img
Capítulo 27 LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO img
Capítulo 28 MIENTES TAN BIEN img
Capítulo 29 COBARDE img
Capítulo 30 ESCANDALOSA RELACIÓN img
Capítulo 31 HERMOSA TENTACIÓN img
Capítulo 32 LABIOS SUCULENTOS img
Capítulo 33 TRAGOS Y COQUETEOS img
Capítulo 34 SÉ QUIEN ERES img
Capítulo 35 LÁGRIMAS img
Capítulo 36 ERES MI MUERTE img
Capítulo 37 SEREMOS PADRES img
Capítulo 38 ESTOY EMBARAZADA img
Capítulo 39 TENGO QUE ACEPTARLO img
Capítulo 40 EPÍLOGO img
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Capítulo 7 TERRIBLEMENTE SEXY

Como no le contesto enseguida, Jhon vuelve a llamar dos veces a la puerta del baño.

-He oído un fuerte golpe ahí dentro. ¿Estás bien?

-Bien -le contesto ladrando. No quiero parecer grosera, pero no puedo hablar mientras otra oleada de náuseas me invade. Que Jhon me encuentre vomitando no es lo que quiero ni necesito-. Estoy bien.

-Oh, lo siento -dice, con la voz entrecortada por el arrepentimiento o la vergüenza. No sé cuál de las dos cosas-. El golpe sonó dramático, eso es todo.

Al oír sus pasos en retirada, cierro los ojos y me sorprendo al ver que se me llenan de lágrimas. Cojo un pañuelo de papel, me froto las mejillas y me arrastro hasta el espejo. Un ligero brillo de sudor marca mis cejas superiores y se difumina cuando me froto la piel con los dedos.

Jhon evita mirarme a los ojos cuando salgo del baño unos minutos después, así que me apresuro a acercarme al mostrador y sonrío a la joven pareja que habla con él.

-Este es mi hermano pequeño, Elliott, y su prometida, Roxy -me dice Jhon.

La joven pareja sonríe y Roxy se adelanta para presentármelos.

-Es tan agradable tener la influencia de una mujer aquí. Apesta a testosterona.

Sonrío y levanto la mano.

-Me complace ondear la bandera del estrógeno.

Me siento tan patética, pero Roxy disfruta con mis rápidas divagaciones y da un pequeño puñetazo al aire.

Le sonrío y suelto una carcajada corta y torpe.

-Estoy disfrutando aquí.

Reconozco al hermano de Jhon, pero no sé de dónde lo conozco. Se acerca a Roxy y la abraza.

-Es toda una experiencia, ¿verdad?

Asiento con la cabeza.

-Oh, sí. Hay ricos, y luego está esto. He pasado de ser alguien que no sabe nada de coches a alguien que se queda boquiabierto al oír el ruido de un motor.

-Parece que vas a encajar bien -responde, sonriendo como su hermano.

Jhon vuelve al taller, trabajando atentamente a través del cristal. Ofrezco a Elliott y Roxy una bebida caliente, que ambos aceptan, lo que me permite poner a prueba mis habilidades para espolvorear cacao. No te puedes equivocar con la plantilla, pero el polvo va a todas partes, incluso sobre mí.

-Ah, gracias -dice Elliott, poniéndose de pie para observar a su hermano a través del cristal-. Me parece una locura que trabaje tantas horas. No hace falta que esté aquí. El equipo que tiene puede dirigirlo con los ojos cerrados, pero él está aquí, trabajando hasta la extenuación.

-Es su bebé -repito las palabras de Nathan, con la mano tocándome el estómago. Mi mente añade que pronto no será su único bebé-. Tengo la impresión de que no necesita estar aquí, pero elige estar porque es su pasión. Algo que ha construido durante años.

Roxy hace un ruido.

-No es que no se divierta también.

Elliott le envía una mirada cuidadosa, encogiéndose de hombros cuando vuelve a su función de espectador.

-No es asunto nuestro lo que haga en su tiempo libre.

Roxy hace caso omiso de su cuidadosa mirada para soltar sus pensamientos de todos modos.

-Quiero a Jhon a muerte, pero verlo huir ante la palabra compromiso cansa. Me encariño con alguien con quien sale y luego no volvemos a vernos. Necesito un aliado y él no me lo da; ninguno de tus hermanos lo es, excepto Laurent, pero están en París.

Mis oídos se agudizan y me doy cuenta de algo. Si Jhon tiene fobia al compromiso, podría significar que se estaba desahogando conmigo... actuando como soltero por una noche.

¿Ya no es la bomba rubia?

No es raro que los ojos se desvíen, mucha gente lo hace, pero también es vergonzoso. Si yo era una distracción de su relación, me obliga a verlo bajo una luz peor.

-Nena, ya basta -dice Elliott una vez que descubre mis ojos en ellos.

Roxy se limita a sacudirle la cabeza desde su asiento en el sofá, mirando el móvil.

El silencio momentáneo se interrumpe cuando una mujer vestida de Gucci de pies a cabeza entra en la recepción y se acerca con una sonrisa radiante. Le correspondo y le pregunto en qué puedo ayudarla, ambos sobresaltados por el estruendo del taller.

-He traído mi coche para que lo arreglen. Soy Tamsin -dice, mirando por la ventana y sorprendida al ver a Elliott-. Dios mío, hola Elliott.

Las cejas de Elliott se levantan.

-Dios, hola Tam. ¿Estás bien?

-Tamsin, hola, nena -interrumpe Roxy, levantándose del sofá para saludar a la mujer con un fuerte abrazo.

Tamsin tira de la correa de su bolso cuando se le resbala.

-Hacía tanto tiempo que no os veía a las dos. Felicidades por el éxito de los hermanos Garfield.

-Haces de Anton Garfield -le suelto al hermano de Jhon, tapándome la boca con los dedos cuando todos me miran-. Sabía que reconocía tu cara de algún sitio.

La serie de Netflix duró seis temporadas y ganó innumerables premios.

Se ríe.

-He trabajado tanto desde los tiempos de Garfield y, sin embargo, todo el mundo siempre me reconoce por ello.

-Eso son hombres lobo para ti -digo, enviando a nuestro especialista en envolturas, Aidan, un mensaje rápido para hacerle saber que su cliente está aquí-. ¿Puedo ofrecerte algo de beber, Tamsin?

Cuando se niega, vuelvo al trabajo, agradecida de que esta interacción me distraiga de las náuseas. Cuando Jhon aparece para saludar a Tamsin, compruebo que he enviado el mensaje a la persona correcta.

Lo hice, pero pronto queda claro que Jhon conoce a esta mujer. Se abrazan y se besan las mejillas, empezando con bromas amistosas de buenas a primeras y arrastrando a Elliott y Roxy a su conversación.

Aidan se acerca a mi mesa.

-Tamsin es cliente de Jhon. Se han cruzado cables en alguna parte.

Tamsin se ríe de Jhon.

-Oh, Dios, nunca me dejarás olvidarlo, ¿verdad? Perdí tanto peso durante esos primeros meses del semestre. No me di cuenta de que se me caerían los pantalones.

Roxy lanza una mirada a Jhon.

-¿Por qué no le subías las cajas por las escaleras?

Jhon se ríe.

-Estamos hablando de mí con dieciocho años. Probablemente estaba disfrutando de la vista.

Tamsin le da un puñetazo en el brazo y él la agarra por los hombros con una risa descarada.

Escucho más viejas historias de los días de universidad mientras rememoran y salen de la sala de espera a la explanada, todo el tiempo tratando de sintonizar con lo que Aidan está diciendo.

-Perdona, Aidan, ¿lo has dicho otra vez?

-Acabo de decir que nunca podría ser tan guay con mis ex como lo es Jhon -dice Aidan, acercándose a la impresora.

Me giro para mirarle.

-¿Son ex?

-Sí, tuvieron algo cuando eran más jóvenes -responde, y detecto un patrón de mujeres ricas y Jhon Dallas. Un patrón que aparentemente rompí aquella noche en el club.

Tamsin sigue a Jhon mientras él camina hacia atrás, con la atención puesta en ella.

-Entonces, ¿vas a ir hoy a por el envoltorio cromado? -pregunta.

-Sí-. Su belleza todavía la deja boquiabierta. Es tan evidente. Chica, lo sé-. Yo, erm, sí, cromado. ¿Qué te parece?

-Inteligente elección-. Se le ven los hoyuelos de las mejillas-. Seguro que te llamará la atención.

Tamsin se ríe a carcajadas mientras la parte superior de sus mejillas se vuelve rosa, y menos mal que llega Kyle, porque los crecientes signos de celos en la boca de mi estómago no son ni divertidos ni profesionales.

-¿Envolvéis coches a menudo? -le pregunto a Jhon después de que se despida de Tamsin, que anuncia que ha llegado su coche a casa, y se acerca a donde estoy sentada.

Sus cejas se fruncen cuando me ve, y me quedo helada por instinto. Soy consciente de que mi cuerpo entra en modo de defensa.

Es algo que no había sentido en mucho tiempo, pero la gran diferencia entre su felicidad de hace unos segundos y lo que ahora parece fastidio hace saltar mil alarmas en mi cabeza. El silencio burlón se extiende entre nosotros y alejo mi silla de él, estremeciéndome cuando se acerca.

-Jesucristo, estás blanca como un fantasma. ¿Te vas a desmayar? -pregunta, con un claro tono de pánico.

¿Me voy a desmayar?

¿Es por eso que su expresión cambió tan drásticamente?

¿Por preocupación y no por enfado?

Cuando le digo que estoy bien, no me cree y se apresura a traerme una chocolatina de los refrescos. Aprieto el paquete en la mano y noto que me invade un terrible cansancio. Estoy desorientada, las emociones vuelan en distintas direcciones.

-Come, por favor -me dice, agachándose a mi lado, manteniendo una distancia respetuosa con los ojos preocupados flotando por toda mi cara.

-Yo... Jhon, oh Dios... Jhon... Soy... soy diabética -le digo, totalmente acobardada por contarle todo, sin saber si tuvo tiempo de leer mi hoja-. He comprobado mis niveles en la comida y estaban bien. No quiero chocolate. No funciona lo suficientemente rápido. ¿Puedes traerme mis gominolas del salón de té, por favor?

Se levanta.

-Está bien, Isabelle, revisé tu hoja. Por eso me preocupé tanto cuando montaste un infierno en el baño. No tardaré ni un segundo.

En menos de veinte segundos está de vuelta con mi caja de snacks, estudiando la tapa con dibujos de Barbie con una suave sonrisa. Me meto dos caramelos al mismo tiempo. La semana que viene tengo cita con el médico para hacerme unas pruebas, porque el embarazo es muy complicado para el cuerpo de un diabético.

-Siento haberte arrancado la cabeza de un mordisco -respondo, y él niega con la cabeza, diciéndome que no hace falta que me disculpe.

Ahora tiene el ceño fruncido, pero parece menos preocupado, sobre todo cuando me acabo el bocadillo.

-Vuelves a tener color en las mejillas. ¿Quieres tomarte un descanso de diez minutos?

-No, gracias.

Frunce el ceño pensativo, mirándome tanto la boca que me obliga a levantar los dedos hasta allí.

-De acuerdo, pero asegúrate de avisar si no vuelves a sentirte bien. -Tiene algo más en mente, lo sé-. Me gusta el pintalabios rojo en ti.

No espero que se le escapen esas palabras, un escalofrío me recorre. Llevo este pintalabios porque es el color que tenía la noche que nos conocimos.

Significa mucho oír un cumplido, teniendo en cuenta lo mal que me siento por haber vomitado en el baño.

-Tengo tantos tonos diferentes de rojo. Va con la estética de este lugar -digo, pero hay algo más profundo detrás de sus ojos.

Soy lo suficientemente ilusa como para pensar que mis labios acaban de activar algo en su cabeza.

-No, me gusta ese color, quédatelo -dice en voz baja y terriblemente sexy.

Cuando se levanta, me deja hecha un lío.

            
            

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