Invadida
Él creía que todas mis palabras eran un arma diseñada para atacarlo y juzgarlo, no logro hacerlo comprender que tengo miedo, que estoy confundida, que todos mis cuestionamientos no son por él, sino por mí, hay algo en mi interior que me hace sentir extraña como nunca antes me sentí.
-Por favor, escúchame... no quise gritarte y tampoco estoy buscando una discusión contigo.
-¿Entonces qué quieres?
No quitaba su mirada del camino, no me miraba ni por el retrovisor, estaba sudando, completamente nervioso, jamás lo vi comportarse de esta manera, ha sido mi hermano y compañero infinidad vidas durante miles de años y es la primera vez que puedo percibir miedo en Lukas.
-Escucharte, entender qué sucedió... no puedo recordar nada, ¿lo puedes comprender? Lukas, me dispararon, perdí la razón y cuando desperté estábamos en un terreno baldío y tan pronto abrí los ojos, tuve que curar mis heridas mortales, escuchaste a la policía acercarse y huiste, dices que fuiste poco ortodoxo al defendernos, pero aun así ¿no seguimos siendo las víctimas?
Espero me entienda, no puede creer que soy una mujer ingrata, incapaz de valorar el hecho de que él haya salvado mi vida, es algo que le estaré agradecida por siempre, aunque no logro entender cómo lo hizo. ¿Qué es lo que hizo?
-Selene, de mi boca escucharás una versión y es la única que existe, es la realidad de lo sucedido, es la verdad absoluta, pero tienes que prometerme que no me juzgarás por esto... tienes que decirme que entenderás por qué lo hice no importa como haya sido.
Lo conozco bien, sé que no le importa ser juzgado por el mundo entero, pero algo que sí tiene peso en él es la aceptación de nosotros, sus hermanos.
-Estamos por llegar a tu casa, ¿cierto? -No respondió, solo me miró, por fin se atrevió a girar su rostro hacia mí y asintió con la cabeza.
Me quedé en silencio, creo que no estaba ayudando mucho con mis preguntas, podía esperar un poco, pues, después de todo sé que me dirá la verdad, estando en casa podremos hablar en calma y entendernos, ahí podrá explicarme por qué siento que no soy yo misma, quiero saber por qué hay algo diferente en mi interior... y es que siento que mi alma la perdí.
Al fin llegamos, intentó ser sigiloso, pude notarlo, pero el vigilante del condominio se acercó a saludar, se acercó demasiado, de hecho, tan cerca de la ventana. Mi abrigo estaba cubierto de sangre al igual que el resto de mi ropa, Lukas no lucía mejor que yo, tenía las manos embarradas de mi sangre seca, toda su ropa era negra, eso quizás ayudaría un poco a que el sujeto no pudiera percibir nada extraño.
-Sé llegar a mi cajón de estacionamiento, no es necesario que te levantes a saludarme, retírate que me tapas el paso.
Algo muy normal, la actitud de mi hermano con el pobre hombre no era algo que lograría sorprenderlo, suele comportarse así todo el tiempo, un poco desagradable, pero sirvió para que no consiguiera vernos a detalle.
-Saldré yo primero, me posicionaré tras tu puerta y bajarás de inmediato, pondré mi mano sobre tu cintura intentando cubrir la sangre que hay del lado derecho de tu abrigo. ¿De acuerdo?
-Entiendo.
- Necesito que camines rápido hacia el ascensor.
-Si Lukas, hazlo ya que me pones nerviosa.
Hicimos todo tal cual él lo dijo, subimos el ascensor, las puertas tardaron un par de segundos en cerrar, quedamos mirando hacia el frente, el vigilante era realmente molesto, se levantó de su silla a unos 15 metros de distancia, se puso de pie y nos miró con atención.
-¿Por qué me mira tanto? ¿Habrá notado la sangre?
-Si ese idiota se notó algo, sabe que debe quedarse callado... no encontrará un mejor sueldo que el que yo le doy.
Las puertas se cerraron y comenzamos a subir, quince pisos exactamente, parecían una eternidad. Él aún no decía nada, mientras el ascensor marcaba el nivel en el que nos encontrábamos. Sonando aquella campanilla molesta, mi mente comenzó a dar vueltas; sentí un mareo que me hizo tambalear.
-¿Qué te pasa? ¿Estás bien? -me preguntó mientras me ayudaba a sostenerme de pie, escuchaba en mi cabeza extrañas voces, algo no estaba bien.
-Dime ya qué me hiciste...
Llegamos a su apartamento, salimos del ascensor mientras él ponía aún más fuerza para sostenerme, di unos cuantos pasos en zigzag antes de llegar al sofá, la molesta voz seguía atormentándome, comenzaba a irritarme aún más, había un ligero golpe en mi cabeza que dolía como una migraña.
-¿Por qué no me respondes?
-Es mejor que te diga cómo sucedió todo desde el inicio.
-Te escucho.
Tendría que resistir, tenía que aguantar el dolor e ignorar aquella molesta voz en mi mente para por fin entenderlo todo.
-Tú dijiste que te asesinarían, hubiera querido entenderte desde un principio y así haber corrido a refugiarnos tal cual lo pedías a gritos.
Lo que había en su rostro era culpa, le costaba decirme todo esto. Algo no iba bien, él no era así.
-Todo ocurrió muy rápido, cuando me di cuenta, tres hombres estaban sujetándome con fuerza, te desvaneciste en el suelo y vi a lo lejos cómo habías sido herida. Ese infeliz sin piedad te disparó de nuevo y dejaste de moverte, no podía permitirlo, no podía simplemente dejar que te asesinaran frente a mis ojos.
Sus manos temblaban, sus palabras eran dichas con miedo, sus pies golpeaban el suelo una y otra vez y su mirada no miraba un punto fijo.
-Hey, tranquilo, prometí no juzgarte... por favor, deja de temblar que me causas mayor ansiedad.
Creo que conseguí darle un poco de calma, pudo notar que su nerviosismo era demasiado evidente e intentó contenerlo.
-¿Recuerdas a Umbra?
-Cómo olvidar a tu escalofriante amigo, ¿qué hay con él?
Todo parecía mejorar, mi cabeza dejó de doler, mis oídos no zumbaban más y aquella voz era menor.
-Le ordené asesinarlos.
Lo esperaba, pero aun así logró sorprenderme.
-Entiendo y ¿lo hizo?
Mantuve la calma, pero comprendí por qué Lukas huyó, en ese momento se levantó del sofá, caminó hacia el televisor y lo encendió, tomó el control y cambió varios canales hasta llegar a uno y subir el volumen.
-¿Qué haces?
-Sabía que esto sería noticia de último momento.
Eran las noticias, me congelé, mi piel se erizó y no pude pronunciar palabra, no podía comprender lo que mis ojos estaban presenciando en vivo en la televisión.
-Imágenes aterradoras, no estoy seguro si fue correcto haberlas mostrado de esta forma, Jazz, estamos en directo, miles de personas nos miran aún a esta hora. Me has dejado sin palabras.
Fueron las primeras frases que pudo decir aquel presentador de noticias, que estaba tan asustado como todos los que veían su noticiero. El camarógrafo que cubría la noticia había cometido un gran descuido, mostrando imágenes sensibles en una cobertura en vivo, sin duda, el presentador sabía que debieron ser censuradas, imágenes que no eran aptas para sensibles, una escena del crimen exhibida al aire.
-¿Hay algún avance sobre esta masacre? ¿La policía ha dicho algo al respecto? Como habitante de esta ciudad exijo respuestas a todas las preguntas que en este momento me atormentan, lo mismo que estoy seguro sucede con el resto de la ciudadanía que con el paso de las horas se dará cuenta de que mientras dormían, la noche del 22 de agosto se cometió un crimen sin precedentes.
Dejé de escuchar, mi mente se disoció, miré a mi hermano que cruzado de brazos miraba el televisor con total calma, esto era lo que lo tenía muerto de miedo, lo que acababa de ver en el televisor eran aquellos hombres que hacía menos de hora y media me dispararon e intentaron llevárselo a él, no eran hombres ya, eran restos humanos, eran pedazos de cuerpos esparcidos en el asfalto.
-¿Umbra hizo eso?
Mi voz temblaba, mis ojos se llenaban de lágrimas.
-Amaría liberarme de culpas y decir que mi obediente creación fue responsable de todo, pero no es así, yo hice gran parte.
-Lukas... estamos acabados, vendrán por nosotros, hay cámaras en toda la maldita ciudad, ¿cómo fuiste capaz?
-Prometiste que no me juzgarías, dijiste que me entenderías.
Tenía razón, lo prometí y debía cumplirle, pero aun a pesar de eso, me encontraba aterrorizada y de nuevo aquella voz infernal estaba en mi cabeza.
-¡Ya no! -grité, pues, el dolor era mayor que hace unos minutos.
-¡¿Cómo fue que me salvaste?! ¡¿Por qué me siento tan mal?!
Lukas fue hacia mí, me abrazó y me dio consuelo ¿por qué hacía eso?
-Tienes que aceptarlo y dejará de doler -dijo mientras acariciaba mi cabello.
-¿Aceptar qué? No te comprendo.
-Mi única opción para salvarte fue darte un plus, una pequeña descarga de vida que te daría minutos extra para que así pudieras salvarte tú misma.
-¿Y cuál fue ese plus?
-Umbra y tú ahora se pertenecen.
No podía ser cierto, era algo que iba en contra de mis creencias. Umbra, un cadáver vuelto a la vida a través de magia negra, no podía ser verdad lo que decía.
-¿Fusionaste mi alma blanca con tu putrefacto demonio oscuro? -grité tan fuerte que estoy segura de que pudieron escucharme los vecinos del piso de abajo-. ¡¿Cómo pudiste?! ¿Te volviste loco?
No podía aceptarlo, me puse de pie, comencé a golpearlo varias veces mientras él solo esquivaba mis manotazos.
-No tenía opción, era eso o dejarte morir.
-Pues, hubiera preferido la muerte antes de ser corrompida por tu satanismo.
-Eres una infeliz ingrata, debí suponer que no había tanta bondad, paciencia y comprensión en ti como juraste.
Él se alteró también y comenzó a darle ligeros golpes en ambos brazos con su mano extendida, realmente eran fuertes, pero no sentía dolor.
-Sácamelo ahora mismo, no lo quiero. Es la extraña maldita voz que escucho en mi mente, ese extraño idioma o dialecto que no logro comprender y que me está haciendo estallar la cabeza.
-¡No puedo hacer nada! Si tú no lo aceptas él seguirá buscando la manera de existir y continuará hablándote hasta que le des un espacio dentro de tu alma en el cual él pueda vivir.
Con tal calma mi hermano fue al sofá y se sentó, mirando hacia la ventana que daba vista al gran bosque que está al sur de la ciudad. Mientras tanto yo quería arrancarme los cabellos del estrés que estaba experimentando.
-¿Por qué no puedes hacerlo? Si obedece todas tus órdenes, solo dile que vaya contigo y listo.
-No es tan sencillo, unifiqué tu alma con su cuerpo, ahora son uno mismo, solo tienes que aceptarlo y él será tu perro fiel, así como fue mío por siglos. Y a menos que tú quieras deshacerte de él, tienes primero que aceptarlo en tu interior y después darle la orden de volver a mí.
-No, Lukas, no puedes invadir mi alma con la presencia de Umbra, va en contra de lo que soy, de mi existencia divina, del poder que me dio el universo... dejaría de ser el bien absoluto y eso pone en riesgo el equilibrio de la existencia misma.
-Son estupideces creadas por Valeri y que ahora tú repites ingenuamente... no hay otra manera, si no haces lo que te digo, continuarás sufriendo las consecuencias.
Se levantó nuevamente y fue hacia la cocina, tomó un cigarrillo y se dirigió a su habitación.
-¿A dónde vas? -le pregunté.
-A mi habitación, esperaré a que la policía haga sus investigaciones y vengan por mí, en vista de que olvidaste el problema en el que estamos metidos y decidiste concentrarte solo en Umbra.