El bien y el mal
La visita inesperada de mi hermana me causó un poco de molestia en un inicio, pues esperaba llegar a casa y dormir más de catorce horas seguidas, pero no pudo ser así, porque al entrar a mi departamento estaba ella totalmente cómoda saqueando mi refrigerador, posteriormente llegó Enrique y supe que mi plan perfecto de descanso no sería llevado a cabo.
Después de todo, no pase una mala noche, realmente gocé estar junto a ellos, es importante darme cuenta de que no todo es trabajo y que puedo darme el lujo de pasar una noche de diversión, hoy es la segunda noche que paso junto a ella, Enrique decidió tener otra compañía, mis demás hermanos creo que no tengo interés de verlos aún, más adelante será.
-¿Entonces planeas seguir dedicándote a los negocios que dejó tu padre? -me preguntó Selene de pronto.
Venía junto a mí mientras yo conducía camino a la cafetería que ambos amábamos. Venden un pan francés como en ningún otro lugar y amo tomar café, más de tres tazas si es posible.
-Alguien tiene que hacerlo y es en verdad algo que disfruto demasiado, ¿sabes? Enrique no presta tanta atención como debería y no puedo permitir que todo por lo que mi padre luchó se vaya a la basura -respondí sin quitar un segundo la mirada del camino. En esta ciudad das un movimiento en falso y habrás ocasionado una carambola.
-Nuestro hermano es un ser libre, le encanta extender sus alas, hoy está contigo y mañana puedes amanecer con la noticia de que se fue a un crucero por el Caribe. Ser un empresario no será jamás lo de él. En cambio, tú tienes ese poder de imponerte frente a las personas, por eso tus negocios están en su momento de mayor éxito en años. Franco estaría orgulloso de eso.
Las palabras de Selene me hacían sentir bien, un alivio en mi interior. Siempre he buscado la aprobación de las personas, aunque no debería ser así, y por lo menos una persona reconoce mis fortalezas. No era tan tarde, íbamos en un tiempo adecuado para disfrutar el resto de la noche. El sol acababa de ocultarse hacía apenas 30 minutos. Pasamos frente a la cafetería, desafortunadamente no había espacio para estacionar el coche, así que avancé lentamente mirando a ambos lados de la calle, tratando de encontrar un lugar adecuado.
-Mira, en esta calle al fondo hay mucho espacio -dijo ella indicándome un sitio adecuado, aunque un poco retirado, pues eran dos calles adelante del café y aproximadamente 50 metros al fondo. Pero no había otra opción, así que decidí hacerle caso-. Tu coche es muy lujoso, Lukas, ¿buscamos otro lugar más cerca? -me preguntó ella mientras bajábamos del auto ya parqueado justo bajo un enorme árbol.
Miré hacia ambos extremos de la calle y pude apreciar que era muy solitaria, pero estaba iluminada y la zona me parecía segura.
-Tranquila, estamos a la vuelta de la esquina. Nada de qué preocuparse -le dije, para después caminar directamente a la cafetería.
Estábamos dentro ya del lugar, los trabajadores nos reconocieron de inmediato, por dos razones muy simples: ya habíamos estado aquí antes junto al resto de mis hermanos y dos, no hay persona que no supiera quién era mi padre, sobre todo. Nos tratan con tanta calidez que no logro comprender si es una parte normal en su servicio o lo hacen para impresionarme, además, creo que el chico de la barra mira con bastante lujuria a Selene, debe ser impresionante para él ver a una mujer de 1.80 de altura, con ojos tan azules como el cielo y un cuerpo como muy pocas mujeres en esta ciudad. Selene dice que son ideas mías, le encanta ser fiel a Alexander, no pueden superar ese amor que tuvieron hace décadas.
-Ya no puedo más, Lukas. Dime todo, ¿por qué no te cae bien la noviecita de Enrique?
Selene dio un golpe a la mesa y me cuestionó con bastante rudeza. El mesero acaba de dar la vuelta después de tomarnos la orden y puedo asegurar que hasta él se sorprendió tanto como yo.
-No grites, hermanita. Te causa demasiado interés este asunto.
-Si esa chica está con Enrique debe ser buena para él, no voy a permitir que lo lastimen.
Selene demostraba una vez más que Enrique era y sería siempre su preferido, pero debía dejar de tratarlo como un niño.
-¿Notaste cómo todo el día se hizo el loco y evadió el tema? Supo desprenderse de la situación con gran inteligencia. Es una chica que, no te puedo negar, es bastante linda, pero la conoció en plena calle hace poco menos de un mes, ese mismo día ya eran "mejores amigos". Cuando ella supo que él era un Valencia, se deslumbró a un más, no me interesa el dinero, ni siquiera me interesa si Enrique quiere estar con ella y darle todo lo que es suyo.
-¿Entonces qué es lo que te preocupa tanto, Lukas? -interrumpió Selene, mostrándose cada vez más ansiosa. Parecía que ninguna de mis palabras le daban un poco de paz.
-Hay maldad en su interior -dije yo, quitando las manos de la mesa, pues, vi que el mesero se acercaba con nuestro pedido.
-¿Pudiste entrar en ella? ¿Supiste de dónde proviene esa maldad?
Las preguntas de Selene dejaron un poco intrigado al mesero que acomodaba todo en su respectivo lugar. Supongo que le fue inevitable escuchar la conversación. Esperé un momento a que él se fuera para continuar.
-Es un suceso del pasado, estoy seguro de que no pasa de 6 años, tiene miedo, tristeza, culpa y coraje.
-¿Y en qué nos afecta? ¿O por lo menos en qué le afecta a Enrique?
-Tienes que creerme cuando te digo que todo ese conjunto de emociones y sentimientos tiene una fuerte relación con nosotros. Con alguno de los cinco.
Selene confiaba en mi palabra, lo sé. Algo que jamás podría hacer es mentir sin motivo aparente. Mis palabras, aunque carentes de fundamentos, tienen el soporte y apoyo de siglos de conocimiento.
-Tengo que conocerla, pero será cuando regrese de Italia.
-¿Italia? ¿Qué harás allá?
No comprendo por qué viaja por todo el mundo cada dos días, es una mujer realmente extraña.
-¿Recuerdas a Valeri? Tenemos que estar al pendiente de ella. Esa niña es el apocalipsis si la dejamos sola.
Comprendí todo al instante, nuestra pequeña hermana que necesita cuidados y tratos únicos y especiales.
-Ah, ella. Entiendo, ¿cuándo te vas? -pregunté bastante desanimado, en el fondo quería que mi hermana permaneciera en la ciudad un poco más de tiempo.
-Pasado mañana por la tarde -respondió ella dando un sorbo a su taza de café, apretó fuertemente los labios y tomó una servilleta pasándola por su boca. Creo que el café aún estaba muy caliente como para resistirlo.
-Espero que regreses pronto, hay algunos lugares donde me encantaría llevarte junto con Enrique -dije, aguantando la risa, pues, podía ver cómo la boca le ardía aún por lo caliente de su bebida.
-Te lo prometo, no tardaré más de una semana. Valeri vendrá conmigo.
-¿Quééé...? ¿Estás loca?
No podía creer lo que estaba escuchando, traerla aquí era lo más estúpido que podía hacer.
-¿Qué tiene de malo?
Para ella parecía ser una situación totalmente normal.
-Permíteme refrescarte la memoria, hace 12 horas me dijiste que tuviste "visiones" y justamente estábamos ella y yo corriendo seguramente por nuestras vidas. Ahora dices que la traerás aquí, por favor. Si tú mente te da el poder de ver el futuro, hagamos lo posible por cambiar ese extraño destino. Evita traerla a la ciudad.
En cada palabra que dije, Selene parecía comprender, eso me causaba un gran alivio.
-No lo recordaba, tienes razón. Val tendrá que esperar un poco más.
-Promete que no la traerás -le dije buscando su mirada, quería que sus ojos vieran directamente a los míos y así sabría que me decía la verdad.
-Te lo juro, no la traeré.
Ella y yo compartimos algo en común: la honestidad no puede faltar entre nosotros dos jamás. Así que le creí por completo. Había muchas más dudas que quería expresarle, pero noté su incomodidad o quizás fue que el hecho de recordarle aquellas extrañas visiones la desanimó un poco. No buscaba hacerla pasar una mala noche. Así que decidí cambiar el tema radicalmente contándole anécdotas recientes, conversando sobre los lugares que había visitado y como se hubo sentido estos últimos años; es que la diferencia de edad que existe entre ella y nosotros cuatro es algo grande, debió ser difícil vivir tanto tiempo sin sus hermanos; crecer, experimentar, gozar, sufrir y vivir en soledad, hasta ahora. Creo que conseguí hacerla sentir bien, toda la noche su rostro estuvo relajado, entre sonrisas y una que otra carcajada que llamaba la atención de todos en el lugar. Por un momento me dolió el estómago de tanto reír por las estupideces que esta mujer es capaz de decir de forma tan natural.
-Joven Lukas, disculpe la interrupción. El café cierra en 20 minutos. ¿gustan ordenar algo más?
Esa vez el que se acercó no fue el chico que llevaba toda la noche atendiéndonos, sino el mismo joven del mostrador que estoy seguro quiere conseguir algo de Selene.
-Qué rápido se me fue el tiempo, hermano. Es casi medianoche -dijo Selene mirando la hora.
-¿Puedo ofrecerle algo más a la bella mujer?
Esta vez el chico no intentó disimular, escuchó la palabra "hermano" saliendo de la boca de Selene y supo que entonces no había problema si la cortejaba.
-Qué atento eres... Miguel. Nos vamos ya, gracias.
Selene vio el nombre en el gafete de aquel tierno niño, pero muy sutilmente dejó en claro que no le interesaba nada más. Nos levantamos de la mesa y ayudé a mi hermana a colocarse su abrigo, ella insistía en utilizar esos tiernos vestidos con un estilo vintage que, llegando la noche, no cubrían lo suficiente su cuerpo del frío, así que su enorme abrigo color blanco la ayudaría.
-¿Qué le pasa? No se da cuenta de que soy como 20 años mayor que él, es bastante tierno -dijo Selene entre risas que no podíamos contener.
La cara de aquel joven era más incómoda conforme pasaron los segundos, mientras ambos salíamos del lugar y ella por fin pudo notarlo.
-Dijiste que estaba loco, desde que llegamos vi como su sonrisa estúpida era por tu culpa.
Mi hermana reía tanto, era feliz en ese momento, la confianza que había entre nosotros me causaba bastante satisfacción, después de tantos años ella y yo por fin volvíamos a tener un acercamiento genuino. Estábamos ya a escasos 20 metros de mi auto, noté que en verdad la calle era oscura, no había luces en los postes, faltaba demasiado mantenimiento en la zona, se lograba apreciar la luz de una casa grande que estaba hasta el final de la calle en donde transitaban muchos vehículos durante el día, pero momentáneamente todo era desierto. No había un solo sonido a nuestro alrededor, ni siquiera un poco de viento que hiciera sonar las hojas de los árboles, solo el ruido de nuestros pasos al caminar y nuestras voces. Mi hermana tuvo un pequeño momento de seriedad entre tantas risas, se detuvo por un momento y miró su abrigo levantándolo con su mano izquierda.
-¿Qué pasa? -le pregunté, se quedó unos cuantos pasos atrás de mí y no dijo nada, solo miraba su abrigo con esa extraña expresión en su rostro.
-Pasó algo extraño, por un momento pude jurar ver mi abrigo manchado en su totalidad.
-Está en perfectas condiciones -le dije acercándome a ella y mirando a detalle.
Ella me miró directamente a los ojos y de un momento a otro tomó mi muñeca con bastante fuerza, logró sorprenderme tanto, que di un ligero paso hacia atrás de la impresión.
-Lukas, salgamos de aquí. -Su voz era distinta, estaba seguro de que había miedo en ella.
-¿De qué hablas? -le pregunté, pero no obtuve respuesta, ella comenzó a jalarme y llevarme en dirección contraria del lugar al que nos dirigíamos.
-Camina rápido, tenemos que regresar al restaurante. -Estaba agitada, su respiración era más rápida de lo normal.
-Estás asustándome, ¿acaso olvidaste algo?
Mientras ambos caminábamos a paso acelerado, ella no respondía mis preguntas y eso consigue estresarme. De la nada se quedó quieta, miró hacia atrás, justo al lugar del que veníamos. Y soltó mi mano al fin.
-¿Te volviste loca?
-Me matarán.
-¿Qué? -Volví la mirada hacia donde ella miraba con tanta atención y terror.
-No importa lo que haga, me matarán.
Selene es una mujer difícil de comprender, pero nunca antes me había sentido tan confundido como en ese momento, decía cosas sin sentido, tenía la mirada perdida, miraba a todos lados en repetidas ocasiones y yo solo estaba ahí, frente a ella, tratando de entender que intentaba decirme. Nada tenía sentido para mí, hasta que todo cambió y por fin pude comprender lo que mi hermana me decía a gritos. Un estruendo nos sorprendió a ambos, agachamos la cabeza e inclinamos ligeramente las rodillas como si ambos supiéramos de lo que se trataba, la experiencia de tantas vivencias nos hizo saber que estábamos en riesgo. De la nada cuatro hombres salieron justo detrás de Selene, pude verlos corriendo hacia nosotros, cada uno de ellos portaba un arma, intenté tomar la mano de mi hermana y así correr juntos pretendiendo huir de aquellos hombres, pero fue muy tarde, ella se desvaneció frente a mis ojos y no pude comprender lo que sucedía. Tres de ellos me tomaron por la fuerza, sujetaron mis brazos y mis piernas levantándome del suelo, me alejaban de mi hermana, me moví tanto como pude intentando defenderme, pero me superaban en fuerza. Mi alma salió de mi cuerpo cuando por fin pude ver de nuevo a Selene, estaba tirada en el suelo, lloraba y pedía ayuda, su voz demostraba aquel terror que estaba viviendo. Le habían disparado, ese fue el estruendo que escuché segundos antes, había sangre embarrada en toda su ropa. Mi hermana había visto todo eso, su videncia había sido la causa de aquellas palabras al azar que creí eran locuras.
-¡Hermana! -grité con todas mis fuerzas, el cuarto hombre estaba frente a ella y había disparado nuevamente en su pecho, la poca fuerza que aún había en Selene se terminó, sus gritos de auxilio dejaron de escucharse, sus brazos cayeron al suelo y su rostro quedó quieto, viendo al hombre que aún la apuntaba con intenciones de disparar una vez más.
-Súbanlo rápido -dijo aquel hombre.
Todo para mí transcurría en cámara lenta, él se acercó a ella y puso su arma justo en su frente, había esperanza de que ella estuviera con vida aún, pero si daba ese último tiro todo habría terminado, eso no lo podía permitir, así que utilicé mi recurso más valioso y poderoso. Umbra sería mi salvación, él es aquel ser que yo mismo cree con mis propios restos de una vida pasada. Profané la tumba del que algún día fui, de aquel panteón en España. Lo llevé a mi templo sagrado y con mi sangre, mi saliva, restos putrefactos de aves, cuatro flores de acónito y un montón de ramas secas, pude crear a Umbra después de pulverizar todos los ingredientes sobre los huesos de mi yo del pasado.
Tiene fuerza inimaginable, se mueve entre las sombras y jamás hace un solo ruido, es parecido a mí; solo un poco más alto, pero su figura se asemeja a mi cuerpo. No tiene piel, lo que se puede apreciar de él es solo la carne putrefacta que le dio vida, tiene grietas y llagas que lo recorren de arriba abajo, llevando en su interior lava que circula en su cuerpo como si fuera sangre en sus venas. Él es majestuoso, es increíble y poderoso, él me ayudó, él nos salvó. Lo llevo en mi interior, es como si fuera parte de mi alma, habita dentro de mí y jamás nadie espera ver una sombra desprenderse de mi cuerpo, es algo aterrador que, sin duda, nadie quiere experimentar, pero esos cuatro sujetos se lo buscaron. Umbra recibió mi orden y salió de inmediato, los tres tipos que me cargaban hacia un auto me soltaron al instante, cuando lo vieron salir de alguna parte de mi cuerpo y caí al suelo. Los tomó por sorpresa, estoy seguro de que no comprendieron lo que acababan de ver.
Umbra fue directo al ataque, el hombre que apuntaba a la cabeza de mi hermana y que le había disparado ya en dos ocasiones, fue el primero en recibir la furia de Umbra. Él voló hasta el sujeto y en segundos lo levantó tomándolo del brazo que sostenía el arma, la cual se disparó varias veces hacia el cielo, fueron disparos desperdiciados por aquel hombre que no pudo reaccionar. Al estar en el aire pudo ver lo que tenía enfrente, un ser demoniaco lo tenía volando varios metros en el aire, no creía lo que le estaba sucediendo, pero poco duraría su tormento, Umbra acabó rápido con su sufrimiento. Con toda su fuerza arrancó el brazo del hombre y este cayó al suelo, gritaba de dolor, agonizaba al sentir el desprendimiento total de aquella extremidad, en el suelo se quejó durante algunos segundos y después el silencio prevaleció.
Lo peor estaba por venir, umbra se encargaría del resto, que ni siquiera comprendían qué pasaba. El terror que sentían al verlo los hizo comenzar a dispararle, todas aquellas balas que impactaban en el cuerpo de Umbra solo lo atravesaban, pero no le hacían ningún daño, es inmortal, sus disparos eran en vano, nada lo detendría. Quería matarlos yo mismo, pero había algo más importante para mí, mi hermana. Tirada en el suelo, perdiendo sangre por montones, me acerqué a ella a toda prisa, yendo de rodillas hasta donde estaba tendida aún. Al llegar sentí su pulso y supe que aún había salvación, existía esperanza de salvar su vida. Solo que todo se saldría de control, los gritos comenzaron a ser cada vez más fuertes, alguien podría escucharlos y ahora yo no sería la víctima, sino el único responsable de todo. Uno de ellos corrió en dirección contraria de donde llegaron; no podía permitirlo.
-¡Acábalo!
Umbra recibió la orden, era capaz de destruirlo solo con recibir mi aprobación. El chico corrió por la calle y subió a la acera. Sus piernas eran veloces, pero no lo suficientemente como para superar a Umbra. Al volar tras él, pudo rebasarlo y en menos de tres segundos estar frente a su cara. El terror que hubo en el joven hombre fue impactante, pero a Umbra poco le importaba.
-¡No! ¡Por favor! -gritó.
Umbra lo tomó de los cabellos y azotó su rostro contra una pared en tres ocasiones. La fuerza que poseía era increíble y aun así no conseguía acabar con su vida. El joven tenía ganas de vivir y su resistencia era increíble.
-Déjame ir, te lo ruego -decía el segundo hombre con lágrimas en sus ojos, mientras la sangre corría por su frente, nariz y boca, y la poca fuerza que había en él le servía para pedir piedad.
Por último, Umbra tomó su cabeza con ambas manos, lo miró fijamente a los ojos y en cuestión de segundos la cabeza de aquel sujeto se habría derretido, como si de una bola de nieve al sol se tratase, despiadado y sin corazón, así era mi creación. Mientras eso sucedía, yo tenía dos idiotas más que me causaban problemas. Uno de ellos comenzaba disparándome, casi todos sus tiros fallaron, pero uno logró rozar mi hombro, yo continuaba en el suelo intentando reanimar a mi hermana que cada segundo estaba en mayor riesgo.
-¡Es el diablo! ¡Que alguien nos ayude! -gritaba el cuarto de ellos. Llamaría más la atención, su boca era un riesgo para mí.
-Coactus silentium -fueron mis palabras dichas en susurros, sus labios desaparecieron, sus gritos eran ya un obstáculo menos. Se dejó caer al suelo y sus manos buscaban una boca que no existía ya.
Me concentré totalmente, miré al tipo que me había disparado en el hombro y fallado, sus balas se habían terminado, no tenía cómo herirme ya. Estiré mi brazo derecho apuntando hacia él, en mi mente creé la imagen de lo que quería conseguir y no me fue difícil; después de décadas sin usar mis poderes descubrí que sigo teniendo el talento único de destruir a un humano solo con pensarlo. Lo odiaba tanto, tenía demasiado coraje contra ellos y esa vez no sería el malo arrepentido, ellos atacaron primero. Así fue como su cabeza se desprendió del resto de su cuerpo, trayendo consigo la columna vertebral en su totalidad. Fui bueno con él, creo que no sintió dolor, todo su sufrimiento fue muy rápido, realmente un ser tan desagradable merecía morir de una forma más cruel y despiadada, pero fui piadoso.
Faltaba uno más, pude haberme marchado y simplemente dejarlo ahí en el suelo, llorando y temblando de miedo, pero no sería así, el riesgo de dejar con vida a un testigo era demasiado grande. Caminé lentamente hacia él, me miraba con sus ojos saltones, intentó ponerse de pie, pero solo fue necesario darle un pequeño empujón con mi pie para que cayera de nuevo al suelo. Creí que toda persona merece ser escuchada, mínimo antes de morir. Me posicioné sobre él en el suelo, con mi brazo derecho presioné su cuello y con mi mano izquierda tomé la parte de lo que alguna vez fueron sus labios, entonces solo era piel sin forma que le impedía hablar, pero yo quería oír su voz, así que arranqué el trozo de piel que cubría la boca, gritó, por fin pudo gritar y expresar todo ese dolor que sentía, todo el miedo que tenía.
-Te lo ruego, déjame ir, ¿por qué me haces esto? -decía, mientras que de su boca brotaba sangre por la herida que le causó el trozo de piel desprendido-. ¡Ayuda! ¡Por favor, ayúdenme! -Tapé su boca, sé que toda la ciudad había oído ya los disparos, los gritos y golpes, pero sus lamentos no eran lo que yo quería escuchar-. ¿Por qué me haces esto?
-Esa pregunta la debo hacer yo, ¿por qué? ¿Por qué nos hicieron esto?
-Solo queríamos dinero, ellos dijeron que tú tenías mucho y yo accedí porque lo necesito, no sabía que le dispararían a alguien, perdóname.
Sus palabras sonaban sinceras, en sus ojos había inocencia aún, ese miedo y arrepentimiento era real, lamentablemente para el pobre chico yo no podía correr riesgos. Umbra llegó, tan sigiloso y obediente, estaba tras de mí, solamente observando, pude sentirlo. La mirada del joven sin labios fue empeorando, yo le causaba miedo, pero ver a Umbra tan cerca le provocó un estado de pánico increíble, intentó zafarse, me empujó con ambas manos y gritó más fuerte, pero fue inútil.
-Perdóname, por favor, perdóname -fueron sus últimas palabras.
Me levanté y miré a Umbra que permanecía quieto, esperando una orden.
-Acaba con su dolor -le dije y en pocos minutos todo habría terminado para el arrepentido sujeto.
Umbra abrió su gran boca con dientes afilados, similares a los de un tiburón y dio una fuerte mordida en el cuello arrancando la mitad de él, dejando la cabeza del hombre unida al resto del cuerpo solo con una pequeña parte de piel. De mi parte, estábamos a mano, fue una pelea justa, a mi parecer, cuatro contra dos, ellos armados y nosotros desprotegidos. Ahora mi mente estaba enfocada en Selene, todo había sido muy rápido, pero los segundos para ella eran cruciales. Fui hasta ella, la levanté entre mis brazos y a toda prisa corrí a mi vehículo, Umbra me ayudó a subirla a la parte trasera, después subí al asiento del conductor y mi mente pensaba en todas las opciones, ¿qué podía hacer para salvar la vida de Selene?
Ir a un hospital era una locura, tardaría mucho en llegar y no lo resistiría. Llamar a Enrique sería un desperdicio de tiempo y ella estaba muy débil como para curarse a sí misma, pero en ese momento Umbra entró en mí, nuestros cuerpos se unificaron nuevamente y mi respiración comenzó a estabilizarse, mis piernas dejaron de temblar, la ansiedad desapareció y fue cuando recordé, Umbra nuevamente sería mi salvación, cuando él está dentro de mí sucede algo extraño, es como si tuviera una vida extra, él me da la oportunidad de sobrevivir aún más, entonces tenía la respuesta a mi problema.
-¡Umbra! ¡Todas las cámaras!
Le grité y volvió a salir de mi interior, voló con tanta prisa y destruyó cada cámara que había en el lugar y las que había más adelante sobre mi camino, quitando la señal y dejándolas inservibles. Arranqué el auto, no sabía a dónde ir, pero tenía que alejarme, pronto el lugar sería invadido por la policía, reporteros y vecinos entrometidos de la zona. No sabía a dónde ir, avancé cinco cuadras adelante y giré a la derecha en una pequeña calle en donde recordé que había un gran estacionamiento.
-Apaga las luces, no olvides ninguna cámara.
Él obedeció, todo estaba en penumbras y estoy seguro de que ni siquiera había cámaras en ese viejo y olvidado estacionamiento, entré tan a prisa y no hubo nadie que me impidiera el acceso. Bajé de mi auto y abrí una de las puertas traseras.
-Vamos Selene, hermana, ya falta poco, por favor, resiste. -Escuchaba pequeños soplidos que salían desde su boca, creo que intentaba decirme algo, pero no lo era posible-. Umbra, ven aquí. -Se acercó, caminando lentamente con sus alargadas piernas que permanecían al desnudo-. Vitam vi, Selene, intégrense.
Fue una dura decisión, pero también era mi única alternativa. Di la orden a Umbra de abandonarme y ahora pertenecerle a ella. Compartí siglos a su lado y en ese momento, por salvar la vida de mi hermana, me despedía de él. Comenzó la transición, Umbra se convirtió en una columna de humo negro inmensa, haciendo una especie de remolino frente a mí, el viento corrió y levantó el polvo que había en el lugar.
-¡Hazlo ya! -grité.
Entonces se transformó en una culebra de humo y entró a Selene a través de su boca, nariz y oídos. Aprecié lo que hacía mucho tiempo yo había experimentado: el sentir cómo mis venas se quemaban, ardor por todo mi cuerpo y un dolor de cabeza que me hacía querer arrancarme la cabeza. Todo eso lo estaba viviendo en carne propia mi hermana. Pero, al escuchar sus gritos de dolor, se dieron la señal de esperanza que necesitaba, sufría, pero sabía que estaba viva aún.
-¡No! ¡Detente! Me duele -dijo expresando verdadero dolor.
-Ya está, Selene, ya está, tranquila... ya no dolerá más. -Ella despertó, mi plan funcionó, mi hermana tenía una oportunidad más.
-¿Dónde estamos? ¿Qué hiciste? -preguntó ella intentando levantarse del asiento, pero se lo impedí.
-No te muevas, escúchame bien, después te explicaré todo, lo prometo. Tienes una sola oportunidad, mira las heridas en tu pecho... sabes qué hacer. -Miró su pecho y se asombró tanto, que comenzó a llorar del miedo. El dolor volvió al notar que seguía herida.
-Selene, no pierdas más tiempo, ¡hazlo ya!
Entonces ella colocó ambas manos sobre sus heridas, y destellos de luces doradas comenzaron a salir de su cuerpo. Es maravillosa, puede volver a la vida por sí misma solo con un ligero empujón de ayuda. Sus heridas fueron cauterizadas y sanadas por completo, las balas posiblemente habían herido algún órgano importante, ella estaría muerta si no fuera porque Umbra le daba fuerza vital extra, pero en ese momento sanándose a sí misma, toda esa pesadilla quedaría atrás. Suspiró, se aseguró de que cada espacio de su piel estuviera completamente sano y sin heridas, ni siquiera una sola cicatriz. Me miró y tomó mi mejilla con su mano acariciándola.
-Lukas, me salvaste... Gracias.
-No hay nada que yo no haría por ustedes, doy todo por ti, hermana.
Besé su frente y le di un fuerte abrazo, pero mi atención fue atraída por un sonido a lo lejos, la solté de inmediato, ella se sorprendió tanto como yo.
-Tenemos que salir de aquí.
Le dije, las sirenas de las patrullas se escuchaban bastante cerca, eran demasiadas, más de 5 vehículos iban al lugar, estaba convencido de eso. Asintió con la cabeza sin decir media palabra, permaneció en el asiento trasero, y yo fui al asiento del conductor, arranqué nuevamente el auto y tomé un atajo para salir a la avenida principal, ella me ayudaba mirando a todos lados, ambos nos asegurábamos de que nadie nos viera. Llegué a la avenida principal y aceleré, iba tan rápido que corría el riesgo de ser detenido por algún oficial de tránsito si es que me veían, por fortuna no fue así. Me alejé tanto del lugar a toda prisa hasta que pude sentir un poco de calma e intenté disminuir un poco la velocidad, faltaba poco para llegar a casa.
-Lukas, me siento extraña... hay algo dentro de mí.
Ella no sabía lo que yo había hecho para salvarla, se lo diría, pero no mientras conducía, de todas maneras, tenía que tranquilizarla.
-Lo sé, llegando a casa, te lo explicaré, ahora guarda silencio.
-Tu auto está lleno de mi sangre, ¿por qué huiste al escuchar las sirenas? ¿Hiciste algo malo?
-Solo defendí tu vida y la mía, no hay otra forma de decirlo.
-¿Entonces por qué huimos si todo fue en defensa propia?
-Fui un poco ortodoxo, hermana. -Ella estaba sorprendida.
-¡¿Qué fue lo que hiciste?! -me gritaba, parecía molesta, aquella ingratitud me resultaba desagradable.
-¡Salve tu puta vida!
-Quiero todos los detalles, Lukas.
Quería detalles, entonces se los daría. Llegando a casa le daría cada preciso detalle de lo ocurrido ahí, de cómo me convertí en un monstruo infernal y asesiné sin piedad a esos infelices delincuentes.