Capítulo 3 Cap 2. Ojos amables y tatuajes

Entreabrí los ojos pero la luz blanca me obligó a cerrarlos de nuevo y permanecer así por un buen rato.

"Todo esto fue un sueño cierto?" Me dije a mi misma. "Cuando abra los ojos Trevor estará aquí en mi habitación, reclamándome por haberme quedado dormida, después de haberle prometido que hoy sería el día en que por fin tendríamos intimidad, que ya estaba lista para empezar una nueva vida".

Pero no fue así. Lo único que escuché en el fondo fue la voz de dos hombres. Y una la reconocí era la voz de la bestia.

- Entonces su memoria no va a volver? Lo escuché murmurar impaciente.

- No! Su memoria está vacía, es como si le hubiese presionado el botón de restablecer y borrar todo a una computadora. Escuché otra voz masculina pero más dulce.

Moví mi cabeza lentamente hacia donde provenían las voces y abrí los ojos.

Ahí estaba el reclinado en un escritorio que sostenía un montón de pantallas que mostraban múltiples radiografías de un cerebro.

- Si no hay nada que hacer entonces me la llevaré a casa. Exclamó después de un largo suspiro de desesperación.

Ya no estaba cubierto de sangre. Tenía puesto unos jeans azules un poco sueltos, camiseta negra y una chaqueta corta del mismo color.

- ¡No puedes hacer eso Jake! ¡Está muy asustada! Replicó el tipo de cabello largo y negro, recogido en una media cola que estaba de espaldas a mi.

- Y tú qué sugieres? Que la deje vagar por el mundo sin enterarse de que tuvo una familia antes, que se vuelva a casar y que haga una nueva vida?

Vi al tipo del cabello largo girarse a mirarme con las manos en los bolsillos.

Estaba lleno de tatuajes los brazos y de negro de pies a cabeza, pero el estetoscopio que colgaba de su cuello me hizo comprender que era un doctor.

- ¿En serio no la dejarás ir? Preguntó y sacó una de sus manos de sus bolsillos y se acomodó las gafas doradas.

- Primero muerto. Replicó el demonio mirándome a los ojos.

El chico de negro suspiró y se encogió de hombros.

- Si no vas a escucharme, entonces no tengo nada más que hacer. Exclamó.

Me revolví en la cama e intenté sentarme. Ese desconocido debía salvarme. No sé por qué pero sentí confianza al mirarlo a los ojos. No sé si fue por el sentido común de que los doctores están aquí para salvarnos.

Lo seguí con la mirada mientras caminaba hacia la puerta. Mi cuerpo se rehusó a moverse, así que reuní todas mis fuerzas y abrí la boca.

- ¡Espera! Le grité. Tienes que ayudarme!

Las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas y él se giró a mirarme, luego miró al demonio que me observaba con los brazos cruzados sin ninguna expresión en el rostro.

-¡Vas a estar bien Palmer! Respondió el chico que parecía tener menos años que yo y me regaló una sonrisa de consuelo. Luego miró al demonio y se dijeron algo con la mirada y se fue.

Me sumí en mis lágrimas hasta que mis ojos se empañaron y solo vi la figura borrosa de mi agresor mientras se sentaba en la orilla de la cama y tomaba mi mano derecha entre las suyas.

- Es enserio que incluso en un momento así confías más en el que en mi? Me reclamo.

"Acaso conozco a ese chico?" Me pregunté.

Esa mirada cálida me parecía conocida, pero no lo recordaba.

En ese momento estaba muy confundida y muy asustada, tanto que cuando sentí el piquete de una aguja engullendose en mi piel, sentí alivio.

Si iba a seguir sintiéndome así, prefería no sentir.

            
            

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