Capítulo 10 Capitulo 10. Sorpresa

Capitulo 10. Sorpresa

Nada más volver a casa en la entrada había un montón de paquetes, todos envueltos en colores brillantes y con lazos adornándolos.

No entiendo quien me puede hacer tantos regalos. Subo hasta mi dormitorio y me pongo el pijama. Cojo la bata y bajo hasta el salón.

Allí me siento y espero a que Ruby me sirva la cena.

Ceno con ella a mi lado y le cuento todo lo que he hecho a lo largo del día. Omito las cosas que mi amiga me ha pedido pero por lo demás soy sincera. Cuando termino de cenar ella me trae un pequeño pastel con una vela en el centro.

Pido un deseo y sopló la vela, esta vez no consiento comer pastel sola por lo que la obligo a tomar un pedazo.

Si Alam la castiga por ello yo me haré totalmente responsable. No me apetece nada comerme el pastel de cumpleaños sola.

No he abierto los regalos me parece excesivo pero le prometido a Ruby que mañana lo haré y mandaremos una nota a cada persona que se ha tomado la molestia en hacerme un regalo.

Subo hasta mi dormitorio y me meto en la cama, cuando ya esté casi dormida escucho como Alam pasar interior del dormitorio.

Después de varios días durmiendo vaya dios a saber hoy ha decidido volver.

Un escalofrío recorre mi cuerpo, no puedo evitar recordar lo acontecido a la última vez y para que negarlo siento miedo.

-No tengas miedo, lo de la otra noche no volverá a pasar. Siento haberte despertado pero yo no te he dado mi regalo.

Me incorporó y me siento en la cama, lo miro con curiosidad y por primera vez en días no siento miedo.

-No necesito ningún regalo, tengo un montón en la sala, esta pulserita que me ha regalado Yami y tu regalo ya ha sido dejarme pasar el día junto a ella.

Se acerca hasta mi posición y dejan una pequeña cajita en mis manos. Rompo el envoltorio y la abro, dentro encuentro un anillo con lo que creo que es un diamante rojo.

Él lo saca de la cajita de terciopelo y lo pone en uno de mis dedos.

-Gracias, es muy bonito pero siento que es demasiado.

-Nada es demasiado para ti.

Le sonrió y me quedo mirando mi anillo. El se pasa al baño y sale solo con el pantalón del pijama. Ya estoy acostumbrada a que duerma así lo que no entiendo es como no tiene frío.

-¿Por qué cuando hablas de mí te refieres a mí como tú captor?---

Sus palabras me sacan de mi ensoñación, no está enfadado pero sí puedo notar tristeza en su voz. No voy a preguntar quién le ha dicho que lo llamo así porque solo se lo he dicho dos personas y no las culpo por ello,¿quizás no se han dado cuenta o quizás sí? pero no es algo que deba o pueda esconder.

-Mmm... Porque lo eres, no quiero hacerte sentir mal con mis palabras pero sí eres mi captor.

-Yo no quiero que tú me veas así, yo no te veo como mi prisionera.

-Pues para no ser tu prisionera, estoy todo el día rodeada de guardias y no puedo salir de la casa sin tu permiso ni su compañía.

Intento que mi tono de voz sea dulce, no quiero que se sienta herido y me vuelva a quitar todos los privilegios que tanto me ha costado ganar.

Él se queda callado no sé si está enfadado o por el contrario mis palabras le han causado dolor.

-Entiendo lo de los guardias, sé que estuvo mal mi intento de fuga pero debes comprender que para mí todo esto era nuevo y nadie me dijo o más bien no quise creer nada de lo que me dijeron. Desde que llevo aquí me has cuidado y aunque también me has dañado. Digo levantando mi brazo. -Se que no lo has hecho a propósito, pero debes entender que yo tenía sueños y tenía una vida antes de llegar aquí. Y que alguien de la nada te lleve por la fuerza y te diga que ya nada de lo que tenías lo volverás a tener, pues es duro o al menos para mí lo es.

-No te puedes imaginar el tiempo que llevaba esperándote, como ya te habrás dado cuenta yo no soy como tú. Tengo casi cien años pero los de mi especie podemos llegar hasta los trescientos algunos quizás más. Nosotros tenemos una compañera destinada, nuestra diosa nos otorga un alma gemela. Ella será la única que nos proporcione felicidad y paz.

Espera acaba de decir que tiene cien años, si lo de convertirse en lobo todavía me costaba asimilarlo. Ahora va y me dice que tiene cien años.

-Llevo buscándote más de ochenta años, siento si no fue lo que esperabas. Pero cuando me transformó en lobo mi lado primitivo se apodera de mí. Mi lobo interior no podía controlarse, y quizás hagamos las cosas mal pero al menos nos aseguramos de que no perdemos a nuestras compañeras.

-¿Igual un cortejo no estaría mal?

Vaya creo que he sonado como una mujer del siglo pasado, qué persona en mi siglo dice cortejo. Yo solo yo!

-Después de buscarte durante tantos años no pasó por mi cabeza la idea de cortejarte. Además nosotros tenemos un tratado con la gente del pueblo.

-Ya eso lo sé, lo que no entiendo es porque nosotras no podemos elegir.

-Si que podéis, pero nadie os lo cuenta. Podéis rechazarnos y volver a ser libres.

-¿Entonces te puedo rechazar?

-Inténtalo pero solo funciona si acepto tu rechazo, cosa que no pasará.

Su tono de voz ha pasado de suave y melancólico a agresivo e hiriente en tan solo unos segundos.

-No he dicho que te fuese a rechazar, solo he preguntado si podría hacerlo?

Él no contesta se da la vuelta y cierra los ojos, se de sobra que no está dormido. Durante este tiempo he aprendido que cuando algo no le gusta simplemente lo ignora. No creo que ignorando los problemas estos se solucionen, pero no tengo ganas de seguir con esto por lo que opto por cerrar los ojos y descansar. Hoy ha sido un día muy bonito y eso nadie me lo va a quitar.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022