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Jian Wei, decidido a esclarecer la situación, invitó a Mei Ling y Sofía a almorzar juntos. Escogió un restaurante tranquilo, esperando que el ambiente relajado ayudara a calmar los ánimos. Sin embargo, desde el momento en que salieron de la empresa, la tensión flotaba en el aire. Los empleados estaban tensos, no los perdían de vista y la mayoría estaba a favor de Mei Ling.
Al llegar al restaurante Mei Ling y Sofía intercambiaron un breve saludo, más por cortesía que por ganas reales de interactuar. Jian Wei intentó disimular la rigidez del ambiente, guiándolas hacia la mesa que había reservado. Los tres se sentaron, y un silencio incómodo se instaló mientras revisaban los menús.
-Este lugar es bonito -comentó Mei Ling, intentando aliviar la tensión.
-Sí, solíamos venir aquí -respondió Sofía, clavando su mirada en Jian Wei.
El comentario no pasó desapercibido. Mei Ling bajó la vista a la carta, fingiendo concentración en la elección de su plato. Jian Wei carraspeó y llamó al mesero para pedir.
A medida que transcurría la comida, Sofía adoptó una actitud más desafiante. Se inclinaba hacia Jian Wei al hablar, sonreía con cierta coquetería y recordaba anécdotas de su relación pasada. Mei Ling mantenía una expresión neutra, pero dentro de ella, la incomodidad iba en aumento.
-No puedo fingir que no sigo sintiendo algo por ti -soltó Sofía de repente, con una mezcla de nostalgia y determinación.
Antes de que Jian Wei pudiera responder, Mei Ling dejó caer los cubiertos con un sonido seco contra el plato y levantó la vista.
-¿Hasta cuándo seguirás con esto, Sofía? -dijo con un tono firme, mirándola directamente a los ojos-. Sabes bien que esto es incómodo para todos.
Sofía la miró con frialdad antes de inclinarse levemente hacia adelante.
-Incómodo para ti, tal vez. Para Jian Wei y para mí, es un asunto pendiente -respondió con una sonrisa ladeada.
El tono de sus voces comenzó a subir, atrayendo la atención de los comensales de las mesas cercanas. Algunos cuchicheaban entre ellos, mientras otros los observaban con descaro.
-¿Tienen que discutir en un restaurante? -murmuró un hombre mayor desde una mesa vecina.
-Esto parece una escena de telenovela -comentó una mujer joven a su acompañante, sin molestarse en disimular su interés.
El murmullo generalizado no pasó desapercibido para el capitán de mesoneros, quien se acercó con una expresión seria pero cortés.
-Señores, les agradecería que mantuvieran la compostura. Este es un establecimiento público y necesitamos que nuestros clientes disfruten de una atmósfera tranquila -dijo con firmeza-. Consideren esto una advertencia.
Jian Wei suspiró, sintiendo el peso de la situación. Mei Ling, aunque indignada, se recostó en su asiento para evitar mayores problemas. Sofía, por su parte, se cruzó de brazos y soltó una risa baja.
El almuerzo transcurrió entre silencios prolongados y comentarios cortos. La comida en sus platos parecía sólo una excusa para alargar una conversación que ninguno de los tres disfrutaba. Jian Wei intentaba equilibrar la situación, pero cada intento parecía caer en saco roto. Mei Ling sentía que estaba luchando contra un fantasma del pasado, uno que no estaba dispuesto a desaparecer fácilmente.
Cuando la cuenta llegó, Jian Wei la tomó sin discutir, queriendo dar por terminado el encuentro lo antes posible. En ese momento, sin pensarlo demasiado, deslizó su mano bajo la mesa y tomó la de Mei Ling con suavidad. Luego, con un gesto decidido, la llevó sobre la mesa a la vista de todos, entrelazando sus dedos con los de ella. Mei Ling levantó la vista, sorprendida, y al ver la firmeza en la expresión de Jian Wei, una sensación de triunfo recorrió su interior.
Sofía se quedó en silencio, sus ojos nublándose con lágrimas contenidas. Lentamente, se levantó de su asiento y tomó su bolso con manos temblorosas. Caminó hacia la salida con pasos firmes, pero al llegar a la puerta se detuvo un instante. Apretó los puños, sintiendo un ardor recorrer su cuerpo.
-Esto no se quedará así -pensó, con una resolución oscura llenándole la mente-. Me las pagarán los dos. Lo Juro.
Sin mirar atrás, cruzó la puerta y desapareció entre la multitud. Mei Ling la observó alejarse, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda, sin saber que aquel almuerzo incómodo era solo el principio de algo mucho más complicado.