"Madre, aunque haya cometido errores, por favor no te enojes con mis hijos", ella le rogó, esperando clemencia de parte de su madre. "Howard es el único hijo de Charles", la contestó con severidad. "Si los demás saben que es hijo de una concubina, se burlarán de él". Con sus palabras trató de explicar su posición. Sue siempre supo que si se preocupaba por alguien además de Harper, debía de ser su hijo Howard. Eran los dos nietos más importantes para ella.
Mavis dudó durante un momento y guardó silencio. Quizás no era el momento para agregar ningún comentario. Esperó a que el médico Jaden viniera e hiciera un diagnóstico del estado de Harper. Mientras tanto, Nina y Anabel estaban preocupadas por Harper cuando comenzaron a vendarle la herida de su cabeza. Esperaban que la herida no fuera grave.
Entretanto, Harper guardó silencio. Después de llorar tanto por cómo la habían maltratado, ya no tenía más fuerzas. Mavis sintió pena y enojo al ver el estado de su nieta. No podía verla así.
Tan pronto como llegó Jaden, le pidió que revisara la herida de Harper, y le preguntó si le quedaría alguna cicatriz después de que esta sanara. El médico la aseguró que con suerte no le quedaría ninguna marca, lo que alivió a la anciana. Después de atender a Harper, Jaden se preparó para revisar a Felicia, siguiendo lo que le había indicado Mavis.
Pero al acercarse a Felicia, ella se acurrucó en la cama de tal manera que era casi imposible que el médico la revisara, y sin importar cuánto trataba Sue de persuadirla. Siendo un médico experimentado, ¿cómo no podía entender Jaden lo que le estaba sucediendo a Felicia? Desvió la mirada hacia unos tazones que había sobre la mesa, y preguntó a las dos señoritas cuáles eran los que había usado cada una en ese momento. Al darse cuenta de que Harper había estado usando la vajilla de plata, una brizna de lástima brilló en sus ojos. Luego, revisó la taza que Felicia había usado y descubrió algo.
"Mi señora, solo la taza de Felicia ha sido envenenada. Es un tipo de veneno extremadamente potente y después de ingerirlo, la persona fallece sin que haya tiempo para salvarla". "Sin embargo, señorita Felicia está sana y salva. Por lo tanto, ella debe de haber tomado el antídoto, poco después de haber ingerido el veneno, ¿verdad?".
Al escuchar esto, Sue se limpió el sudor frío de su frente. Esto la estaba intranquilizando mucho. Habían escuchado que Felicia había sido envenenada y se habían apresurado en llegar lo más rápido posible. Habían intentado llegar en quince minutos, pero en realidad les había tomado media hora en arribar al lugar.
"Jaden, ¿el veneno es realmente tan violento?". Sue preguntó torpemente.
"Sí, este veneno es muy tóxico y raro", la contestó el médico. Luego agregó, "Dado que las dos señoritas están bien, continuaré con mis actividades".
Antes de que se hubiera marchado, escuchó una voz: "Doctor Jaden". Harper finalmente había pronunciado unas palabras. "Hay algo que no entiendo", le dijo ella. "Por favor, explíqueme, doctor". En su voz se notaba cierta duda.
Jaden hizo una pausa, mientras recogía sus cosas. Finalmente, la miró. Al tener muchos conocimientos en la ciencia médica, Harper tenía mucho potencial, pero las circunstancias la habían hecho meterse en un aprieto. "Prosiga, mi señorita. ¿Cómo puedo ayudarla?", dijo el médico tratando de disipar sus dudas.
"Si uno toma el antídoto, antes de ingerir el veneno, ¿puede morir a causa de él?".
El médico le respondió inmediatamente: "No. En ese caso, la persona envenenada solo escupirá sangre. Después de haber esputado sangre, quien haya sido envenenado estará bien".
"Muchas gracias, doctor", le respondió Harper.
"Adiós", se despidió Jaden.
"Annie, acompaña al doctor a la salida". ordenó Mavis.
"Sí, mi señora", la respondió Annie.
Tan pronto como Jaden se hubo retirado, Mavis arrojó las tazas al suelo. Al notar la actitud de la anciana, Sue rápidamente abrazó a Felicia y ambas se arrodillaron. "Madre, Felicia no es una persona tan maliciosa", dijo la mujer mostrando angustia en su voz. "Alguien debe haberla incriminado", respondió tratando de protegerla. "Felicia, discúlpate con tu abuela, ahora", le ordenó. Así podría evitar un enojo mayor de parte de ella.
"Abuela, me equivoqué", dijo compungida. "No quise hacerlo", comenzó su explicación. "¡Fue esta perra!", su grito retumbó en toda la habitación. Felicia señaló a su criada, Penny, intentando incriminarla. "Ella preparó la comida. Debe de ser ella quien ha puesto el veneno en la comida", dijo con seguridad.
Penny, sorprendida, sin saber que iba a ser el chivo expiatorio, cayó de rodillas. "Mis Señoras, por favor, créanme", dijo como rogando clemencia. "No puse ningún veneno en la comida", seguía explicando. "Y no envenené a nadie", en su voz se notaba cuánto le asustaban las palabras de Felicia. "Por favor, señoras, no lo hice", dijo rogando comprensión.
"Perra", le gritó Felicia. "No solo me envenenaste, sino que también provocaste que mi padre castigara a Harper". En su tono de voz se notaba que no creía en nada los ruegos de perdón de Penny. "¡Te voy a partir la cara!". Felicia corrió hacia Penny y comenzó a golpearla sin compasión.
Mientras, ella estaba golpeando a la criada, se escuchó una voz, que retumbó en toda la sala. "¡Suficiente!". Era Mavis, que casi rugió ante la violencia de Felicia. Al oír el grito de ella, la joven comenzó a temblar de miedo y volvió a arrodillarse. No era una situación fácil. Los problemas que se estaban produciendo en su familia, le estaban provocando un tremendo dolor de cabeza a Mavis. "Charles, depende de ti, ahora", sentenció ella.
Charles la oyó y entendió todo al instante. Sabía qué quería decir su madre. Su intención era buscar justicia para Harper. "Felicia, Harper fue perjudicada y golpeada por tu culpa". Antes de seguir hablando, intentó hacer un mea culpa. "Quizás, te he malcriado demasiado". Y continuó: "¡Te quedarás un mes castigada en tu habitación para que reflexiones acerca de tus errores!".
"Padre...", rogó Felicia.
Inmediatamente, alguien intervino en la discusión. "¡Haga lo que dice tu padre!", le gritó. En ese momento, Sue intentó detener a Felicia para que no protestara, con la intención de llevársela por la fuerza. Ante esto, Mavis rio con desilusión.
"Bien, bien, bien", dijo casi resignada. "¡Realmente eres un buen padre!", lo dijo irónicamente. Luego hizo un esfuerzo para levantarse, usando su bastón que soportaba la mayor parte de su cuerpo. Al tratar de moverse, su cuerpo se balanceó un poco y ante lo cual, Belinda, una de sus criadas, corrió a ayudarla.
"Madre, ¿estás bien?", le preguntó Charles.
"Estoy demasiado vieja, eso es lo que ocurre", respondió. Mavis estaba furiosa, ante toda la situación. "Annie, prepara mi carruaje", le ordenó. "Ya que Harper y yo no somos bienvenidas aquí, nos volveremos a la casa de campo".
Charles apresurado contestó: "Madre, ¿de qué está hablando?". Ante las palabras de Mavis, la ansiedad inundaba toda la cara del hombre. Si se corriera la noticia, sería considerado como un pésimo hijo por todos. Si llegaba a los oídos del Emperador que había permitido que su madre y su hija dejaran la mansión, para refugiarse en la casa de campo, su futuro se arruinaría.
"Solo disciplina bien a tu querida Felicia", lo respondió Mavis. "No te preocupes por Harper", continuó. Mavis lo apartó del camino, y se fue de la mansión esa misma noche con su nieta. Nina y Anabel las siguieron de inmediato. Después de mirarse durante un momento, Enya y Elsie se apresuraron a ir a sus habitaciones a empacar algo de ropa, para ir a la casa de campo con ellas.
Tan pronto como llegaron al destino, Harper empezó a tener fiebre que la hizo sentirse mareada y débil. Al ver a su nieta enferma, Mavis se preocupó mucho y decidió llamar al médico. Las criadas hirvieron algunas hierbas medicinales para curar a Harper, mientras Mavis estaba a su lado cuidándola. Y a su vez, Annie temía que al estar cuidando de su nieta, la vieja podría caer enferma también, pues era muy mayor, y no tenía la resistencia de una mujer joven. Pero Mavis era una persona muy terca, seguramente no iba a dejar que nadie la persuadiera de dejar la habitación.
"Todo esto es mi culpa", dijo la anciana. "Siempre supe que Charles no la quería, a pesar de ello la dejé sola en la mansión. Si hubiese estado allí para cuidarla, no habría sufrido tanto". Mavis se culpó a si misma por lo que había sufrido Harper.
"Mi señora, por favor, no se culpe", le dijo Annie. "Usted no sabía lo que podría ocurrir". Trató de calmarla con sus palabras. "Pobre, señorita Harper", dijo, con un tono de tristeza. "Ella perdió a su madre y fue usted quien la crio. No pensábamos que iba a sufrir tanto", continuó Annie. Al observar la pálida cara de Harper, esta criada sintió pena por ella.
"Mi señora, se ha quedado toda una noche cuidándola", le dijo preocupada. "Debería irse a la cama ahora. Yo seguiré cuidando de la señorita. Si se despierta y se entera de que usted ha pasado la noche velando aquí, se culpará por haberla preocupado. Mi señora, usted es la única persona en la que puede confiar". Estaba tratando de convencerla ante su terquedad. "Debe cuidarse", le dijo Nina a Mavis. También era su obligación ocuparse de ella. Después de todo, la anciana era la única persona quien podía proteger a Harper. Si a su abuela le sucediera algo, esta última estaría en peligro, porque todos sabían que Charles y Sue querían matarla.
"Mi señora, Nina tiene razón", le dijo Annie suavemente. "Debería descansar ahora". Sabía que sería difícil que Mavis quisiera separarse de Harper. Por ello, ella sugirió: "Le avisaremos cuando la señorita Harper se despierte".
Finalmente, Mavis accedió. "Bien, Nina, cuida bien a Harper".
"Sí, mi señora, no se preocupe. Yo la cuidaré".
Dos días habían pasado, y Harper había estado en coma durante ese tiempo sin despertar. Al tercer día por fin se despertó aturdida, y la primera persona que vio fue Mavis sentada a su lado. Las lágrimas rodaron por sus mejillas, mientras hacía un esfuerzo por levantarse. Al ver cómo luchaba para hacer eso, Mavis la pidió que no se moviera. Pese a lo que le había dicho, Harper sacudió su cabeza con terquedad, se bajó de su cama y se arrodilló respetuosamente frente a ella.
"Abuela, lo siento", le dijo casi sin voz. Para demostrarle más sus sentimientos de culpa, le hizo una reverencia a Mavis. "Lo siento mucho abuela. Era una ignorante", le dijo con un dejo de vergüenza en su voz. Trató de dar explicaciones a su abuela de sus actos del pasado: "No debí haber sido una chica tan irracional y arrogante, y lo único que logré fue confundir el bien del mal. Sé que no es una excusa, debería haber sabido mirar las cosas con cabeza. Me duele mucho haberte roto el corazón".
Al escuchar las palabras de Harper, las lágrimas se deslizaron por las mejillas de Mavis. "Buena niña, levántate. No debiste haber salido de la cama aún. Todavía estás débil. Te perdono", le dijo ella con un dejo de satisfacción en su voz.
Pero Harper la interrumpió: "No, abuela, por favor escúcheme". Arrodillada frente a la señora, trató de explicarse con ella: "He hecho muchas cosas estúpidas. Con mi comportamiento no gané el amor de mi padre, al contrario, solo conseguí que me detestara más", dijo a su abuela. "Fui muy estúpida", se explicó. "Pensé que haciendo alguna tontería, él se fijaría en mí", trató de justificarse. "Sin embargo, estaba equivocada. Te prometo, abuela, que me comportaré de ahora en adelante de tal manera que no volveré a cometer los mismos errores otra vez".
"Está bien, está bien, lo sé", dijo su abuela para que dejara de disculparse. Harper todavía seguía de rodillas, así que su abuela le indicó, "Levántate ya". Al estar la chica tan débil por el coma sufrido, Mavis la ayudó a levantarse. "Me alegra que te hayas dado cuenta de tus fallos. Es muy bueno que puedas admitir y corregir tus errores", dijo tratando de animarla. "Te crie como si fueras mi propia hija. ¿Cómo podría culparte?", le habló como una abuela amorosa le habla a una de sus nietas preferidas. "Has resultado herida y has estado en coma durante dos días". La pena que sentía por las lesiones de su nieta era muy profunda. "Debes de estar hambrienta ahora. Annie, trae algo de comida y asegúrate de que lo coma", le ordenó Mavis.
"Gracias, abuela", le respondió Harper con cariño. "Eres la mejor abuela", le dijo.
"Mi niña tonta", le respondió Mavis con mucho amor. Al cabo de unos minutos, llegó Annie con la comida. Mientras miraba como Nina la alimentaba, no le soltó la mano a Harper ni un segundo. "Solo cuídate mucho. Ya verás que cuando te recuperes, tu padre vendrá para llevarte de vuelta a la mansión", aseveró. "Estaba furioso y cegado, pero no tuvo intención de golpearte tan fuerte". Así, trató de justificar la actitud de su hijo. "No lo odies", le aconsejó con sabiduría.
Se le hacía difícil a Harper aceptar lo que su abuela le decía, pero respondió obedientemente, "Entiendo". Aunque ella ya había perdido toda su confianza en Charles cuando ordenó a sus guardias que la golpearan hasta morir. Fue a partir de ese momento cuando ya no puso más esperanzas en que su padre la amase. Y por supuesto, ella tampoco lo amaría nunca más. Debía admitir, que en su familia, Mavis era la única que la trataba como un miembro más de su sangre.
Su abuela le respondió, "Me alegra que lo entiendas. Tu padre es demasiado estúpido, como para darse cuenta de sus errores", prosiguió. Esta situación la hacía sentir muy mal, tanto que suspiró. Ella siempre había mimado más a su hijo menor, Daniel, pensando que él era más vulnerable. Este siempre había estado cuidando de Harper, así que Mavis también quería mucho ella. Pero comparando el cariño que sentía por su nieta, debía admitir que amaba mucho más a su hijo Charles. Era su hijo, después de todo. Por lo tanto, aunque comprendía lo mucho que había sufrido Harper y tras la discusión con su hijo, todavía estaba aconsejando que no lo odiara.
"Cuando venga tu padre a buscarte, debes ser humilde y disculparte con él. Sé amable y respetuoso. Después de todo, él es el primer ministro del país. Quiere mantener su dignidad", intentó explicar Mavis.
"Lo sé", respondió ella. Mavis estaba asombrada de la inusual obediencia de Harper, puesto que en el pasado, ella era muy rebelde y nunca había hecho nada que no quisiera. No dejaba de sorprenderle que ahora fuera tan obediente. Parecía que tras la paliza, Harper por fin tenía la mente despejada. Quizás, después de todo, no había sido tan malo ese malentendido.
"Ahora descansa bien. Voy a volver a mi cuarto. No hay muchas personas aquí, si estás cansada de estar en tu cama, puedes dar una vuelta por la zona", le dijo antes de salir de la habitación.
"Sí, abuela".
Después de que Mavis se fuera, Nina le contó que había tenido fiebre, y que su abuela había pasado toda la noche a su lado. Ella asintió con su cabeza y decidió que siempre recordaría y apreciaría cuánto había hecho su abuela para cuidarla. En cuanto a lo que habían hecho los demás, trataría de olvidar lo que ya estaba en el pasado. Sin embargo, si se atrevían a hacerle daño nuevamente, no los perdonaría y se vengaría.