Capítulo 6 Se cancela el compromiso (Segunda parte)

"Padre, ¿cómo pudiste hacer eso?". Harper estaba estupefacta; sabía que Charles estaría enojado con ella cuando volviera a casa, pero nunca se imaginó que dejara a Hailey, su hermana mayor, que asumiera su posición como médica real. Ambas eran sus hijas, ¿por qué siempre se ponía del lado de ella?

"¿Por qué no puedo hacer eso?", él continuó con frialdad. "Te portaste mal y no puedes culpar a nadie. Vete ya y medita sobre tus actos. ¡No puedes salir de tu habitación sin mi permiso!".

"Pero, padre...".

"¡Vete de aquí ahora mismo!".

"Señor, Hansen Jun está aquí para verlo", el criado se apresuró a entrar.

"Que pase". Charles estaba bastante sorprendido, por lo que de inmediato ordenó que lo dejara pasar. Cuando echó un rápido vistazo a Harper, que seguía arrodillada, se sintió impaciente. Poco después, un hombre con una túnica de brocado entró.

"Charles".

"Tome asiento por favor, Su Alteza", el patriarca hizo un gesto para invitarlo a sentarse. "¿Qué es lo que le ha llevado hasta aquí?".

Hansen aceptó el té que le ofreció la criada y lentamente tomó un sorbo. Luego centró su mirada en Harper, quien se veía lastimera arrodillada en el suelo y, al darse cuenta de las hojas de té en su cuerpo, pensó que más bien se veía patética.

Charles se sintió un poco avergonzado, pero antes de que pudiera pronunciar alguna palabra, Felicia interrumpió: "¿Qué lo trae por aquí, Su Alteza?".

Harper también quería hacer esta pregunta, y casi se olvida de que estaba comprometida con Hansen, lo cual significaba que su padre no podría prohibirle salir de la habitación durante mucho tiempo. Sin embargo, lo que él dijo a continuación la sorprendió, apagando la pequeña chispa de esperanza que había surgido en su interior. ¡Entonces, se dio cuenta de que era solo un truco preparado por Sue!

"Estoy aquí para cancelar el compromiso".

Esas palabras inundaron a Harper de impotencia; aunque él no le gustaba, era tan despiadado como para decidir abandonarla cuando estaba pasando por un momento tan malo.

"¡Su Alteza, piénselo por favor!", gritó Harper, aterrorizada de que perdería la vida en esta mansión si su compromiso se cancelaba.

"Llevo tiempo queriendo hacerlo y, ahora que has hecho algo tan cruel, ¿cómo podrías ser mi esposa? ¡Fue por eso que decidí venir personalmente a cancelar nuestro compromiso!", él respondió sin mostrar ningún interés o preocupación, como si lo que había dicho fuera algo insignificante. Ni siquiera sabía si sus palabras pondrían en peligro su vida.

"Su Alteza, el compromiso...", Charles no sabía qué hacer; si Hansen lo cancelaba, entonces la relación entre sus dos clanes se arruinaría.

"No te preocupes. Quiero cancelar el compromiso con Harper porque mi esposa no puede ser una mujer tan inhumana, así que ahora deseo casarme con señorita Felicia". Sus tiernos ojos estaban llenos de amor mientras miraba a Felicia, quien estaba silenciosamente de pie a su lado.

El rostro de la mujer se puso rojo como una manzana, mientras agachaba la cabeza recatada, fingiendo timidez. Era obvio que llevaban tiempo teniendo una aventura, pero la dueña originaria del cuerpo de Harper era demasiada estúpida para percibirlo. Harper pensó que todo lo que había sucedido en estos últimos días seguramente había sido una trampa.

"¡Muy bien!", Charles estuvo de acuerdo sin dudarlo; mientras Hansen estuviera comprometido con una de sus hijas, no le importaba cuál fuera. Además, creía que Felicia era la mejor opción para el hombre. Entonces, miró a Harper con disgusto y exclamó: "Dado que están enamorados el uno del otro, ellos dos serán una buena pareja. ¿Cómo podría oponerme a esto? Harper, busca el obsequio de amor que Su Alteza te había dado y entrégaselo a tu hermana".

Harper se rio, sacó el obsequio sin dudarlo y lo arrojó al suelo con impaciencia, como si fuera un pedazo de basura. Frunciendo el ceño, Hansen la miró descontentamente, pero ella ni siquiera volteó a verlo. '¡Ningún hombre es digno de confianza, sobre todo Hansen!', pensó ella para sus adentros con rabia.

"¿Cómo puedes lanzarlo así? ¿Qué pasa si lo rompes?", Felicia levantó el colgante de jade a toda prisa y lo colocó suavemente en la mano de Hansen, quien la tomó de la mano para entregárselo. "Este es mi obsequio de amor, Felicia, tómala".

"Su Alteza, por favor devuélvame mi obsequio", Harper instó con frialdad pensando que, como él era despiadado, definitivamente tendría que dejarlo. Hansen Jun era un hombre de sangre fría, por lo que ya no quería tener nada que ver con él.

Al escuchar estas palabras, él se burló y arrojó al suelo el colgante de jade que la madre de Harper le había regalado, rompiéndolo en pedazos. Hubo un indicio de ira en los ojos de la chica, pero ella logró ocultarlo bien, pues entendió que el propósito de estas personas era provocarla y no pensaba darles gusto. Si intentaba defenderse, tendrían una excusa para deshacerse de ella. ¡Nadie de este clan la protegería!

Entonces, recogió con dignidad las piezas del colgante para envolverlas cuidadosamente con un pañuelo. "Me voy, padre", murmuró.

"Está bien", respondió Charles con desdén, como si no se tratara de su hija, sino de su peor enemigo. Hansen, por otro lado, estaba encantado; sus labios se curvaron en una sonrisa triunfante cuando vio a Harper morder sus labios hasta que estos sangraron. Normalmente, odiaba su comportamiento tan dominante, pero ahora, al verla agacharse ante los demás y soportar el sufrimiento, se sentía bastante satisfecho.

"Ahora me iré", dijo a continuación.

"Con cuidado, Su Alteza", Charles se levantó y lo siguió con la mirada.