De la Desolación a la Novia Multimillonaria
img img De la Desolación a la Novia Multimillonaria img Capítulo 4
4
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
Capítulo 12 img
Capítulo 13 img
Capítulo 14 img
Capítulo 15 img
Capítulo 16 img
Capítulo 17 img
Capítulo 18 img
Capítulo 19 img
Capítulo 20 img
Capítulo 21 img
Capítulo 22 img
Capítulo 23 img
Capítulo 24 img
img
  /  1
img

Capítulo 4

Me dieron de alta del hospital una semana después. Damián estaba allí, esperando para llevarme a casa. Lo ignoré por completo y me subí al coche con Javier, que también había venido.

Javier, el estratega. El que me había "salvado" de una escultura que caía. El que acababa de reprender a Damián por casi matarme.

Intentó conversar de trivialidades en el camino a casa, contando chistes, tratando de hacerme sonreír.

No pude. Mi cara se sentía como una máscara congelada.

-Elena, ¿estás bien? -preguntó, su voz suave-. Pareces... diferente.

-Estoy bien -dije, mi voz plana.

-Mira, sé que las cosas han estado tensas -dijo-. ¿Por qué no vamos a la subasta de Christie's esta noche? Cómprate algo bonito. Siempre ayuda. -Sonrió-. Yo invito.

Lo miré, a su rostro guapo y preocupado, y sentí una oleada de asco.

-¿Con el dinero de mi padre?

Se estremeció, pero se recuperó rápidamente.

-Tengo mi propio dinero, Elena. He hecho algunas inversiones muy exitosas. -Se inclinó un poco-. En serio. Déjame comprarte lo que quieras.

Una sonrisa lenta y fría se extendió por mi rostro por primera vez en semanas.

-Está bien, Javier. Trato hecho.

Si quería jugar al tonto generoso, lo dejaría. Les quitaría todo lo que pudiera a estas víboras.

La casa de subastas bullía con la élite de la ciudad. La pieza central de la noche era un impresionante collar conocido como las "Lágrimas del Océano", una cascada de diamantes azules impecables.

En el momento en que lo vi, supe que tenía que tenerlo.

Justo cuando la puja estaba a punto de comenzar, las puertas se abrieron y entraron dos personas más. Damián y Eva.

Mi sonrisa se congeló. Tuve un mal presentimiento. Sabía, con absoluta certeza, que Eva querría ese collar.

La puja comenzó.

-Un millón de dólares -dijo una voz suave desde el otro lado de la sala. Era Eva.

Me miró a los ojos y luego bajó la vista, con una expresión vacilante en su rostro.

-Oh, Elena. ¿Lo quieres? Lo siento, me detendré. -Hizo un ademán de bajar su paleta de puja, mirando a Damián con ojos tristes-. No quisiera quitarte algo que te gusta.

Interpretó tan bien el papel de la hermana magnánima.

El rostro de Damián se endureció. Me fulminó con la mirada desde el otro lado de la sala, sus ojos llenos de desprecio, como si yo fuera una matona quitándole un juguete a una niña pequeña.

Se volvió hacia Eva, su voz lo suficientemente alta para que toda la sala la oyera.

-Si te gusta, deberías tenerlo. No dejes que nadie te detenga.

Luego levantó su propia paleta.

-Cinco millones de dólares.

Un silencio cayó sobre la sala. Todos sabían quién era Damián. Era el heredero aparente de los Garza, mi futuro esposo. Que pujara públicamente en mi contra por otra mujer era una bofetada en la cara. Estallaron los susurros.

-¿Está tratando de humillarla?

-Pobre Elena. Ser tratada así en público.

Sentí el calor de cien pares de ojos sobre mí, algunos compasivos, otros burlones. Mi mano, sosteniendo mi propia paleta, temblaba de rabia.

No sería humillada. No me echaría atrás.

Levanté mi paleta, captando la atención del subastador, e hice un gesto agudo y decidido.

-Diez millones -anunció el subastador, su voz retumbando.

No dejaría que ganaran.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022