Rodeé su cintura con mis brazos y me coloqué de puntillas para que mis labios alcanzaran su oído y, entonces, se mantuvo inerte cuando, con sutileza comencé a besarle la mandíbula antes de susurrarle al oído.
"Oh... Lo siento cariño, pero no lo fue. Mmm... mi segundo beso tal vez". Le sonreí cuando se apartó y me lanzó una mirada sospechosa.
"Así que ya no eres virg...", intentó decir pero fue interrumpido por su madre.
"¡Felicidades! Me gusta lo que hiciste, hijo mío. Fue tan romántico". La señora Kelley nos abrazó y me guiñó un ojo aunque sabía que Daniel estaba mirando.
"Eso es solo parte de un programa, mamá", se defendió, con una expresión apática.
"¿Adónde vas?", le preguntó, cuando soltó mi mano y estaba a punto de irse.
"Llamaré a mi secretaria con respecto a la reunión de mañana".
"Dios mío, Daniel, ¿hoy es tu fiesta de compromiso y tu mente todavía está en el trabajo y los negocios?".
"Mamá, he hecho mi parte, ya le di el anillo, así que terminé con esto", dijo besando la frente de su madre y luego se marchó sin siquiera mirarme.
"Lo siento, cariño. Sé que fue muy grosero".
"Está bien, señora Kelley, no tiene que pedir perdón porque de cierta manera Daniel tiene razón, ya me dio el anillo y apareció él mismo. Así que sí, ha terminado con su parte".
"Sophia", me llamó apenada y me tomó de la mano. "No dejes que mi hijo en el futuro siempre te desanime. Sí, es mi hijo, pero no te ofrecí este acuerdo solo para su beneficio, sino también para ayudarte. Si necesitas cualquier cosa, no dudes en acudir a mí. Tienes mi número y puedes llamarme en cualquier momento".
Le sonreí y accedí. "Gracias, señora".
"De nada, cariño. Recuerda que ahora eres parte de la familia", musitó y acto seguido besó mi mejilla izquierda.
"Mamá... Belle".
"Mi bebé".
Ambas nos volvimos hacia el sonriente rostro de Rian. Nos abrazó a las dos.
"Felicitaciones, Belle". Ella también agarró mi mano pero solo le di una media sonrisa.
"¿Por qué la llamas Belle?". Ambas miramos a su madre antes de que nuestra sonrisa aumentara.
"Mamá, su verdadero nombre es Sophia Ysabelle y somos amigas desde la universidad. Y sabes qué, no sabía que ella era la prometida de Dani".
"¿En serio? Qué gran coincidencia, ¿no?", me miró con un brillo diferente de felicidad en sus ojos.
"Tienes razón, mamá. Estoy tan contenta de que la hayas elegido para ser mi cuñada. Siempre soñé con tener una hermana y por fin ya se cumplió", exclamó Rian mientras aplaudía.
"¿Lo sabes todo?", inquirió la señora Kelley, algo sorprendida, a su hija.
La sonrisa de Rian desapareció al confirmarlo. "Sí, lo sé todo mamá: desde lo que sucedió hace seis años con Belle hasta el incidente del centro comercial hace dos semanas. Le prometí a ella que la ayudaría no solo a encontrar a Layla, sino también a dominar el frío comportamiento de mi hermano", dijo, guiñándonos un ojo.
"Tienes razón, pero tu hermano ni siquiera había experimentado antes tener el corazón roto, así que no sé por qué se convirtió en alguien tan frío".
"Mamá, pero ambas sabemos que a pesar de que habla en serio, Dani es una de las personas más dulces del mundo".
"Conozco a mi bebé". Entonces su madre me miró. "Sophia, una vez que conozcas bien a mi hijo, entenderás lo que queremos decir. No es tan indiferente con las personas que ama, de hecho, es demasiado posesivo con ellas".
Solo les sonreí, aunque pensé: 'Sí, solo para las personas que ama, pero él es totalmente lo opuesto cuando se trata de mí'.
Regresé a casa después de la fiesta, con el chofer de la señora Kelley. No había visto a Daniel después de esa falsa y sorpresiva propuesta. Me dejó literalmente en medio de sus amigos, familiares y otros conocidos. Solo se mostró cuando los invitados estaban despidiéndose.
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"¿Qué? ¿En serio, te besó?".
Los ojos de Craig parecían saltar de sus órbitas cuando escuchó mi confesión y exigió conocer cada detalle sobre lo acontecido en la fiesta. Por ende, no tuve otra opción que hacerlo, desde el momento en que salí del auto hasta el momento en que Daniel me besó, de ahí que reaccionara con voz fuerte y ojos llenos de asombro.
Asentí mientras torcía mi mirada.
"¡Ay Dios mío! Entonces, ¿qué te sientes al ser besada por uno de los solteros más codiciado de Los Ángeles? Y ten en cuenta que fue tu primer beso".
Me preguntó mientras aplaudía con una gran sonrisa. Estábamos dentro de mi habitación preparándonos para dormir.
"¿Y qué dijo después de besarte? ¡Vamos, Sophia, dímelo! ¡Me muero por escuchar tu respuesta!".
"Ja, ja", reí entre dientes con su reacción. "Bueno, él sabe". Encogí mis hombros y me mordí el labio al recordar sus palabras después del beso.
"¿Él sabe qué?".
"¡Que es mi primer beso! ¡Maldita sea, Craig! ¿Cómo supo eso?".
"¡Ay, Dios mío, Sophia! ¡Por supuesto, es un hombre y lo puede saber con facilidad, solo por la forma en que respondes a su beso!".
"Oh". Craig se había dado cuenta de todo. Yo solo atiné en ese momento y me toqué la frente.
"Entonces, ¿qué dijiste cuando te lo dijo? ¿Cómo reaccionaste? ¿Confirmaste su suposición?".
"¡No, claro que no!".
"¿Entonces, que demonios hiciste?".
"¡Lo negué! ¡No le daré la satisfacción de pensar que fue mi primer beso! ¿Y luego qué, lo usará en mi contra y querrá manejarme a su antojo para siempre? ¡De ninguna manera!".
"¿Y cómo se lo dijiste?", me preguntó, riendo.
"Le dije que estaba equivocado y que no era mi primer beso. Sé que de lo contrario, solo aumentaría su ego".
"Oh.. ¿Y se creyó lo que le dijiste?".
"Sí, porque se enojó e incluso se marchó en un santiamén después de que fuimos felicitados por su mamá".
"Tch", chasqueó la lengua, contrariado. "¿Sabes qué? Tuviste suerte de que Joseph no te besara hace seis años, así tu futuro esposo tuvo la oportunidad de ser el primero en hacerlo".
"¡Sí, ese hijo de puta debería estar muerto!". Apreté mis puños mientras imaginaba que estaba exprimiendo su odioso rostro.
"De todos modos, ¿cuál es tu próximo paso? ¿Cuándo planeas casarte?".
Suspiré fuertemente para dejar salir el estrés de mi cuerpo.
"Nos casaremos la semana que viene. Acabo de solicitar una ceremonia de boda sencilla, sin medios, sin paparazzi y sin reporteros".
"Mmm... entonces, ¿cómo te ha ayudado tu prometido en la preparación de su boda?".
Le sonreí burlona.
"¿Me estás preguntando en qué me ayudó? ¡En nada! ¡Un 'nada' bien grande!", le respondí enfatizando la palabra.
Y se rio en mi cara. "¡Bueno, entonces estoy seguro de que será elegido el marido del año!".
"Ja ja... ¡eso sí que sería un 'milagro'!".
"Ups, mejor no te enamores de él".
"¡Claro que no! ¡Preferiría morir antes que enamorarme de él!".
"¡Ay Dios mío! ¡Solo asegúrate de no escupir para arriba!".
"Ja ja... ¡Nunca!". Dije, firmemente convencida.
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Perspectiva de Daniel:
"Señor Daniel".
Levanté la vista de mi escritorio cuando escuché un golpe en la puerta de mi oficina. Es la voz de Denise, mi secretaria.
"Entra, Denise".
Abrió la puerta y me sonrió educadamente.
"Señor, tiene un correo de Atty Relagio". "Aqui está, ella me dio un sobre blanco sellado".
"¿Atty Relagio? ¿Seguro? ", pregunté extrañado.
"Sí, señor", respondió encogiéndose de hombros.
"Ni siquiera la conozco", murmuré inaudiblemente. "Está bien, puedes volver a tu trabajo. Gracias, Denise".
"De nada, señor", y salió por la puerta.
Abrí perplejo el misterioso sobre mientras mi mente seguía preguntándose quién era esa tal Atty Relagio.
Apreté las mandíbulas tan pronto como leí el contenido. Era una carta, un acuerdo prenupcial ya firmado por Sophia Del Mundo, nada menos que mi prometida.
"¿Cómo se atreve esta mujer a enviarme un acuerdo prenupcial? ¡Debería ser yo quien proponga este tipo de acuerdo!". Encolerizado, oprimí el intercomunicador para hacer venir a mi asistente personal, Andrew. Respondió de inmediato.
"Señor...".
"¡Andrew, te necesito en mi oficina, ahora!". No lo dejé preguntar el motivo, solo presioné el botón de finalizar.
Después de unos segundos, mi asistente entró corriendo a mi oficina.
"¿Qué te tiene de tan mal humor?". No respondí a su pregunta, solo le lancé la carta. "¡Ups! ¿Un acuerdo prenupcial entre tú y Sophia? ¿Por qué?", preguntó, como si no pudiera creer lo que leían sus ojos.
"¿Qué quieres decir con 'por qué? ¡No he sido yo el autor!". Lo mire airado.
"Oh... ¿Entonces, esto lo envió ella?".
"¡Si, exactamente! ¿Cómo se atreve esa mujer a enviarme ese acuerdo? ¡Yo nunca me atrevería a tocar algo que no es mío! Además, ¿es que acaso no quería casarse conmigo por mi dinero?, entonces, ¿por qué me manda este documento? ¡Yo soy el que debería estar preocupado por mis bienes y no ella!".
"Bueno, si lo piensas bien, ¿no es favorable para ti un acuerdo prenupcial? Porque, como bien has dicho, crees que el dinero es la única razón por la que ella se casa contigo".
"Sí, todavía pienso así".
"Entonces, da igual quien elaboró esta carta. Al menos, está demostrando que no tiene ningún interés en tu patrimonio: propiedades, dinero y cuentas bancarias".
Y leyó el documento en voz alta.
"Aquí dice que, el marido, que eres tú, tiene una propiedad separada y que la esposa no reclama nada de ella. Que esta propiedad no asumirá ninguna responsabilidad por ninguno de los fondos de la esposa. Y en caso de divorcio o separación legal, la esposa no tendrá derecho a reclamar una pensión alimenticia o reclamar una propiedad separada o conyugal propiedad de la otra parte durante el matrimonio". Hizo una pausa y me miró. "Amigo, esto solo demuestra que ella no tiene ningún interés en tu dinero".
"¡Eso es solo teatro!", grité iracundo.
"¡Oh, vamos, amigo!". Andrew casi se tira de cabeza en el sofá. "¿Por qué no puedes simplemente darle el beneficio de la duda? O, mejor, pregúntale por qué se quiere casar contigo. Estoy seguro de que ella tiene sus razones......", de repente, hizo una pausa y se quedó cavilando.
"¿Qué?".
"Digo que, ¡tal vez ella está enamorada de ti! ¡Bingo! ¡Sí, eso es, ella está enamorada de ti!".
Al principio, no supe cómo reaccionar a su conjetura, solo lo miré como si le hubiera crecido otra cabeza antes de desternillarme de la risa.
"¡Vete a la mierda, Andrew! Eso es muy improbable e incluso si fuera cierto, ¡no me veo a mí mismo amándola! ¡Ni ahora, ni nunca!".
"Oh... amigo, me estás asustando!", pero actúa al revés, se está riendo. "No hables así, por favor, nadie sabe lo que nos depara el futuro, no vaya a ser que un día tengas que tragarte esas palabras".
"¡Tss! ¡Eso no va a suceder y 'nunca' sucederá!".
"Está bien, pero recuerda, los hechos pesan más que las palabras. Dime, ¿por qué la besaste en la fiesta?".
Su pregunta me tomó por sorpresa. "E-era mi fiesta de compromiso y ella es mi prometida, así que, ¿qué hay de malo en eso? Además, era solo una falsa ceremonia para demostrarles a los empresarios presentes, que nuestro matrimonio no era un fraude". Me observó de una forma que no me gustó e inmediatamente desvié la mirada.
"Oh. Comprendo", dijo asintiendo. "Ella es tu prometida, ya veo". Lo miré por debajo de las cejas y él me sonrió. "Admítelo, a que es hermosa, ¿verdad? Ella tiene un cuerpo fabuloso y lleno de curvas bajo ese ajustado vestido púrpura de...".
"¿Estás fantaseando con mi prometida?". Pregunté con voz furiosa y apreté las mandíbulas. No sé por qué, enloquezco si imagino a alguien pensando cosas lascivas sobre ella.
"¡Guau! Espera amigo, ¡y-yo no dije eso! Solo te la estoy describiendo". Velozmente, se paró con las dos manos levantadas en posición de rendición incondicional. "¡Dios mío, Daniel! ¿Por qué habría de hacer eso?. Además, ella es 'tu prometida' ".
Hizo hincapié en las dos últimas palabras, pero no estoy de humor para seguir discutiendo sobre ese tema.
"Que no me entere, Andrew, de que la gente te ha visto coqueteando con ella, a menos que ya no esté casada conmigo".
"¿Entonces, eso significa que cuando estén separados, puedo hacer lo que quiera? ¿Puedo enamorarla y también proponerle matrimonio?".
Cerré los puños debajo de la mesa. "Depende de ti, es tu decisión". Esta vez, lo miré fijamente a los ojos. "¿Y por qué estás hablando de ese maldito tema? ¿Todavía no estamos casados y ya quieres que nos separemos?".
"¡Oye! Eso no es lo que quiero decir...".
"¡Estábamos hablando del acuerdo prenupcial que ella me envió y no de la separación!".
"Ah, vale, es cierto. Así que no quieres discutir el asunto de la separación, ¿eh?". Su voz era apenas audible, así que solo escuché la primera frase.
"Llama al tal Atty Relagio y concierta una cita con él lo antes posible. Y no olvides llamar a mi abogado". Terminamos la charla y empezamos a tratar el asunto de manera profesional.
"Está bien, señor. ¿Qué hay de Sophia, también debo llamarla?".
"No. La llamaré yo mismo más tarde".
"Mmm... bien, ¿algo más?".
"Por ahora no, puedes marcharte a tu trabajo".
Cerré los ojos y apoyé la espalda en el respaldo de mi silla giratoria. Ahora, estoy muy intrigado acerca de las razones de Sophia. Honestamente, nunca pensé en que me hiciera falta ese acuerdo, pero ahora tengo la sensación de que ella está a punto de usarme por mi dinero.