- ¿Cristian, pasaste la noche aquí? – Pregunté.
- ¡Sí! No pude llegar a casa, me quede en la habitación de huéspedes.
- Yo no soporto esta jaqueca.
- No es para menos, anoche tomaste como si el mundo se acabaría Santiago.
Desde mi adolescencia había sido muy tomador, pero lo había dejado cuando comencé a salir con Susana, y no me parecía extraño, en cierto punto volví a recaer en lo mismo, – Por una noche no pasaría nada – tampoco era para alarmarse.
- Buenos Días, ¿Cristian hijo tú aquí?
- Buenos Días, Señora Isabel, bueno, es que pasamos una noche muy animada en el bar, y no pude manejar hasta casa.
Mamá siempre con sus preocupaciones, aún nos trataba como si fuéramos niños de cuna.
- Me ducharé, debo estar presente en la construcción, hablamos después – Comenté.
Me despedí, siempre he sido el tipo de persona que cumple con sus deberes, y a pesar de que no me sentía físicamente estable para trabajar, me asegure de estar presentable y aparentar mi estado sobrio.
- Santiago disculpa, hoy tengo reunión con dos de mis socios, hijo necesito que estés presente.
- Lo siento Miguel no puedo, ya sabrás que hacer sin mí, como todo este tiempo y el que vendrá.
Mi padre de una y otra manera quería involucrarme dentro de los negocios familiares, él no terminaba de comprender que no me interesaba nada referente a la empresa de seguros, yo por mi parte siempre he estado muy centrado en lo que quiero, mis planos, proyectos, estructuras, la coordinación, el mecanismo, distancia, peso, todo lo referente a construcciones es lo que realmente me importa, es mi mundo. Subí al coche y justo a dos cuadras de casa me encontré a Paola, la hijastra de Andrea Torres, iba caminando de nuevo, me sorprende que fuera caminando a la universidad cuando en su casa contaba con un chofer.
- ¿Quieres que te lleve?
- ¡Santiago Castillo! ¿Otra vez querías chocarme con el auto?
- No digas esas cosas, ven te llevo.
Esta niña tiene un carisma enorme para simpatizar con las personas.
- ¿Tú no me recuerdas Santiago? – Me preguntó.
- Claro, casi te tiré el carro el otro día.
- No hablo de eso, me refiero ¿a qué si no me recuerdas de niños?
De verdad que lo digo con el corazón en mano, que no la recordaba, no sabía quién era, y es que estaba tan cambiada, tan diferente que para cualquier persona sería imposible reconocerla, ahora ella era toda una señorita, y muy hermosa.
- Soy la hermana de Bianca Luna ¿Recuerdas? Tu tormento en el colegio.
- Bianca, ya recuerdo... ¡Sí que era un tormento!
Bianca y yo nunca nos llevamos bien, éramos dos polos totalmente opuestos, una moneda, yo representaba la cara, elegancia y ella era el sello, lo opuesto a mí. Yo en ese lapso de tiempo estaba en una posición económica muy favorable, siempre lo he estado por su puesto, y ella estaba apenas pasando por el abandono de su padre, lo cual la volvió fría, Bianca y yo fuimos los mejores amigos cuando nos conocimos, pero después se volvió odiosa y solitaria.
¡Tal vez por eso deje de tratarla!
Nos habíamos vuelto dos personas repelentes, ella no soportaba mi presencia y ni yo la de ella, así que había cambiado mucho mi manera de actuar y pensar hacia su persona, incluso creo que muchas veces me burle de ella, pero estábamos jóvenes y ahora sé que estuvo mal ¡Aun así no dejaba de ser insoportable! Pero había un detalle, Bianca siempre fue hermosa, ella tenía una mirada tan encantadora, sus ojos eran algo achinados color negro profundo, esa mirada me gustaba más que ninguna otra, pero solo era eso, una mirada que no concordaba con nada en su personalidad.
- ¿Sueñas despierto Santiago?
- ¿Disculpa?, no perdona solo recordaba.
- ¿Recordabas a mi hermana?
- Ya llegamos, anda baja, llegarás tarde.
Paola estaba al tanto de mi situación con su hermana, cuando me mudé ya estábamos en "Guerra" y eso no cambiaría, bueno eso creo. Por otro lado la obra estaba efectivamente avanzada, faltaba muy poco, tal vez, un mes más, luego solo quedarían detalles, como pintura, colocar ventanas, puertas e instalar los ascensores que por los momentos solo serían seis. Supongo que después del señor Daniel Mora, nadie estaba más emocionado que yo por ver la culminación del Centro Comercial, para ser mi primer proyecto de esta magnitud, era excepcional.
...
¡Que despertar tan diferente! Había un Passeri en mi ventana, su canto era el más hermoso que había escuchado, aunque algo tormentoso.
- Buenos Días, papá, Andrea, ¿Y Paola?
- Buenos Días, hija, tu hermana despertó muy temprano para asistir a clases, no desayuno y tampoco quiso que la llevara el chofer, dijo que quería caminar.
- No me sorprende.
Conozco a mi hermana mejor que nadie, sabía que ese deseo infrecuente de caminar tenía un nombre y apellido, Santiago Castillo. Paola nunca ha sido tonta, es una chica muy inteligente lo cual demuestra que quería verificar la ruta diaria de Santiago.
- Yo desayunare fuera papá disculpa, es que también estoy un poco apresurada, me iré en mi coche.
Nunca se me hacía tarde para asistir a un compromiso, incluso estaba sobre la hora pautada para la clase, pero me apetecía desayunar en una cafetería que había observado el día anterior. Como de costumbre tengo planeado, gofres con una taza de café como desayuno, me los imagino y mis ansias por desayunar aumentan, mi apetito crece. Justo en el momento que pretendí aparcar mi coche, otro auto se me adelantó y tomó el lugar que yo pretendía ocupar, no fue muy caballeroso, pero afortunadamente había otro espacio disponible.
- De haber sabido que era una mujer la que manejaba, te hubiese cedido el espacio.
- No importa – Respondí.
- ¡Uy! Que odiosa, vamos disculpa, por lo menos déjame invitarte una taza de café.
No pude decirle que no, de todas formas es lo que pediría para desayunar.
- Está bien, vamos – Le dije.
Estuvimos conversando alrededor de 30 minutos, me dijo que se llama Cristian Coronel, él era el tipo de persona que varía de contexto, él me demostraba un enfoque diferente a lo que normalmente abordaba en esta vida, supo cómo mantenerme cautivada, eso me gusto, eso me demostró.
- Fue un placer conversar contigo Bianca.
- El placer es mío.
- Disculpa nuevamente por lo del aparcamiento.
- No te preocupes, ya quedo en el pasado.
¿Aparcamiento? Ya había olvidado todo ese asunto del auto, y tampoco me importaba porque me encontraba totalmente hipnotizada con él.
- Quiero hacerte una invitación, esta noche iré con un amigo y su novia a bailar, y quiero que seas mi pareja, si aceptas claro.
- ¿Bailar?... Está bien, nos vemos esta noche Cristian.
Nos encontraríamos esa noche en el "NightClub" un bar muy frecuentado por famosos, personas de mucho prestigio y dinero, me sorprendí un poco cuando me dijo el lugar, pero supe disfrazar mi actitud. Nunca he asistido a un bar, o por lo menos no de tan alta categoría, es algo nuevo para mí, otro panorama diferente.
Luego de todos mis deberes, mis clases y compras llegue a casa justo al almuerzo.
- ¿No deberías estar en la empresa Raúl?
- Hoy no, mejor estoy aquí acompañándote.
- No era necesario, gracias, almorzaré en mi habitación – Respondí algo incómoda.
Las sospechas de mi hermana terminaban siendo una tormentosa verdad, y una incómoda situación para mí, ¿Mi hermanastro estaba fantaseando conmigo? – Que asco me da, de solo pensarlo –
Raúl trabajaba administrando la empresa de modas de su madre, de Andrea, pero el rol que debería asumir como administrador, se le escapaba de las manos, y se volvía vulnerable y sensible a sus adicciones y debilidad por el dinero que poseía. Andrea estaba consciente de los hechos y actos que suscitaba su hijo, un cleptómano de primera, le robaba a su propia madre, pero al ser hijo único, los dos actuaban indiferentes ante la realidad.
Estoy comenzando a sentir cierto desagrado ante Raúl, es inevitable no sentirlo, y quiero creer que solo tengo una confusión mental, pues siempre he mantenido el concepto de amar por encima de todo a la familia, aunque hay un detalle ¡Raúl no tiene ni una gota de mi sangre!
¡La noche llego! Y yo estoy lista para bailar.
- ¿Con quién saldrás esta noche?
- No seas curiosa Paola, me encontraré con unos amigos.
- Tú no tienes amigos aquí Bianca, dime ¿con quién saldrás?
Esta vez el chofer me llevaría hasta el bar, no quería asistir en coche propio pues pretendía quedarme hasta muy tarde, luego podría llamar a Kevin nuestro chofer y él iría a recogerme, o a lo mejor Cristian se podría ofrecer. Cristian se hallaba en la entrada, mientras bajaba del auto mis nervios aumentaban, y cada vez que él sonreía yo me sonrojaba.
- Que hermosa luces esta noche, ¿Entramos?
- Gracias, de acuerdo, entremos – Le dije.
Moría de curiosidad por conocer a sus anhelados amigos, y mayor fue mi sorpresa cuando me los presento.
- Bianca Luna, nunca pensé encontrarte en un sitio como este.
- Santiago.
Mi corazón se detuvo, no sé si solo fue producto de una emoción fuerte por este repentino encuentro, o tuvo que ver por revivir en un segundo todos los desprecios y humillaciones que me hizo en la adolescencia.
**Me esperaba todo menos esto, menos encontrármela a ella, y con mi mejor amigo menos, ella lucia muy hermosa, estaba muy cambiada, muy diferente a la Bianca que conocía, pero seguía manteniendo esa misma mirada.
No puedo negar lo guapo y cambiado que estaba, y es que nunca dejo de serlo, pero ahora era más elegante, más formal y apuesto, pero al fin de cuentas terminaba siendo el mismo Santiago de siempre.
- ¿Ya se conocían? – Pregunto Cristian.
- Si hermano, Bianca y yo nos conocemos de hace algún tiempo, por cierto ¿Cómo está tu madre? Supe que se encontraba un poco mal.
- Ella falleció, por eso es que estoy aquí, discúlpame un segundo Cristian yo iré al tocador.
**Nunca fue mi intensión hacerla sentir mal, y en ese preciso corto tiempo pude detallar una mirada de tristeza profunda, no es para menos, nadie mejor que yo, sabía cuánto Bianca amaba a su madre.
Sé que no lo hizo con mala intención, él no estaba al corriente de la situación con mi mamá, así que no podría culparlo de nada en lo absoluto, pero si sentí un gran vacío cuando menciono ese tema, pude recordar su rostro, su sonrisa y me sentí deprimida, por ese motivo fui al tocador, necesitaba poder concentrarme y aislar un poco esos recuerdos.
- ¿Mi amor estás bien? Santiago no quiso causarte un mal momento discúlpelo.
- No te preocupes Cristian, yo lo sé, es solo que necesitaba ir al tocador descuida.
Cristian es muy atento, simpático y carismático, su compañía era reconfortante para mí. Tuve el placer de poder conocer a Susana la prometida de Santiago y modelo de la empresa de Andrea, al parecer ahora estaríamos más cerca todos, tendríamos que aprender a llevarnos bien Santiago y yo, aunque no creo que sea un inconveniente.
- Cristian hermano, ¿cómo es que conociste a Bianca? – Preguntó Santiago.
- Bueno hoy le robe el puesto donde estacionaria el auto, y al verla me quede impresionado es hermosa, así que la invite a un café.
**Él tenía razón, ella estaba hermosa, pero no dejaba de ser la misma Bianca arrogante de siempre.
Ellos continuaban conversando, pero a Cristian se le podía distinguir su mirada, era incómoda y a la vez molesta ¿Y si, Santiago le estaba hablando de mí?, pero ¿Qué podría estarle diciendo?, a veces creo que me precipito a lo que sucede. Susana es muy cariñosa, no me sorprende que Santiago la haya elegido, ella exhala tranquilidad, una maravillosa mujer sin duda, y una gran amiga para quien pudiera alcanzar su amistad. A primera vista podría notarse "pre-juiciosa", pero al conocerla mejor, fomentaba confianza.
- Bianca cuando era una niña era insoportable, no te extrañes si lo continúa siendo.
- No hables así de ella Santiago, te recuerdo que los dos éramos mucho más que insoportables.
**Si no conociera a Cristian tan bien, diría que estaba molesto, pero creo que me quedaba corto, él estaba realmente enfurecido por mi comentario.
¡Pues si! Es como si estuviesen discutiendo, así que pensé que si me acercaba a ellos con Susana, podríamos calmar el panorama.
- ¿Bailamos Cristian? – Le pregunté.
- Bueno... Claro princesa vamos.
Mientras bailábamos las miradas se hacían incómodas, Santiago me observaba más de la cuenta y aunque intentaba disimularlo, creo que no lo lograba, no era nada astuto.
**La miraba bailando con Cristian y no me lo podía creer, Bianca, esa niña pequeña y solitaria que conocía ya no estaba, en la mirada de esta nueva Bianca, se veía humildad, valentía y fuerza, era ahora más decidida, pero estaba bailando con él... ¿Se supone que debe molestarme?
Intentaba nublar mis pensamientos, y creo que Cristian quería mostrar empatía conmigo, nos sentamos por un instante para tomar una copa, él no se cansaba de hacerme cumplidos y yo disfrutaba al escucharlos, Cristian lograba captar mi atención, sabía cómo hacerlo. Alrededor de las tres y cuarto Santiago y Susana se fueron a casa, yo por mi parte compartí una hora más con Cristian, explicándole mis próximas metas, el futuro que aspiro en mi hermana, y él me comentaba de sus sueños, sus proyectos en progreso y posibles obras, luego ya pasadas las horas:
- ¿Te llevo a casa? – Me preguntó.
- Me gustaría.
Una noche larga, un poco cansada pero divertida, con muchas sorpresas y alegrías... Cristian logró regalarme una salida estupenda.
- Nos veremos luego ¿supongo?
- Estaremos en contacto Cristian, gracias por esta noche, me divertí mucho.
Me acuesto en mi cama, y no logro sacarme su imagen de mi cabeza.
**Cierro mis ojos y no logro nublar mis pensamientos, su rostro me invade.
Insisto en acceder al sueño, pero...
**Escudriño en mis ideas para aclarar otras pero...
"¿Qué nos está pasando?"