Mes 08, día 17/4.109
El despertador suena en algún lugar de mi habitación. Es un sonido molesto, no suena en nada como lo hace mi despertador, pero me veo obligada a abrir los ojos porque el molesto ruido se escucha cada vez más cerca.
-Vamos, dormilona –Abro los ojos lentamente y mi hermano esta tan cerca de mi rostro que puedo oler la pasta dental. Lo alejo y me desperezo y estiro cual floja- Mira que eres una gata cuando te despiertas –El golpe de la almohada me da de lleno en el rostro y lo fulmino con la mirada- Levántate, mamá estaba abajo como loca porque papá quiere llevarnos de paseo.
- ¿Y eso? –Me extraña que papá este abajo en plan familiar. Por lo general, mamá es la que le insiste para que pase un día con nosotros.
-Sí, ya lo sé. Tan extraño como suena, el señor Altermayer quiere pasar el día en familia.
- ¿No tiene nada que hacer?
-Yo que sé. Levántate y no hagas que mamá venga por ti. –Obedezco y me encamino hacia el baño al tiempo que William sale de mi habitación. Decido dejar mi cabello sin lavar para no demorar más de lo que mamá pueda tolerar y busco ropa cómoda con la pueda caminar largas distancias, pero que no sea deportiva, no queremos que mamá se infarte al verme sumamente informal.
Una vez que estoy lista con mis shorts y una blusa holgada y larga, me dispongo a salir de mi habitación cuando siento un frio abrazar mi cuerpo y hacer que mis vellos se ericen.
Pongo seguro a la puerta y me giro encontrando a Xander con ropa deportiva negra y un morral negro y gris colgando de su hombro izquierdo.
-Hola –Me siento torpe con respecto a cómo debo saludarlo, así que levanto la mano y respondo de la misma manera.
-Hola.
- ¿Saldrás? –Encarna una ceja señalando mi ropa. Asiento- ¿Es inaplazable?
-Es salida familiar –Explico.
-Pensaba que podíamos salir –Se rasca la parte de atrás de su cabeza- En realidad, pensaba que querrías venir. Con unos amigos vamos a escalar y pensé que te gustaría.
-Me gusta la idea –Respondo emocionada. Escalar es mucho mejor que intentar pasar el día en familia. Amo a mi familia, pero mamá se preocupa mucho por lo impecable y ordenados que debemos lucir. - Podría ver si puedo escaparme luego.
-Descuida, podemos hacerlo otro día.
-No te estoy rechazando, quiero hacerlo, quiero hacerlo hoy.
-Lo sé, Hia, es solo que no quiero intervenir en tu plan familiar. Mira, hacemos esto de vez en cuando, tratare de aplazarlo hasta pasado mañana.
- ¿Qué hay de mañana?
-Los voy a entretener hoy y vamos a quedar molidos, créeme que mañana no serviremos de mucho. ¿Qué dices? ¿Paso por ti pasado mañana?
-Me encantaría.
- ¡Anahia! –El grito de mamá hace acto de presencia. Estaba demorando mucho. Suspiro con pesar y observo a Xander con ganas de irme con él.
-Tienes que irte. –Se acerca a mí y deja un beso en mi mejilla. Mi corazón salta en su lugar y trato de ignorar las mariposas que vuelan como locas en mi estómago- Nos vemos, yuanfen –Esta vez no desaparece de una vez y aprovecho para despedirme.
-Nos vemos, Xander.
Mamá observa, sentada en una manta, con el ceño fruncido, como papá, William y yo jugamos pasándonos una pelota. Ella no está de acuerdo con que yo juegue como si fuera un niño más, ella pretende hacer de mí una señorita decente no este niño que juega a la pelota con su padre y su hermano.
Soy una niña, es decir, una adolescente, visto como una y me comporto como una, me gustan los chicos, bueno, sé apreciar la belleza y masculinidad de un chico, como la que posee Xander con su cuerpo alto y que se aprecia bien formado, tonificado, fuerte. Sacudo la cabeza y suspiro, no debería estar pensando esas cosas de Xander, la idea es que soy una niña en todo el sentido de la palabra, no soy sumamente delicada como ella quiere que sea, pero soy una niña, es decir, una fémina, mujer o lo que sea y ella no lo ve, ella solo ve mis actitudes de niño.
-Anahia –Escucho a papá llamarme y luego lanzarme la pelota. Corro para atraparla y luego la tiro rápidamente hacia William. Mamá resopla audiblemente y papá también lo hace. - Wendy, cariño, no te puedes sentar ahí y vernos jugar mientras tú resoplas y resoplas a diestra y siniestra ¿Qué sucede?
-Estás jugando con Anahia –Mamá frunce el ceño de manera exagerada. Aquí vamos- Wendell, Anahia es una niña y esto solo la hace parecer un niño. No es normal que ella juegue a la pelota.
-Wendy, Anahia ha jugado a la pelota toda la vida, ha corrido, montado en bicicleta y nadado con William y conmigo desde que sabe sostenerse en sus dos pies –Papá gruñe y esto solo se va a poner peor- Anahia es una niña, se comporta como una, viste vestidos, tiene amigas y en su época jugo con muñecas, todo eso lo hacen las niñas; que haga deportes y se interese por pasar tiempo con su hermano no la hace un niño o una niña amachada.
-Ella tiene que ser digna de Marcus y
-Otra vez con Marcus –Papá resopla y gesticula- Marcus tiene casi veintidós años, Wendy, es mucho más mayor de lo que yo espero que un chico que salga con mi hija, es. No entiendo esta actitud y ganas tuya de meterle al chico Whedermell por los ojos a Anahia, todavía es un ser humano en formación, no tienes que afanarte porque sea pareja de Marcus, ya hemos hablado esto.
-Sí, ya lo hemos hablado y sigo pensando que Marcus es el mejor para Anahia, pero ella tiene que dejar de hacer estas cosas.
-Suficiente, mamá.
-William –Mi hermano me fulmina con la mirada porque he dicho su nombre completo y yo resoplo. No puedo creer que esta salida familiar se haya convertido en una discusión que gira en torno a mi relación con Marcus- Mamá –Tengo que aclarar esto de una vez por todas, pero sin arriesgarme a que me quiten mi boleto de salida. Necesito ese boleto y Sofía también lo necesita- el hecho de que haga deporte no me hace ser una niña amachada, me gusta hacer deporte y pasar tiempo con mi hermano, también me gustan los vestidos y cosas de chicas, así como tú quieres, tengo un equilibrio entre las dos cosas –Mentira, sé perfectamente de qué lado se inclina la balanza, pero ella no tiene por qué saberlo- que no afecta en nada mi relación con Marcus, él y yo solo amigos, nos estamos conociendo y esto es parte de mí. Si algún día las cosas pasan como tú quieres que pasen, él tendrá que aceptarme como soy, no pienso reprimirme, y no quiero que tú me reprimas solo porque quieres que le agrade a alguien.
-Bien dicho –William pasa un brazo por mis hombros y deja un beso en mi cien en señal de apoyo.
-Ya escuchaste a mi princesa, ahora, déjanos seguir. –Resignada, mamá se deja caer en el césped y nos observa jugar por otra hora más.
Mes 08, día 18/4.109
Froto mis ojos mientras observo a Wendy Altermayer en todo su esplendor, paseándose de un lado a otro por la oficina de papá.
Ella luce determinada, como una mujer en una misión, y yo, luzco como alguien a quien acaba de sacar de la cama sin darle a tiempo a pasar por el baño porque ella necesitaba con suma urgencia hablar conmigo.
Y ahora está aquí, paseando de un lado a otro mientras murmura en voz baja y va de un lado a otro. Parece que no sabe qué decir, o no encuentra la forma más adecuada de hacerlo, lo cual solo causa que yo me desespere porque quiero dormir y ella no me deja hacerlo.
-Mamá, escúpelo, suéltalo ya.
- ¡Anahia, ese vocabulario! –Me reprende. Decido ignorarla y acomodarme en el sillón de respaldo alto buscando una posición en la que pueda dormir mientras ella se decide a decirme lo que sea que quiere decirme. - No te duermas –Vuelve a reprenderme. Ruedo los ojos con los parpados cerrados y cuando los abro, sus ojos rojos me examinan detenidamente.
- ¿Qué?
-Necesitaremos ayuda de una profesional –Eso llama mi atención y bajando las piernas del lateral del sillón la observo con desconfianza.
-De un profesional de ¿Qué?
-De belleza por supuesto –Explica ella como si fuera lo más natural del mundo.
-Y como para qué necesitamos ayuda de un profesional de belleza –Ella sonríe como si le hubieran hecho el mejor regalo en todo el mundo, se acerca a la mesa y me tiende un sobre color crema.
-Es la invitación al cumpleaños número de veintidós de Marcus –Mi gesto se contrae en desagrado. Genial, una fiesta de cumpleaños del niño mimado.
-No sé si estaré disponible para la fecha –Comento sin echarle un vistazo a la tarjeta, no me interesa. Sea el día que sea, estaré ocupada, me encargare de eso.
-Ya confirmé con tus amigos y me dicen que no estas ocupada, de hecho, ellos también recibieron invitaciones, así que esta noche iras con tus amigos a divertirte en la fiesta de cumpleaños de tu futuro novio –Me pongo de pie de golpe y la observo incrédula.
- ¿Qué has dicho? ¿Has hablado con mis amigos para ver si teníamos planes? ¡Estás loca, mamá! No soy mayor de edad y lo sé, pero tengo derecho a mi intimidad, además ¿Esta noche? ¡Pero como se te ocurre! No tengo tiempo para buscar un regalo para el niño mimado de los Whedermell.
-La tarjeta llego hace dos semanas, por lo que tengo tu regalo y el vestido que usaras –Mi boca cae abierta con sus palabras- Y si ya se te pasaron las ganas de hacerme una escena tienes libre hasta las tres de la tarde.
- ¿Libre?
-Sí, libre. Puedes salir a verte con tus amigos y esas cosas, pero estarás aquí a las tres en punto, ni un minuto más, Anahia, ni un minuto más.
- ¿Puedo saber por qué no estaba enterada de que Marcus tenía una fiesta de cumpleaños? –Jackeline suspira y toma asiento frente a mí.
-Creí que lo sabias, pero que estabas tan cansada de escuchar hablar sobre Marcus que lo dejaste pasar.
- ¿Te invitaron? –Pregunto mirando a Sofía mientras ella toma asiento a mi lado.
-Si –Ella suspira profundamente y se apoya en el respaldo de la silla- No quiero ir, me sentiré incomoda, pero Marcus y mamá han insistido tanto en que vaya que casi se siente como una obligación.
-Yo tampoco quiero ir, pero mamá piensa obligarme.
-Lo sabemos, llamo esta mañana a casa de mi abuela para hablar conmigo y saber si teníamos planes, debí sospechar que no sabías nada en cuanto pregunto eso, pero entonces se apresuró a preguntar si yo tenía una invitación a esa cosa y luego me enredo con su conversación, ya sabes como es.
-Es insoportable con ese empeño que tiene en emparejarme con Marcus, yo ni siquiera lo soporto, y no te ofendas Sofía, pero Marcus es
-Exasperante –Completa ella- Lo sé, sé que no te cae para nada bien y entiendo que Marcus es grosero y pedante en algunas ocasiones, pero en el corazón no se manda y no es algo que pueda evitar –Las tres suspiramos y llamamos al camarero para ordenar.
-Mamá quiere llevarme a un salón de belleza, o lo que es peor, llevar alguien a la casa para que me arregle. Me gustaría poder escapar de esto.
-No, por favor, no me dejéis ir sola a esa fiesta, mamá me va a obligar, de eso no cabe duda, pero no quiero hacerle frente a eso sola, por favor, acompáñenme, no me dejen morir –Jackeline tapa su boca tratando de no reírse ante el dramatismo de Sofía.
-No te vamos a dejar sola, ¿Verdad, Jackeline?
-Oh claro, cuenta con nosotras –Comenta tan sonriente que por un momento sé que va a hacer una de las suyas.
El camarero llega hasta nosotras para recoger nuestras órdenes y tras obtenerlas nos enfrascamos en una charla sobre el vestido que llevaremos, los zapatos, el peinado y todo lo demás y tanto es así, que, a las dos de la tarde, ya tenemos todo coordinado y quedamos en que Sofía ira conmigo a la casa para que la arreglen y de allí partimos hacia la casa de Esmeralda, la abuela de Jackeline que es nuestra mayor alcahueta.
Evito mencionarles a las chicas que he salido con Xander algunas veces, es un secreto que por ahora prefiero mantener así, sé que ellas no pondrán el grito en el cielo y me apoyan en todo, pero no necesito que se preocupen por mí en este momento en que yo estoy más preocupada por lo que mi mamá pueda hacerme, que es mucho teniendo en cuenta que contrato, porque ya me lo confirmo, a su asesor de imagen, Golner, quien seguro me destrozara diciendo que tengo ojeras, que tengo el cutis de tal manera, las uñas desastrosas y el cabello, sabrá Dios el grito en el cielo que pondrá cuando descubra que no lo he peinado esta mañana.
Y no me equivoco, apenas pongo un pie en casa y explico que quiero que también arreglen a Sofía, omitiendo que ella es la... pareja, por así decirlo, del cumplimentado, mamá salta feliz y dichosa de poder tener a alguien que no se va a negar a nada de lo que su asesor diga que tiene que hacerle, William y papá ruedan los ojos abandonando el lugar como cobardes traidores y Golner salta con todo su equipo sobre nosotras.
Como lo esperaba, pone el grito en el cielo apenas ve el largo y enredado cabello sobre mi cabeza, las uñas largas y deformes y las ojeras bajo mis ojos. Me carcajeo junto a Sofía mientras Golner, histérico, pide a sus asistentes que desenreden mi largo cabello porque nada del mundo dejare que lo corte, entonces somos envueltas en cremas para el rostro, cortaúñas, esmaltes, tijeras peines, una cantidad insufrible de productos de belleza y maquillaje.
A las siete de la tarde, mamá nos observa detenidamente a Sofía y a mí. Asiente con la cabeza como si estuviera de acuerdo con un pensamiento suyo y da vueltas a nuestro alrededor. Toca el cabello de Sofía e inclina su rostro hacia la izquierda, luego hacia la derecha, la observa desde todos los ángulos y me mareo por su escrutinio. Minutos después, una brillante sonrisa amenaza con partir su cara en dos y casi quiero retirarme porque en este momento ella se parece a Cheshire, el gato de Alicia en el País de la Maravillas.
-Estas hermosa, Sofía –Ella se ruboriza y agradece tímidamente al alago de mi mamá- ¿Has pensado que vestido llevaras?
-Tengo uno que puedo usar –Responde ella apenada.
-Oh no, querida, no me gusta ese tono. He comprado dos vestidos para Anahia pensando que ella querría escoger, ustedes son de la misma talla, estoy segura que podrás uno de los dos.
-Por supuesto –Me apresuro a responder estando de acuerdo, por primera vez en el día, con una de sus ideas.
-No quisiera molestar.
-Oh no, querida, no es ninguna molestia, ¿Verdad, Anie?
-Sabes que no, mamá. Es más, dame los colores de los vestidos.
-Bueno, uno es de color palo de rosa y el otro es
-Quiero el otro –Digo de inmediato. En mi vida me pondría un vestido de ese color después de que ella ha hecho que me arreglen de esta manera, no quiero ser la princesita de nada. Mamá me mira de mala manera, estoy segura de que pretendía que yo me pusiera ese vestido, pero no, ni hablar. Me niego rotundamente.
- ¿Ves, querida? Ya está, ya tienes un vestido, anda, vamos, ven, te ayudare a ponértelo junto con los zapatos a juego y a terminar de arreglarte y vamos a ver qué bien quedas, pero primero, un baño, estoy segura de que con tanto arreglo te sientes sucia y es bueno que refresques el cuerpo. –La observo subir las escaleras, encantada con Sofía- Anahia, cuidado cuando te vayas a bañar, no arruines el maquillaje.
-Sí, mamá –Miro con pesar a Sofía ser engullida por la perfeccionista de Wendy Altermayer y suspiro de alivio.
- ¿Esta fuera de vista? –Sonrío con burla hacia los hombres de la casa.
-No debería de responderles
-Shh –Me calla William- No hables si está cerca, es capaz de hacer que ese hombre regrese para que arregle también mi cabello –Ellos se ríen, pero después papá cae en la cuenta de que se está riendo de su esposa y golpea la parte baja de la cabeza de mi hermano. Sonrió.
-Respeta a tu madre, William.
-Ay papá, pero si tú también te has reído.
-No digas eso –Papá se apresura a callarlo y mira hacia todos los lados buscando algún indico de mamá.
-Mira nada más cuanto miedo inspira Wendy Altermayer. –Se burla mi hermano de él.
-Ya verás el miedo que inspira una mujer, te dominan con nada, aunque primero son toda ternurita y te complacen y cuando menos lo esperas ¡Zas! –Papá golpea sus manos exageradamente haciéndome reír- Estas domado, atado y en camino a la crucifixión –Finge tener un escalofrío y William lo sigue. Rio viéndolos estremecerse como si estuvieran contando una historia de terror.
-Pero, papá, eso te paso a ti, yo a las mininas las trato como unas diosas cuando están en la cama, las mimo y
- ¡Puaj! ¡Iug! –Le corto el rollo a mi hermano y hago señas de que sus comentarios me dan arcadas. Los tres intentamos comenzar una discusión sobre quien doma a quien cuando mamá aparece y deja claro que ella, doma a Wendell Altermayer.
-Ve a bañarte, Wendell, tenemos una cena con los padres de Marcus y los miembros del consejo –Papá rueda sus ojos como un crio, pero no replica y comienza a subir las escaleras. William y yo nos reímos mientras él nos fulmina con su mirada violeta. Gesticulamos un "domado" que lo hace sonreír en derrota y sigue su camino- William, tú también ve a bañarte, la invitación también es para ti, no te hagas de rogar y ve rápido para que estés a tiempo y puedas llevar contigo a Anahia y a Sofía.
-Ok –Mi hermano deja un beso en la mejilla de mamá mostrándose sumiso y cuando sube las escaleras va haciendo mofas. Muerdo mi lengua para no reírme.
-Anie, mi amor, sé que no te gusta arreglarte excesivamente, pero déjame decirte que te ves hermosa así como estas –Ella toma un mechón de cabello que ahora va totalmente liso y lo observa- El cabello liso te sienta bien, aunque va muy largo –Observo el mechón que cae un poco más debajo de mis cadera y no digo nada, me gusta mi cabello largo- Te gustara el vestido que compre para ti, lo vi y pensé que te gustaría, pero también vi el que le has cedido a Sofía y solo pude pensar en que quería verlo en tu cuerpo –Sus palabras me agradan y la miro con agradecimiento.
-Gracias, mami.
-Los compre con gusto, mi amor. Quiero hacerte feliz, Anie, quiero darte lo que quieras –Conmovida por sus palabras, la abrazo. A mí también me gustaría darle lo que ella quisiera, pero hay algo que ella quiere que yo no estoy dispuesta a darle. Una relación con Marcus.
Nos separamos del abrazo y ella me mira y sonríe, radiante, feliz.
-Ahora, ve a ducharte que se te hace tarde. Deje en tu cuarto el vestido y el calzado a juego. Cuando estés lista, ven a mi habitación y déjame verte.
-Entendido –Le doy un último y pequeño abrazo y voy hasta mi habitación.
Con cuidado de no dañar el maquillaje, me baño lo más relajada posible y me preparo mentalmente para soportar una noche de fiesta en casa de Marcus. Me gustan las celebraciones, pero está en particular me pone los vellos de punta.
Cuando estoy lista, me miro en el espejo y me tomo el tiempo de detallarme minuciosamente. Mi cabello está totalmente liso, se ve sedoso y suave y cae sobre mi figura como un velo rojo, excepto por el recogido a un lado de unos cuantos mechones que hace que mi cara se vea despejada y se aprecie con claridad mis ojos violetas enmarcados con delineador negro y mascara para pestañas que solo hace que estás se vean más largas, mis labios de un rosa natural que en conjunto con el maquillaje en mis ojos, hacen que mis cara parezca la de una delicada muñeca fina de porcelana, lo que no me gusta del todo porque el aspecto de frágil no es lo mío.
Ahora, si pasamos al vestido, alucino. Es un vestido negro con aplicaciones en flores blancas por toda su extensión, es largo, hasta el tobillo, deja al descubierto la parte superior de mis hombros y se abraza a parte de mis brazos por dos mangas de apenas centímetros, eso al frente, en la espalda, ¡Es una pasada! Toda la espalda va al descubierto con un escote en v que va hasta un poco más arriba del comienzo de mi cola, es ajustado y hace que incluso luzca un cuerpo que no creo tener.
Asombrada, miro el contraste de maquillaje, vestido y zapatos y estoy segura de que esto era lo que quería mi mamá que todos vieran, una muñeca. Resoplo un poco y me dirijo hasta su cuarto, pero soy interceptada en medio del pasillo cuando ella y Sofía salen de una de las habitaciones.
Si con mi vestido alucino, con el Sofía delirio. Ni de coña me pondría un vestido así, es decir, es hermoso, en straples recto, ajustado a la cintura y suelto de ahí en adelante, con una capa transparente de una tela que lo hace brillar, todo un vestido de princesa que gracias a Dios me negué a usar.
Sofía y yo nos observamos asombradas, ella está bellísima y yo no me reconozco, estoy segura de que será la sensación hoy.
- ¡Oh, bueno, mierda! –Mamá quita su mirada soñadora de nosotras y lanza dagas con los ojos hacia William- ¿Qué? No me mires así, ¿Las has visto? Mamá, no voy a hacer de niñera toda la noche y ellas dos, así como están, van a llamar la atención más de lo que yo estoy dispuesto a soportar. Me niego a ir con ellas vestidas así.
-William, cállate y camina hasta que te vea que te has montado en el coche.
-Pero, mamá
-Mamá nada. Anda, mira que te iba a decir que estas guapo, pero no te lo mereces, es más, ojalá y esta noche no metas esa polla desordenada en ninguna vagina.
- ¡Mamá! –Mi hermano la reprende, sin duda alucinado como yo porque ella ha dicho polla.
- ¿Qué? ¿Prefieres que diga pene?
-Sí, lo prefiero. Ese vocabulario es para gente joven, gente llena de vida y –Mamá golpea su brazo con fuerza para hacerlo callar.
-Más te vale que no me hayas dicho vieja, William Altermayer porque te vas a enterar –Sofía y yo vemos a mi hermano correr y refunfuñar escaleras abajo mientras tratamos de contener la risa. Mamá resopla cuando William sale de la casa y vuelve a mirarnos- Disfruten de la fiesta, mis niñas. Ya saben, con juicio y siempre muy educadas, si pasa algo o si William las deja tiradas, que es lo más probable, me llaman y vamos por ustedes ¿Ok?
-Ok, mami.
-Sí, señora.
-Bien. Cuídense –Mamá nos da un beso a cada una y se retira a su cuarto nuevamente. Adoro a mi mamá cuando se porta así y no me obliga a hacer cosas que no quiero, esa es la mamá que siempre debería ser y no la obsesionada por comprometerme con el novio de mi amiga.
Cuando salimos de casa, William está esperándonos en su BMW fumando un cigarrillo.
-Bien, señoritas, directo a la fiesta.
-De hecho, hay que pasar por Jackeline –Los ojos de William brillan de manera extraña, arroja el cigarrillo y nos abre la puerta de atrás.
-Bien, vamos por la tercera damita –Lo fulmino con la mirada y paso por su lado hasta estar dentro del vehículo.
Cuando llegamos a la casa de Jackeline, ella ya está en la puerta con su abuela esperándonos.
-Bueno, mierda, mierda y mil veces mierda –Escucho a William maldecir entre dientes sin decir nada y veo como Jackeline, enfundada en un vestido estilo sirena de color beige perla en la parte superior y negro en la inferior, con transparencias en el área del abdomen y abierto a medio muslo en la pierna izquierda se despide de una sonriente Esmeralda- Dios, por favor, aparta a esa mujer de mi –Entrecierro los ojos por el comentario de mi hermano y lo golpeo en el brazo sin que Sofía se dé cuenta. Estoy segura de que ella no lo ha escuchado.
-Contrólate.
-Jodidamente no puedo, no cuando ella luce así.
-Iam
-Lo sé, sé que lo que piensas, pero no digas nada, no es eso. –No muy convencida, me guardo la opinión cuando Jackeline entra en el auto y nos dirigimos hacia la fiesta de Marcus, tendré que hablar con mi hermano después.