En el nombre de Los Hicks
img img En el nombre de Los Hicks img Capítulo 10 Un multimillonario diferente
10
Capítulo 11 El ex militar img
Capítulo 12 Un bebé propio img
Capítulo 13 Felicidades, es un varón img
Capítulo 14 Adiós, amante img
Capítulo 15 El nuevo plan img
Capítulo 16 A sangre fría img
Capítulo 17 La dolorosa y triste realidad img
Capítulo 18 La promesa img
Capítulo 19 La sospecha img
Capítulo 20 Su único amigo img
Capítulo 21 Asesino y amante img
Capítulo 22 Cuenta con Nosotros img
Capítulo 23 La indignación img
Capítulo 24 La revelación img
Capítulo 25 La visita inesperada img
Capítulo 26 Enterándose de todo img
Capítulo 27 Cobrando un favor img
Capítulo 28 Eliminando otro obstáculo img
Capítulo 29 La petición de filiación img
Capítulo 30 Repartiendo el botín img
Capítulo 31 Sentimientos encontrados img
Capítulo 32 Un gran aliado img
Capítulo 33 ¿Un nuevo amor img
Capítulo 34 Comienza la cacería img
Capítulo 35 Un pasado develado img
Capítulo 36 El descubrimiento img
Capítulo 37 Una nueva oportunidad de amar img
Capítulo 38 Frente a frente img
Capítulo 39 Un gran hallazgo img
Capítulo 40 Al descubierto img
Capítulo 41 Preparando la búsqueda. Escondiéndose img
Capítulo 42 La recompensa img
Capítulo 43 Cazando al asesino img
Capítulo 44 El lado más oscuro del asesino img
Capítulo 45 Más que un psicópata img
Capítulo 46 Enfrentando a los sospechosos img
Capítulo 47 El desafío img
Capítulo 48 El enfrentamiento img
Capítulo 49 La calma después de la tormenta img
Capítulo 50 Nuevos tiempos, nuevo plan img
Capítulo 51 Sin opciones img
Capítulo 52 La decisión de Bernard img
Capítulo 53 Atendiendo los asuntos pendientes img
Capítulo 54 El reencuentro img
Capítulo 55 Te quiero, hermano img
Capítulo 56 Una triste noticia img
Capítulo 57 Un plan arriesgado e insólito img
Capítulo 58 Conociendo al objetivo img
Capítulo 59 Dubái img
Capítulo 60 Objetivo en la mira img
Capítulo 61 Tendiendo la trampa img
Capítulo 62 Despertando el interés img
Capítulo 63 Mordiendo el anzuelo img
Capítulo 64 Cazador cazado img
Capítulo 65 ¿Es una broma img
Capítulo 66 Final: Promesa cumplida img
img
  /  1
img

Capítulo 10 Un multimillonario diferente

Duncan estuvo siguiendo a Nathan por algunos días antes de planear cómo asesinarlo, para conocer sus rutinas y movimientos frecuentes. Necesitó de un mes completo para saber que parte de su rutina consistía en irse al trabajo en la Southern Hilltop Gold muy temprano todos los días de la semana, con algunos sábados incluidos hasta el mediodía.

En otros tiempos hubiera ocupado parte de sus días en hacer alguno que otro viaje de negocios, y por las tardes, cuando no viajaba, visitar los clubes exclusivos donde se reunía con otros ejecutivos y amistades, jugar al golf o simplemente salir con su esposa a cenar o al teatro, entre otras actividades, pero a Duncan le llamó la atención que casi todos los días luego del trabajo llegaba en compañía de su chófer a un exclusivo conjunto residencial y se quedaba algunas horas en uno de los apartamentos del mismo. Otras veces asistía con su esposa Norma. Pocas veces presenció cómo hacía algunas compras, siempre en compañía de su chófer y en ocasiones con su esposa, y las llevaba al mismo apartamento. Se dedicaría a investigar qué hacía casi siempre allí, o a quien visitaba con tanta asiduidad. Estaba claro que no engañaba a su esposa, pues en ocasiones la llevaba también allí, a menos que la amante sea una conocida de ella, a quien visitaba ocasionalmente.

Si hubiera tenido entre sus planes seguir al chófer luego de que lo dejaba en su casa, se hubiera dado cuenta de que el apartamento que tanto visitaba Nathan era la casa del mismo, y hubiese estado mucho más cerca de saber toda la verdad de lo que ocurría dentro de sus cuatro paredes. Como Bernard no estaba en sus planes, nunca vio cuando él salía y llegaba con su esposa embarazada al exclusivo conjunto residencial.

De lo que sí pudo darse cuenta era que definitivamente Norma no estaba embarazada, pues con el mes de seguimiento pudo verla en varias oportunidades y no había señales de que estuviera esperando un bebé, por lo que la incluyó en sus planes también.

Ya era hora de actuar. Y estaba preparado.

No podía sabotear sus autos porque el nuevo chófer estaba pendiente de ellos y de su mantenimiento; tampoco podía provocar un accidente con otro auto cuando estuviera camino a su trabajo o con su esposa hacia otro lugar porque no había grandes autopistas en el sector donde generalmente transitaba. Pensó en la forma tradicional, dispararle con su rifle de francotirador desde cierta distancia y cuando estuviera llegando a su trabajo o a uno de los exclusivos clubes a los que asistía, o por la noche al llegar a su casa luego de alguna actividad, pero pensó dejarla más bien como último recurso cuando las demás opciones hubieran fallado, si fallan.

Finalmente, decidió contratar a alguien para que fingiera un robo a mano armada cuando estuviera rumbo a su casa luego de asistir a alguna función de teatro, al cine, o cenar junto a su esposa, ya que en esos instantes por lo general no solía estar acompañado de su chófer, a quien extrañamente le daba muchos ratos libres.

Contactó a Billy «el ratero», un antiguo compañero de fechorías y le encargó el trabajo, luego de pagarle una buena cantidad de dinero y de asegurarle que podía quedarse con todo lo que llevaran encima. Para ello debían vigilar a Nathan y su esposa y seguirlos cuando salieran sin su chófer.

–Si salen con su chófer tampoco será un problema –le dijo Billy–, me lo cargo también y listo. Ese saldrá gratis.

Una noche, Nathan insistió en que Bernard se quedara un poco más para que los llevara a él y a Norma a una cena de beneficencia, ya que no quería manejar. Antes de aceptar el empleo, Bernard había indagado un poco sobre el trabajo de chófer de un multimillonario, y se dio cuenta que no hacía todas las cosas que se suponía debía hacer, en especial estar a la disposición de su patrón prácticamente las veinticuatro horas del día. Si bien era cierto que Nathan no era el típico multimillonario, quería saber de todas formas por qué él no actuaba como los demás, y ya que le tenía algo de confianza, decidió esa noche interpelarlo con todo el respeto que se merecía, y excusándose si se estaba entrometiendo en su vida íntima.

–Perdóneme si me entrometo en su vida privada, señor Hicks, pero me ha llamado la atención que usted no es el típico multimillonario, y que yo no soy el típico chófer de un multimillonario. En su caso no veo un rastro de prepotencia, arrogancia o altivez propias de alguien en su posición. Trata a los demás como iguales y a diferencia de los otros ricos, su corazón no está donde está su dinero, es desprendido y generoso, o al menos lo ha sido con mi esposa y conmigo.

Nathan solo se limitó a sonreír ante las palabras de Bernard. Pocas personas se preocuparían por cosas como esa y las hablarían con toda la inocencia, sinceridad y simplicidad con las que lo estaba haciendo aquel hombre, y ahora le agradaba más. Para cualquier persona sería irrelevante esa conversación, sin embargo decidió seguirle la corriente para no hacerlo sentir mal.

–¿Y por qué consideras que no eres el típico chófer?

–Pues, he investigado que un chófer personal para alguien como usted debe provenir de una empresa especializada, y tener entrenamiento en defensa personal y conducción defensiva. Y en el caso de que no provenga de una empresa así, debería tener un área en su residencia para desenvolverse y dormir, y estar disponible para cuando se le requiera, sea la hora que sea. Yo veo que tengo mucho tiempo libre, tal vez por el convenio que tenemos a usted le conviene que yo pase más tiempo con mi esposa y la cuide, pero le repito: no me veo como el típico chófer, y usted no se ve como el típico multimillonario.

–Bueno, en cuanto a tu primera observación, no veo porqué deba ser como los demás «multimillonarios», como tú me llamas; estoy convencido de que no vale la pena desperdiciar tiempo en actitudes negativas que solo oscurecen tu alma y pueden hacerle algún daño a los demás, menospreciándolos o haciéndolos sentir menos que tú por el simple hecho de no tener dinero. Si eres auténtico, el dinero no te cambiará en ningún aspecto de tu vida. Solamente te ayuda a vivir un poco mejor, pero no lo es todo.

–¿Y en cuanto a no tener un chófer como los demás multimillonarios?

–Tengo un chófer, ¿no? Como ya te has dado cuenta, solamente somos mi esposa y yo en la casa; no tenemos hijos hasta los momentos ni ningún otro familiar que justifique tener un chófer disponible la mayor parte del día para trasladarlos. Tengo chófer generalmente para ir y venir a mi trabajo, el cual me mantiene siempre con la mente ocupada. Por lo general estoy pensando en mil y una cosas antes de llegar a mi oficina y podría distraerme fácilmente si conduzco yo mismo. Además –Nathan volvió a dibujar una amplia sonrisa, mientras veía a Bernard por el espejo retrovisor–, si no hubiera tenido chófer no hubiera tenido la oportunidad de tener un hijo.

Norma estaba escuchando en silencio la conversación entre Nathan y Bernard, y sonrió ante las últimas palabras de su esposo.

–En eso tienes razón, amor –le dijo ella, tomándole de la mano–, pero no estás pensando en mí, pues si no tuvieras chófer yo no tendría quien me llevara de compras o donde mis amigas y no podrías consentirme en ese aspecto.

Bernard frunció el ceño por unos segundos, pues se dio cuenta en ese preciso momento que desde que estaba trabajando para ellos habían sido contadas las veces que la ha llevado a ella sola a hacer sus cosas. Generalmente le conducía a Nathan, en pocas ocasiones a ambos, y en muy contadas ocasiones a ella.

Quiso decirle eso, pero prefirió guardar silencio.

A los pocos minutos llegaron al sitio de la beneficencia, un exclusivo club de ejecutivos y personalidades ligadas a la vida social, política y empresarial de la ciudad. Los demás invitados estaban llegando ya y tuvieron que esperar en la fila a que les tocara su turno de detenerse frente a la entrada principal para bajarse del auto. Bernard les abrió la puerta y Nathan y Norma salieron.

–Esto va a tardar un poco, Bernard –le dijo Nathan–. Si quieres puedes ir a darle una vuelta a Margaret y ver cómo está. Regresa dentro de dos horas, para entonces tal vez esto ya haya terminado.

–Muy bien, señor Hicks. Estaré de regreso dentro de dos horas.

Bernard arrancó el Bentley y comenzó a alejarse.

–Sabes que estas actividades no terminan en dos horas –le dijo Norma a Nathan mientras entraban al club–, igual va a tener que esperarnos cuando regrese.

–Lo sé, iba a decirle que nos esperara en el estacionamiento pero no pude evitar pensar en su esposa y nuestro hijo y por eso le ordené que fuera a verlos.

–Pero igual le ordenaste que volviera temprano.

–Sí. Por alguna extraña razón también quiero que esté aquí antes y nos espere.

Cerca, en las sombras y desde su auto aparcado unos metros más atrás, Billy «el ratero» los observaba mientras entraban al club.

                         

COPYRIGHT(©) 2022