En el nombre de Los Hicks
img img En el nombre de Los Hicks img Capítulo 7 Un bebé en camino
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Capítulo 11 El ex militar img
Capítulo 12 Un bebé propio img
Capítulo 13 Felicidades, es un varón img
Capítulo 14 Adiós, amante img
Capítulo 15 El nuevo plan img
Capítulo 16 A sangre fría img
Capítulo 17 La dolorosa y triste realidad img
Capítulo 18 La promesa img
Capítulo 19 La sospecha img
Capítulo 20 Su único amigo img
Capítulo 21 Asesino y amante img
Capítulo 22 Cuenta con Nosotros img
Capítulo 23 La indignación img
Capítulo 24 La revelación img
Capítulo 25 La visita inesperada img
Capítulo 26 Enterándose de todo img
Capítulo 27 Cobrando un favor img
Capítulo 28 Eliminando otro obstáculo img
Capítulo 29 La petición de filiación img
Capítulo 30 Repartiendo el botín img
Capítulo 31 Sentimientos encontrados img
Capítulo 32 Un gran aliado img
Capítulo 33 ¿Un nuevo amor img
Capítulo 34 Comienza la cacería img
Capítulo 35 Un pasado develado img
Capítulo 36 El descubrimiento img
Capítulo 37 Una nueva oportunidad de amar img
Capítulo 38 Frente a frente img
Capítulo 39 Un gran hallazgo img
Capítulo 40 Al descubierto img
Capítulo 41 Preparando la búsqueda. Escondiéndose img
Capítulo 42 La recompensa img
Capítulo 43 Cazando al asesino img
Capítulo 44 El lado más oscuro del asesino img
Capítulo 45 Más que un psicópata img
Capítulo 46 Enfrentando a los sospechosos img
Capítulo 47 El desafío img
Capítulo 48 El enfrentamiento img
Capítulo 49 La calma después de la tormenta img
Capítulo 50 Nuevos tiempos, nuevo plan img
Capítulo 51 Sin opciones img
Capítulo 52 La decisión de Bernard img
Capítulo 53 Atendiendo los asuntos pendientes img
Capítulo 54 El reencuentro img
Capítulo 55 Te quiero, hermano img
Capítulo 56 Una triste noticia img
Capítulo 57 Un plan arriesgado e insólito img
Capítulo 58 Conociendo al objetivo img
Capítulo 59 Dubái img
Capítulo 60 Objetivo en la mira img
Capítulo 61 Tendiendo la trampa img
Capítulo 62 Despertando el interés img
Capítulo 63 Mordiendo el anzuelo img
Capítulo 64 Cazador cazado img
Capítulo 65 ¿Es una broma img
Capítulo 66 Final: Promesa cumplida img
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Capítulo 7 Un bebé en camino

Los exámenes realizados a Margaret indicaban que estaba completamente sana y en condiciones favorables para procrear, por lo que el doctor Holloway comenzó con todo el procedimiento para la fertilización.

Debido a los procedimientos anteriores, el doctor Holloway había criopreservado varios embriones en estadio de blastocito de Nathan y Norma y, luego de seleccionar al de mejor calidad y desarrollo, lo depositó en el útero de Margaret, con la esperanza de que se fije al mismo y continúe su desarrollo sin problemas. Luego de tres días el resultado era positivo, y Nathan y Norma estallaron de felicidad.

Aunque Margaret estaba contenta de mudarse al apartamento nuevo, Bernard aún tenía sus reservas; ella porque necesitaba llevar a buen término el embarazo y no quería preocuparse por nada, y él precisamente porque le preocupaba el embarazo y obtener todo lo que Nathan le había prometido. Aunque él le había dado seguridad en sus palabras, Bernard no terminaba de creerle, ya que no tenía por costumbre obtener cosas sin esfuerzo, y porque pensaba que cuando algo suena demasiado bueno para ser verdad, tal vez no lo sea.

Él le expresó a su esposa su inquietud, y ella lo tranquilizó un poco diciéndole que sí había un esfuerzo involucrado, el de ella, y que llevar un bebé que no era suyo en su interior era una responsabilidad tan grande como trabajar, solo que en este caso el «trabajo» solo duraría nueve meses.

Para terminar de tranquilizarlo, le recordó que le pidiera a Nathan que hiciera constar todo en un contrato, y él se comprometió a decirle al día siguiente.

Pero no le dijo. Al menos no en la mañana. Sentía que si le decía algo lo tomaría a mal, después de todo lo que había hecho por ellos. El apartamento era muy cómodo, ¡y qué decir del BMW! Además, les había hecho un depósito inicial en su cuenta de diez mil dólares para garantizarles recursos a la hora de una emergencia –la cual fue una excusa para que los aceptaran, pues sabía que al momento de tener una él estaría allí para atenderla con diligencia–, y esa tarde le pidió a Bernard que lo llevara de compras junto a su esposa Norma, llenando su despensa con provisiones como para un mes, y comprándole ropa materna a Margaret, quien aceptó acompañarlos apenada, aunque después se le veía contenta y cómoda probándose las prendas bajo la atenta y experta mirada de Norma en cuanto a moda se refería, así sea en ropa materna.

Es por eso que Bernard no tenía ganas de comentarle lo del contrato a Nathan. Pensó que mejor se lo diría al día siguiente, tal vez. Pero fue el mismo Nathan quien al día siguiente tocó el tema mientras se dirigían al trabajo, lo cual lo liberó de aquella presión que lo agobiaba.

–Como sabes, Bernard, queremos mantener el embarazo bajo el más absoluto secreto. Hoy cité a mi abogado para tratar el asunto, y ver cómo podemos elaborar un contrato para garantizar que todos cumplamos con lo acordado. Sería el único de nuestro círculo de confianza que conocería este secreto.

Escuchando aquello del «círculo de confianza», Bernard se sintió halagado, pero también pensó en lo que había dicho de «garantizar que todos cumplamos con lo acordado» mediante un contrato y por primera vez se dio cuenta de que no solamente aquel hombre y su esposa estaban obligados a darles, como lo han comenzado a hacer, todo lo que les habían prometido, sino que también él y Margaret debían darle lo que ellos esperaban: un bebé sano, por lo que ahora veía todo aquello desde una nueva perspectiva, donde habían compromisos de parte y parte, compromisos ineludibles, por lo que decidió dejar de lado todas sus dudas y ver el asunto como una negociación, como le había dicho Nathan, donde el principio de ganar-ganar debía estar presente en todo momento.

–Me parece bien, señor Hicks, eso daría seguridad y confianza a todos. ¿No le parece?

–Absolutamente, mi amigo, sobre todo a ti, que por lo poco que te conozco sé que tienes tus reservas, sobre todo en lo que respecta a lo que van a ganar, como bien lo has demostrado en algunas ocasiones. Así que te digo que no te preocupes, todo saldrá bien. Margaret es una mujer sana y fuerte y tendrá a nuestro hijo sin problemas.

Esta vez Bernard se sintió apenado. Supuso que por su experiencia y trato con cientos de personas en cuanto a negocios se refiere, Nathan sabía identificar a quienes de alguna manera se sentían dudosos o con alguna incertidumbre cuando negociaban y lo aprovechaba o no, de acuerdo con sus intereses.

–¿Tanto se me nota? –preguntó Bernard con una risa nerviosa.

–Y no solo se te nota, sino que lo has dicho en ocasiones. Por eso te pedí que no rechazaras más lo que te ofrecía. No es bueno para ti negarte a todo lo que te corresponde.

–Muy bien, Nathan. Me quedaré tranquilo entonces. Ni una palabra más.

–Recuerda que estás trabajando.

Diciendo aquello Nathan sonó contundente, y Bernard no supo si tomarlo como una orden o no.

–Sí, señor Hicks –dijo, apenado nuevamente y asumiendo su rol de chofer–. Disculpe.

Pero a pesar de conversar el asunto con su abogado, ese día no llegaron a un acuerdo de cómo redactar el contrato, y lo dejaron para otro día. Mientras tanto, Nathan se aseguraría de seguir cumpliendo con su parte del trato, aunque había otro punto que le tenía muy inquieto, por lo que se lo expuso a su abogado, un hombre ya entrado en los sesenta de nombre Phil Wilcox:

–En cuanto nazca el bebé quiero cambiar mi testamento –dijo Nathan–. Le dejaré todo a él y no a mi hermana, como está escrito ahora, en el caso de que Norma muriera antes que yo o nos divorciáramos.

–Muy bien –dijo Phil–, y también me imagino que lo mantendrás en secreto, aunque cuando todos vean que tienes un hijo lo supondrán por lógica natural.

–Por supuesto, pero hasta el día del nacimiento no lo cambiarás y lo mantendrás en reserva.

–¿Crees que haya algún problema con el embarazo? Me acabas de decir que la portadora es una mujer muy saludable.

–No lo digo por eso, Phil, tú sabes cómo es mi familia, son capaces de hacer cualquier cosa si llegan a enterarse de que voy a ser padre y de que no serán mis herederos. Mi primo siempre está en las sombras agazapado esperando el momento propicio para darme un zarpazo mortal, y mi hermana, con tal de seguir su estilo de vida a expensas de nuestra fortuna, también pudiera valerse de artilugios legales o de cualquier otra índole para asegurarse que nadie más se quede con todo esto. Por eso todo este secreto. Cuando mi hijo nazca y esté protegido, ellos no podrán hacer nada contra mí ni contra él.

–Muy bien, Nathan. Sabes que puedes contar conmigo. Mantendré todo como hasta ahora para que nadie en mi bufete sospeche nada y lleguen a meter la pata comentando lo que no deben. Mientras menos sepan, mejor.

–Gracias, Phil, eres un buen amigo; lo fuiste de mi padre, y ahora lo eres mío. Y un buen hombre.

–No tienes porqué agradecerme, tu padre fue un hombre muy especial y crió a un hijo muy especial, por lo que estoy convencido de que tú también criarás muy bien a tu hijo.

–Gracias, Phil.

Nathan se levantó de su silla y le extendió los brazos a Phil, quien también se levantó y lo abrazó efusivamente. Cuando Nathan perdió a su padre, Phil estuvo siempre allí para él, considerándolo como un hijo, y Nathan veía también en él la figura paterna que había perdido tempranamente.

Aunque Nathan no se diera cuenta, en más de una ocasión Phil lo salvó de su propia familia, interviniendo en asuntos de la empresa cuando veía que estaban por hacerle algún daño al patrimonio heredado de su padre, comenzando por el testamento, el cual su primo y hermana querían cambiar fraudulentamente ofreciéndole sobornos, cosa que él rechazó firmemente, amenazándolos con enviarlos a la cárcel si continuaban intentándolo. Por ese motivo Phil no era el santo de la devoción de su familia. Lo aborrecían, y él los aborrecía a ellos.

Tal vez si hubieran redactado en ese momento un testamento condicionado al nacimiento del bebé, hubieran evitado todo lo malo que vendría para Bernard y su esposa.

            
            

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