¡Ha regresado! Al mes justo de su abrupta desaparición el príncipe ha vuelto. Su regreso a causado un gran revuelo en el castillo porque ha anunciado públicamente sus intenciones de casarse...¡conmigo!
Oh, llevo días caminando sobre las nubes, el Señor Hunyadi ha expresado su consentimiento y hemos de desposarnos dentro de dos días. Las costureras trabajan día y noche para modificar el vestido de bodas que perteneció a la difunta esposa de nuestro vaidova, me he quedado perpleja ante tal acto de generosidad.
A pesar de que desea desposarme, el príncipe se muestra extrañamente arisco conmigo, no me mira, apenas me habla, pensé que desearía pasar más tiempo en mi compañía como lo hacen los futuros esposos, pero no. Ni siquiera se hospeda aquí en el castillo Hunyadi, ha tomado una habitación en la posada del pueblo y se rumorea que cada noche lleva a su cama a una de las muchachas que sirven en el establecimiento.
Realmente no le comprendo, ¿por qué me evita cuando muy pronto seremos marido y mujer? ¿por qué se entretiene con otras mujeres si desea hacerme hacerme su esposa? Nunca he sido capaz de comprender la forma de pensar y de comportarse de los nobles.
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La ceremonia tuvo lugar ésta tarde en la capilla del pueblo. Intercambios votos, puso su anillo en mi dedo, besó mis labios fugazmente, me trajo a su habitación en la posada el Sabueso y el Zorro y se marchó.
Le he esperado toda la noche. Me he quitado el vestido de novia y le he esperado en mis enaguas. No ha venido, no va venir. Por alguna razón que desconozco mi esposo me odia tanto que me ha abandonado en nuestra noche de bodas. Me acomodo entre las almohadas y cierro los ojos, sollozando desconsoladamente.
Me he quedado dormida y me ha sobresaltado su toque. Sus manos son frías, toda su piel es gélida, se ha subido a mi cuerpo y ha rodeado mi cuello con una de sus heladas palmas. He abierto los ojos y me he quedado inmóvil, mirándole boquiabierta.
-Aquí estás, esposa.- sisea contra mi oído. -me engañaste con tu fachada inocente, con tu ojitos de alondra perdida...
-¿Señor, qué...?- balbuceo.
-¡Silencio!- vocifera apretando mi cuello en su mano. Jadeo entrecortadamente, su agarre me ha cortado el aire y amenaza con estrangularme.- ni una palabra más víbora, o por los clavos de Cristo juro que te asesinaré ésta misma noche.
Todo mi cuerpo se paraliza de terror.
Afloja su agarre y me permite volver a respirar, acerca su rostro al mío e inhala fuertemente mi aroma. Le oigo sollozar. Su expresión cambia por completo de golpe. Abre los ojos y me mira anhelante, su respiración se acelera y su aliento tibio roza mi mentón.
-Ven, ven a mí cobra. Ven.- murmura, buscando mis labios y besándome desesperadamente. - ¿ Acaso desconoces lo mucho que te eché de menos?¿ Qué tienes que no logro olvidarte? ¿Cómo me has hechizado que a pesar de tu veneno vengo a ti?
Su mano abandona mi cuello y respiro aliviada. Mi esposo está ebrio, su aliento huele a licores, y arrastra las palabras. Se desnuda lentamente y regresa a mí, metiéndose conmigo bajo el edredón. Su piel helada me causa escalofríos.
Me toma en sus brazos y me aprisiona posesivamente.
-Ven mi víbora, dame de tu veneno.- me da un beso fugaz.
--Ven, y bésame.- súplica tomando mi boca en un beso arrollador. Me muerde y me lame los labios. Sus frías manos se cuelan bajo mis enaguas y buscan el calor de mi piel. Gimo, es ... es... ¡oh por la Santísima virgen!
Su mano se cuela entre mis piernas, posándose sobre mi ardiente y húmedo sexo. Rompe el beso y sisea entre dientes.
-He aquí tu poder.- masculla colérico-la fuente de tu encanto. Mmmm.
Introduce un dedo en mí y tiemblo. Lo mueve lentamente mirándome a los ojos, le miro boquiabierta y jadeante.¡Oh, cómo le deseo!
Sólo él podría amenazar con estrangularme primero y encender mi cuerpo con sus lujuriosas caricias luego.
-Yo te creí una palomita inocente pero me resultaste toda una víbora... ven, clávame la ponzoña de tu deseo, moriré envenenado, pero moriré feliz.
Se sube sobre mí, separa mis piernas con su rodilla y me posee. Gruño de felicidad. Pensé que nunca más volvería a sentirle, violento y endurecido dentro de mí. Arqueo mi espalda para acomodarle, sus labios toman mi endurecido pezón y lo devoran. El contraste es exquisito, todo su cuerpo está helado, pero su boca es un horno. Se mueve sobre y dentro de mí, llenando cada rincón de mi sexo y estremeciendo mis sentidos.
Vuelve a colocar su mano en mi cuello, ésta vez de forma más delicada y con su pulgar roza mi labio inferior obligándome a separar mis labios y a gemir en voz alta. Me posee con saña, se mueve en mí con odio y yo...y yo...¡oh por la virgen! Arqueo mi espalda para recibir sus embestidas más profundamente, me abro de piernas ofreciéndome totalmente a él y gimo mi placer descaradamente, porque ya no hay necesidad de ocultar lo que hacemos. Soy su mujer, soy totalmente suya. Me abrazo a su musculosa espalda, recorro su piel con mis uñas y muevo mis caderas contra sus demenciales embestidas.
-Así, cobra, gime para mí. - ronronea en mi oído, sus labios pegados en mi cuello.
Oh,no lo soporto más. Estallo de placer a su alrededor, aprisiono sus caderas con mis piernas y le estrujo fuertemente entre mis brazos.
Sollozo de placer y le siento liberarse en mi interior, tiembla descontroladamente sobre mi cuerpo y se desploma sobre mi pecho exhausto, le veo sonreír un par de veces mientras recupera el aliento.
Su cuerpo ya no está frío, ha tomado mi calor y el de nuestras actividades amorosas y ahora es una braza sobre mí.
Se muerde el labio inferior y jadea. Gira su rostro y me mira a los ojos, le devuelvo la mirada, poniendo en mis ojos toda la ternura que oculto en mi corazón.
-¿Qué os atormenta, Señor? Decidme, tal vez yo pueda ayudaros.- susurro acariciando sus largos cabellos.
-No me mires así, palomita. - susurra contra mis labios, su expresión es atormentada.-no me ames, te lo aconsejo. Si llego a sospechar que tu corazón me pertenece, te destruiré.
Su amenaza hace que se me forme un nudo en la garganta.
-¿Preferiríais que amase a otro, señor? - pregunto en un susurro casi inaudible.
Su expresión se torna pétrea, su mano se enreda en mis cabellos y tira de ellos salvajemente. Su mirada tiene un brillo demoníaco, su sonrisa es la de un lobo salvaje
-Le mataré. Mataré al hombre que ames. Eres mía ahora, paloma o cobra... da igual lo que seas. Eres mía ahora.
-Si, soy suya,señor.- respondo buscando sus labios.
Hotel Dracùl Haus, Rumanía año 2025
Eleni:
Ha pasado una quincena, desde el regreso al hotel del señor Tepes, debo decir que realmente no se le ve por aquí, a parte de las reuniones matutinas una vez por semana a las que debo acudir para informar de las incidencias, el hombre se la pasa encerrado en su oficina. No me estoy quejando, por el contrario, prefiero un jefe ausente a uno entrometido.
Hoy en la tarde comenzaron a llegar grupo tras grupo, tras grupo de invitados VIP. Según me informó Olenka, la asistente y segunda al mando de Vlad, éstas personas selectas han pagado la suma de medio millón de dólares para asistir a un evento muy exclusivo al cual llaman Noche Roja, el mismo tendrá lugar el próximo domingo. Me ha llamado poderosamente la atención que todos los invitados son humanos y no cualquier tipo de humanos, entre los más distinguidos resaltan jeques, billonarios, estrellas de Hollywood, magnates e incluso personalidades de la industria del entretenimiento. Se espera el arribo de al menos cien, en total.
Los preparativos están listos. El hotel reluce , la vajilla es exquisita y el staff está preparado. Supervisó el desarrollo de la cena de bienvenida con ojo de halcón. No puede faltar el caviar en la mesa, no puede escasear el champán helado.
Me paseo entre las mesas de los invitados asegurándome que todo esté en orden. Olenka entra en el comedor, viste un vestido rojo, el cual tiene una abertura que deja una de sus larguísimas piernas al descubierto y unos tacones negros imposiblemente altos. El señor Tepes viene detrás de ella, viste un traje de gala completamente negro, el traje es Armani y sospecho que se lo hicieron entallado. El único toque de color en su conjunto es su corbata roja.
-¿Algún problema señorita Amíntoros?- me pregunta Olenka, pasando se mano por su perfecto peinado.
-Ninguno. Todo marcha sobre ruedas. - respondo firmemente.
El señor Tepes llega a su lado, coloca un brazo alrededor de su cintura y comienza a susurrar algo en su oído. Olenka le presta atención, pero durante todo el tiempo que él susurra pegado a la rubia, sus ojos verdes están clavados en mí.
--Si, en seguida, Señor.- susurra Olenka y se dirige hacia la mesa dónde se sientan los únicos invitados rumanos.
Justine Sziláy , supermodelo aclamada en las pasarelas de todo el mundo y rostro oficial de Chanel, y su primo Matthew Corvin, empresario y magnate de la televisión rumana.
Me mantengo en pie, justo a la puerta del comedor, el señor Tepes se ha quedado a mi lado y entre nosotros reina un silencio incómodo.
-Aquí están señor, tal como lo solicitó.- anuncia Olenka regresando y trayendo consigo a los primos.
La mujer es esbelta, rubia, de facciones delicadas y de andar sensual, el hombre es peli castaño y bien parecido.
-Señor Tepes, es un honor para mí haber sido aceptado entre sus más distinguidos invitados, éste año.- comenta Mathieu extendiendo su mano. Vlad la estrecha por ínfimos minutos.
-Permítame presentarle a mi prima, la señorita Justine Sziláy.- ofrece el magnate haciéndose a un lado y permitiéndole el paso a la modelo.
-Señor Tepes, es un placer.- ronronea la mujer. Extendiendo su mano, como si fuera la reina de Inglaterra. Contempla a Vlad con una expresión de hambre tan grande en su rostro que es francamente risible. Desvío el rostro para ocultar la sonrisa de burla que se ha dibujado en mis labios.
-Justine, el placer es todo mío.- responde el señor Tepes llevándose la mano de ella a los labios. Sus ojos brillan de admiración y mi sonrisa se convierte en una mueca. Bueno, parece que al jefe le gusta la huésped...¡Horror!
-¿Olenka, no nos vas a presentar a ésta... ardiente criatura?- reprocha Matthew mirándome fijamente.
-Oh, perdonen.- dice Olenka sonrojándose.-Ésta es Eleni Amíntoros, nuestra nueva mánager. Los primos se giran a mirarme casi al unísono.Expresiones de asombro en sus rostros.
-¿Amíntoros? - susurra Justine.-¿ no es ese el apellido del Mégas, Matthew?
-Si. Al parecer estamos en presencia de uno de sus parientes humanos.
Entonces caigo en cuenta, toda ésta gente, todos los invitados VIP de ésta noche, todos éstos humanos lo sabe. Saben que los vampiros existen y lo que es más, han venido a disfrutar de las actividades del hotel precisamente por ese motivo.
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En un momento durante la noche uno de los camareros tropezó conmigo y vertió sin querer la media copa de champán que traía en su bandeja sobre mi blusa. He abandona el salón principal, donde los invitados intercambian entre ellos e incluso algunos se han entusiasmado a bailar.
Busco el cuarto de descanso de los trabajadores, gruño. Genial, mi primer evento importante y terminó hecha un asco. Bien Eleni, vas muy bien. Me reprendo sarcásticamente. Me quito la ropa y me meto bajo la ducha caliente para deshacerme del olor del champán. Me enjabono y me enjuago rápidamente, luego procedo a secarme. Salgo de la ducha , abro mi taquilla y comienzo a vestirme, gracias a dios soy una persona precavida, preparé un segundo uniforme para eventualidades como ésta. Me pongo las bragas y la saya...
Una persona normal, una mujer normal se abrocharía el sujetador por delante y se ahorraría el sufrimiento de luchar con los pequeños garfios pero yo soy especial, y francamente idiota.
Llevaba cinco minutos intentado introducir los garfios de un lado en sus aros correspondientes del otro cuando unos dedos fríos rozaron la piel de mi espalda.
Giré mi rostro hacia un lado y le vi. Mis ojos se abrieron como platos.
Vlad Tepes, mi jefe, el dueño del hotel y el vampiro con más mala fama de todos los tiempos, contempla mi espalda desnuda con abierta expresión de deseo.
Un intenso escalofrío recorre todo mi cuerpo, se me pone de gallina toda la piel y tiemblo.
Se muerde el labio inferior y me mira a través de sus tupidas y negras pestañas. Trago en seco. Los dedos de sus manos recorren el contorno de mis costados y luego siento que tiran de mi sujetador. En un movimiento rápido me lo ha abrochado a la espalda.
--Señor Tepes...yo...
-Las gracias no son necesarias señorita Amíntoros, termine de vestirse y regrese al salón. La noches es joven todavía.
Dicho esto desapareció.