Capítulo 10 Soñando despierta

El recorrido de algo suave sobre mis piernas instó a que mis ojos se abrieran. Al final de la cama casi sobre mis pies, descansaba un gato blanco jugueteando con una bolita de estambre roja, su larga cola se movía sin parar chocando con mi pierna izquierda.

La oscuridad se extendía en la estancia mientras una pequeña parte de la cama era alumbrada por la luz que se filtraba del baño y el silencio era roto por el sonido de música ambiental que se escuchaba en la lejanía, extrañamente mi cuerpo se sentía en paz pero algo a dolorido.

Ráfagas de recuerdos llegaron a mí ocasionando que me sentara y barriera con la mirada la habitación. Me encontraba vestida con ropa interior en la inmensidad de una cama con sabanas blancas. De un momento a otro las palabras del hombre que observaba como mi cuerpo era poseído llegó a mí transmitiendo miedo y desconfianza.

Su voz...

Su mirada...

Mientras su voz prometía protección, sus ojos gritaban peligro.

--¿Como te sientes?.. -- el toque sobre mi hombro izquierdo terminó por sobre saltarme, ocasionando que mi corazón empezara a latir con fuerza contra mi pecho hasta casi salir de mi cuerpo.

No podía articular palabras, solo me quedo asentir y emitir sonidos nasales.

--Has dormido toda la tarde.. Quisiera seguir observándote mientras duermes pero debemos continuar..- extendió su mano invitándome a unirme a él, logrando que mis ojos recorrieran cada uno de los músculos que adornaban su brazo hasta llegar a su pecho y descender por su desnudo torso, donde sus abdominales invitaban silenciosamente a mis dedos a delinear cada uno.

--¿Vamos?..

Coloqué tímidamente mi mano sobre la suya e instantáneamente una corriente eléctrica penetro las puntas de mis dedos, fluyendo por todo mi cuerpo hasta concentrarse en aquel punto de unión entre mis piernas.

Al plantar mis pies en el frío suelo una emoción inexplicable embargo mi ser, ocasionando que los latidos de mi corazón aumentarán y mi respiración se volviera irregular.

Él terminó por acortar la distancia, acercándose peligrosamente como un león en busca de su presa. Deslizó su mano libre por mi brazo tocando suave con la punta de sus dedos mi deseosa y ardiente piel.

Al llegar a mi hombros sustituyó las yemas de sus dedos por sus uñas, labrando un camino repetidas veces sobre mi clavícula. Con nuestros dedos aún unidos rodeo mi cintura situando nuestras manos en la parte baja de mi espalda tirando de mí hasta juntar nuestros cuerpos.

--¿Puedo tocarte?.

Sin pensarlo, aquellas palabras salieron de mi boca sorprendiéndonos a ambos.

Un jadeo salió de sus labios al tiempo que sus dedos resbalaban por mi nuca enredándolos en mi pelo.

--t-tú...--un suspiro escapó de sus bordes carnosos al tiempo que cerraba fuertemente sus ojos. Era como si tratara de buscar las palabras perdidas en lo mas profundo de su mente.

--Tú puedes hacer conmigo lo que quieras--al abrir sus ojos un brillo de excitación pasó fugaz oscureciendo el color de sus iris.--Soy tuyo.

Se deshizo del agarre de mi pelo entretanto dejaba libre la mano sujeta con la suya tras mi espalda. Tomó mi cara entre sus manos haciendo pequeños círculos sobre mis mejillas.

--tuyo..-- pronunció una vez mas al tiempo que juntaba nuestras frentes-- desde que abriste aquella puerta te pertenezco, al igual que tú a mí. Fuiste un rayo de luz en la oscuridad de esa habitación nublando mis sentidos...

Suspiró ocasionando que el aire expulsado de sus labios chocaran con los míos.

>>--trate de alejarme de ti para no dañarte con mi mierda, pero fue imposible. Yo, un maldito enfermo que te quiere amarrada a la cama sabiendo que no es bueno para ti. Mi mente y mi cuerpo te pertenecen a ti, cada día lucho contra los demonios que ensombrecen mi alma retorcida para mantenerme entre las sombras ocupandome de otras cosas, pero mi mente rebelde me tortura con la imagen de tu cuerpo desnudo sobre la cama bajo el mio mientras me adentro en la calidez de tu cuerpo.

>>Eres lo mas importante en mi vida.. Aunque me mantenga tras una máscara siempre seré tuyo.. Si me dieran a elegir entre una vida normal y una atormentada, preferiría la segunda por que tu estás en ella.

Como si de una película se tratase, acerco tentadoramente sus labios a los mios dejando unos pocos centímetros de distancia. Sacó su lengua y delineó eróticamente cada borde, logrando que mis piernas temblara por la magnitud de su acto. Deslizó sus manos de mi cara a mi cuello, y emprendió un viaje a través de mis brazos hasta sostener mis manos en las suyas. Las levantó a la altura de su rostro para luego depositar un beso en cada una de mis palmas.

--Siempre tuyo... --susurro con la voz temblorosa al tiempo que posaba mis manos sobre su pecho.

Bajo mi piel la figura de un hombre lleno de misterios y de mirada aterradora temblaba por el simple contacto de mis dedos. Armandome de valor, comencé a trazar las pecaminosas escrituras sobre su definido abdomen hasta llegar al borde de la toalla alrededor de su cintura.

En ese momento decidí ser arriesgada explorando cada rincón de su cuerpo. En cada toque sus ojos se mantenían fuertemente cerrados mientras que sus labios dejaban escapar pequeños gemidos y su cuerpo convulsionaba ante mi.

En cada rose sus músculos se tensaban y su rostro reflejaba satisfacción por ser tocado. Era como si tratara de agudizar sus sentidos manteniendo el control por no tirarse sobre mi cuerpo y devorar cual depredador a su presa.

--suficiente...-- sentenció al atrapar mis manos sobre su abdomen.

Mis ojos libremente recorrieron su cuerpo deteniéndose en su cuello por varios segundos, para después emprender su rumbo y conectarse con su expresiva mirada.

Sus ojos se encontraban mas oscuros que de costumbre, pero reflejando como siempre lo que su cuerpo ansiaba. Con una sola mirada podía hablar lo que sus labios callaban.

Plantó un beso en la comisura de mis labios antes de sacar su lengua y trazar un camino por mi mentón para descender a mi cuello. El rose de su órgano gustativo contra mi piel enardecía aun mas la llama entre mis piernas, aumentando las ganas de liberación de mi sensible feminidad. Si continuaba con su endemoniada tortura provocaría que mi cuerpo estallara entre sus brazos.

Una de sus manos tomo mi desordenada melena para apartarla de su camino donde esparcía sus besos y mordidas sobre el valle de mi cuello y mi hombro.

Se desplazó a mi alrededor hasta posicionarse justo detrás de mi, pegando su fornido pecho contra mi espalda. Jugueteó con el broche de mi sostén tentando a mis pechos para ser atendidos por sus hábiles manos.

Situó sus largos dedos en mi cuello obligándome a inclinar mi cabeza y reposarla sobre su hombro. Atrapó con sus dientes el lóbulo de mi oreja hasta tirar de el susurrando palabras casi dolorosas para mi entre pierna.

--quiero recorrer tu piel centímetro a centímetro sin que ningún objeto se interponga en mi camino. quiero saborear tu piel hasta el cansancio y morir con el dulce elixir que me ofrecerá la delicada flor entre tus piernas.. quiero ser tú primer y último pensamiento del día.. y dañarte para que otros hombres no tomen lo que por derecho es mío.

Bajo su control ambos avanzamos unos cuantos pasos hasta que mis rodillas chocaron con el borde de la cama. Puso una mínima distancia entre nuestros cuerpos dejando que el frío penetrara en mi piel abandonada por su tacto. Sus dedos delinearon el vértice entre mis pechos provocando que mi piel se volviera de gallina. Paseó sus uñas por la costura de mi sostén hasta llegar al broche y deshacerse de el.

El toque sus labios con mi espalda me sorprendieron momentáneamente. Repartiendo ciento de besos por mi columna llegando al comienzo de mis nalgas. Las tomo a ambas en sus manos dándole leves apretones y mordiendo a su antojo. Quitó mis bragas e introdujo uno de sus dedos en mi interior..

--siempre lista para mi...

Esparció mi humedad por mis labios para después bordear mi botón y retirar sus dedos logrando una protesta de mi parte.

-- inclina tu cuerpo y pon tu pecho sobre la cama y muestrame tu precioso culo pequeña..--susurro al tiempo que su mano impactaba con la piel desnuda de mi nalga.

Acatando su orden, arrodillándome en el incomodo piso, presioné mi pecho contra la cama extendiendo mis brazos y tomar en puños la tela de las sabanas. Sus dedos trazaron peligrosos caminos sobre mi columna acabando finalmente sobre mi cóccix. Pegó su pelvis contra mis nalgas y comenzó a simular los movimientos de la penetración.

Si pretendía que perdiera los papeles para suplicar por su posesión pues ya lo había logrado, en cada embestida la humedad entre mis piernas aumentaba mientras que una bola de sensaciones insoportables crecía en mi interior.

Solo quería correrme.

Solo una vez.

            
            

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