Capítulo 10 : Stalker parte 4

Asher

En la clase de Castellano tuvimos que volver a reunirnos en grupo para continuar con el trabajo pendiente, y como fue de esperar Freik y Gabriel no hacían absolutamente nada para ayudar, solo hablaban entre ellos mientras Artemis y yo éramos los únicos haciendo algo productivo.

-Freik ¿puedes ayudarme a buscar una obra literaria de suspenso que haya sido publicada entre 1970 y 1999? -le digo interrumpiendo su conversación con Gabriel.

-Lo haría con mucho gusto, pero mi celular no tiene datos ahora -hace una mueca

-Te presto el mío -se lo extiendo.

-Ya va, en un momento lo hago, tranquilo -mueve la mano en el aire como si dijera "no fastidies, después lo hago"

Me quedo con el celular en la mano cuando Gabriel lo toma decidido a ayudarme.

-Yo lo hago.

-Gracias -al menos uno quiso hacer algo.

Al cabo de unos segundos ya tenía la respuesta.

-Listo, aquí tienes -me devuelve el teléfono en lo que me pareció muy rápido.

Al leer lo que había buscado me doy cuenta de que ni siquiera era lo que le pedí que buscara.

-Era una obra de suspenso, no de terror y ni siquiera fue publicada entre las fechas, éste es del 2003.

-¿Qué no son lo mismo el suspenso y el terror?

-No, no son lo mismo -dije entre dientes

-Para mí son lo mismo -dice levantando los hombros como si no fuera relevante.

-Pero para la profesora no -digo conteniendo mi molestia interna.

Me rindo y dejó de lado el tema. Ninguno de los dos servía para algo. Freik no quiere ayudar y Gabriel, aunque lo intente lo hace mal y no se esfuerza por corregirlo. Solo éramos Artemis y yo.

La miré sentada a mi lado concentrada escribiendo en sus notas con un libro súper viejo que le pidió a su tía. Ella se anticipó y vino preparada.

Se veía tan enfocada en lo que hacía. En las veces que nos tocaba reunirnos para este trabajo noté que se recogía el cabello haciéndose una cola, y siempre en todas las veces le quedaba un mechón por fuera que caía en su cara, ella soltaba un soplido para apartarlo, pero siempre volvía a caer en su rostro.

-¿Quieres que terminemos esto después de clases? -digo de repente y ella mueve sus ojos hacia mí-. Aún nos falta bastante y no terminaremos para pasado mañana si no nos reunimos hoy.

-¿En dónde?

-En mi casa.

-Lo siento, hoy no podré, Azul vendrá a mi casa.

-No sabía que eran amigas -frunzo el ceño.

-No lo somos, pero creo que podemos llevarnos bien.

-Ok, entonces lo dejaremos para mañana.

-¿Y Freik y Gabriel?

-Oh, ellos...están fuera.

-¿En serio? -alza ambas cejas.

-Sí -admito impresionado de mí mismo.

-¿Y ya les dijiste?

-Aún no y tampoco sé cómo decirles.

-Qué bueno que decidiste hacerlo. No quería ser la nueva que dice que otros no trabajan, podrían comenzar a odiarme y no estoy lista para enemigos todavía -asiento a cada palabra que dice.

-Pues no tendrás que hacerlo, lo haré yo. Entonces ¿mañana en mi casa después de clases...tú y yo?

Ella sube la mirada viendo al techo y entonces dice mirándome:

-Lo pensaré, mancha.

-¿Mancha? -arrugo la cara.

-¿Has visto tu camisa? -ella baja la mirada viéndola.

Bajo la cabeza pegando el mentón del cuello y veo una mancha marrón en mi camisa blanca, posiblemente de café esta mañana antes de venir al colegio.

-No puede ser, ¿estuve con esa mancha en mi uniforme todo el día? -la miro angustiado.

-Así es -me mira con una sonrisa divertida.

Suena la campana indicando el comienzo del recreo.

Artemis recoge sus cosas y me dice, por último.

-Nos vemos, mancha.

Ahora ella no dejará de llamarme así, ¿verdad?

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Artemis se voltea esbozando una sonrisa divertida y al salir del salón comienza a ahogar gritos de emoción que estuvo conteniendo desde el momento que Asher la invitó a su casa.

-¡No lo puedo creer!

Dice mientras mueve los brazos y agita su cabeza.

Estaba alegre no solo porque la invitó a su casa sino porque también estarán solos sin esos dos buenos para nada, y eso la movía por dentro.

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Libano

Al terminar las clases acompañé a Kinsey en la misión de atraparme.

"Ten a tus amigos cerca, pero a tus enemigos mucho más" es justo lo que hacía, además porque tenía que frustrar su plan de alguna forma.

No podían encontrar mi casa, si eso ocurría es mi fin.

Howard le ofreció a Kinsey llevarnos hasta la ubicación del hater, así que ambos nos subimos en la parte trasera de su camioneta conducida por su hermano mayor.

-Hola, soy Hall. Gusto en conocerlos -se voltea desde el asiento del piloto.

Yo estiro el pie al sentarme y toco un bolso en el piso.

-Kinsey -le extiende la mano y yo me presento de la misma forma- ¿Sus padres tienen algo con la H?

-Pues papá se llama Harry así que en realidad fue su idea que nuestros nombres comiencen con H -dice Hall.

-¿Podemos movernos hermano? -le dice Howard con una sonrisa fingida.

-Claro, claro. Solo conocía un poco a la chica de la que no paras de hablar - menciona al arrancar y salir de la escuela.

-¡Hall! -dice entre dientes mirándolo con los ojos bien abiertos.

Kinsey suelta una risita nerviosa.

Yo solo estaba ahí como espectador viendo como ambos cruzaban miradas con una leve sonrisa. Nada me desagradaba más que esta situación.

Poco a poco nos fuimos encaminando en la ruta hacia mi casa y ya era hora de que hiciera algo antes de que fuera tarde.

Debía pensar rápido.

-Préstame tu celular -le pido a Kinsey-. No le dije a mi mamá que iba a venir con ustedes y no tengo saldo en el mío.

-Claro -lo saca de su bolso y me lo entrega.

Al tenerlo en mis manos veo que tiene una advertencia de poco espacio de almacenamiento y se me ocurre una idea.

-Tienes poco espacio, si quieres te ayudo a limpiarlo. Hago esto todo el tiempo con el mío, tranquila -ella asienta y entonces entro en acción.

Me meto en la dirección adjunta que le había enviado Howard y la elimino, ahora para taparlo entro en sus archivos para borrar cualquier cosa y crear espacio, audios, fotos viejas, caché, datos de aplicaciones. Hasta que finalmente el aviso se quita y le devuelvo el teléfono.

-Como nuevo.

-Gracias.

-Ya casi estamos cerca -dice Hall.

Al mirar por la ventana compruebo que así es, estábamos a unos metros de llegar a la calle de mi urbanización. Hall tenía la ruta en su GPS y debía hacer algo drástico para llegar hasta ese dispositivo.

-¿Podemos pararnos un momento en esa gasolinera?

-¿Por qué? Ya casi llegamos -dice Howard.

-Necesito ir al baño y es urgente.

-¿No puedes aguantar?, Libano -me mira Kinsey.

-No, no puedo, es muy urgente. A menos que quieran que me haga aquí mismo en esta bella camioneta.

-Oh, eso no -Hall gira hacia la entrada y se estaciona al lado de la tienda.

Antes de salir vi a Kinsey y le pedí:

-¿Puedes comprarme un Gatorade y algo para aliviar el dolor estomacal?, por favor, lo voy a necesitar cuando regrese, eso me pide el doctor en estos casos.

-Pero...

-Eres la mejor amiga, gracias -cierro la puerta y me voy corriendo hacia los baños que quedan a un costado de la tienda.

Me asomo al borde de la pared y veo a Kinsey con Howard caminando hacia la entrada justo como calculaba.

Howard no dejaría que ella fuera sola, él obviamente la acompañaría, pero sabía que eso no era suficiente para sacar al hermano, él se quedaría a cuidar el carro hasta que...veo a Howard salir de la tienda y va hacia el carro, Hall baja la ventana, ambos cruzan unas palabras y ¡bingo! El hermano sale del auto dejando la ventana semiabierta.

Cuando los dos entran a la tienda es cuando yo salgo y me dirijo hacia el carro metiendo la mano en la ventana tratando de alcanzar el GPS. Estaba pegado en el parabrisas, solo debía estirarme un poco más...mi mano casi lo tomaba, podía rozar el marco de la pantalla. Giré la cabeza hacia la entrada y los vi salir a los tres de la tienda con las cosas que les pedí. Entré en modo alerta y me pegué lo más que fue posible lastimándome la axila con el vidrio. Alcancé a tomar el borde del GPS y lo jalé con fuerza desconectándolo. Ahora que lo tenía en mis manos salí corriendo por detrás del auto y me oculté ahí.

Escuché cuando llegaron y se subieron cerrando las puertas. Mientras, yo le saqué el cable que colgaba del GPS y lo lancé lejos, el GPS lo metí en mi bolsillo. Esperé un poco y entonces entré.

-Uff, ahora ya me siento mejor. No me pasaba esto desde...

-¿Y el GPS? -pregunta Hall viendo hacia el frente y notar que no estaba.

-¿Lo guardaste? vle pregunta su hermano.

-No, ¿tú lo tienes?

-No.

Y después de eso vinieron las rabietas del hermano de Howard, gritando y maldiciendo por todas partes.

-¡Mamá y papá me van a matar!

Fue un desafortunado robo que anuló nuestra misión, porque sin GPS, no hay dirección y sin dirección, no hay hater y sin hater. Libano puede seguir respirando en paz.

-Lo lamento tanto, Kinsey -le digo poniéndole el brazo alrededor.

-Yo igual. Sabía cuánto querías atraparlo -le dice Howard mirándola desde el asiento del copiloto.

-No te preocupes, Howard. Ustedes son los que perdieron algo tratando de ayudarme, es mi culpa.

-No, para nada. No te culpes por esto. El culpable es el desgraciado ladrón que se llevó el GPS -Howard esboza la comisura izquierda de su boca haciendo una pequeña sonrisa de consolación.

-Ya es la segunda vez que nos roban. Primero la Hummer negra y ahora esto -se queja Hall con la cabeza pegada al volante.

-¡Un momento! -dice Kinsey esperanzada-. Tengo la dirección que me enviaste en el celular -mira a Howard sonriente.

Ella busca entre sus mensajes la dirección, pero se lleva una agria sorpresa cuando ve que no está.

-Intento entrar, pero dice que el archivo no existe. No entiendo.

-Creo que es mi culpa -le digo apenado-. Es probable que cuando le hacía la limpieza se haya eliminado, lo siento mucho, Kinsey, no fue mi intención -digo con el tono de voz más arrepentido que pude fingir.

-Está bien, Libano. No es tu culpa -hace una mueca triste.

-¡Mi celular! -anuncia Howard alegre-. Yo te envíe la ubicación, aún está en mi celular -Kinsey regresa a tener una sonrisa de esperanza.

Él estira su mano detrás del asiento para agarrar su bolso en el piso y comienza a abrir los compartimientos buscando su teléfono hasta que comienza a preocuparse al no encontrarlo.

-No está aquí, ¡Yo juro que lo metí en mi bolso!

-No me digas que también perdiste tu celular -le mira su hermano.

-¡Estaba aquí! Lo metí cuando salimos del colegio, ¡estoy seguro!

-Mamá y papá nos van a matar es un hecho -dice Hall sabiendo lo que les iba a pasar.

La sonrisa de Kinsey duró poco y volvió ese semblante decaído. Ella miró por la ventana cuando nos íbamos y en su celular anotó algo.

-Al menos no todo fue en vano. Tengo el nombre de esas dos residencias: Urbanización Arboleda y Residencias Fruta. Sabemos que vive en una de esas dos, y lo voy a encontrar.

Eso está por verse...

Pronto Hall nos llevaría a nuestras a casas y ahí estaba el pequeño detalle conmigo. Me podía ir caminando hasta mi casa, pero obviamente no podía, así que le dije que vivía en una residencia más o menos cercana en donde me dejaron y de ahí tuve que irme caminando a mi verdadera casa.

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Azul

Después de terminar las clases la mamá de Artemis nos llevó hasta su casa. Y desde el primer momento en que la vi y ella me sonrío preguntándome cómo estaba, no la podía ver como a cualquier otro adulto, ella sabía lo que había hecho, ella vio las fotos en mi estado besándome con un hombre muchísimo mayor que yo.

Cuando nos fuimos acercando a su casa noté que en realidad estábamos en la misma residencia que en la mía lo cual se me hizo curioso, pero la coincidencia aumentó aún más cuando nos estacionamos enfrente del mismo edificio en el que vivía.

-Ya llegamos -dice Artemis bajándose del auto.

De momento no quería decir nada. Entramos al edificio, subimos las escaleras y me di cuenta de que estábamos un piso abajo de mi apartamento. Mi corazón latía a una velocidad impresionante, era imposible tanto nivel de casualidad.

La mamá de Artemis abrió la puerta y entramos a su apartamento.

-Bienvenida a mi humilde morada. Sé que no es la gran cosa, pero fue lo que conseguimos al mudarnos aquí -me dice Artemis enseñándome la casa.

Recuerdo que hace unos meses este apartamento estaba en venta y cuando los nuevos vecinos se estaban mudando ni siquiera me interesó en ver quiénes eran...que grave error.

Estaba boquiabierta procesando el hecho de que Artemis es mi vecina y su mamá guarda algo sobre mí que si le llega a decir a mi mamá estoy frita. Las posibilidades de que hablaran eran muchas, a mi madre le encantaba ser cordial con los nuevos vecinos. La única forma de minimizar ese riesgo es si no saben que yo también vivo aquí.

-¿Impactada por mi hermoso palacio? -Artemis me mira alzando una ceja.

-Eh, sí, sí. Es muy bonita tu casa -esbozo una sonrisa.

-Todavía le faltan arreglos, pero es mejor que vivir bajo un puente, ¿no? -le sonrío.

-A comer chicas -anuncia su mamá.

Nos sentamos en el comedor de forma que Artemis queda en un extremo de la mesa y su mamá frente a mí. Entonces comienzan las preguntas y la típica conversación cuando se está comiendo.

-¿Así que estudias en Las Estepas desde hace cuánto, Azul? -me pregunta la señora.

-Desde preescolar señora... -no sabía cómo llamarla.

-Por favor dime Priscila, no mamá de Artemis o señora, estamos en confianza, ¿verdad? -esboza la comisura de su boca.

-Claro -le digo sonriente.

-Qué raro que no haya visto niños por el colegio -señala Artemis al pensar lo del preescolar.

-Es que la etapa de básica y primaria están separadas por otro módulo -le respondo.

-Oh, no sabía eso.

-¿Y esperas saberlo todo cuando apenas tienes unas semanas de estar en el colegio? -le mira su mamá.

-No -le responde seca.

-Cuéntame más sobre ti, Azul -me mira Priscila muy interesada- ¿En dónde vives? No conocemos mucho por aquí, pero así vamos conociendo.

Pero que buena pregunta señora

-Yo vivo en... -piensa rápido-, Residencias Fruta.

-¡Ese sitio es hermoso! -exclama Priscila-. Tal vez para la próxima puedan reunirse en tu casa, cuándo puedas claro.

-Por supuesto -sí, claro...

-Sé que esto es personal y apenas nos estamos conociendo, pero dime Azul, -me mira intrigada la señora- ¿algún novio o pretendiente?

-¡Mamá! -le llama la atención, Artemis.

-Ay, relájate hija, a ti no te pregunto porque no hay nada de qué preocuparse, solo mírate -Artemis suspira indignada y por mi parte trato de callar una risa-. Entonces Azul, ¿tienes novio? -sus ojos me veían directamente a los míos.

Sentía que ella intentaba llegar a alguna parte con esas preguntas y que todo estaba relacionado con las fotos que vio. Me estaba sacando información y quizás por eso me invitó en primer lugar...es una chismosa.

-No, no tengo novio. Digamos que no tengo la mejor reputación de todo el colegio.

-¿Y por qué?, ¿qué fue lo que pasó? -se hacía la que no sabía nada.

Ambas teníamos la mirada puesta sobre la otra y podía sentir como salían chispas de nuestros ojos. Esa complicidad en nuestra vista era palpable, las dos sabíamos muy bien lo que una sabía de la otra.

-Bueno mamá fue suficiente. Si me permites me llevaré a Azul -Artemis se levanta.

-Pero Azul no ha terminado de comer.

-Descuide, se me quitó el hambre. - le doy una mirada asesina mientras me levanto de la silla y me voy con Artemis a su cuarto.

En su habitación ella se dirige al equipo de música y yo me quedo parada en la puerta.

-Mi mamá puede ser a veces un poco metiche, discúlpala. Es su naturaleza.

-No importa.

-¿Qué música te gusta? -pregunta mientras busca en su iPod.

-No lo sé, de todo un poco.

-¿Alguna banda favorita?

Me siento en una silla de ruedas y doy unas cuantas vueltas.

-Ah...

-Si dices One Direction, te mato -se voltea a verme.

-En realidad es algo tonto...pero me gustan los Jonas Brothers, fueron mi infancia -nunca antes se lo había dicho a alguien, pero ya qué.

Artemis se para de brazos cruzados mirándome juzgante.

-¡También fueron mi infancia! -grita dando saltos.

-¿En serio? -no lo podía creer estaba sonriendo como idiota.

-Y Big Time Rush, obviamente.

Suelto un suspiro y me levanto agarrándola de los hombros.

-Amiga, ¿dónde estuviste toda mi vida?

Artemis se acercó al equipo y puso Sucker, la última canción de los Jonas Brothers que marcó su regreso después de tanto tiempo.

Ella abrió su closet en donde tenía guardada cosas que se usan en la hora loca de las fiestas, bufandas de plumas rosa, sombreros de colores, lentes enormes de plástico, los clásicos collares tipo hawaianos. Las dos estuvimos poniéndonos todas esas cosas actuando como tontas mientras bailábamos al compás de la canción. Sentía que tenía de vuelta once años y podía divertirme como en esos tiempos.

Artemis agarró una lámpara y la usó como guitarra, yo hice lo mismo y tomé una regla de 60 cm y pretendíamos ser estrellas de rock. Nos tomamos de las manos y dimos vueltas en círculos hasta marearnos y tirarnos en la cama riéndonos.

Tenía tanto tiempo que no me divertía así en mi vida, y por un momento me pude olvidar de todo lo que pasaba en la escuela, de las cosas que decían de mí...de todo, y sentí que por primera vez ya no me importaba lo que dijeran los demás de mí.

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En algún momento todos encontramos un break para liberarnos de todo lo que nos rodea, un escape para olvidar todos los problemas...pero la cuestión es esa.

Que no duran para siempre, y en algún momento tenemos que regresar a la realidad...

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