De nuevo y aunque increíble increíble para Joel, Raine estaba dormido. Era absurdo que una persona pudiera dormir tanto y solo despertar de forma esporádica para ir al baño. Desde lo sucedido apenas si lo había visto despierto unas tres veces, y lo poco que le había dicho no eran más que insultos para que lo dejara en paz. Pero en un inicio le sirvió el que Samuel estuviese en ese estado casi catatónico, pues aprovechó para limpiarle las heridas y hacerle curaciones, porque en ese lugar nadie más lo hizo. El trámite para llevar una persona capacitada podía durar mucho y el chico pudo haber muerto de no ser por Joel, que con lo poco que la vida dura le había enseñado y ayudado de otros más, pudo curar y acomodar, orando al cielo y pidiendo a aquel que los había abandonado en este mundo, que los huesos rotos, soldaran lo mejor posible. Más le valía que Samuel no se enterara jamás de eso.
Esa noche en que Samuel probó por primera vez la ingrata sensación de una verdadera golpiza, fue llevado en camilla hasta la enfermería y ahí lo tiraron. No era prudente llevarlo a un hospital, el nombre del sitio quedaría muy comprometido y el golpeado, no era un muchacho cualquiera. Wilde sin perder tiempo les dijo que él tenía conocimientos en enfermería y que él se encargaría de todo. En brazos de Wilde estuvo todo ese tiempo, donde no había nadie, ni había nada, las pocas cosas que pudo usar para curarlo, las consiguió gracias a un amigo que tuvo que hacer uso de sus talentos y robarlas de la oficina del director. Más le valía a ninguno enfermarse nunca, pues ahí no había doctores ni enfermeras, y solo venían para hacer muy esporádicas revisiones según lo pidiera el director del internado.
El líder de la pandilla y todo su grupo, fueron sacados de ese lugar y trasladados a uno peor, si es que acaso lo había. No existía peligro entonces para Samuel, pero parecía que el CEO, único título en dignidad que no pudieron quitarle, esperaba que el tiempo pasara y no despertarse nunca.
Joel entró al lugar que además se encontraba en un edificio algo alejado, dejó la charola en una cama próxima a donde se encontraba Samuel y se dispuso a comer, acompañado por la somnolienta presencia del joven de cabellos castaños. Sería una hora de larga meditación viéndolo dormir, pero eso no le molestaba. Hizo una charola aparte para poder dejarle la comida a Samuel por si despertaba y tenía hambre.
-¿Qué demonios haces aquí otra vez? -La voz severa de Samuel por poco hace que Joel se ahogue con su bebida de frutas. El chico de ojos azules se sentó en la cama con mucha dificultad y con la mirada enfurecida, dirigiéndola a Wilde.
-Me alegra que hayas despertado... Samuel, ya van varios días y de todo lo que te he traído apenas si has comido un par de galletas y una manzana.
-¿Te importa?
-Puedes enfermar más si no comes, te podrías poner muy débil y...
-¡Y qué! -interrumpió Samuel, en molesto grito -¿Ya no tendría fuerzas para defenderme de otra golpiza? -Las palabras calaron en lo más hondo de Joel. Aún así intentó seguir con su disimulada súplica, sabiendo que debía poner todo de su parte para no alterarse y terminar a golpes con él, lo que le había sucedido, seguramente le había afectado mucho en su vida, pero parecía que no mucho en su arrogante carácter.
-Quizás sí tenga algo que ver el que no comieras bien con lo que te pasó, quizás te hubieses podido defender mejor, sí ellos eran más, pero hasta donde recuerdo, en la escuela tú peleabas casi con cuatro a la vez y eras muy bueno haciéndolo
-¡Ja! mira quien lo dice -habló Samuel mientras viraba su cabeza a la ventana -alguien que lo único que pudo hacer en una situación así, fue ponerse a llorar como una niña....
Era el reclamo más injusto que jamás él le hubiera podido hacer a Joel Wilde, y dolió hasta la médula de los huesos en la humanidad del rubio. Era tan injusto que Samuel le dijese eso a la única persona que se había interesado por su bienestar desde que estaba allí. A la única persona que día tras día desde ese ataque había ido a verlo, le había curado, le llevaba comida, le rogaba por que se alimentara y muchas veces le cubría si dormía demasiado destapado. La única persona que quería verlo fuera de allí y que fuese el mismo odioso, pero fuera de la cama, libre.
Después de todo, Joel no tenía por qué haberlo ayudado, o al menos haberlo intentado, no hubiera tenido por qué llorar por lo que le pasaba y muchos menos hubiera tenido que preocuparse por él. Samuel lo sabía, el silencio hizo aún más grave su reclamo, no debió decir algo como eso, menos a Wilde, que apenas pasó saliva, y agachó su cabeza con enorme tristeza.
Viró un poco a ver a Joel y este aún tenía la cabeza baja, tomando en su mano el vaso de jugo que ahora añoraba se le hubiese ahogado antes que escuchar eso. Samuel en verdad quería decir algo para sentirse menos miserable y hacer sentir menos miserable a Joel, pero no encontró palabras para eso. El rubio se puso en pie, recogió su charola y se dispuso a irse.
-Espero, Samuel, que nunca en tu vida sientas el miedo y la impotencia que yo sentí al ver como esos desgraciados te hacían lo que te hacían. -Dicho eso, salió del lugar dejando solo al chico de ojos azules.
No se podía sentir peor, por que no le quedó tiempo. Vio la bandeja con el almuerzo que el rubio le había traído y quizás a manera de disculpa con él y consigo mismo, comió todo lo que había en ésta. Sabía además que era muy posible que ya no volviera.
-Y dime ¿cómo sigue?
-Igual, Rob, igual. Aún está deprimido y casi no come -respondió el rubio a uno de sus amigos en ese sitio, sentándose en su lugar en el salón de clases
-Vamos Joel a mi puedes decirme la verdad.
Rob era el único y real amigo que Joel tenía en ese inmundo lugar. Era un chico de mirada sencilla y limpia que inspiraba una confianza absoluta. Su cabello era de color negro al igual que sus ojos, presa de miradas malintencionadas, pero gracias a su amistad con Joel y con otros cuantos, se había librado de la misma suerte que tuvo Samuel. La belleza no le era esquiva a ese chico y los lentes que usaba antes que quitarle gracia, le daba un aire de inocencia que encantaba a más de uno. Un poco más bajo que Joel, se inclinó lo suficiente para que éste le prestara la atención que necesitaba, al no conseguirlo prosiguió.
-Debes entenderlo un poco, su monumental orgullo se vio lastimado de gran forma, no solo dejó de ser una persona importante, además de eso, recibió daño físico y emocional. No sé en verdad que es lo que haya sido Samuel en un pasado, pero creo que nadie se merece lo que le pasó. Nunca te lo va a decir, pero estoy seguro que te agradece todo lo que tú haces por él. Todas las personas, necesitamos de la certeza que somos importantes para alguien, y sé que él cuenta con su hermano y contigo. Tenle un poco de paciencia. -Rob se sonrió y dejó con la boca abierta a Joel, quien no supo que responderle pensando que probablemente, todo lo que le dijo era verdad.
Lo intentaría entonces una vez más. A la hora de la comida, de nuevo, bandeja en mano, llevaba su propia comida y la de Samuel. Salió corriendo del salón comedor y se dirigió por los pasillo callados y oscuros para llegar a la enfermería.
-Oye, Rob, ¿a dónde va Joel con tanto afán?
-«Oh Dios...» -Pensó el chico un tanto asustado, pues le preguntaba eso nada más y nada menos que el jefe de un grupo muy especial del internado, que fue rival del grupo de Kyle, y era además muy fuerte. Nada tendría que ver eso en su vida, sino fuera por que Trent, el jefe de ese grupo, estaba obsesionado por Joel, tanto así que muchas veces se le había declarado con respuestas negativas por parte de Wilde, pero sin importar esto, no dejaba de acecharlo ni mucho menos de insistir. -Pues creo que fue a ver como seguía Samuel, sabes que lo obligaron a que lo atendiera después de la golpiza que le dio Kyle y pues como aquí no hay médicos ni enfermeras...
-¿Y por qué tú no lo acompañas, Rob?
-¿Qué dices?, Samuel apenas y a punta de insultos si recibe a Joel, la verdad no me gustaría que me insultara a mi también. -Al parecer satisfecho con la respuesta, Trent se sentó con su grupo a comer. Rob estaba nervioso y no entendió muy bien por que se puso así, después de todo Joel solo iba a darle de comer a Samuel y nada tenía que suceder. Pero Trent era un ser de temer y lo único que lo dejaba tranquilo era el saber que Joel y Samuel se detestaban.
Le dio una satisfacción enorme a Joel, el ver que Samuel había por fin comido todo lo que le había dejado al medio día. Sonrió para sí, y buscó disimuladamente su mirada, pero de nuevo estaba dormido. Joel entonces siguió su rutina de sentarse en la cama junto a la de Samuel y comer mientras él dormía haciendo todo el ruido posible para que el ex CEO despertara.
-¿De nuevo tú? -preguntó Samuel quien acostado daba la espalda a Joel, parecía ser que el método de fastidiar con el ruido, después de semana y media había funcionado.
-Sí, y veo que por fin comiste, lo que queda es que dejes la flojera y salgas de esa cama, vaya ahora entiendo, la verdad es que siempre has sido un perezoso, y tus empleados eran los que te hacían quedar bien de verdad...
-¡YA CÁLLATE!, ¡NO ERES MÁS QUE UN MALDITO ESTORBO! -gritó Samuel ante las palabras burlonas de Joel. El chico de cabellos rubios se asustó un poco con la reacción del otro muchacho que se levantó de la cama enfurecido seguramente dispuesto a pelear con él. Dejó entonces su bandeja en la cama y se puso en pie para enfrentar a Samuel. Si peleando lo sacaba de allí, entonces pelearía. -¡No quiero escuchar nada de un estúpido que lo único que hace en una situación así es...!
-¡Sí, ya lo sé!-respondió Joel también gritando-. ¡Lo único que hago es ponerme a llorar! ¡Pero te juro que yo me hubiese podido defender mejor y al menos uno de esos cretinos habría salido muy lastimado! -gritó tanto Joel que se le subió la temperatura, y la vena de su cuello estaba por reventar. Cerró los puños dispuesto a volarle los dientes a Samuel, pero este se le vino encima con tal fuerza que no se dio cuenta como terminó estrellado contra la pared y tras él, el de cabellos castaños que lo aprisionaba a ésta.
-¿Así que tu te hubieses podido defender mejor no? -le dijo el de cabellos chocolate, susurrándole al oído, más que como una ofensa como una incitación -espero que sepas lo que dices...
Lo cierto es que Joel en medio de la presión contra su cuerpo que estaba teniendo, no sentía muchas ganas de pensar. Samuel se debatía entre si golpearlo o no, pero seguía ejerciendo presión sobre la humanidad del más bajo. Pero Joel hizo lo impensable y en lo que Raine creyó que era un movimiento para sacarlo de encima, lo abrazó, tan fuerte como pudo para no hacerle daño a su ya lastimada humanidad.
-Dime cuando demonios vas a empezar a defenderte...-le susurró de nuevo Samuel al oído, mientras recogía con su olfato el aroma dulce del cabello de Wilde.
-En el mismo instante en el que empieces a agredirme...-contestó con un hilo de voz el muchacho de cabello muy claros.
Levantó la vista y ambos pares de ojos, los azules como el océano, y los castaños como el otoño, se encontraron algo confundidos y aterrados. Pero ellos estaban muy solos en el mundo y por primera vez en mucho tiempo, ambos sentían el calor de un abrazo, uno muy particular.
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Fin capítulo 5