Una vez, el hijo del Rey tomó por mascota a un joven escorpión. Pero su padre le advirtió : "hijo, jamás lo dejes, jamás le des la espalda, pues él te recordará si intentas olvidarlo". El niño un día muy cercano ya no jugó con él y ya no quiso verlo de frente. Y se enteró el Rey que su hijo había enfermado, su amigo le había picado. Y de nuevo le dijo el Rey : "¿Que acaso no te lo dije hijo mío?, Jamás des la espalda a un escorpión, ni intentes dejarlo a un lado, porque te recordará su lealtad inyectando su veneno, pues prefiere que ambos mueran, antes que sentirse traicionado..."
***
La firma de acuerdos se llevó a cabo tres días después del "encuentro" entre los presidentes de River Corporation, y KNT, en las instalaciones de las empresas River. Asistió, por supuesto, solamente uno de ellos, Joel Wilde. El representante legal de Oliver River, no estaba para nada feliz con que su jefe hubiese cedido a ese porcentaje por el que se había negado tanto. Ignoraba el viejo por completo que el señor Wilde había usado métodos bastante efectivos para hacer que su jefe aceptara, pero que a su vez le habían condenado para siempre. Esperaban en ese momento que llegase una documentación legal firmada también por Oliver, y así empezar de inmediato con los fletes.
-Se tarda mucho ese documento -comentó en voz alta el viejo-. Apuesto que el señor River, como debe ser, está pensando mejor las cosas.
-Quizás sí -respondió Joel, sin darle la cara-. Es un negocio importante, no dudo que lo haga.
Inmediatamente después de la corta y áspera conversación, entró una llamada al móvil del representante legal. Cuando contestó, se puso pálido y todos creyeron que las noticias eran terribles, sin embargo, luego de colgar no dijo ni media palabra. Los abogados de Joel empezaban a impacientarse, pero él en lo único que pensaba era en volver a ver a Oliver, por eso no dejaba de mirar al pasillo, hacia la puerta donde seguramente se encontraría él. Por fin después de casi media hora de espera, un joven muy atractivo y que se presentó como el asistente personal del señor River, hizo su aparición con la firma del acta.
-Perdón por la tardanza, el CEO les envía sus más sinceras disculpas, pero aquí está el documento. Señor Wilde, puede firmarlo de inmediato y el trato estará sellado.
Joel recibió de manos del joven el papel con la indiscutible firma de Oliver, pero no lo vio con buena gana. El joven parecía que podía ver a River siempre y eso, aunque no quiso admitirlo, lo llenó de celos. Se firmó por fin, se destapó la champaña, y se dieron los abrazos y felicitaciones pertinentes. No tardó mucho en acercarse Joel al chico e intentar saber algo de su relación con Oliver.
-Dime muchacho ¿conoces tu al misterioso presidente?, es raro que no desee acompañarnos...
-Sí, señor -respondió el chico con una sonrisa-. Claro que le conozco lo veo diario. Y en verdad lamenta no asistir, pero digámoslo de esta forma, no es de su agrado estar con mucha gente.
-Ya veo, debe tenerte mucha confianza.
-La necesaria nada más. -Y aunque la conversación quería llevarla Joel hacia detalles más íntimos, el muchacho tuvo que irse pues debía atender otros asuntos que le había designado su jefe.
Y no era para menos que Wilde se sintiera incómodo. El muchacho era muy simpático en su forma de ser y mucho más en su apariencia, tenía los cabellos claros y rizados, los ojos grandes y de apariencia inocente. Medía casi un metro con ochenta y ni qué decir de su cuerpo, muy atlético y perfecto. Lo vio mientras se iba deseándole que ojalá rodara escaleras abajo.
-Mire usted, señor Wilde, ese jovencito tiene futuro, el señor le tiene mucha estima. -El comentario de uno de los abogados de River solo confirmó la teoría de Joel, el chico era un gigoló de Oliver.
Todos comenzaron a irse, era el turno de Joel pero una llamada a su móvil lo detuvo. Era Oliver, quien se había enterado de todo lo que había sucedido en la reunión y necesitaba con urgencia de su presencia en la oficina principal. Por supuesto el hermoso rubio no se hizo esperar y no encontró el más mínimo inconveniente para entrar en los dominios de aquel enigmático hombre.
-¿Estás, Oliver? -preguntó Joel mientras entraba y cerraba la puerta tras de si. Al fondo del oscurecido salón, una figura brillaba, era la máscara que usaba él. Lentamente se acercó hasta su lugar y cuando lo tuvo en frente le sonrió.
-¿Ibas a irte sin siquiera saludarme, señor Wilde?, Vi y escuché todo lo que sucedió en la reunión, incluso mande callar a mi impertinente representante.
-Pensé que ni siquiera estabas, ya que enviaste a tu "asistente", para que firmara los papeles.
-¿Algún problema con él?
-Ninguno.
Oliver se puso en pie y se acercó todo lo posible a Joel, puso sus manos en los hombros del rubio e hizo que el gabán de este resbalara hasta el piso. Joel lo único que pudo hacer fue mirarlo fijamente. Las manos amplias y bien cuidadas de Oliver fueron a parar a los botones de la camisa del rubio para abrirlos uno por uno.
-Dime Oliver ¿cuántos años tienes?
-Veintiocho -le respondió mientras que jalándolo por la hebilla del pantalón lo acercó más a sí.
Joel se quejó un poco, pero tomó las manos del CEO y las retiró de su cuerpo. Se empezó a abotonar de nuevo la camisa, ese no iba a ser el lugar en que estuviera con ese hombre que despertaba en él, tantas sensaciones que creyó muertas.
-Señor Wilde...
-¡No me llames así! -intentó gritar Joel. Que le dijera de esa forma lo molestaba mucho, pues no quería sentirlo tan lejano. Oliver se sonrió un poco y se deshizo él mismo de un saco negro que llevaba, dio la espalda a Joel y se dirigió a su oficina regresando segundos después con una pequeña bolsa.
-Joel -dijo un tanto divertido-, no te molestes por algo tan insignificante, te llame como te llame, eres mío. -Oliver entonces sacó de la bolsa una cuerda con la que hábilmente le amarró las manos al joven rubio. Joel no se asustó en lo más mínimo.
-Este no será el lugar, Oliver. Pero me gusta esto que haces, tal vez algo de caricias... y algo de besos... -Joel empezaba a perder un poco la noción de la situación, al sentir los besos de River en su cuello. Luego, la camisa de nuevo fue desabotonada, solo que esta vez, el dueño de esta no pudo abrocharla.
Joel estaba dejando que Oliver le acariciara por todas las partes que quisiera. Ya la camisa estaba abierta en su totalidad, Wilde no podía creer que de nuevo sentiría ese tacto sobre su piel, uno tan parecido al de su primera vez, hacía ya tantos años. Estaba dejándose llevar mucho, pero los recuerdos lo estaba embriagando. Sin embargo, no era justo con Oliver, no debía pensar en nadie más mientras estuviera con él.
Con toda la delicadeza que pudo, le pidió que lo desatara. El hombre a regañadientes lo hizo, ese no iba a ser el momento para cumplir su fantasía. De mala gana guardó todo en la pequeña bolsa, parecía que le tenía preparado a Joel una amplia gama de objetos para hacerlo muy feliz.
-Ahora no pareces tan ansioso por mí, como noches atrás. No juegues conmigo señor Wilde. Hicimos un trato, eres mío.
-Por favor, Oliver, no lo hagas ver así. Es tu oficina, hacerlo acá es como si estuvieras con uno de tus asistentes... tal vez te recuerde a ese jovencito que trabaja tanto a tu lado. -El tono celoso en el que hablaba le hizo mucha gracia al CEO.
-Yo haré, lo que tú me pidas, Joel.
-¿En serio?, entonces quiero que de inmediato despidas a ese asistente personal tuyo.
Oliver tomó su móvil y llamó al muchacho. Cuando estaba por decirle que por favor recogiera sus cosas y se fuera de la empresa, Joel le arrebató el teléfono y se excusó con el muchacho, diciéndole que se trataba de una llamada equivocada. Era un tanto halagador que River estuviera dispuesto a hacer lo que él quisiera, pero comportarse como un insensible arrogante no era su forma de ser en absoluto.
-Joel, quiero que vayas esta noche a mi casa.
-Querrás decir a tu mansión, ¡ja! es más grande incluso que la de los Raine. Pero esta noche no puedo hacerlo, tengo que ir a cenar con él...
-Señor Wilde, dime que parte del "eres mío" no te queda clara. Te estoy diciendo que quiero que vayas esta noche a mi casa. -Joel se sintió incómodo. Había quedado de ir a cenar con Raine y no podía dejar de asistir.
-Iré después de cenar con él.
-Si no vas, llegaré a la mansión Raine y luego de golpear a ese cretino, te sacaré a rastras de ahí si es preciso. Espero que te haya quedado claro.
-Llegaré Oliver....-respondió Joel a la advertencia de Oliver con gracia, sin imaginar lo en serio que él hablaba-. ¿Puedo hacerte una pregunta?, si yo soy tuyo, eso quiere decir que tu eres mío ¿Verdad?.
-Verdad. -El hombre de cabello rubios se tomó la barbilla y se puso algo reflexivo. Al señor River se le hizo en extremo tierna aquella actitud. Sin embargo, él también quería decir algo. -Bueno ahora es mi turno de pedir favores -el tono que Oliver utilizó no le gustó en lo más mínimo-, quiero que esta noche termines con Raine y vengas a vivir conmigo.
-Oliver -susurró Joel un tanto asustado -no es tan fácil....
-¿Por qué no?, ¿Tanto lo amas?
-Ojalá hubiera algo de eso en mí, pero hay personas que dependen de esa relación que tengo con él. Si me das algo de tiempo yo...
-Un mes. Te doy un mes para que rompas tu compromiso con ese hombre y cualquier relación que tengan. Joel -dijo mientras le tomaba por la barbilla y la estrechaba muy fuerte -si no lo haces, entonces lo mataré, y sabes que hablo muy en serio.
Joel vio fuego en esos ojos, que se acentuaba mucho más en el brillo de aquella máscara. Tenía un mes para salir de Raine y de todo lo que implicaba estar a su lado. Debía pensar rápido, antes que Oliver cumpliera con su sentencia. Lo vio mientras se ponía el gabán, comprobando lo mucho que le gustaba y que ese era el hombre con quien seguramente terminaría casándose si es que de casualidad lograba romper con su actual prometido. Pero su destino estaba ya hecho por el señor todo poderoso de Raine Corp., y lamentaba que los restos de su corazón fueran siempre manipulados de esa manera. Más le valía hacer en un mes, lo que tenía pensado en un poco más de tiempo. Si podía lograr su libertad y estar con Oliver, la vida le compensaría todo es que le quitó de manera despiadada.