Capítulo 6 La Encrucijada Del Escorpión

El momento era tan incierto como desesperado. Los sentimientos que Joel pudiera tener por Samuel, quedaban al desnudo, como dentro de poco quedaría su cuerpo. El de cabellos rubios casi creció junto a ese arrogante y vivaz muchacho, y poco a poco, a pesar del odio que parecía emanar del joven Raine, había algo que lo halaba a esa humanidad, a esos ojos azules que brillaban como los más bellos días de verano, a ese cabello castaño que se movía con tanta gracia en el viento, a ese porte altanero, a esos brazos, a todo ese hombre.

Samuel hizo un primer movimiento y dejó un rastro de besos en el cuello de Joel. La verdad era que lo estaba probando, quería que todo terminara de un empujón y una maldición, pero el muchacho, no se movía. Al contrario, se aferró con fuerza a sus brazos, cosa que estaba resintiendo en aquel que fue tan lastimado por esa vara.

Joel no parecía tener la más mínima intensión de querer quitarse de encima a ese de ojos azules. Samuel entonces, sin decir una palabra buscó su rostro y se encontró con una mirada algo suplicante. Se confundió aún más, pero era ese momento en el que debía decidir, si seguir con el juego o sacarlo de su vida para siempre. Y decidió continuar, porque por dentro su corazón también suplicaba por estar con Joel.

El de ojos de almendras cerró los ojos e inclinó su cabeza hacia arriba, era claro su deseo. Samuel sintió cómo la sangre subió a su cara, y tal vez a su pelvis. Pero tendría que cumplir, su imagen estaba en juego. Acercó sus labios a esos pálidos que lo estaban esperando y se movió como creía debía hacerse, y el instinto fue la guía para mejorar y poder invadir la boca de Joel, que estaba en la gloria. Ya entonces hubo una lucha de aquellas lenguas ansiosas, pero no solo ahí se daba la batalla.

El cuerpo del más alto, arrinconó a del cabellos claros y ya no obedecía mucho a la sensatez. Era tal la fuerza del abrazo que Joel pensaba que podía atravesarlo en cualquier momento. Y se dio, la manos se metieron por debajo de la odiosa camiseta y se movieron traviesas por la espalda caliente del rubio.

Aquella era la primera bandera roja que debía superar para saber si debía continuar. Se retiró entonces del muchacho, rompiendo el beso y viéndolo con mucha seriedad.

-¿Por qué te detienes? -preguntó Joel con actitud infantil.

Samuel entonces, perdió los estribos. Su mente se nubló y cargó en uno de sus hombros al muchacho para dejarlo caer en la descuidada cama de ese lugar, sintiendo también que su brazo, si bien no se había roto en el asalto que sufrió, seguro lo haría ahora que estaba dispuesto a hacer suyo a ese chico. Ya había estado una vez con una chica, por eso no entendía como era que Joel lo estaba excitando tanto. Quizás era algo en su mirada, que estaba llena de un sentimiento que él no entendía. Algo le recordaban esos ojos a los de su madre, tal vez, estaban llenos de afecto. Amor, era una palabra que no se había estrellado en la vida de Samuel, nunca.

Se subió a la cama y se empezó a quitar la ropa. Joel vio que muchas de sus heridas aún no sanaban por completo, y tocó una que estaba cerca de su ombligo. La acarició con tanta ternura que Samuel no supo que hacer en ese momento.

-Debió dolerte tanto, yo hubiera recibido gustoso esa golpiza con tal que no sufrieras de esa forma.

-Pero qué dices, tonto, entonces igual estaríamos en esta situación. Yo tampoco hubiera soportado que te doliera un dedo. Así tenía que ser, y voy a protegerte, si es preciso con mil palizas así.

Joel movió su cabeza en negativa, e iba a decir algo más, sin embargo el cuerpo que le cayó encima fue más rápido. Ya no había espacio para pensar en nada más, ya eran dos seres humanos que iban a hacer el amor. A pesar que Samuel no conociera el significado de aquella palabra.

Le quitó toda la ropa a Joel, y con esto, la vergüenza. Para el muchacho de cabellos de sol sí era su primera vez, en todo. Ese beso al que se entregó sin medida, era su primer contacto con los labios de otra persona y por dentro sitio un festejo al saber que esa boca, era la del Samuel, que le gustaba tanto. Ahora, que esa lengua húmeda lo estaba saboreando palmo a palmo, también por dentro cantaba de dicha que fuera la de ese, de ojos como el océano.

Entonces, Samuel metió en su boca el miembro de Joel, cosa que no se esperaba para nada. Intentó apartarlo, pero fue inútil, y vino entonces el concierto de gemidos y súplicas. El muchacho creía que moría y le advirtió a su amante que de seguir así terminaría muy pronto y no deseaba eso. Deseaba un gemido al unísono con Raine.

-Joel ¿estás seguro?, una vez entre en ti, ya no habrá vuelta atrás. Porque no voy a detenerme.

El muchacho respondió con una sonrisa y una caricia a la mejilla de Samuel. Era entonces el momento de seguir, e invadir por completo el cuerpo virgen de Joel. Le levantó la cadera un tanto, ya creía que era el momento, lo preparó lo mejor que pudo. Y se dio, Joel se aferró de nuevo con tremenda fuerza de los brazos de Samuel, no se esperaba que la invasión doliera tanto. Samuel empujó poco a poco, aún el chico estaba muy estrecho, no obstante una vez que ambos se relajaron, todo fluyó.

Joel subió en tono de sus gemidos, ahora eran pequeños gritos. La sensación nueva que se lo estaba llevando por delante, era perturbadora. Samuel estaba feliz de ver a su chico tan complacido, así que empezó a embestir con más fuerza. Le dolió un horror la espalda, pero no iba a permitir que sus heridas dañaran ese momento. Por el tono de los gritos de Joel supo que estaba por terminar, ya había resistido lo suficiente. Se movió aún con más ímpetu y terminó dentro del muchacho, creyendo que así debía sentirse el morir y revivir en un solo segundo. Estar con él, era todo lo que necesitaría en la vida. Y ese sentimiento que no conocía, por ahora llevaba el nombre de Joel Wilde.

Cayó pesadamente sobre la humanidad de Joel, quien aún no se recuperaba del todo. Se retiró por fin y se hizo a un lado de su nuevo amante.

-Bueno -dijo Joel apenas respirando -al menos comprobé que yo tampoco me hubiese podido defender....

-Que cosas dices. -Joel por fin levantó la cara y se movió un poco, pero el dolor era insoportable. Vio el reloj, pasaba la media noche tenía que regresar a su habitación, o levantaría sospechas. Pero cuando puso los pies en la tierra el dolor en su espalda y pelvis fue tan grande que no se pudo sostener en pie.

-¡Ah, rayos! -jadeó de dolor, mientras Samuel le ayudaba a levantarse.

-¿Qué haces, tonto?

-Debo irme, no quiero que nada suceda por mi culpa. -Hizo una pausa mientras recogía algo de su ropa-. Samuel, me gustó mucho... -lo último lo dijo en muy baja voz.

El CEO sintió como si una bomba de aire le inflara el pecho. Ya no había malos recuerdos. Luego le dijo algo al chico rubio que por poco lo regresa al piso: regresaría con él a la habitación. Así pues mientras Wilde se vestía, Samuel recogía las pocas cosas que eran suyas y volvía de nuevo al mundo real.

Joel estaba más que feliz. Caminando apenas, iba detrás de Samuel, incitándose ante el cuerpo perfecto de su «novio» por que para Joel en eso se había convertido el otro chico. En su novio.

            
            

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