Capítulo 7 Ryker era diferente

Al rato, la sirvienta volvió con un pastel que con cautela dejó sobre la mesa de té junto a ellos. "Señorito, aquí está lo que solicitó. Es de crema de fresa".

Apenas el pastel apareció en la línea de visión de Kara, se inquietó en los brazos de Ryker. Por lo que con sus grandes ojos fijos en la comida, agitó sus bracitos ansiosa.

Riéndose, Ryker le indicó a la criada que podía irse. Seguidamente, agarró la bandeja para acercársela a Kara.

"¡Oh, se ve muy bien! ¿Puedo comer ya?", preguntó la niña con la boca hecha agua. Esa divertida expresión hizo que Ryker soltara una breve carcajada. Pues aunque la pequeña le estaba pidiendo permiso educadamente, ya había agarrado silenciosamente el tenedor, evidenciando que tan pronto como él le diera el visto bueno, devoraría el pastel de inmediato.

Entonces, viendo la expectación en el pequeño rostro de Kara, el corazón del chico se ablandó involuntariamente. "Por supuesto. Yo te sostendré el plato", dijo en voz baja.

"¡Grandioso! ¡Gracias! ¡A comer!".

Dicho esto, Kara sacó un gran trozo de pastel y se lo metió con entusiasmo en la boca, dejando que la crema de fresa se extendiera por su paladar mientras mostraba una expresión de satisfacción. Relamiéndose, gritó feliz: "¡Vaya, está delicioso! ¡Es el mejor pastel que me he comido en mi vida!".

"Me alegro de que te guste, puedes comer tanto como quieras", aseguró Ryker, tomándola por la cintura para que ella pudiera apoyarse contra su pecho más cómodamente. Lo último que quería era que se resbalara accidentalmente de sus piernas. Allí, con su cálido cuerpecito pegado al del chico, él le sonrió con cariño a la pequeña monstruo masticadora.

"¡Está demasiado sabroso! ¡Qué rico! ¡Quiero más!". A pesar de que tenía la boca llena, Kara seguía murmurando emocionada.

Por su parte, Ryker estaba tan concentrado en ella que no se dio cuenta de que su abuelo y la vieja ama de llaves estaban mirándolos desde el segundo piso.

De pie junto a la escalera, el señor Phil abrió los ojos con sorpresa. Y después de observar a su nieto por un largo rato, se volteó hacia el mayordomo para preguntar: "¿De dónde sacó a esa niña?".

"Bueno, no sabría decirle", contestó el otro, rascándose la cabeza confundido. "Para ser franco, no sé exactamente qué pasó. Más temprano, el señorito Ryker salió furioso de la casa. Nosotros intentamos perseguirlo, pero nos fue imposible dar con él. Hasta que hace unos minutos salió casualmente de la casa de al lado con esa niña en sus brazos. Así que supongo que ella debe ser la hija del vecino".

"Ya veo", respondió el anciano con una expresión indescifrable. De nuevo, su mirada se posó en los dos niños en la planta baja.

Al ver esto, el mayordomo preguntó tras unos segundos de duda: "Señor, ¿quiere que lleve a la niña con sus padres?".

"No, aún no", dijo Phil, sosteniendo firmemente su muleta con una mano, mientras con la otra hizo un ligero gesto. Sinceramente se podía ver un rastro afecto en sus ojos, haciéndolo lucir radicalmente diferente a su yo habitual. En seguida, con una mirada profunda, susurró: "Desde la muerte de Marina, mi nieto ha pasado de ser un niño animado y extrovertido a uno sombrío que siempre está de mal humor. Incluso se ha vuelto frío e indiferente con las personas que lo rodean. Es bastante raro verlo interactuar voluntariamente con otros, así que déjalo ser".

Suspirando, el mayordomo secundó esa opinión: "Sí, tiene razón. El señorito Ryker solía ser muy amable y educado, pero después de la muerte de su madre cambió mucho. La verdad es que no lo había visto reír así en mucho tiempo".

"Por cierto, si Ryker trajo a esa pequeña, supongo que es porque sus padres no están en casa. Estáte pendiente cuando regresen para que mandes a alguien a informarles sobre el paradero de su hija, no debemos asustarlos", ordenó Phil con una mirada complicada en su arrugado rostro.

"Sí, señor. Me encargaré de eso ahora mismo". Con esto, el mayordomo inmediatamente bajó las escaleras. Phil, por su parte, permaneció inmóvil, sumergido en sus pensamientos. Un par de minutos después, finalmente respiró hondo antes de bajar lentamente.