Capítulo 8 Ese viejo es mi abuelo

"¡Sabe tan delicioso! ¿Te gustaría comer un poco también?", después de comer sola y emocionada por un tiempo, Kara recordó de repente que Ryker la había estado observando todo ese tiempo sin probar nada. Así que, con amabilidad, le ofreció un bocado.

Como el chico nunca había sido un gran fanático de los postres y, de hecho, odiaba ese tipo de comida dulce y pegajosa, se negó de inmediato: "No, gracias. Está bien así, lo importante es que tú lo disfrutes...".

Sin embargo, antes de que pudiera terminar su oración, Kara lo sorprendió metiéndole un pedazo de tarta dentro de su boca. Ryker estaba por completo aturdido, mientras la masa suave y dulce se derretía sobre su lengua, se preguntó si debería tragarla o escupirla.

Ignorando lo que pasaba por su mente, Kara lo miró expectante y le preguntó con una sonrisa: "¿Por qué no te la tragas? ¡Es realmente deliciosa!".

Al ver que ella estaba esperando su reacción con ilusión, él decidió que no quería decepcionarla. Después de dudar por un momento, hizo un enorme esfuerzo por masticar esa cosa que odiaba con todas sus fuerzas y finalmente se la tragó. Cuando el sabor de la crema y la fresa se esparció por su boca, se sintió extraño. Para su sorpresa, era una sensación agradable y no sabía tan mal como lo recordaba. De hecho, sabía... bien.

"Entonces, ¿qué te parece? ¿Te gusta?", preguntó Kara con curiosidad, los grandes ojos negros le brillaban como dos estrellas en la noche.

Encontrando su mirada encantadora, Ryker asintió y sonrió con cariño: "Sí, tienes razón. Es delicioso".

Kara estaba encantada al saber que a él también le gustaba su comida favorita, así que, arropada por una cálida sensación de orgullo, decidió que entonces debería darle otro bocado del pastel.

Rápidamente, agarró el tenedor y cortó otro trozo del plato. Al momento siguiente, levantó su manito hacia la boca del chico y le dijo con una voz dulce y suave: "Bueno, entonces toma otro pedazo".

Con una sonrisa, Ryker asintió y bajó la cabeza para comer de un mordisco lo que le ofrecía. Luego, él le quitó el tenedor de la mano y sacó otro pequeño trozo para llevárselo a la boca de Kara. Sus ojos brillaron de alegría cuando le dijo: "Aquí hay un bocado para ti. De hecho, el pastel es tuyo, así que no me pidas que termine de comerlo por ti".

Kara se echó a reír. Realmente, todo el plato era para ella. Ella, rebosante de felicidad, le agarró la mano entre las suyas y estiró la cabeza, tomando un gran bocado mordiendo directamente el pastel. Mientras masticaba con los labios llenos de crema, murmuró emocionada: "¡Delicioso! ¡Este es el mejor pastel que he comido en mi vida!".

"Me alegra mucho que te guste, Kara", respondió Ryker.

Las comisuras de su boca le respondieron a la emoción de la niña con una sonrisa de satisfacción. ¿Cómo podría no ser deliciosa esa torta? Todos los pasteleros que trabajaban para su abuelo eran profesionales altamente remunerados y calificados y, además, contratados del extranjero. Mientras alimentaba con cuidado a la niña, Ryker no se detuvo en sus movimientos. Apenas ella terminaba de tragar un trozo de pastel, él le daba de inmediato otro, muy atento mientras le servía y la atendía con dedicación.

En este momento, el viejo amo se acercó a los dos y quedó bastante conmocionado por la escena. ¿Ese chico frente a él era realmente Ryker? Nunca se le ocurrió que algún día vería a su nieto, normalmente indiferente y apático hacia todas las cosas, alimentando a una niña con una sonrisa en el rostro. El anciano se frotó los ojos. ¡Debe ser un milagro!

"Ejem, ejem...", fingió que tosía unas cuantas veces para llamar la atención de los niños y que notaran su presencia. Puesto que, como estaban tan entretenidos entre ellos, habían ignorado por completo que él estaba allí. Si se hubiera quedado parado esperando que lo vieran sin interrumpirlos, sería eterno.

Como era de esperar luego de su aparente tos, los niños se voltearon para mirar al viejo amo. Kara arqueó las cejas sorprendida y preguntó: "¿Ese es tu abuelo?".

Ryker apartó la mirada del hombre con calma y respondió con un tono frío e indiferente: "Sí, este viejo es mi abuelo".

Al oír las palabras descorteses del joven, el rostro del anciano se ensombreció de tristeza. Enfurecido, caminó hacia Ryker cojeando con su muleta y lo señaló con un dedo tembloroso mientras le gritaba: "¿A quién llamas viejo, niño insolente? ¡Soy tu abuelo! ¡Merezco respeto!".

Sin embargo, el chico no expresó ninguna emoción ni se tomó la reprimenda de su abuelo en serio. Al contrario, su actitud era como si un sirviente le hubiese hablado. Dejando el plato vacío sobre la mesa, cambió la posición de Kara en su regazo para que su rostro estuviera frente a él. Luego, con mucho cuidado, limpió suavemente los restos de pastel en su cara con un pañuelo de papel, diciendo con calma: "Viejo, no grites. Sé que todavía eres fuerte y probablemente vivirás varios años más, pero por favor, no asustes a la niña".