Horas habían pasado desde que Defne había sido ingresada en el hospital. El silencio que envolvía la habitación era denso, casi asfixiante. Max estaba sentado junto a la cama de Defne, mirando al suelo, mientras ella descansaba en la cama. Ninguno de los dos quería hablar. No por falta de cosas que decir, sino porque el peso de todo lo que habían v
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