Mi Fanática Favorita: El Ritmo del Destino
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Capítulo 7 La Traición

Defne se sentía más tranquila desde que llegó a casa de su tía Emma

El día siguiente fue particularmente nublado, como si el cielo mismo compartiera su tristeza. Con el corazón pesado, decidió que era hora de hablar con Max. Tenía muchas cosas que aclarar, pero también sentía que necesitaba ver su rostro, escuchar su voz. Así que se dirigió a su casa, la mente llena de dudas y anhelos.

Al llegar, sintió un pequeño escalofrío recorrer su espalda. No había respuesta cuando llamó, así que decidió entrar. Tenía llaves, después de todo. La puerta se abrió con un suave chirrido, y su corazón comenzó a latir con fuerza. La casa estaba en silencio, pero no el silencio acogedor que solía disfrutar. Era un silencio tenso, como el que precede a una tormenta.

Caminó por el pasillo, recordando momentos felices, risas compartidas y sueños forjados. Pero lo que vio al abrir la puerta de la habitación de Max hizo que su corazón se detuviera. Allí estaban, Max y Melani, desnudos en la cama. Las sábanas desordenadas y sus cuerpos entrelazados contaban una historia que no necesitaba ser verbalizada.

Defne sintió cómo el mundo se desmoronaba a su alrededor. Max levantó la vista, y en sus ojos vio una mezcla de sorpresa y culpabilidad. "Defne, espera... esto no es lo que parece", dijo él, levantándose rápidamente, pero ella ya había dado un paso atrás, atrapada en la tormenta de emociones que la invadía.

"No, Max. Sé exactamente lo que es. Lo vi con mis propios ojos", respondió, su voz temblando. La traición le cortó la respiración, y el dolor se convirtió en una angustia que amenazaba con consumirla. Max trató de acercarse, pero ella retrocedió, sintiendo que cada palabra que él pudiera decir sería una mentira más.

"Defne, fue un error. Te amo a ti. Esto no significa nada", dijo Max, su voz suplicante. Pero ella solo podía ver la imagen de Melani a su lado, esa chica que había estado allí en todos sus momentos de duda, sonriendo y burlándose de su amor.

"¿Y qué hay de mí, Max? ¿Qué significa esto para ti? ¿Qué significa todo lo que hemos construido?", preguntó, tratando de mantener la compostura, pero sus ojos se llenaron de lágrimas.

Melani se incorporó, sus ojos brillando con un aire de desafío. "Defne, quizás debas entender que Max y yo tenemos una conexión que tú no comprendes. No puedes controlar a las personas ni sus sentimientos", dijo, como si su opinión importara.

Defne sintió una rabia borboteando en su interior, pero no tenía fuerzas para responder. "No tengo tiempo para esto", murmuró antes de girar sobre sus talones y salir corriendo de la casa, sintiendo que su mundo se desmoronaba.

Cuando llegó a casa de su tía Emma, la puerta se cerró con un golpe seco detrás de ella. No había nadie allí, pero el silencio la abrazó con la misma calidez que una manta familiar. Las lágrimas comenzaron a caer mientras trataba de procesar lo que había sucedido. ¿Cómo había podido Max traicionarla así? Su corazón estaba hecho añicos, y la única cosa que podía hacer era buscar refugio.

Cuando Nicolás llegó, encontró a Defne sentada en el suelo de la sala, abrazándose las rodillas. Se arrodilló junto a ella, mirándola con preocupación. "¿Qué pasó?", preguntó suavemente.

Defne no pudo contenerse más. "Lo vi, Nicolás. Lo vi con Melani. Estaban juntos en su cama, desnudos", dijo entre sollozos. "No sé qué hacer. Creí que me amaba, pero todo era una mentira".

Nicolás la abrazó con fuerza, sintiendo su dolor. "Lo siento, Defne. No lo mereces", murmuró. Luego, tras un momento de silencio, agregó: "Pero tienes que pensar en ti. Tienes una oportunidad de irte, de empezar de nuevo".

Defne levantó la vista, sus ojos aún llenos de lágrimas. "¿De verdad crees que debo hacerlo? ¿Irme a estudiar al extranjero?", preguntó, buscando el apoyo que necesitaba.

"Sí. Es tu oportunidad de volar.

Defne asintió, sintiendo un rayo de esperanza atravesar su tristeza. "Quiero hacerlo, pero no puedo dejarte aquí con papá", dijo, mirando a su hermano con preocupación.

"No te preocupes por mí. Estoy más fuerte de lo que crees. Solo prométeme que lo pensarás", respondió él, sonriendo débilmente.

Finalmente, Defne respiró hondo y se armó de valor. "Voy a hablar con tía Emma. Necesito su consejo", dijo, levantándose. Su mente aún estaba nublada por el dolor, pero sabía que debía tomar una decisión.

Al día siguiente, se sentaron todos juntos en la mesa de la cocina, la luz del sol entrando por la ventana. Emma, siempre tan cálida y comprensiva, los miraba con atención. "Defne, he estado pensando en lo que me dijiste sobre la beca. Me alegra saber que tienes esa oportunidad", comenzó Emma.

"Sí, tía. Pero... no sé si debería irme. Nicolás está aquí, y no quiero dejarlo solo", dijo, mirando a su hermano.

"Nadie debería quedarse aquí si no se siente seguro. Max no te merece, Defne", dijo Emma, su mirada severa pero protectora. "Y yo te invito a ti y a Nicolás a vivir conmigo. No pueden seguir sufriendo en esa casa".

"¿De verdad?", preguntó Nicolás, sorprendido. "No quiero ser una carga".

"Para nada. Quiero que estén aquí, a salvo. Aquí no tendrán que preocuparse por él", dijo Emma, su voz llena de amor.

Defne sintió un alivio al escuchar esas palabras. La idea de tener a su hermano a su lado en un lugar seguro le dio fuerza. "Sí, tía. Creo que aceptaré la beca. Me voy a estudiar al extranjero", declaró, con una determinación renovada.

Emma sonrió y abrazó a ambos. "Esto es lo mejor para ustedes. Tendrán tiempo para sanar y crecer. Y siempre estaremos aquí, esperando su regreso, defne".

Con el apoyo de su tía, Defne comenzó a sentir que podía tomar el control de su vida. Max y Melani ya no podrían romperla, porque estaba lista para volar.

A medida que se acercaba la fecha de su partida, el dolor de la traición seguía ahí, pero también había esperanza. Una nueva vida la esperaba, y Defne estaba lista para aprovecharla al máximo. A pesar de que el amor que había sentido por Max la había marcado, sabía que había más en el mundo para ella.

Defne estaba sola en su habitación, con la luz tenue del atardecer filtrándose a través de las cortinas. El silencio era pesado, solo roto por el sonido suave de su respiración. Miró la maleta abierta sobre la cama, sintiendo una mezcla de emociones que la invadían. Sabía que tenía que irse, que aceptar la beca en el extranjero era lo mejor para su futuro, pero la nostalgia la envolvía mientras empezaba a guardar sus cosas.

Con cada prenda que doblaba y metía en la maleta, sentía que dejaba una parte de su vida atrás. Su habitación, aunque pequeña y modesta, había sido su refugio por tantos años. Las paredes testigos de sus sueños, sus lágrimas y sus risas. Mientras sus manos metían una camiseta en la maleta, sus pensamientos volaban hacia Max. A pesar de todo el dolor que le había causado, una parte de ella aún no podía creer lo que había pasado. Ese Max que alguna vez la hacía sentir única, el que le prometía el mundo, ya no existía. Ahora solo quedaba el recuerdo de la traición.

Al guardar el último suéter, abrió el cajón de su escritorio para tomar unos papeles, y entonces lo vio. El cuaderno. El cuaderno que Max le había regalado aquel día en el parque, cuando le había dicho que ella era su fanática favorita. El simple hecho de verlo la llenó de emociones encontradas. ¿Cómo podía algo tan pequeño tener tanto peso? Recordaba con claridad la ternura en sus ojos cuando se lo entregó, la forma en que la miraba como si no hubiera nadie más en el mundo.

Defne lo tomó con cuidado, acariciando la tapa con los dedos. Su primer impulso fue dejarlo, deshacerse de todo lo que la atara a él, pero al abrirlo y ver las primeras páginas llenas de notas, pensamientos y dibujos que había hecho mientras pensaba en él, no pudo. Sabía que esos recuerdos eran dolorosos, pero también eran una parte de ella, una parte que, por más que quisiera, no podía borrar. Con un suspiro pesado, decidió meter el cuaderno en la maleta. No sabía si alguna vez volvería a abrirlo, pero sabía que no podía dejarlo atrás. A veces, los recuerdos más dolorosos también son los que nos recuerdan quiénes somos.

Terminó de empacar sus cosas y cerró la maleta con un clic. Se quedó un momento mirando alrededor de su habitación, despidiéndose en silencio de lo que había sido su vida hasta ese momento. Sabía que el futuro era incierto, pero también sabía que tenía que enfrentarlo. Justo cuando se disponía a salir de la habitación, algo la detuvo. Se acercó a la ventana y, a través del cristal, vio a Nicolás, su hermano mayor, sentado en el pequeño patio trasero. Su expresión estaba triste, perdida en pensamientos profundos.

Sintiendo una punzada de tristeza, Defne decidió bajar. Dejar a su hermano también sería una de las cosas más difíciles. Nicolás había sido su compañero de vida, su confidente, y a pesar de ser el mayor, siempre había sido ella quien lo había cuidado, quien lo había defendido de los golpes de su padre, de las palabras hirientes y de las dificultades que la vida les había puesto enfrente. Ahora, era ella quien se iba, y el vacío que dejaba sería profundo para ambos.

Cuando llegó al patio, se acercó despacio y se sentó a su lado en el viejo banco de madera. Nicolás levantó la vista y le dedicó una sonrisa débil, pero no dijo nada al principio. El silencio entre ellos era cómodo, como si no hicieran falta las palabras. Ambos miraban al horizonte, perdiéndose en sus pensamientos.

"Te veré cuando vuelva", dijo Defne suavemente, rompiendo el silencio.

Nicolás suspiró, mirando al suelo antes de responder. "Lo sé, pero eso no hace que sea más fácil", dijo en voz baja. "Estoy feliz por ti, de verdad lo estoy. Sé que esta es tu oportunidad, que lo mereces más que nadie, pero no puedo evitar pensar en cuánto te voy a extrañar". Sus palabras estaban cargadas de emoción, y Defne sintió un nudo formarse en su garganta.

"Yo también te voy a extrañar", dijo, colocando su mano sobre la de él. "Pero esto es lo mejor para mí. Y también para ti. Tenemos que empezar a vivir nuestras vidas lejos de todo esto".

Nicolás asintió lentamente, pero su mirada seguía perdida. "Desde que éramos niños, siempre me cuidaste", dijo, su voz temblando un poco. "Siempre fuiste tú la que me defendió, la que se enfrentaba a papá cuando las cosas se ponían mal. Y no sé si alguna vez te lo dije, pero te estoy agradecido por eso. Yo soy el hermano mayor, debería haber sido yo el que te protegiera, pero... no siempre pude. Y eso es algo que me pesa".

Defne lo miró con sorpresa y ternura. Nunca había pensado en eso de esa manera. Para ella, cuidar de Nicolás había sido algo natural, algo que simplemente hacía porque lo amaba. Verlo con lágrimas en los ojos, tan vulnerable, la conmovió profundamente.

"Siempre estaré aquí para ti, Nicolás", dijo con firmeza, pero con dulzura. "No importa cuántos kilómetros me separen de ti, siempre te cuidaré. Porque eres mi hermano, y eso no va a cambiar. Pero ahora... también tienes que empezar a cuidarte a ti mismo. Y cuando vuelva, si alguna vez lo necesitas, estaré aquí para que tú me cuides a mí. Porque eres mi hermano mayor, y también necesito de ti".

Nicolás la miró a los ojos, y en ese momento, Defne pudo ver la profundidad de sus sentimientos. "Cuando vuelvas, Defne, seré yo quien te cuide. Te lo prometo. Ya no serás tú la que cargue con todo. Esta vez, me toca a mí", dijo, con una mezcla de determinación y cariño.

Defne sintió un nudo en la garganta y no pudo evitar abrazarlo con fuerza. Ambos se quedaron así, en un abrazo largo y sincero, como si quisieran aferrarse el uno al otro por un momento más antes de que el tiempo y la distancia los separara.

"Nunca dejaré de cuidarte, Nicolás. No importa lo que pase", le susurró al oído, con lágrimas silenciosas resbalando por sus mejillas.

"Lo sé", respondió él, apretándola más fuerte.

Cuando finalmente se separaron, ambos se sintieron un poco más en paz. Sabían que la despedida no sería fácil, pero también sabían que su vínculo era más fuerte que cualquier distancia. Defne se levantó, sintiendo una extraña mezcla de tristeza y esperanza. Miró a Nicolás una última vez antes de volver a entrar en la casa, sabiendo que, pase lo que pase, siempre se tendrían el uno al otro.

            
            

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