El aire está impregnado de una mezcla de adrenalina y peligro, un aroma familiar que se ha convertido en parte de mi rutina diaria. Respiro hondo, sintiendo la energía vibrante del lugar mientras me preparo para una nueva misión. Desde que era un niño, me enseñaron a combatir las fuerzas oscuras que amenazan nuestro mundo. Demonios, vampiros y hombres lobo; todos ellos son parte de nuestra existencia, y nosotros, los cazadores de sombras, somos los encargados de proteger a los humanos y mantener el equilibrio.
Cuando tenía diez años, mis padres fueron atacados por un grupo de demonios. En una noche que cambió mi vida, aprendí lo que realmente significaba el peligro. Mi madre sobrevivió, pero mi padre no tuvo la misma suerte. Ese evento devastador dejó una marca imborrable en mí y me impulsó a convertirme en un cazador de sombras. Desde entonces, mi vida ha estado dedicada a proteger a los demás, a asegurarme de que ninguna otra familia tenga que sufrir lo que yo sufrí.
-Alec, ¿estás listo? -me llama mi hermana Lila desde la sala, interrumpiendo mis pensamientos.
-Casi -respondo, revisando mi equipo de caza. Las armas son esenciales, pero la verdadera fortaleza de un cazador de sombras radica en su entrenamiento y su capacidad para adaptarse a cualquier situación. Mis manos recorren la empuñadura de mi espada, y una sensación de familiaridad me envuelve.
Lila entra en la habitación, su rostro iluminado por una sonrisa audaz. Siempre ha sido la más intrépida de nosotros tres, y hoy no es la excepción. Con su cabello oscuro y sus ojos brillantes, parece lista para enfrentarse al mundo.
-El Consejo ha recibido informes de actividad inusual en el barrio de Brooklyn. Los demonios están más activos de lo normal -me explica, recogiendo su propio equipo.
El corazón se me acelera ante la mención de Brooklyn. Es un lugar peligroso, donde los límites entre nuestro mundo y el de los demonios son más difusos. Pero lo que más me molesta es que en ese mismo barrio hay rumores de hombres lobo. Desde el ataque de mi padre, he desarrollado un profundo odio hacia ellos. Para mí, los hombres lobo son bestias salvajes, incapaces de controlar su instinto. La idea de cruzarme con uno de ellos me provoca un escalofrío.
-¿Crees que será una emboscada? -pregunto, sintiendo la tensión crecer.
-No lo sé, pero debemos estar preparados. Orion mencionó que podríamos encontrar algo... inesperado -responde, una chispa de emoción en sus ojos.
Orion, nuestro amigo y un poderoso hechicero, siempre tiene una manera de presentir cuando algo no va bien. Si él está preocupado, es un buen indicativo de que debemos actuar con precaución.
Mientras me ajusto la chaqueta de cuero, me recuerdo que no estoy solo en esto. Lila siempre está a mi lado, y aunque nuestros caminos pueden ser diferentes, nuestros objetivos son los mismos. Proteger a nuestra familia, a nuestros amigos y a todos aquellos que no pueden defenderse.
-Vamos, Leo nos está esperando -dice Lila, y juntos salimos del apartamento.
Las escaleras resuenan bajo nuestros pies mientras bajamos al vestíbulo. El aire fresco de la noche nos envuelve, y me siento más vivo que nunca. Aunque la vida de un cazador de sombras es dura y está llena de peligros, no cambiaría este camino por nada. Es un honor luchar por lo que es justo.
Al llegar a la calle, veo a Leo, mi hermano adoptivo y uno de los mejores cazadores de sombras que conozco, esperando en su moto. Su cabello rubio brilla bajo la luz de la luna, y una sonrisa arrogante se dibuja en su rostro.
-¡Al fin! Pensé que se habían quedado dormidos -bromea, mientras nos subimos a la moto.
-No todos somos tan imprudentes como tú, Leo -replica Lila, subiendo detrás de él.
El motor ruge a nuestro alrededor, y en un instante, estamos en movimiento, surcando las calles de Nueva York. La ciudad se despliega ante nosotros, una mezcla de luces y sombras que ocultan secretos que solo nosotros podemos ver.
-¿Tienes alguna idea de qué tipo de demonios podríamos encontrar? -le pregunto a Leo mientras maniobra por las calles.
-No tengo ni idea, pero me gusta la emoción -responde, su tono lleno de confianza.
El viaje es rápido, y en poco tiempo llegamos a Brooklyn. La atmósfera aquí es diferente; hay una tensión palpable en el aire. Los edificios, altos y desgastados, parecen susurrar secretos oscuros. Nos detenemos en una calle poco iluminada, donde la presencia de lo desconocido es inminente.
-Recuerda, mantente alerta -les digo mientras nos preparamos para salir. Cada misión es un riesgo, y en este mundo, la precaución es fundamental.
Nos adentramos en las sombras, el sonido de nuestras botas resonando sobre el pavimento. El aire es más frío aquí, y la oscuridad parece moverse a nuestro alrededor. Cada paso que damos es un recordatorio de que estamos en territorio enemigo. A medida que nos acercamos a la zona de actividad, mi mente se llena de preguntas. ¿Qué tipo de demonios estaremos enfrentando? ¿Y qué pasará si nos encontramos con hombres lobo? Esa idea me hace apretar los dientes, pero no puedo dejar que el miedo me paralice. Estoy aquí para proteger a quienes no pueden hacerlo, y no dejaré que nada me detenga.