Con una lentitud deliberada y teatral, la chica empezó a partirlos por la mitad, dejando que los trozos cayeran al suelo como confeti.
"¿Ves?", dijo Kalia, con una voz cargada de veneno. "Te lo dije. Siempre gano".
Luego lanzó el último puñado de papel roto directamente a la cara de Charlotte. De repente, un borde afilado le cortó la mejilla, y brotó una gota de sangre.
Con eso, algo en su interior se quebró. Los años de humillación, las palizas y las traiciones culminaron en un momento explosivo, abofeteando a Kalia con fuerza.
La chica retrocedió tambaleándose, asombrada. Luego, su expresión se transformó en una de regocijo malicioso, y salió corriendo de la habitación, gritando: "¡Bryant, ayúdame! ¡Me golpeó!".
Charlotte no se movió. Se quedó de pie entre las ruinas de su trabajo, esperando.
Al instante, él entró furioso, con Kalia sollozando a su lado. Entonces vio la marca roja en la mejilla de esta última y el corte en la de Charlotte. No necesitaba preguntar qué había pasado. Ya había elegido su bando.
"No puedes parar, ¿verdad?", gritó. "Lo perdiste todo y sigues siendo una zorra arrogante y violenta".
De pronto, señaló a sus guardaespaldas, que lo habían seguido. "Sujétenla".
Al instante, ellos inmovilizaron los brazos de Charlotte en su espalda.
"Kalia", dijo Bryant, con su voz peligrosamente suave. "Puedes devolverle el golpe".
Charlotte lo miró fijamente, con los ojos muy abiertos por la incredulidad. "No te atreverías".
Él soltó una risa corta y fea. "Pruébame", respondió él, haciendo una señal a Kalia con la cabeza. "Adelante".
La chica, tras un momento de fingida vacilación, dio un paso adelante y abofeteó a Charlotte. Y luego otra vez. Y otra vez. Cada golpe era una nueva oleada de humillación. A Charlotte le escocía la cara y el sabor metálico de la sangre le llenaba la boca.
Cuando Kalia terminó, Bryant corrió a su lado y le examinó la mano. "¿Te duele? Déjame ver. Deberíamos traer hielo para eso".
Ni siquiera miró a su prometida, que tenía la cara hinchada y sangrando. Se limitó a llevarse a Kalia, murmurando palabras reconfortantes.
Mientras tanto, Charlotte los vio irse y una risa brotó de lo más profundo de su ser, salvaje y desconsolada.
'No pasa nada', se dijo a sí misma, como un mantra frenético. 'Cancela el compromiso. Todo acabará pronto'.
¡No! No se limitaría a ponerle fin. Se convertiría en su enemiga. ¡Su rival! ¡Hasta el día de sus muertes!
Al día siguiente, ella se mudó del apartamento de lujo que habían compartido. Tras empacar los pocos objetos personales que le quedaban, se marchó, sin decir palabra.
Entonces se fue a vivir a una pequeña villa en las afueras de la ciudad, una propiedad en la que Jaden se había alojado una vez cuando estaba empezando.
El tejado tenía goteras, así que se dirigió a la administración para que lo arreglaran.
En dicha oficina, escuchó una conversación que la dejó helada.
"La señorita Barnes es tan afortunada", le decía el agente al administrador. "Su pareja es muy generosa".
"Lo es", asintió el administrador. "Él mismo está supervisando toda la renovación. Dice que quiere que todo sea perfecto para ella".
Charlotte se quedó en silencio, escuchando, mientras hablaban de cómo Bryant Barnes estaba diseñando personalmente un nuevo hogar para su amada futura esposa, Kalia. Cada detalle, cada elección, tratados con cariño.
Para Kalia, construiría un palacio. Para Charlotte, ni siquiera se molestó en arreglar un techo con goteras.
Tras esa realización, los últimos restos de su tonto y obstinado corazón se convirtieron en polvo. Era hora de dejar de sufrir. Tenía que empezar a defenderse.
De repente, cuando se dio la vuelta para marcharse, Kalia le cerró el paso, con una sonrisa engreída y victoriosa.
"¿Vas a alguna parte?", preguntó, con una voz cargada de desprecio. "¿Vas a huir ahora que lo has perdido todo?".