Pasaban los días, las semanas y los meses desde aquel efímero encuentro con Milo, terminé incluso mi curso de post-producción y efectos visuales, había tenido mis más y mis menos con mi vida, con mi familia, con mi relación. Todo parecía una mezcla de acontecimientos y emociones que me hacían tener la necesidad de frenar en seco, dejar que todo a mi alrededor fluyera y poner orden en mi interior. -¿Estabas bien, Clara? ¡Claro que lo estás!- me convenzo a mí misma de que solo es cuestión de exactamente hacer eso: poner orden a mis pensamientos.
Tan próximo estaba acabando la formación que estaba realizando, como la de la realización de un gran evento a nivel nacional estaba a punto de realizarse, se trataba de un evento importante de animación, videojuegos y efectos visuales, pero se encontraba en A Coruña. Mi pareja estuvo insistiéndome hasta el último momento para que fuese con él, ¡era nuestra oportunidad de disfrutar juntos! Y no solo por el simple hecho de estar juntos sino que, ¡era de algo que nos apasionaba! Pero, necesitaba quedarme para finalizar los estudios, de hacer mi trabajo final, de lucir todo mi conocimiento hasta el final.
-¡Por favor! ¡Vamos juntos, Clara!- repicaban las palabras de él en mi cabeza, como si de una navaja clavada en el pecho se tratase. Quería ir, de verdad, pero algo en mi interior luchaba contra sus palabras y mis ganas, ¿debía dejar de lado mi formación por el impulso de irme junto a él a un evento que podría cambiar nuestras vidas laborales? Sentía que estaría sacrificando parte de mis metas por la decisión de estar al lado de un hombre, ¡No, jamás lo permitiría! No puedo dejar de lado mis metas por las metas de mi pareja. Era una reflexión tan dura como la vida misma, ¿él sería capaz de hacerlo por mí? Intenté quitar el peso de la extraña culpa que cargaba por no ir a ese viaje. Pero también fue un buen motivo para que mi chico estuviese algo decaído conmigo, quizás decepcionado.
Por otro lado, con Milo hablaba esporádicamente, no es que pudiese decir que fuese una persona muy recurrente en las redes sociales; Lo era de vez en cuando pero sin regularidad, era en esos momentos cuando intercambiábamos algunas palabras, entre algunas conversaciones, supe que seguía con pareja. ¿Será la misma chica con la que se fue a Madrid? Nunca indagué, nunca le pregunté, solo me limitaba a ver algunas historias de su Instagram para ver que de vez en cuando ella aparecía. Era la primera vez que ponía rostro a su pareja,
Algo en mi interior parecía igual de decepcionada con Milo, no entendía la razón, no tenía motivos para ello. Él estaba aquí, tenía su vida, su pareja, parece feliz o así lo vi aquella vez. Debería estar contenta por él, ¡y lo estoy! ¡claro que lo estoy! Por quien no estaba contenta era por mí, ¿esperaba otra escena? ¿esperaba otra situación? De verdad me sentía mal conmigo misma, -¿qué te pasa Clara?- me preguntaba recurrentemente, se supone que debería tomar su ejemplo. Hacer mi vida, ser feliz, seguir mis metas y lo más importante: pasar más tiempo con mi pareja, o al menos, resolver mis problemas con él.
Quizás Milo apareció en mi vida en el momento exacto para ser mi propia señal de que debía tomar riendas sobre mis cosas, pero verlo con ella... No me estaba sentando bien, no tenía motivos pero así era, debía hacer algo. -Ya sé...- cogí mi móvil tan rápido como pude, abrí la aplicación y tomé una de las decisiones más extrañas y complejas que pude tomar: dejé de seguir a Milo. No verle, no pensarle, no extrañarle, eso sería lo mejor para mí, para mi cabeza. Debía sentarla, madurar, ya no era aquella adolescente que pasaba el tiempo fantaseando. Ahora debía hacer limpieza en mis emociones.