Capítulo 8 ¡No puedes hacerme esto!

A medida que pasaban las semanas, las cosas con mi pareja iban casi siendo inexistentes, apenas había comunicación fluida, cada vez nos veíamos mucho menos que antes, todo parecía ir consumiéndose lentamente; Sin ninguna señal de que a él le importase mucho la situación, o al menos que me hiciera entender. Por otro lado, con Kaili todo iba avivándose más y más, era algo normal, era la emoción de algo nuevo.

¿Pero por qué no frenaba en ningún momento la situación y ponía orden a ambas relaciones? No es que Kaili y yo fuésemos nada, pero mi compañero de muchos años tampoco sabía de su existencia, ni tan si quiera como amigo.

Él me consumía, no solo la relación, me consumía mi ser. Lloraba por las noches, pensando porqué no se preocupaba en saber de mí como yo lo hacía con él, dejé de arreglarme el cabello, ni me maquillaba y dejaba que se notaran cada vez más mis ojeras. Y no hablemos de mi vestimenta, en mi día a día llegué a descuidarla, - ¿Qué has hecho Clara? - me preguntaba cada vez que me miraba al espejo, - ¡Tú no eras así! ¡No eras así! - me gritaba a mí misma, era mi propia conciencia enfadada con mi consumición, con mi derrumbamiento. No era así, hubo un tiempo que me arreglaba el cabello, descargaba el volumen, cortaba las puntas o lo dejaba corto, me maquillaba cada vez que quería sentirme bonita conmigo misma, con el mundo. Vestía de forma formal, pero siempre destacando, como también destacaba mi presencia entre mis amistades o cualquier círculo de personas.

Pero con Kaili, era distinto, notaba como algo en mi interior se activaba. Quería salir a gritos, quería sentirme atractiva, deseada, poderosa, casi inalcanzable. - ¿Cómo vas? - le escribí en el chat que teníamos, sabía que esa noche era de chicos pues, regularmente salía con su grupo de amistades de fiesta. Sabía que no iba a leerme fugazmente pero, sabía que estaba dispuesta a subir esa noche mi deseo y tensión sexual y Kaili: era mi pequeña víctima. Fui paciente, la diversión tiene también su tiempo de preparación, en esos minutos ojeaba mi galería para poder escoger las fotos exactas y concretas que iba a ir mostrándole. Sí, tenía un plan, obviamente era predecible, iría subiendo la temperatura lentamente.

¿Me debería dar pena? ¿Debería controlarme y dejar que se divierta con sus amigos? ¿Debería hacerlo en otro momento en el cual él pudiese también enviarme cosas? Sea como fuese, la respuesta era: no. No sentía pena alguna por él, tampoco me importaba que estuviese con sus amigos y en público, pero mucho menos me importaba si él me enviaba o no cosas. Estaba dispuesta a pasarlo bien tocando el borde de las cosas que no solía hacer, porque ética y moralmente, no estaba bien visto por los demás. Mientras organizaba mis primeros pasos de la noche, Kaili me responde - Aquí estoy con los chicos, creo que van a buscar un local donde ir a tomar algo. - si algo me había dejado claro Kaili en muchas ocasiones y en las fotos de sus redes sociales, era que salir debía ser siempre en grupo.

- Creo que ya hemos escogido el local. - esa era la señal, la señal de que el alcohol que consumiría iba a hacer el efecto correspondiente en él - ¿Tú qué? ¿Cómo vas? - me pregunta, aproveché para ir reconociendo la situación con la que iba a enfrentarme - Pues, pronto me toca ir a la ducha. - le respondí. Junto a ese mensaje, envié una foto, no mostraba mi rostro pero sí dejaba ver de forma insinuada el escote que se marcaba solo con el sujetador. - ¡Ufff! Madre mía... - contesta rápidamente. - ¿Qué sucede? ¿Te pasa algo? - preguntaba de forma burlona, pero dejé que respondiese en el tiempo que tomé para ducharme. Para cuando acabé, aún recorrían las gotas por mi piel, una sensación muy satisfactoria. Mi cabello estaba completamente mojado y desprendía un olor agradable, cojo mi toalla y simplemente comienzo a secarme.

Salgo de la ducha y ojeo las notificaciones - ¡Vaya! Ha escrito, ahora le leo. - las pausas son el ingrediente perfecto para generar esa pequeña angustia, desesperación. Desbloqueo mi móvil, entro al chat - Sí, pues que tú estás en la ducha y yo... Aquí con mis amigos, en la calle. - solté una pequeña risa, todo iba como esperaba. - No sé que tiene eso de malo, yo creo que es muy divertido. Estás ahí, con ellos, pasándolo bien, bebiendo, bailando... - tras escribir estas palabras, fui directa a por mi ropa interior. Era un culotte, negro y solo de encaje, era muy bonito y le tenía especial cariño, por la forma que daba a mis caderas y nalgas, así que decidí comprobar si solo me lo parecía a mí; O quizás a Kaili le parecía igual de bonito. Busqué un sitio con espejo, mi habitación era lo más cercano, me puse de rodillas pero resaltando mis nalgas, jugué con el espejo. El punto de vista, la luz, la aplicación que usaba para la foto. - ¡Es perfecta! - saqué una foto de toda mi espalda al desnudo y mi culo siendo resaltado por el encaje negro.

Enviar. Le pasé la foto, a medida que me vestía y me ponía el pijama para dormir, recibo una notificación. - ¡Oh, mamá! ¡Clara! ¿Pero qué...? - le costaba encontrar palabras o conectores que le permitiesen hacer una frase. - ¿Sí? ¿Pero qué? - esperaba una respuesta casi inmediata, pero no llegó, no me desesperé. Aproveché para ir a la cocina, prepararme la cena, pero mi cuerpo estaba en modo automático. Realizaba las tareas básicas porque era rutinario, pero mi mente estaba en otra parte, estaba sintiendo el morbo de la situación de excitar en la distancia. Y contestó, claro que contestó, intercambiamos varios mensajes a lo largo de las horas de la noche. Sin embargo, cayó el comienzo de la madrugada y el punto de la conversación estaba siendo muy picante.

- ¿Así que eso es lo que me harías? - contesté a uno de sus últimos mensajes a través de un mensaje de voz, mi tono de voz pasó de ser normal a una voz dulce, pegajosa como la miel, desafiante a la vez de sensual. Ya me encontraba en mi cama, tumbada, excitada. Mi vagina ya comenzaba a ser una fuente de flujo que no paraba de segregar más y más, estaba muy cachonda, demasiado y necesitaba calmarme esas ganas. Puse mi dedo corazón justo entre ese flujo, lo embadurné del mismo en mi dedo para después dirigirlo al clítoris. Era mi lubricante natural, comencé con pequeños movimientos de un lado a otro, arriba y abajo, de forma lineal y en círculos. Seguía hablando con Kaili por chat, cada vez que escribía, como podía, iba explicando como me encontraba, qué estaba haciendo, como me sentía. Mi cuerpo se prendió en un calor muy sofocante, necesitaba aumentar el ritmo de mi dedo, quería escribirle a Kaili como estaba poniéndome cada vez peor.

Quería hacerlo, pero cada vez tenía menos concentración en ello, solo podía leerle. Leía cuan desesperado estaba por estar conmigo, ahí, chupando y lamiendo todo ese flujo. Pero las únicas fuerzas que saqué fueron para enviarle otro mensaje de voz, pero este, este era especial. Solo pude limitarme a enviarle un audio de mis gemidos y así fue, un audio moderado de tiempo, solo mi voz, mis gemidos, nada más. Veo que comienza a escribir: - ¡No puedes hacerme esto Clara! ¡No puedes hacerme esto! ¡No! -.

            
            

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