Capítulo 4 Sacrificio

Me llamo Clara, actualmente tengo veintitrés años y estoy estudiando y trabajando como desarrolladora web. ¿Qué cómo he llegado aquí? En principio por suerte pero también por pasión. La pasión es algo puro, no hay nada que pueda con tanta pureza, la pasión a ojos ajenos puede resultar atractiva, suculenta, atractiva, deseada. Notas que debes saciarla o te devorará en el interior por mucho tiempo. Eso me pasaba con la programación, desde que estudiaba en la secundaria, siempre quise aprender lenguajes de programación y ahora que se me presentaba la oportunidad: ¡no podía desaprovecharla!

Eso mismo le ocurrió a mi chico, que pudo acceder a una formación de animación 3D, impartido por grandes profesionales para una conocidísima empresa reconocida a nivel internacional. Sin embargo, esto fue algo que nos llevó a sentarnos seriamente a hablar de nuestro camino en pareja en este año. -Mi horario será de ocho de la mañana a tres de la tarde...- explicaba a mi pareja, que se encontraba sentado frente a mí, sus enormes ojos verdes penetraban los míos con entusiasmo. Se alegraba mucho por mí, se alegraba mucho por él, se alegraba mucho por nosotros. -...así que las tardes las tendré libre.- terminé de exponer la situación.

-Yo tendré las clases a partir de las nueve de la mañana hasta la una y media de la tarde...- su grave voz me encogía todo el cuerpo, era una voz muy masculina para mi gusto, era algo que me agradaba de él. Vi como sus ojos verdes se perdieron en el horizonte, divagando en sus pensamientos antes de expresar sus palabras, pero él no había perdido su atención en mí pues una de sus manos se encontraba apoyada en mi rodilla, -...y después almorzaré allí, para lograr entrar a las tres de la tarde al trabajo y salir de allí a las siete de la tarde.- de pronto, no pude evitar hablar sin reflexionar mis palabras, porque en mi mente solo cabía una visión. -¿Estarás todo el día ocupado? ¿No habías pedido cedencia en el trabajo?- pregunté atónita por su horario.

-Sí, sé que te lo había comentado, te dije que si me salía la plaza en este curso...- su mirada recuperó la mía, parecía que debía hacerlo mientras me desmenuzaba la información, -...pediría una cedencia en el trabajo, ¡y fui a pedirla! Pero mi jefa me propuso reducir mi jornada a una parcial, con flexibilidad en el horario de trabajo...- no podía dejar de escuchar con atención, ya tenía mi propia opinión de su trabajo, todos le querían. Podría decir que le amaban, era un modelo ejemplar de empleado y nunca se buscó problemas, ¡al contrario! Era una persona que le gustaba encarar los problemas para encontrar soluciones, eso era lo que más alababan de él, -...y que no pretendían reducirme el salario.- sentenció al final de su explicación.

-¡Wow! Pues si que te aprecian en el trabajo, la verdad es que me alegro mucho por ti, pero...- mi mirada, al igual que mi cabeza: bajó, estaba asimilando la situación. -...creo que eso no cambia lo que decía anteriormente, estarás todo el día ocupado...- seguía explicándome, mi voz, mi tono, hasta mi ser estaba decaído. -...y eso será a lo largo de la semana, solo tendremos los fines de semana para vernos.- concluí mi explicación.

Entrelacé mis manos en mis piernas, sentía que todo iba a dar un giro de ciento ochenta grados, -Pues haremos lo posible por vernos los fines de semana.- intentó alentarme, sonrió mientras dejaba escapar las últimas palabras, pero sabía muy en el fondo que eso solo era el consuelo de algo que no terminaba de convencerme. Así fue como sentí que, ambos íbamos a hacer sacrificios en la relación por nuestra máxima pasión, nuestras metas, nuestros sueños. ¿No se supone que esto es lo que toda relación aspira? ¿Saber crecer juntos sin ser un obstáculo para la otra persona? Yo creí firmemente en que sí.

Y ahí, sentados uno frente al otro, comenzó el principio del fin.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022