Capítulo 6 ¡Eh, tú! Sí, tú.

-Tú- dije en un grito mental, revisaba mis historias de Instagram en una pausa del día, me gusta en ocasiones ojear quien observa lo que publico. ¿Qué clase de personas son capaces de ver mis pendejadas momentáneas? No lo sé, pero sí que di con un perfil que, lleva tiempo observándolas. -Tú llevas unos días ojeando mis cosas... ¿Quién eres? - dejé escapar en voz bajita. Decidí entrar a su perfil, ojear sus fotos y si tenía historia subida: también. Ahí estaba, un chico de complexión normal, pero con algo de musculatura trabajada, pero corto, aunque un poco rebelde, oscuro.

Su pequeña barba perfilaba las facciones de la cara, sus ojos eran igual de oscuros que su cabello y en algunas fotos se dejaba ver su sutil sonrisa. Parecía un chaval bastante normal y tranquilo, pero, solo teníamos una persona en común y tan si quiera mantenía el contacto regular con esa persona. ¿Qué le trajo a mi perfil?

Observé durante unos días sus historias, al igual que él las mías, casi todas trataban de comida. Comida bastante recargada y poco saludable si se comía todos los días las tres veces al día. Cierto es que no era siempre así, pero verlas me producía apetito, - ¿Quién me manda a esta hora a ver algo tan evidente? - me decía con resignación. No aguantaba, así que decidí responder a uno de los vídeos: <> escribí a modo de respuesta, sinceramente no había vuelta atrás, el acto ya estaba cometido y ahora sentía las ganas de esconderme bajo tierra.

No tenía ninguna pretensión de nada, tampoco esperaba ninguna respuesta, pero esto es internet y todo es posible. Así fue que comenzó mi principio del fin, <> me espetó de forma brusca y directa en el chat, intenté suavizar el tono y llevarlo a un ámbito de paz y amabilidad, <>. Es un clásico que, siempre en nuestro círculo de amistades haya alguien que come sin fondo y se mantiene en el mismo peso, ¡Qué injusticia genética! Pero en ese momento, supe que él era así. Su nombre era Kaili, estaba escrito en su perfil, pero jamás me dirigí por su nombre hasta que tuve que hacerlo, - Kai, todos me dicen Kai.- me corrigió, sin embargo, interpreté ese gesto de corrección como un tuteo temprano.

Pasaban los días, nos comunicábamos con pequeñas bromas basadas en la comida, hasta que comenzó a entablar más conversación sobre videojuegos, productos de electrónica, empezó a interesarse en mis conocimientos de arte pero también, de forma más efusiva, en mis conocimientos de programación. En general, comenzamos a caernos muy bien, eso me agradaba y admito que refugiaba mi frustración con mi chico a través de Kaili, pues toda la atención que no recibía por parte de mi pareja lo recibía por su lado. Se acercaban fechas de festividad, en concreto: navidad. Estaba acabando mi periodo de contrato y mi relación se estaba volviendo un desastre, debía solucionar el problema como me había prometido.

Mi obstáculo estaba siendo mi máxima sensación de plenitud con Kaili, - Quizás salga esa noche, quizás te vea - me escribe tras narrarle que pronto se acercaba mi cena de empresa, la cual culminaría yendo un grupo de personas a bailar a la discoteca, de ahí la referencia a la noche. Sin embargo, sus palabras fueron como bálsamo de esperanza a verle, pero verle en persona, poner un rostro real y verle a los ojos. Y este bálsamo fue lo que me hizo experimentar un cambio en mí. Sentía cierto poder en mi interior, sentía que seguía siendo esa Clara que muchas personas adoran, no solo su personalidad, también su físico, pues no era la primera vez que los chicos insinuaban sus deseos de acceder a una velada conmigo.

Y es que, incluso en los comienzos de mi relación, ya había alguien que se esforzó en insinuarme en mantener una aventura en secreto, sin saberlo mi chico, pero por entonces estaba locamente enamorada de mi pareja. ¿Seguía igual de loca por él? ¿Mi forma de actuar estaba siendo incorrecta? Una especie de sentimiento de culpabilidad me invadía cuando se trataba de sacar una balanza sobre la moral, sobre lo moralmente aceptado a ojos externos, ¿Por qué debía importarme la sociedad? ¿Acaso yo les juzgo a ellos? ¿En qué momento se supone que estaba haciendo algo malo? Kaili era un amigo, nada más, pero no había hecho nada que insinuara una infidelidad a mi pareja hasta el momento.

Quizás, había cierta chispa en nuestras conversaciones que dejaban claro que teníamos cierta química y ya en la lejana madrugada en mis sueños, más oscuros y lascivos, dejaba crear la fantasía de un momento más íntimo con Kaili, la madrugada empezaba a tornarse el horario más impío de mi ser, de mi mente y mis conversaciones. ¡Demonios! ¡Cómo me ponía el fantasear con él! Me sentía viva, poderosa, una depredadora preparada para cazar todo lo que se interpusiese en su camino. - ¿Y si...? - si bien en mi cabeza, más de una ocasión había jugado con la imagen sexual con él, que me hubiese provocado noches insaciables de masturbaciones y de abundantes corridas, por un lapsus mi moralidad se escapó de mi coherencia, - ¿...le envío alguna foto sugerente? -.

¿Cómo podía pensar tal cosa? ¡No Clara, no! No hagas lo que no te gustaría que te hiciesen a ti en una relación, no hagas lo que no te gustaría... Pero, ¿Por qué me ha surgido este pensamiento con Kaili en vez de en estos momentos estar simplemente pasándole dicha foto a mi pareja? De pronto mi cuerpo recorrió la sensación de objeto de satisfacción sexual usado, por mi propio chico, el mismo que apenas mantenía una conversación por tu agenda tan ocupada. O al menos ocupada con lo que le interesaba. Yo ya no le estaba interesando, no. Solo para satisfacer su necesidad de abastecerse sexualmente, sin importarle tampoco si yo estaba también satisfecha, - Debes hablar con él Clara, ¡cómo sea! - me repliqué a mí misma, mientras tanto, solo disfruta de encontrar tu placer, el que ha sido arrebatado en estos meses. Es hora impía y las obscenidades empiezan a resurgir en mi cabeza.

            
            

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