A medida que transcurría el tiempo, más adquiría conocimientos, más responsabilidades, más de muchas cosas, con ello: más emociones encontradas. <
Pero eso perduró los primeros meses hasta que todo comenzó a cambiar, quizás eran cosas mías pero a medida que pasaba el tiempo, más me confirmaba a mí misma que estaba en lo cierto. -He quedado a la noche con los compañeros del curso para ir de tapeo, ¿quieres apuntarte?- me escribió a través del móvil, era viernes, fin de la jornada para ambos. -La verdad, es que no me apetece. Además, sabes que no bebo cerveza y no estoy en el ambiente de vuestro día a día, así que disfruta.- le respondí. Era verdad, no me gustaba la cerveza, sabía que iban a ir al lugar que me había hablado hace unos fines de semana atrás, no era mi ambiente. Tampoco era mi círculo, me gustaba la animación, sabía cosas por mi chico, pero no podía entablar más detalles que desconocía.
Yo no estaba en ese círculo, iba a estar allí mirando en silencio, soltaría algún comentario o me reiría de alguna cosa, pero no entendería sus bromas personales. Esas que suelen hacerse y generadas por algún acontecimiento de la clase, sé que es eso pues bien lo he vivido en mis experiencias. No me consideraba una pareja celosa, de hecho, jamás encontré motivos o razones para serlo con él, así que confiaba plenamente en él, como él lo hacía conmigo.
Así fue durante muchos fines de semana, se iba los viernes de encuentro con los compañeros de clase, quizás había algún fin de semana que tenía que ocuparse de asuntos familiares y otros podía dedicármelos a mí, aunque a su modo. Pues si bien había tiempo en su apretada agenda, el verme significaba presentarse en casa por sorpresa los domingos, -¿No puede ser otro día que no sea domingo?- me preguntaba siempre que recibía sus mensajes de <<¿Estás en casa?>>, al principio afirmaba mi presencia en ella, después todo empezó a molestarme. -¿Es que siempre vendrá sin previamente contar conmigo? ¡No somos críos!- pensaba enfadada. Su modus operandi era preguntar cinco minutos antes de presentarse en mi casa si estaba, me incomodaba la situación.
¿Acaso no se planteaba por asomo que estuviese fuera? ¿Y si tenía planes ya hechos? Quería verle pero ¿a qué precio? Empezaba a sentirme un extraña, como si fuese yo la que siempre tuviese que adaptarme a su vida, su horario, sus peticiones, solo porque sentía el anhelo de verle, abrazarlo, mirarle, besarle, sentirle. Sin embargo, no notaba esa misma intensidad por su parte, si en algún momento dije de no estar en casa parecía darle igual. ¿Estaba siendo excesivamente intensa? Cuando podíamos vernos, hablábamos de las cosas sucedidas en la semana, nuestros problemas y nuestras metas logradas, tras eso, normalmente él prendía mis ganas de tener un esporádico encuentro sexual. Pero esas pequeñas e intensas ganas iban consumiéndose cuando mis emociones empezaban a hacer sentir como un... ¿objeto?
-Nos vemos.- dice mientras me da un beso en la frente y abre la puerta de mi casa, bajando las escaleras del edificio. Así culminaba uno de nuestros domingos, pero esta vez vacía, sin emoción, sin amor. Cerré la puerta mientras observaba como descendía cada peldaño, acto seguido me senté donde minutos antes mantenía una conversación con él, me llevé una mano a mi frente. Me quedé perpleja sacando conclusiones. -¿Cómo es posible, Clara?- me preguntaba una y otra vez. Me levanté dirección a mi habitación, me puse frente al espejo, -¿Cómo has llegado a esto, Clara? ¡Tú no eras así!- me decía a gritos a mí misma pero lo dejaba escapar en un suave susurro perplejo.
Sinceramente, ¿cómo había llegado a esta situación de dejarme sentir como un objeto de satisfacción sexual para una persona? Como Obi-Wan Kenobi le dijo a Anakin Skywalker, me convertí en lo que juré destruir, mi cabeza se había separado de mi cuerpo, mi lógica de mis sentimientos, estaba combatiendo conmigo misma. -Si encima Lily Allen va a tener razón y todo como dice su canción, ¡No es justo! No que incluso sexualmente no termine de darme el placer a mí.- murmuraba en mi interior enfadada, pues nuestros encuentros sexuales no solo eran fugaces sino que además, él sí lograba acabar pero yo no.
<
Bueno Clara, tu próxima batalla será resolver esta situación de la relación, pero con calma y no dejes de vivir ni de salir con tus amistades. Si él puede, tú no eres menos.