"Estaba devastada cuando salí del edificio de Zach, así que fui al Club 232", murmuró Jayda entre sollozos.
"¿Fuiste a un club?", inquirió Lilian, sin poder creerlo y Jayda le asintió. En el pasado, su amiga nunca aceptaría una invitación para ir a un bar y el hecho de que fuera sola la dejó perpleja.
"Fui porque quería embriagarme, pero cuando apenas llevaba un par de tragos, se me acercó alguien, era un tipo guapísimo, pero con un carácter terrible... ¡Me siento como una estúpida porque me usó! No puedo negar que al principio sentí una conexión con él, su voz me estremeció y la forma en que pronunciaba mi nombre me hizo sentir como si tuviera mariposas en el estómago. Cuando me tocó por primera vez, fue como si un rayo me hubiese caído encima... Sé que quizás suene como una loca, pero te juro que fue así como lo sentí, con Zach nunca me había sentido de esa forma... Bueno, al final una cosa llevó a la otra y terminamos en una habitación de hotel donde pasé la mejor noche de toda mi vida... Él fue tan dedicado, me hizo desearlo, me trató con cariño y vi las estrellas mientras me lo hacía... Prometió que aquella noche sería inolvidable y cumplió a cabalidad con su palabra".
Mientras hablaba, una lágrima se deslizó por la mejilla de la chica y Lilian se la secó con el pulgar.
"Pero al final resultó que el imbécil a quien le entregué mi virginidad no era más que un idiota que solo quería sexo... Esta mañana fue frío y tosco conmigo, y me hizo preguntarme si acaso era el mismo sujeto que me había hecho amarlo la noche anterior... Lo peor fue que antes de irse dejó unos billetes sobre la mesa de noche como si estuviera pagando por mis servicios, te juro que nunca antes me había sentido tan humillada en mi vida.
Lilian la escuchó con atención y supo que el chico del que hablaba su amiga era especial para ella, pero también un gran imbécil. En el pasado, nunca había escuchado a Jayda hablar así de nadie, ni siquiera de Zach.
"¿Te dijo cómo se llamaba?", preguntó Lily, ya con un plan de asesinato en mente.
"Sebastian Miller", respondió Jayda mientras se secaba las lágrimas.
Lilian se quedó pasmada como si hubiese visto a un fantasma y preguntó:
"¿Sebastian Miller? ¿Estás segura?".
"No sé si sea el mismo que estás pensando, pero dudo que haya solo una persona con ese nombre en el mundo", arguyó Jayda con el corazón apesadumbrado.
Sin perder ni un segundo más, Lily agarró su teléfono y le mostró a su amiga una foto.
"¿Es él?".
Jayda tragó saliva pesadamente y luego asintió.
"¡El muy bastardo! ¡Lo mataré por haberse metido con mi mejor amiga!".
"No hay necesidad de matar a nadie, Lily".
"Sebastian merece que alguien le enseñe una lección, es demasiado grosero, arrogante y se cree lo mejor del mundo cuando solo es un patán... De verdad me da vergüenza que compartamos la misma sangre", respondió Lilian, furiosa.
Enseguida, el rostro de Jayda cambió por completo y la miró llena de confusión.
"Sebastian Miller es uno de los solteros más acaudalados de Miami, es famoso en los Estados Unidos por estar entre los 5 más ricos del país".
Perpleja, Jayda se palmeó la cara sin poder creerlo. Honestamente, no estaba pendiente de la farándula y no había forma de que pudiera reconocerlo.
"Con razón se sorprendió cuando le pregunté el nombre, debe estar acostumbrado a que las chicas corran tras él".
"Precisamente por eso es que no respeta a las mujeres, es un cretino y, por desgracia, también es mi primo. Ni siquiera nos tratamos como tal, de hecho, lo odio y él a mí... ¡Oh, pero te juro que le cortaré las bolas cuando lo vuelva a ver! Tú eres una abogada excelente, ya buscarás la forma de sacarme de la cárcel cuando me lleven a los tribunales".
"No seas tonta, Lily, no te vas a meter en problemas por mi culpa; además, a estas alturas solo quiero olvidarlo y seguir con mi vida. No quiero volver a tener nada que ver con él en el futuro".
"¿Por lo menos usaron protección?", preguntó Lilian de repente, haciendo que Jayda dejara escapar un suspiro. Tensa, se peinó el pelo con las manos y miró a su amiga.
"No recuerdo, estábamos tan embelesados que de verdad no lo sé... Creo que usó protección la primera vez, pero no sé si lo hizo las otras veces... Voy a tener que ir a la farmacia para una pastilla del día después, de verdad solo quiero olvidarme de él y seguir adelante, no quiero verlo ni en pintura. Todo esto fue un error grave, ahora estoy enfocada en mi trabajo y no necesito estar perdiendo el tiempo pensando en hombres", concluyó Jayda.
"De verdad nunca pensé que Sebastian pudiera llegar a ser tan dominante", comentó Lily mientras señalaba los chupones en el cuello de su amiga. "¿No te duele?".
"Ya no", respondió ella.
"Bueno, la cena está lista, ¿te parece si comemos y luego vemos una película?", propuso Lily con intenciones de levantarle el ánimo.
"No tengo hambre, gracias", respondió Jayda.
"Juro que voy a estrangular a Sebastian con mis propias manos la próxima vez que lo vea", se dijo Lilian a sí misma.
Jayda solía tener un apetito envidiable y justamente le había preparado su pasta favorita, pero ni siquiera eso pareció animarla.
Lo más probable era que estuviera así por culpa de Sebastian y que no hubiera comido nada desde la mañana.
Tomando las manos de su amiga con cariño, Lily le dijo: "No quiero que te enfermes o te deprimas por culpa de ese idiota, créeme cuando te digo que no lo vale... Tienes que dejar pasar esto, cariño...".
"Eso intento, pero no puedo... Y no es que me arrepienta por lo que pasó anoche, pero sí por lo sucedido esta mañana, de verdad me lastimó mucho con sus palabras y sus acciones. Lo peor es que mientras más intento odiarlo, peor me siento conmigo misma... Esta mañana lo insulté, le dije de todo y hasta le lancé un tacón, pero todavía me siento terrible".
"Sebastian es un patán y se merecía todo lo que le hiciste, no te sientas mal por eso ni por nada. Ahora comamos porque necesitas recuperar las fuerzas y luego saldremos a comprar helado. Y no, no voy a aceptar un 'no' como respuesta", instó Lilian.