Desde esa noche, no había pasado ni un solo segundo sin que Sebastian dejara de pensar en Jayda. Ella estaba presente en absolutamente todo lo que hacía y eso lo estaba volviendo loco.
Incluso llamó a una exnovia para que se reuniera con él en un hotel, pero por alguna razón desconocida, no pudo tener sexo con ella. Justo en medio de un apasionado y largo beso, el hombre se detuvo al no sentir la misma pasión y deseo que Jayda le provocaba.
¡Esta mujer se estaba convirtiendo en su obsesión!
De pronto, alguien devolvió a Sebastian a la realidad cuando le informó que su mejor amigo, Caleb, había venido a verlo.
Este último entró y se sorprendió por lo que vio.
"Vaya, ¡en verdad luces fatal! ¿No has estado durmiendo bien?", Caleb preguntó mientras se sentaba.
"¿Acaso pensaste que estaba bromeando cuando te dije que no sabía lo que me estaba pasando?", Sebastian murmuró con un semblante de frustración.
"¡Parece que al fin estás pagando por todo lo malo que has hecho!", Caleb exclamó entre risas.
"No es gracioso, ¡literalmente todo el tiempo estoy pensando en esa chica! Esto es tan inusual en mí. Nunca había sentido esta necesidad tan intensa de estar de nuevo con alguna mujer con la que haya tenido una aventura".
Entonces, Caleb observó a su mejor amigo unos segundos y se dio cuenta de que tenía un pequeño bulto en el lado derecho de su frente. "¿Ella te hizo eso?", preguntó, tratando de contener la risa.
Ante esto, Sebastian puso los ojos en blanco, se sirvió media copa de vodka y la bebió de un solo trago.
Cuando salió del hotel el sábado por la mañana, él decidió hacerle una visita a la médica familiar, la Dra. Ellie, para que examinara el bulto en su cabeza.
Claro que ir al hospital era lo último que Sebastian pensaba hacer, pero el dolor que sentía era tan fuerte que no pudo evitar preocuparse. Además, era demasiado vanidoso como para permitir que le quedara una cicatriz en su hermoso rostro.
La doctora Ellie le dio analgésicos y también le recetó una crema para la protuberancia. Aunque Sebastian se aplicó de inmediato la pomada, el bulto seguía ahí e incluso parecía crecer cada vez más.
Como era de esperar, su miedo aumentó al imaginar sus perfectas facciones arruinadas con una horrorosa marca, ¡un hombre tan guapo como él no podía estar desfigurado!
"¿Sabes? Pensé que si me la pasaba bien con alguien más, olvidaría a esa chica, así que llamé a Alice para que fuéramos a un hotel, pero para ser honesto, no fue lo mismo. Entre Jayda y yo hay una conexión especial, una especie de deseo ardiente que no puedo tener con nadie más, ¿me entiendes?", explicó Sebastian.
Cuanto más escuchaba a su amigo, la sonrisa de Caleb se hacía más grande, ¡era tan obvio lo que le estaba sucediendo! Él sabía que llegaría un día en el que Sebastian realmente se sentiría así y estaba contento de presenciar este acontecimiento.
"Vamos, sólo admítelo, ¡Jayda te gusta!".
"¡No digas tonterías! A mí no me gusta nadie, y mucho menos Jayda. ¡Es tan grosera y ordinaria! ¿Sabes cuántas veces me ha llamado bastardo e idiota?".
Caleb y Sebastian eran muy cercanos y se contaban todo. Por alguna razón, Caleb pensaba que Jayda era distinta a las demás y no tenía ninguna duda de que ella era la chica indicada para su mejor amigo.
Para empezar, ninguna mujer había tenido el valor de enfrentar a Sebastian o insultarlo, y pensando en esto, él se sentía muy contento de que su amigo del alma hubiera encontrado a su media naranja.
"¡Tal vez si tú no te hubieras comportado como un idiota, ella no te habría dicho esas palabras!", comentó Caleb.
"Todo es tu culpa, ¡si tan solo me hubieras acompañado, nada de esto estaría pasando!", gruñó Sebastian.
"Lo siento, pero tenía que estar con mi novia. Además, esto no tiene nada que ver conmigo. ¡Ustedes dos estaban destinados a encontrarse!".
"Lo que más me sorprendió fue que Jayda no tenía idea de quién era yo. Debo admitir que eso me dolió ya que todos en esta ciudad me conocen. Y aunque ella es diferente, estoy seguro de que si se entera de que tengo una fortuna, irá tras de mi dinero como todas las demás".
Sintiéndose incrédulo ante el orgullo de su amigo, Caleb negó con la cabeza. ¡No había duda de que Sebastian necesitaba a alguien como Jayda en su vida para que lo pusiera en su lugar!
"¿Y qué pasaría si Jayda se fuera a la cama con otro hombre?", Caleb preguntó de repente.
"¿Qué? ¡Ella jamás se atrevería!", Sebastian replicó en un tono posesivo antes de que pudiera detenerse. Como resultado, Caleb soltó una risita burlona que desató la ira de su amigo.
La verdad es que Sebastian nunca había pensado en esto, pero al imaginarse a Jayda con alguien más, su sangre comenzó a hervir de rabia. En el fondo estaba muy feliz de haberle quitado la virginidad a la joven, y la sola idea de que ella estuviera con otro hombre lo volvía loco de celos.
Pensando que le tomaría un tiempo olvidarla, Sebastian se cubrió la cara con las manos y suspiró.
"Hemos sido amigos durante años y quiero que seas honesto conmigo. ¿Sientes algo por Jayda?", preguntó Caleb.
"¡Claro que no!", Sebastian declaró con firmeza y luego agregó pensativamente, "Está bien, quizás sí, puede que tengas razón. Honestamente, lamento lo que le dije y la forma en la que me comporté a la mañana siguiente, pero hice lo que tenía que hacer. Quizás la única manera de olvidar a Jayda es convencerla de volver a pasar otra noche conmigo".
Al escucharlo, Caleb no pudo hacer nada más que negar con la cabeza, ¡su amigo era un verdadero estúpido!
De pronto, Jessica, la secretaria de Sebastian, entró con un sobre blanco, interrumpiéndolos.
"Señor, alguien le envió esto", con eso, ella le entregó el sobre y luego se despidió.
Era del Club 232, el lugar al que Sebastian había acudido el viernes.
"¡Pero qué demonios es esto!", Sebastian exclamó a todo pulmón cuando abrió el sobre y se encontró cara a cara con algo de dinero en efectivo.
Entonces vio una nota doblada entre el efectivo y la sacó.
"Gracias, Sr. Arrogante, pero tú y tu dinero pueden irse al infierno. Espero que nunca nos volvamos a ver, ¡te detesto!", Jay.
Inconscientemente, Sebastian había leído el papel en voz alta, haciendo que Caleb se riera a carcajadas. Este último aún no conocía a Jayda, pero ya estaba encantado con su personalidad. Con suerte, ella sería quien cambiará a su mejor amigo para siempre.
Sebastian finalmente había encontrado a la horma de su zapato, alguien que no aceptaría ninguna de sus groserías y hasta lo desafiaría.
Enfurecido, él apretó el pedazo de papel y lo arrojó a una cesta de basura cercana. Nadie le había devuelto su dinero ni le había dicho que se fuera al infierno, y tal vez por eso se sentía profundamente herido.
"¿Entonces qué harás?", Caleb preguntó con una sonrisa en los labios. Sin embargo, su mejor amigo lo miró en silencio, pues estaba acostumbrado a ocultar sus emociones y casi nunca se abría con nadie.
"Jayda es sólo una mocosa malcriada, pero yo mismo me ocuparé de darle una lección", murmuró Sebastian.
"Lo primero que tienes que hacer es calmarte, ¡tú mismo acabas de ver que esa chica no está detrás de tu dinero! Jayda te gusta, por lo que te sugiero que la busques antes de que sea demasiado tarde".
"¡Ya te dije que solo me gusta un poco! Me aseguraré de encontrar a alguien que pueda complacerme como ella y pronto la olvidaré", Sebastian mintió y cambió de tema rápidamente, "A propósito, ¿irás a la fiesta de papá? Es en un par de días". A decir verdad, él solamente estaba dispuesto a ir si su mejor amigo estaba presente también.
"Sabes que nunca me he perdido ninguno de los eventos de tu familia, así que seguramente estaré allí. Además, no puedo esperar a volver a ver a Amelia y Olivia", replicó Caleb con una sonrisa.
Amelia y Olivia eran las hermanas gemelas de Sebastian. A pesar de que había una diferencia de edad de nueve años entre ellos, él las amaba mucho, aunque había momentos en que esas chicas podían ser unos verdaderos dolores de cabeza.
"Yo también las extraño, pero espero que surja la excusa perfecta para no asistir a la cena de cumpleaños de papá".
"Debes estar bromeando, ¡estamos hablando de la fiesta de tu padre!".
"Sí, ya sé, solo espero que no vuelva a mencionar ese tema de que ya estoy lo suficientemente grande para casarme. Sin embargo, es su cumpleaños, así que estoy seguro de que me dará más razones por las que debería darle nietos".
"Mmm, ¿y no crees que es hora de comprometerte y formar tu propia familia?", bromeó Caleb.
"¡Lo dice uno de los solteros más empedernidos que conozco!", Sebastian puso los ojos en blanco y añadió, "Además, solo tengo 32 años, quiero disfrutar más de la vida antes de pensar en establecerme con alguien. ¡Eso si es que alguna vez lo hago!".
Caleb lo miró y suspiró profundamente.
Sebastian solía ser el ser humano más desinteresado y amable que él hubiera conocido, pero la experiencia que tuvo con su última novia lo cambió todo. Se volvió despiadado, indiferente, y era conocido por ser el mujeriego número uno del país.
Por las acciones de su ex, el hombre se llenó de pensamientos negativos hacia las mujeres, únicamente se mezclaba con ellas cuando quería placer y luego las ignoraba como si no significaran nada para él.
Caleb tenía el presentimiento de que Jayda podía hacer algo para traer de vuelta a su mejor amigo, no obstante, primero tenía que contactarla.