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Eleonor.
Sus palabras me pusieron la piel de gallina. Me dejó sin habla, me secó la lengua, sentí mis pupilas dilatarse y hasta mis piernas temblar.
-Vamos a la cama -al ver que me quedé callada, o más bien, petrificada, entonces procedió a invitarme a dormir.
Se dio vuelta, hizo a un lado la colcha de la cama y me miró para que me meti