Eleonor.
Aún sentía sus labios en los míos y habían pasado casi veinticuatro horas, me he pasado todo el día en la universidad y en la librería en donde trabajo pensando en por qué rayos me besó. ¿No que soy una nena?
Entonces, luego habitaba en mi cabeza la manera en la que se despidió de mí. Me llamó por mi nombre, y me dijo que me portara bien, sin poder aguantarse las ganas de llamarme "Nena".... lo suficiente como para hacerme enloquecer.
Cuando llegué a casa me extrañé que mis padres no estuvieran. Yo los lunes llegaba a las diez porque mi última clase terminaba a las nueve y me dilataba el tráfico, sin embargo, siempre están en casa cuando llego, a excepción de hoy.
Michael tampoco estaba pero eso no me extrañaba, así que cené un sándwich, me di un baño y me vestí con un pantalón de dormir largo y una blusita algo reveladora, pero muy cómoda.
Me senté en el comedor con mi computador para revisar mis clases de mañana y en eso, llegaron mis padres con muy mala cara, mi mamá lloraba y mi papá la sostenía del brazo. Yo inmediatamente asustada me puse de pie.
-¿Le pasó algo a Michael? - el corazón me bombardeó muy rápido. Mamá por lo único que llora es por él.
-Tu hermano está preso, Eleonor- papá me contestó con suma frialdad.
Sentí que me echaron un balde de agua fría.
-¿Que ocurrió? - con la voz temblorosa apenas pude hablar.
-El lugar en donde ahora frecuenta ir, al cual va cuando nos dice que está en la universidad y en realidad es allí donde se mete a boxear resulta que es ilegal. La policía ha cerrado el lugar y se ha llevado a todo el que practica las peleas ilegales. Y claro, tu hermano como es uno, está tras las rejas ahora- me contestó muy enojado.
-No puede ser, no puede ser- pasé mi mano por mis cabellos. -Tienes que sacarlo de allí papá - le pedí.
-No lo voy a sacar. Además, no se puede, están en proceso de investigación. Durará allí unos días y luego depende de lo que se descubra se puede pagar una fianza para dejarlo en libertad - por Dios... Michael.
-Pasará la noche en ese oscuro y frio lugar- mamá agudizó su llanto.
-Porque así lo quiso él Carmelia, ya entiende que Michael no es un niño, es un hombre que debe responder por sus actos. Es una lástima pero es el castigo que se merece, tal vez es lo que necesita para salir de ese camino del cual tanto le advertimos - papá estaba muy desilusionado.
-Es tu hijo Benjamín- mamá lo miró muy herida.
-Lo es, y créeme que no entiendo en que fallé para que hoy me pagara de esta forma- ya iban a comenzar con lo mismo de siempre.
-Tengo que verlo- fue lo que me salió de la boca.
-No irás a ningún lado, Eleonor. Es tarde, déjalo que sufra- papá no estaba siendo justo.
-Es mi hermano, lo veré. - no iba aceptar un no.
-Ya te dije que no irás a ningún lado-
-Soy mayor de edad, papá - contraataqué
-No irás- tomó las llaves de mi auto de encima de la mesa. Me sorprendió el nivel de enojo que cargaba encima.
-Déjala, Benjamín- mamá le insistió.
-¿Tú también apoyas a tu hermano? Tu no debes querer para él lo mal hecho- me habló papá con gran actitud.
-Yo simplemente quiero que sea feliz, y no es para mí un impedimento que tomes las llaves de mi auto, tomaré un taxi. - me di vuelta y corriendo subí las escaleras.
Me vestí cómodamente tratando de abrigarme lo suficiente como para no sufrir de frio. En uno de los bolsillos de mi jean metí dinero y mi teléfono. Pedí un Uber y en menos de lo que canta un gallo me encontraba en aquel destacamento pidiendo hablar con mi hermano. Como era de esperarse pusieron oposición, pues era muy tarde de la noche y no me querían dejar pasar por nada del mundo hasta que le ofrecí unos cuantos billetes al policía tan solo por cinco minutos.
-Michael- mencioné su nombre al verlo sentado en la esquina de una camita que parecía una caja de fósforo de tan pequeñita. Sus ojos turbados me miraron de inmediato y corriendo a las rejas intercambiamos apretón de mano para sentirnos más cerca.
-Mi pequeña Eleonor, ¿qué haces aquí? No quiero que me veas en estas condiciones- su amor era el más grande de toda la tierra. La relación nuestra como hermanos era la más envidiada, incluso, desconocidos han llegado a creer que somos pareja, pero es solo que Michael es todo un caballero.
Lagrimas ya corrían por mi mejilla.
-Necesitaba ver que estabas bien- sollocé.
-No llores, tienes que ser fuerte para que puedas defenderme ante mamá y papá, o de lo que sea que me acusen- cruzó la mano entre las rejas y me acarició el pelo.
-Te tengo que sacar de aquí, no puedes estar en este lugar - Esta cárcel sí que era un chiquero.
-No me dejaran salir hasta que no se averigüe lo que la policía quiere saber. No tengo de otra que esperar. Estudia, come y pórtate bien, yo voy a estar bien- odiaba a veces su positivismo.
-Ya te dije que no pretendo dejarte aquí, no es justo. Mañana vendré a traerte comida, ropa y cosas para tu uso personal mientras muevo cielo y tierra para sacarte de acá- negó con la cabeza rotundamente.
-Eleonor, no quiero que dejes de hacer tus obligaciones por mí. No duraré más de una semana aquí, por favor no vengas a verme. No quiero que me veas así -
-Eres mi hermano, me dueles como a nadie y si mamá y papá no hacen nada por ti yo si lo haré, no está en discusión, pero necesito saber ¿qué fue lo que sucedió? Necesito que me expliques que ocurrió para poder buscar un buen abogado- me exalté.
El tan solo negaba con la cabeza.
-Jovencita es hora de irse, lleva aquí mucho tiempo ya- el policía vino por mí.
-No tengo ni los cinco minutos- me quejé molesta.
-Eleonor por favor, no regreses. Nos veremos pronto mi pequeña- fueron sus últimas palabras soltando mi mano, permitiendo que aquel policía me llevara con él.
Me limpié las lágrimas y traté de calmar mi dolor pero era imposible.
-Por favor hágaselo llegar a Michael White - esa voz, otra vez... otra vez. ¿Acaso quería el destino juntarnos todos los días ahora?
-Ya suélteme - le pedí al policía que seguía con mi brazo entre su mano mientras caminábamos a la salida.
Al parecer por el reconocimiento de nuestras voces ambos nos buscamos con la mirada. Él se encontraba de pie ante otro policía del turno de la noche junto a un escritorio, y yo ya me encontraba a punto de salir por la puerta.
-Eleonor- de sus labios salió mi nombre.
-Zeus- sentía un nudo en mi garganta.
-Es tarde, ¿que buscas aquí? - su pregunta de siempre.
-¿Me vas a decir que este lugar tampoco es para "Nenas"? - ladeó de cabeza ante mi sarcasmo malhumorado.
-Oye yo también estoy preocupado por Michael y haré lo que sea por sacarlo de aquí cuanto antes - no quería mirarlo a los ojos.
-¿Qué diablos sucedió? ¿Por qué lo arrestaron? ¿Por qué no estas preso tú también? - sí, le hice muchas preguntas.
-Yo no estaba presente en la guarida cuando la policía llegó, de lo contrario estuviera tras las rejas de igual forma - tan solo me contestó a medias.
-No sabía que toda esa mierda era ilegal- quería llorar otra vez.
-Eleonor... es mejor que hablemos sobre esto mañana. Tú necesitas dormir, Michael al menos cenará esta noche. Le he traído qué comer y algo de ropa. Estará bien- trató de sonar suave.
-No podré descansar sabiendo que mi hermano está aquí. Déjame en paz, Zeus- me di la vuelta para seguir con mi camino y llegar hasta donde los pies me funcionen. Sin embargo, sentí su mano tomarme por el brazo cuando estuvimos fuera del destacamento.
-Eleonor, yo tampoco quiero verlo ahí dentro. Michael es mi amigo y me duele que haya sido capturado, pero te prometo que podemos sacarlos de ahí. ¿A donde piensas ir? ¿Qué piensas hacer esta noche? Solo te queda descansar para tener energía mañana- sus ojos negros estaban perdidos en los míos.
-No lo sé... no lo sé Zeus... no sé qué hacer - no quería llorar frente a él pero tenía ganas de desplomarme. Mi hermano era mi temple.
-Yo voy a llevarte a casa, es lo mejor-
-No, no quiero ir allí. No ahora- negué con la cabeza sabiendo que mis padres no me ayudan en la situación.
-No puedes ser malcriada ahora, tienes que ser fuerte y...- lo interrumpí.
-Michael es quien me hace ser fuerte con sus abrazos - sentía mis ojos arder.
De pronto, algo rápido, me apegó a su pecho, me envolvió con sus brazos y me llenó aún más de calor. ¿Qué es lo que sucedía?
-Yo no soy Michael pero puedo darte las fuerzas que quisiera tu hermano que tuvieras justo ahora para poder luchar con lo que sea que venga. ¿No quieres ir a casa ahora? Entonces vamos a un lugar que conozco para hablar, yo tampoco quiero ir a mi casa- finalmente tras escucharlo decirme aquellas palabras terminé abrazándolo con más afecto, dejándome envolver y permitiendo sentir cada músculo a la perfección.
-Pensé que no pasabas tiempo con nenas. No quiero que te sientas como un niñero- lo siento, pero no podía ahorrarme el comentario.
Pude escucharlo reír.
-Tienes 22 años, ¿no que no eres una nena? - era demasiado sabio. Combinaba las escenas a la perfección.
-No seré tu niñero, la palabra sería tu "Protector" -
-¿De quién o de que me vas a proteger? - le pregunté.
-Solo quiero que cuando mi amigo salga de la cárcel siga llevando a su hermana al antro y yo pueda seguir molestándola. Por ende mientras él no está yo debo de tomar ese lugar, pero claro, no como su hermano-
-¿Y entonces cómo? - lo miré a los ojos.
-Ya te dije, como tu protector. Ahora sube al auto, nena -