Capítulo 24 Capitulo 24

El si podía escuchar sus chillidos, también sus quejas, podía sentir la sangre írsele a la cabeza y la respiración faltarle, aun así nadie más que él podía verla al perecer, pues nadie lo detenía, nadie le hacía caso y era una mujer a la que se llevaban como un saco de papas, como simplemente un objeto.

Ya Ever no miraba más que a su novia, ya n

            
            

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