Capítulo 3 "El cuarto de juegos"

Samantha

No lo dude, firmé el contrato.

-El lunes por la mañana iremos con tu nueva ginecóloga, te hará un historial clínico y elegirás el método anticonceptivo que más te acomode. Recuerda que ahora todo lo que hagas deberás consultarlo conmigo primero, ahora me perteneces Samantha. Acarició mis labios.

-Olvide decirle, soy profesora y mi empleo es de lunes a viernes de ocho de la mañana a una de la tarde. -Dije.

-Eso lo se perfectamente. -Rió un poco.

-Señor, usted dijo que iríamos con la ginecóloga el lunes por la mañana y por la mañana tengo que ir a trabajar. - Dije.

-Debes recordar que yo decido ahora por ti, que tu tiempo es mío. Contraté a un suplente para el lunes en tu trabajo y nosotros iremos a esa consulta. -Dijo.

-Si, señor. -Dije.

-Ahora te mostraré cuál será tu tienes que habitación, recuerda que tienes estar aquí los viernes, apenas salgas de tu trabajo Anthony te traerá aquí y el lunes por la mañana te llevará a tu trabajo y podrás regresar a tu casa, tus fines de semana a partir de hoy, son míos, y quizá quiera verte entre semana y tienes que estar disponible para mi. Dijo mientras caminaba conmigo hacia el segundo piso. Trataba de memorizar cada cosa que decía, no quería ganarme un castigo o mejor dicho, no quería decepcionarlo. -No puedes traer a amigas ni a tu familia a mi casa, quizá puedan haber excepciones pero tienes que pedirme permiso primero, cuando estés aquí no quiero que uses tu teléfono celular, no quiero ni mensajes ni llamadas con otros hombres y si tienes que hacerlo por trabajo debes decirme Samantha, y también te quiero lejos de tu ex novio, no quiero que Liam y tú vuelvan a verse y si él te busca, debes decirme enseguida. -Dijo, abrió una habitación, bastante cómoda. Tenía un baño, una cama que parecía cómoda y un armario. -Aquí dormirás después de cada sesión, yo no duermo con nadie jamás después del sexo y además, querrás descansar, sola. Más tarde Anthony te llevará al centro comercial para que compres algo de ropa que tendrás en esta casa, aunque cuando estés en este piso, no la necesitarás. Me miró unos instantes. Samantha hazme saber que estás entendiendo todo lo que te estoy diciendo, por favor. -Dijo.

-Si, señor. -Dije.

-Creo que es todo lo que debes saber por hoy, lo demás lo irás aprendiendo con el paso de los días. ¿Tienes alguna duda o pregunta? -Dijo.

-No señor, todo está bien. -Dije.

Perfecto, te dejaré un par de horas, instalate y ponte cómoda. En el armario encontrarás algo de ropa que han comprado para ti. Por favor, vístete que iremos a almorzar con mi familia. - Dijo.

-Si señor.-Dije, él salió de la habitación cerrando la puerta. Miré a mi alrededor y aún no podía creer como es que fui capaz de aceptar esto. La idea de ser la sumisa de Matthew me aterraba pero a la vez era algo que disfrutaba. Mi teléfono celular recibió una llamada era Helena. Iba a responder pero recordé lo que Matthew había dicho "Nada de llamadas aquí" así que rechacé la llamada de Helena y opté por tomar una pequeña siesta, esta mañana había sido de muchas emociones.

No percibí cuánto tiempo había pasado, me sentía más relajada. Desperté y comencé a hacer lo que Matthew me había dicho, me vestí. Tomé un pequeño vestido color pastel del armario, me quedaba bien, un poco ajustado. Tomé unas zapatillas. Me dirigí al tocador y coloqué algo de maquillaje en mi rostro, dejé mi cabellera suelta. Me puse algo de perfume y salí de la habitación.

-El señor la está esperando en su oficina señorita Blanchard. -Dijo Anthony amablemente.

-Gracias, pero preferiría que solamente me llames Samantha. -Le sonreí amablemente. El asintió y me acompañó hasta la oficina de Matthew, él estaba ahí reunido con un hombre, al parecer por negocios.

-Te presentó a Samantha, ella es mi pareja. Samantha, él es Joey, un socio nuevo. -Dijo presentándonos mutuamente.

-Un gusto, Matthew siempre hace buenas elecciones con sus chicas. -Me miró.

Me limite a sonreír. Matthew se despidió de aquel hombre y se acercó a mi.

-Luces hermosa Samantha. Sus labios se dirigieron a mi cuello, y sus manos fueron directo a mis bragas. – Esto es lo único que no me gusta. -Dijo, quitándome lentamente las bragas. Las guardo en el bolsillo de su saco.

-Me ha presentado como su pareja.... ¿puedo preguntarle el por qué?-Lo miré.

-Me acompañarás a fiestas, viajes... irás conmigo a lugares públicos y dado a que nuestra relación de Amo y sumisa es estrictamente confidencial, debo presentarte como mi pareja. -Dijo.

-Entiendo. -Dije.

-Es hora de irnos. -Dijo. Camino conmigo hacia su auto, Matthew era un voz. Matthew levantó la mirada y su expresión se tornó completamente seria.

Vine por el cumpleaños de Madeleine. -Dijo.

-Cariño, tus amigas han llegado, ve a recibirlas. -Dijo, por lo que había entendido, era el padre de Matthew. La niña fue corriendo hasta la puerta. El hombre se acercó a Matthew completamente serio.

-Sabes que no eres bienvenido en esta casa desde hace seis años Matthew, así que vete de aquí ahora mismo. -Dijo.

-No voy a seguir permitiendo que me alejes de mi hermanita. Eso te lo aseguro. -Dijo, amenazando a su propio padre.

-¿Para que la quieres cerca? ¿Para que la asesinen como asesinaron a tu madre por tu culpa?-El hombre levantó la voz, tanto que algunos invitados nos miraron. Noté que los ojos de Matthew hombre caballeroso, a pesar de tener personal para todo, él hacia pequeñas cosas por mi que me encantaban, como abrirme la puerta del auto.

Debo admitir que a su lado me sentía segura.

Durante el camino Matthew revisaba su teléfono celular, era un hombre muy ocupado y responsable, visitaba su empresa todos los días y los fines de semana trabajaba en su oficina desde su casa.

No había cosa que no admirara de él.

-Señor Williams, qué gusto verle por aquí de nuevo. -Dijo el recepcionista de la fiesta, una celebración pequeña. Por la decoración parecía ser el cumpleaños de una niña, once años.

-¡Matthew está aquí!-Una pequeña niña corrió a los brazos de Matthew, el Sonrío, como nunca antes lo había visto sonreír. La tomó en sus brazos y dejó un beso en su mejilla.

-¡Mi princesa! Has crecido tanto. - Dijo.

-Deberías venir a verme más seguido. -La pequeña hizo un puchero con sus labios.

-Lo intentaré, lo prometo.-Le guiño el ojo.

-¿Quien es ella?-Me miró regalándome una tierna sonrisa.

-Ella es Samantha. -Dijo Matthew.

-¿Es tu novia? - Sonrío.

-Si, es mi novia. -Dijo Matthew.

-Hola. -Dijo la pequeña un poco tímida.

-Hola hermosa. Le sonreí.

-¿Que haces aquí en mi casa Matthew? -Una voz masculina bastante penetrante hablo, casi levantando la voz. Matthew levantó la mirada y su expresión se tornó completamente seria.

Vine por el cumpleaños de Madeleine. -Dijo.

-Cariño, tus amigas han llegado, ve a recibirlas. -Dijo, por lo que había entendido, era el padre de Matthew. La niña fue corriendo hasta la puerta. El hombre se acercó a Matthew completamente serio.

-Sabes que no eres bienvenido en esta casa desde hace seis años Matthew, así que vete de aquí ahora mismo. -Dijo.

-No voy a seguir permitiendo que me alejes de mi hermanita. Eso te lo aseguro. -Dijo, amenazando a su propio padre.

-¿Para que la quieres cerca? ¿Para que la asesinen como asesinaron a tu madre por tu culpa?-El hombre levantó la voz, tanto que algunos invitados nos miraron. Noté que los ojos de Matthew se cristalizaron pero, no derramo ni una lágrima.

-Me iré de aquí. Pero no vas a seguir alejándome de Madeleine. -Matthew me tomó del brazo y salió de la casa conmigo. Estaba enojado. Subimos al auto y el arranco con prisa.

-No debiste escuchar eso.-Conducía a toda velocidad, ni su gente de seguridad lograba alcanzarnos.

-Descuide señor.... - Intenté no mirarlo.

Regresamos de nuevo a su casa. Matthew me pidió que lo dejara solo, que lo esperara en mi habitación o que hiciera "lo que se me de la gana". Él se fue a su habitación encerrándose ahí.

Baje a la cocina y decidí preparar algo para almorzar, Mia estaba ahí, ella era empleada de Matthew, al parecer llevaba el control de la casa, era una señora de unos sesenta años aproximadamente y por lo que veo, Matthew le tiene mucho cariño.

Matthew odia los espárragos. -Dijo.

-¿Cree poder ayudarme? Quiero prepararle algo que le guste, él tuvo un mal día y mi madre dice que no hay nada que una buena comida casera no pueda remediar. -Dije, la señora Sonrío.

Es bueno ver qué te preocupes por Matthew, él necesita eso, alguien que se interese por él. Llegaste justo a tiempo. -Dijo.

-¿Usted lo conoce? -Pregunté.

-Lo conozco desde que era un niño, trabajé en casa de sus padres. -Dijo.

-Espero que no le moleste que le pregunte esto pero.... hoy fuimos a casa del padre de Matthew y él no lo recibió como un padre recibiría a un hijo. ¿Qué pasó entre ellos? -La mujer me miró unos segundos, dudando si respondía o no a mi pregunta. Finalmente decidió hablar.

-Fue hace seis años, el padre de Matthew salió de casa con la pequeña Madeleine. En ese momento unos secuestradores entraron a casa de los Williams, fueron tras la madre de Matthew, se la llevaron. Todo estaba saliendo bien con el rescate hasta que Matthew decidió salirse del plan y contacto a un equipo especial de policías, los secuestradores lo notaron y... asesinaron a la señora Williams. Dejaron su cuerpo en la puerta principal de la antigua casa Williams, fue una escena espantosa y el padre de Matthew lo culpa a él. Jamás lo supero. Solo le hizo daño a Matthew y desde y entonces él ya no es el mismo. No es el mismo hombre alegre, feliz.... algo en el

se fue. -Dijo Mia nostálgica.

Ambas escuchamos unos pasos bajar por las escaleras era Matthew. Se veía un poco más relajado.

Mia, te había dado el día libre. -Dijo Matthew.

-Y lo estoy disfrutando mucho. Estoy enseñando a Samantha a cocinar.-Mia rió un poco.

-Quería prepararle algo especial señor. Y no sabía cual era su comida favorita así que le pedí ayuda a Mia. - Sonreí un poco.

-No creo que pueda igualarme pero estoy segura de que Samantha está haciendo todo su esfuerzo cocinando. – Dijo Mia, él sonrió.

-Sorpréndeme. -Me miró. Le devolví la sonrisa y me concentré en la cocina, no era una experta cocinando pero lo poco que sabía hacer me quedaba delicioso y con la ayuda de Mia estoy segura de que Matthew se deleitará con cada bocado.

-La comida está lista. -Dije mirando a Matthew.

-Bien. La servirán en el jardín, ven conmigo ahora. -Dijo tomándome de la mano. Subió conmigo apresuradamente las escaleras, hacia un cuarto en el segundo piso, al final del pasillo, la puerta estaba cerrada con una llave que Matthew sacó del bolsillo de su pantalón. Entramos. Me sorprendí al mirar aquella habitación. Tenía el aspecto de estar obscura. Habían muchos objetos bastante extraños, la curiosidad por saber para que servían me invadía.

-Este es.... -

-Mi cuarto de juegos. Observalo bien y dime si reconoces algo aquí. -Dijo mirándome, estudiaba cada expresión mía.

-No, señor. -Dije.

-- Todo lo que está aquí lo usaré contigo Samantha, para tu placer y por supuesto, para mi placer. -Dijo. Comencé a recorrer aquella habitación. Observando con detalle los juguetes que ahí se encontraban.

-¿Esto es..... ?-Lo miré curiosa.

-Un banco de azotes. -Dijo, no despegaba su mirada de mi, disfrutaba de mi curiosidad.

-¿Y esto? - Tomé una especie de vara de una pequeña repisa repleta de algunos látigos y cosas raras.

-Eso es una fusta. -Dijo.

-¿Para que sirve? Lo miré.

-Ya lo verás Samantha. Después del almuerzo te quiero aquí, en mi cuarto de juegos. Siempre que vengas aquí debes venir completamente desnuda amenos que te indique lo contrario. Estarás en esa banca esperándome con los brazos hacia atrás y la mirada fija al suelo. Tu cabello lo quiero atado en una coleta. ¿Entendiste? -Dijo.

-Si, señor. -Dije.

Perfecto, ahora bajemos al jardín y probemos qué tal cocinas. -Sonrió un poco y me tomó del brazo. Asentí y bajamos juntos.

Durante la comida no dejaba de pensar en lo que pasaría después en el cuarto de juegos. Era una sensación extraña que me invadía.

Me sentía nerviosa.

            
            

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