Capítulo 4 Gusanos y raíces

Los días pasaron y pasaron, todos con la normalidad de un hospital, es más, incluso parecía que la maldición, el aire y ambiente tenso había desaparecido. No se habían registrado más que la muerte de aquel paciente.

Pero nada fuera de la realidad, esa atmósfera que por alguna razón causaba agobio y miedo en toda la piel de mi cuerpo, volvió a aparecer. Y con más contundencia. Incluso al entrar ya podía percibir esa sensación de malestar, de inseguridad.

-No estás sola- me dijo un susurro en la oreja, me di la vuelta, pero todo estaba bien, pero al darme la vuelta para seguir mi camino escuche la palabra sola en eco.

Entonces las personas desaparecieron del pasillo, las puertas se cerraron de golpe, provocando inseguridad en mí, las luces del techo empezaron a parpadear, cada vez con más intensidad, las puertas cerradas se pintaron de sangre, otras de gusanos.

De repente unas líneas en formas de raíces de árbol y de color negro avanzaron hacia mí, levanté la mirada al fondo oscuro de aquel pasillo.

No había nada en los primeros parpadeos de luces, pero en los siguientes si, una niña, o la silueta de algo semejante, solo era una sombra. Inmóvil.

Pareció girar su rostro hacia mí, y nuestras miradas se encontraron a larga distancia, las luces seguían su baile de apagarse y encenderse.

Pero la niña empezó a acercarse hacia mí, y cuando pasaba por una puerta esta se abría y salía sangre, y al pasar debajo de las luces estas se apagaban.

Intenté huir, la maldita niña se acercaba más a mí, sus ojos rojos fuego me creaban pánico, Cada vez más cerca, y más, y más.

Y la dichosa puerta no se abría, cada vez más oscuro, saqué mis llaves, cada vez más sangre, buscaba con manos nerviosas la llave correcta, pero nada. La niña emitía un gruñido y un balbuceo desquiciante, si, lo escuchaba cada vez más cerca, pero solo podía ver sus ojos rojos, su aspecto era invisible ante tanta oscuridad.

-Ahora, encenderé la luz porque sé que tienes miedo a la oscuridad.

Las luces se encendieron. Solo había sangre por todas partes.

La puerta por la que quería salir se abrió al fin, pero al otro lado estaba oscuro y allí estaba la niña, pude ver su rostro con grandes heridas y llena de sangre, con el pelo negro llegando casi al suelo, y vestida con un camisón blanco, pero lleno de sangre. Todo eso pude ver en un momento, pero todo volvió a su normalidad.

Aunque en la pared derecha se escribió con sangre lo siguiente:

"Pero aunque lo haga las pesadillas te seguirán persiguiendo"

Asustada, decidí irme a tomar un café fuera del hospital, para relajarme un poco, y olvidar ese mal momento.

-Doctora Heather ¿Se encuentra bien? - me preguntó un compañero mientras caminaba rápido hacia el exterior del hospital. Yo le asentí nerviosa, y sin la posibilidad de que el me pudiera contestar.

            
            

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