Capítulo 8 Buen samaritano

Volví a despertar a media noche, estaba sobresaltada, creo que había tenido una pesadilla, estaba sudando, encendí la luz de la lámpara de la mesilla de noche, me froté los ojos para despejarme, entonces oí una risa vergonzosa de alguna parte, de repente la ventana se abrió, me levanté a cerrarla, y volvía a escuchar la risa.

Maldije el momento en que decidí cerrar la puerta de la habitación, pues al acercarme pude percibir unos pasos rápidos combinados con el pasar de la agujas de un reloj, los pasos rápidos fueron sustituidos por el rodar de una canica por el suelo de madera.

Luego parecía que caía lentamente por los escalones, hasta llegar a la planta de abajo, donde dejé de escucharla rodar.

Decidí irme a dormir de nuevo, pero cuando apagué la luz, y me tapé con las mantas, la puerta se abrió lentamente, haciendo el típico ruido de puerta vieja abriéndose, me quedé impactada, con los ojos totalmente abiertos, miré al suelo y dibujada había una sombra, la cual permanecía quieta, la luz del exterior de la habitación se apagó, y la sombra desapareció, y de imprevisto la puerta se cerró violentamente, provocando que mi corazón se agitará de pánico.

La luz de mi habitación se encendió sin que yo lo hubiera querido, y ahora la sombra estaba justo en el lado derecho, y posteriormente miles de sombras invadieron la habitación, para luego desaparecer, y dejando que aparecieran en su lugar miles de puertas, que se cerraban y abrían violentamente.

Me levanté sin pensar, y empecé a correr por las escaleras, pero allí las paredes estaban coloreadas con un color verde, y llenas de enormes gusanos negros, sin poder evitarlo fui agarrada por un brazo asqueroso, lleno de sangre y despellejado, pero logré soltarme.

Seguí bajando las escaleras, pero un escalón se rompió, provocando que me tropezará y cayera al suelo, me levanté, y todo el suelo de la casa se empezó a romper, dejando ver un abismo negro e infinito, tuve que ser rápida y astuta para ir saltando de un trozo a otro trozo para no caer el abismo, del cual salían unos seres llenos de sangre y carne putrefacta, pero no hacían nada, solamente escalaban las paredes mientras emitían unos gruñidos muy agudos.

Por fin alcance la puerta, la abrí, y fui recibida por un compañero de trabajo.

-Heather ¿a dónde va?- me pregunto extrañado mientras me agarraba de los hombros.

-¡No lo sé, mi casa está maldita, algo pasa ahí dentro! ¡Sombras! ¡Ruidos!

-Heather ¿Qué está diciendo usted?

-La casa, la casa, está mal...- pero cuando volví a mirar para atrás todo estaba en su normalidad- ¿Qué coño me está pasando?

-¿Has tomado algún medicamento en exceso? ¡Heather, tranquila, no te desmayes! ¡Mierda!- mi compañero me dejó en el suelo suavemente, y cogió su móvil- ¡Joder, funciona cabrón!

De repente pasó un camión, se detuvo y el conductor parecía bajarse para ayudar.

-¿Qué ha pasado? ¿Necesita ayuda?

-Sí, no tengo coche y esta amiga mía se ha desmayado.

-Tranquilo, la podemos llevar en mi camión, sé dónde está el hospital ¡Venga, rápido!

            
            

COPYRIGHT(©) 2022